Nota: No tengo ni idea de por qué el sistema borra los guiones iniciales que denotan los diálogos. Procuraré encontrar alguna solución para facilitar la lectura.

Hogwarts y La Generación Perdida

Por Jessica Villar (Twitter: VillarJessica)

Capítulo 1

Líos en el Ministerio

El Departamento de Educación Mágica sufría de una paradoja: todos decían que era importante y a su vez nadie quería trabajar allí.

Era visto como un callejón sin salida para cualquiera con grandes aspiraciones y una guardería para aquellos magos y brujas que sobraban en los demás ministerios, que estuvieran en el camino de alguien o que tenían talento pero no convenía no ascender.

"¿Eres nacido de muggles, cierto? en Educación, necesitan alguien con tu visión. ¡Ya van tres años seguidos en el que aumenta el rechazo de los nacidos de muggles a su cupo en Hogwarts!", solían decir a los desprevenidos que buscaban reasignar a ese Departamento.

"¡Serás el jefe de subdivisión! Eres joven para el puesto pero tenemos fe en ti", agregaban para hacer creer que se trataba de una gran oportunidad. Luego el ingenuo desdichado llegaba al primer día en su nuevo puesto y descubría que él era la entera subdivisión.

Por todo esto había quien sonreía maliciosamente cuando veía al jefe del Departamento de Educación Mágica, Andrew Pulchram: era un hombre guapo, alto y que parecía aún más alto debido a lo mucho que alzaba el mentón, de hombros anchos y cabello negro ondulado que le llegaba hasta la barbilla.

Sus rivales políticos sonrieron por años y años, hasta que llegó el día en el que a Pulchram le tocó ser el que sonreía. Fue el día en que su proyecto de rescatar a La Generación Perdida finalmente logró alzar vuelo.

Ese día llegó con el mentón más en alto de lo normal y tan temprano que al aparecerse en el Atrio del Ministerio de Magia solo se encontró con los empleados nocturnos a punto de volver a casa tras una larga guardia.

Pulchram se subió al ascensor, desierto a excepción del ascensorista, pero justo antes de que se cerraran las puertas abordó un hombre con cabello pelirrojo y aspecto cansado.

- Ah, buenos días Pulchram- Saludó el recién llegado soltando un colosal bostezo.

- Buenos días Weasley, ¿estás bien? A juzgar por el tamaño de esas ojeras te hace falta un café- Repasó a su colega.

- Sí, pero la cafetería aún no abre. Tuvimos una noche horrible arreglando unos problemas con unos diarios muggles…

- ¿Por el proyecto de mi Departamento?- se mostró más curioso que preocupado, sabía que Weasly le habría avisado de haber algún problema serio.

- Oh no, no, no- Le respondió el pelirrojo apartando la idea con la mano antes de alzarse de hombros- Bueno sí, estábamos haciendo un simulacro para prepararnos para lo mañana y unos bromistas que nos vieron trabajar abordaron a los repartidores en cuanto nos alejamos y…

- ¿Repartidores?- Interrumpió Pulchram para quien la historia ya no hacía sentido.

- ¡Ah! Son esos niños muggles que reparten los periódicos en las bicicletas. Mi equipo y yo estábamos por irnos cuando los escuchamos gritar.

- ¿Los niños se encuentran bien?- Por primera vez Pulchram dejaba trascender una nota de preocupación en su voz.

Weasly soltó otro bostezo al tiempo que el ascensor se abría en su piso. Se bajó mientras que con un gesto de la mano daba a entender a Pulchram que el incidente no había pasado a mayores a pesar de lo dramático que sonaban los hechos. Mientras que las puertas se cerraban, sin embargo, agregó:

- Los bromistas no se enteraron del proyecto, pero deberías saber que eran una banda de Squibs.

Pulchram asintió ligeramente a Weasley, sabía exactamente por qué le decía eso. Desde hace años se reportaba cada vez más y más actividades cuestionables por parte de pandillas Squibs contra los muggles. En cuanto se enteraran de su proyecto no se quedarían de brazos cruzados.

El mago miró de reojo al ascensorista que hacía como si no hubiera escuchado nada:

- Debe ser terrible, escuchar estas historias y saber que la gente te juzga por cosas que hacen personas que ni conoces. Lo siento por ti, la sociedad puede ser prejuiciosa- Comentó casualmente.

- Procuro enfocarme en mi trabajo, señor. Llegamos a su piso, señor. Buenos días, señor.

Pulchram asintió aprobatoriamente viendo al muchacho, que tenía ojeras aún más grandes que Weasley, y bajó del ascensor con el mentón en alto.

Desechó a los Squibs de su mente en cuanto entró en su Departamento gratamente sorprendido con lo que vio: la mitad de su equipo ya había llegado y todos trabajaban con un brillo único en sus ojos; no habían tenido un proyecto que los motivara tanto desde el año en que intentaron (y fallaron estrepitosamente) en introducir charlas sobre salud sexual en el currículo educativo de Hogwarts.

Pulchram reparó en la pequeña área de descanso de su personal, esta incluía una antigua pero bien cuidada y enorme cafetera dorada. Ordenó a su secretaria que mandara café y algunas cosas de desayuno a la Oficina Contra el Uso Incorrecto de los Artefactos Muggles.

Luego entró a su despacho y empezó a revisar el discurso que daría ante la prensa esa mañana. Tras hacer algunos cambios de última hora a sus palabras se paró frente a un largo espejo que colgaba en una de las paredes de su oficina.

Su reflejo, que le parecía mucho más joven de lo que él se sentía, le devolvió una mirada tranquila y determinada. Pulchram aclaró su garganta y empezó a ensayar:

- Buenos días, muchísimas gracias por su asistencia. El día de hoy el Departamento de Educación Mágica quiere anunciar uno de sus proyectos más ambiciosos hasta la fecha: El rescate de La Generación Perdida.

Pulchram imaginó a los periodistas enderezándose en sus puestos, con la curiosidad avivada. Anotó mentalmente el hacer una corta pausa llegado ese momento para dejarlos procesar sus palabras. Prosiguió con su ensayo:

- Este nuevo proyecto rastreará a los jóvenes de padres muggles nacidos entre los años 1986 y 1997 y buscará reintegrarlos en la sociedad mágica, de la que fueron apartados por la Dictadura Oscura cuando quemó sus registros.

Su reflejo le sonrió, no podía fingirse indiferente cuando imaginaba el momento en el que al fin revelaría al mundo mágico su proyecto. Tuvo que forzarse a seguir con el discurso y practicar un par de veces más para estar seguro de que no empleaba tonos poco adecuados por la emoción.

Se sentía confiado, aunque sabía que no importa lo que dijera pues en El Profeta deformarían sus palabras.

Al terminar con su discurso decidió practicar cómo responder las preguntas de los periodistas. Seguro que tendría un momento difícil explicando que el programa se limitaría a unas cuantas regiones en Inglaterra, pero si alguien le preguntaba quienes ya habían aceptado ser parte del programa de tutores para los Perdidos rescatados podría impresionar con un par de grandes apellidos.

Recordó entonces que aún no le traían la lista medios que vendrían a la rueda de prensa. Llamó a su secretaria, que entró de inmediato.

- ¿Qué periodistas vendrán a la declaración? Seguro que El Profeta mandará a un recién graduado, pero tenemos que saber su nombre y todo lo que se pueda de él. El Quisquilloso tal vez no tenga personal suficiente para enviarnos a alguien, pero Lovegood seguro que se interesa…

- Eh, señor- La mujer se agarraba un brazo con el otro- Ningún medio nos ha confirmado.

Pulchram sacó su reloj de su bolsillo y levantó una ceja al comprobar que para esa hora los periodistas ya solían estar más que activos. Sabía que su Departamento nunca alimentaba pasiones en la prensa pero este retraso era poco usual.

- La convocatoria fue enviada hace una semana con recordatorio de cada dos días, incluyendo uno ayer y otro esta mañana- Se apresuró a decir la mujer.

El mago meditó el asunto sin que su secretaria pudiera adivinar los pensamientos de su jefe, pues su gesto no daba pista alguna.

- Cassandreus se ha enterado, solo ella podría frenar a la prensa de esta manera.- Concluyó el hombre levantando el mentón y apretando los labios hasta hacerlos desaparecer- ¿¡Pero cómo rayos ha sabido!?

No pudo evitar mirar a su secretaria acusadoramente tan solo por ser la única persona presente. Esta levantó los brazos a modo defensivo pero la llegada de un avión de papel la libró de tener que decir algo.

La mujer atrapó el documento en el aire y lo estiró frente a sus ojos, dio un salto de sorpresa y con una sonrisa exclamó:

- Me informan desde el Atrio: ¡Los periodistas están aquí! ¡todos!

Pulchram tomó el papel entre sus manos sin permiso. La nota, estaba escrita con excesiva familiaridad por parte del recepcionista del Ministerio a su secretaria:

Nimue: Chocolatico, no sé por qué te preocupabas tanto. Acaban de pasar en bandada toda la elite periodística. El equipo de investigaciones especiales de El Profeta en pleno ha llegado y se ha adueñado del lugar. Incluso me han regalado una caja entera de Calderos Rellenos intentando sacarme información, espero por ti para comerlos, no me falles.

Eric

Pulchram Salió de su oficina sin decir palabra, dejando a la bruja confundida, preocupada y bastante sonrojada. Su jefe, sin embargo, no tenía tiempo para darle explicaciones.

Subió al ascensor sin esperar a que abriera las puertas completamente, casualmente era el mismo que había usado más temprano.

- ¿A qué piso señor?

- ¿Qué piso me sugieres?- Preguntó sinceramente.

- El segundo nivel, señor. Departamento de Seguridad Mágica, señor.

Pulchram asintió y elevó su mentón visualizando a quienes se encontraría allí. Luego, cuando se bajó del ascensor, supo que había llegado al lugar correcto porque un adolescente que apenas llevaría unos meses graduado de Hogwarts se entrometió en su camino.

- ¡Disculpeee!, hoy este ministerio es de acceso restringido, público general y empleados de bajo rango no pueden entrar.

El joven sacó pecho para intentar hacer resaltar el carnet de identificación de empleado que portaba. Pero se encorvó inseguro al escuchar la risa de un hombre a sus espaldas.

- Oh, Pulchram, ¿no aciertas una no? – El hombre se aproximó a ellos, miró al joven con fastidió y le gruñó:- fuera de aquí niño.

- Mclaggen - saludó Pulchram levantando la barbilla desafiante al tiempo que veía al pobre muchacho escapar- Veo que hoy van a ser el centro de atención por acá, ¿qué ha pasado?

- Ah, ¿no te has enterado?- El hombre sonrió maliciosamente y disfrutó de tener bajo su control a Pulchram. – No debería decírtelo entonces, si nadie te ha considerado suficientemente importante para contártelo…

Pulchram se contuvo de fruncir los labios como había hecho en su oficina porque odiaba demostrarle a sus rivales cuanto le afectaban. En lugar de eso miró alrededor, reconoció de inmediato al joven de coleta pelirroja que hablaba a todas prisas con empleados de alto rango del Departamento. Reparó entonces en el propio Mclaggen, que no trabajaba allí sino en el Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas. Sumó dos más dos:

- ¿¡Han intentado robar Gringotts!?- Pulchram logró decir esto casi en un susurro, sin duda era información sensible.

Mclaggen mudó su sonrisa burlona, era obvio que no contaba con la aguda mente de Pulchram y temía haber sido quien le diera la pista correcta. La forma en que veía a los lados para ver si alguien los había escuchado revelaba lo preocupado que estaba.

- ¡No andes infundiendo rumores! Ah, ya sé, lo que quieres es que un periodista vaya corriendo a tu oficina creyendo que le puedes dar información y allí marearlo con tu nuevo "gran proyecto". Para que te enteres, esa porquería no va.

- Sí, sí, claro que va, Mclaggen.- Respondió tranquilamente Pulchram- Hemos estado trabajando en esto por años, no…

En ese momento guardó silencio pues vio que el Jefe del Departamento de Seguridad Mágica se acercaba a él con cara de disculpa.

- Andrew, ¡tiempo sin verte! Vaya, justo estaba por mandar a buscarte…

Pulchram se dio cuenta por el tono de voz de su colega que eso no era cierto pero asintió con la cortesía necesaria.

No te preocupes Urquart- Saludó Pulchram algo más formal que su contraparte- estarás muy ocupado y no es como si esto fuera de la incumbencia de mi Departamento.

- Sí, bueno…- el hombre le evitó la mirada a su colega.

- ¿¡La válvula 713!?- Eso no lo esperaba.

- Ven a mi oficina Andrew- Suspiró Urquart, habló con un dejo de tono paternal - Mclaggen dile a los periodistas que estoy con ellos en cinco minutos.

Pulchram torció la boca indignado por la cantidad de tiempo que Urquart le estaba pre-asignando con esa declaración, pero se contuvo de decir algo. Avanzó a zancadas hasta la oficina en cuestión y se sentó en una gran butaca sin ser invitado a ello.

Urquart observó el gesto pero no comentó nada, se mantuvo en pie frente a Pulchram. Las manos en los bolsillos y la mirada esquiva.

- Andrew, los siento, sé que has estado trabajando mucho con el proyecto de La Generación Perdida pero no va a poder ser, no este año.

Pulchram se mantuvo en silencio sin dejar de mirar a Urquart. Este miró hacia la puerta con obvias ganas de salir de allí. Sin poder resistirse y aunque no se le hubiera preguntado explicó:

- Es por la seguridad pública, un gran reto, ha sido un año atareado, ya sabes: el asunto Rowling, las pandillas Squib y las rivalidades de las grandes familias, fíjate que hasta a mí me quisieron mandar Tentaculas Venenosas…

Más silencio se impuso en la habitación. Los relojes de los dos magos se podían escuchar repicando al fondo de sus bolsillos. Finalmente Pulchram habló:

- ¿Qué ha pasado en Gringotts?

- No te puedo decir, Malfoy me ha pedido discreción en el asunto pues los duendes están bastante alterados. Mclaggen no debió decirte nada y concentrarse en calmarlos.

- ¿La válvula de Hogwarts fue comprometida?

- No, no la de Hogwarts.

- ¿Entonces qué tiene que ver…?

- ¡Mucho! Pero es complicado…

- Oh, claro que no lo es.- Pulchram se pronunció tranquila pero fríamente- Algo pasó en Gringotts que afecta a Hogwarts, pero a pesar de que es tu deber decirme hay alguien a quien no le conviene eso.

- Andrew…

- Al menos que realmente lo de Gringotts no tenga relación con Hogwarts y solo lo usas de excusa para frenar el proyecto de La Generación Perdida.

- Deja el acto Andrew- Urquart había adoptado un tono más severo- Te conozco desde que eras niño e iba a cenar donde tus padres. No eres una víctima del sistema y los poderosos, dudo que de verdad te interesen los Perdidos. Solo estás tratando de ganar un ticket fuera del Departamento de Educación Mágica.

Urquart había perdido la paciencia y avanzó hacia la puerta para irse. A su espalda escuchó a Pulchram ponerse en pie.

- Me habías dicho que te gustaba el proyecto, que estabas 100% a bordo con la idea.- Pulchram habló distante, como si se hubiera vuelto una máquina que solo quería recabar data.

- Sí, pero…- Urquart suspiró y finalmente explicó:- Estudiantes, nacidos muggles… dos niños, están envueltos en el asunto de Gringotts y para colmo son extranjeros. Si ellos han podido llegar hasta una válvula… bueno, eso confirma que nuestras preocupaciones tienen base.

Las grandes familias mágicas ya se están acabando a golpe de maldiciones por las herencias y el poder. Tu quieres traer más jugadores a la partida, jóvenes que podrían ser parientes lejanos que despierten o agraven conflictos familiares, jóvenes cuyas vidas podrían estar en riesgo mortal. Esto eso es más de lo que podemos manejar ahora mismo.

Urquart abrió la puerta y la mantuvo abierta para Pulchram. Este salió sin agregar más y se dirigió a su propio Departamento.

Al llegar le dijo a su secretaria que mandara a desmontar todo el proyecto. Pudo escuchar los suspiros y hasta algunos llantos de decepción por parte de su equipo el resto del día.

Se encerró por horas en su oficina. Pulchram quería estar molesto, pero (aunque sabía que efectivamente a alguien más poderoso que él no le gustaba su proyecto) tenía que admitir que el argumento de Urquart era acertado.

La Generación Perdida era una herida abierta en la sociedad mágica, tal como los squibs, que cada día se multiplicaban más y más.

Estos últimos estarían felices con la cancelación de su proyecto, pensó. Seguro se enterarían de su fracaso por medio de su más odiadas rival: Cassandreus. Si algún consuelo tenían los Squibs en sus vidas ese era estar por encima de La Generación Perdida.

Al pensar en esto se asomó por la puerta de su despacho y le pidió a su secretaria que le llevara un café al ascensorista.

Luego de eso solo volvió a salir de su oficina para enviar a su empleado de mayor rango a representar al Departamento en el caso de Gringotts (después de todo había dos estudiantes involucrados y eso era trabajo para su equipo).

Durante el resto del día se quedó pensando que los Squibs tenían su consuelo en lo Perdidos de forma similar que las familias pobres se consolaban diciendo que al menos ellos tenían magia.

Luego estaban las familias ricas menores, pisoteadas por casas más grandes, que presumían de que por lo menos ellos tenían voz y voto en El Gran Concejo.

Mientras que las familias ricas mayores se consolaban presumiendo de tener dinero y de poder tirar de los hilos de la sociedad, aunque eso no curara a sus hijos Squibs.

Los empleados se fueron uno a uno, hasta que el Departamento quedó tan callado que Pulchram pudo oír el segundero de su reloj a pesar de que este estaba enterrado en el bolsillo de su túnica.

Sin poder dar con una forma de salvar su proyecto se obligó a regañadientes a marchar a casa.

No tuvo que llamar al ascensor, ya lo estaba esperando y comprobó (casi sintiéndose consolado por ello) que quien aguardaba por él era el mismo ascensorista de la mañana.

- Buenas noches, señor.- Saludó el Squib. Pulchram asintió ligeramente con la cabeza y no dijo nada durante el viaje- Piso 9, Departamento de Misterios.

Pulchram parpadeó y enfocó la mirada, no había estado prestando atención al trayecto. Las puertas se abrieron pero no había nadie. El ascensorista, sin embargo, aguardó.

El piso era un largo pasillo que concluía en una puerta negra. Pulchram no hizo ademán de bajarse o de reclamarle al joven, sospechaba de qué se trataba ese momento. Después de todo no podías trabajar toda tu vida en el Ministerio de Magia y no saber acerca del Funcionario, aunque todo lo que se podía decir de él es que existía y hasta eso podía estar en duda.

Nada más pensar en este el Funcionario salió de la puerta del Departamento de Misterios y caminó hacia ellos tranquilamente, llevaba una carpeta en sus manos.

- Buenas noches Pulchram.- Saludó a pesar de que nunca se habían visto cara a cara.- Me disculparás por mi tardanza, mi tardanza en fijarme en ti quiero decir. Al atrio, por favor.

Las puertas se cerraron y el Funcionario le dio a Pulchram la carpeta que llevaba en sus manos. Este le dio una mirada de cautela al Funcionario y empezó a leer.

- Vamos a tener que ser más ambiciosos.- Comentó el Funcionario como un profesor que le hablara a un alumno- Primero que nada vamos a hacer de este programa algo internacional y luego olvídate de esa idea los tutores, vamos a mandarlos a Hogwarts. Y luego... bueno, ya puedes leerlo por tu cuenta.

- Atrio. Su piso, señor. Buenas noches, señor.

Pulchram cerró la carpeta y se la puso bajo el brazo. Dio un paso fuera del ascensor sin que nadie bajara con él. Sudaba frío y su gesto estaba mudo, hay quien diría que estaba en shock.

Para cuando llegó al área de las chimeneas sonrió y alzó el mentón como nunca. Se dio cuenta de que no solo lograría salir del Departamento de Educación Mágica, sino que iba a ser el próximo Ministro de Magia.