¡Hola!~ ¿alguien se acuerda de mí? volví, en forma de fichas! (?) ok, tal vez no en fichas, pero aquí estoy~ Hace casi un año, quizás más que no publico nada aquí :'v siento que quiero golpearme por dejar que pasara tanto tiempo. Supongo que quedé tan disgustada con el final del manga que me abstuve de pensar en ellos hasta que se me pasara el enojo. Perdón a las personas que sí les gustó el final, lo acepto, pero yo no soy una de ellas.
¡En fin! Aquí les traigo otra historia, no van a ser muchos capítulos así que espero actualizar con regularidad ^^ Es un AU reincarnation, ¡espero les guste de todo corazón!
¡Le dedico este capítulo especialmente a la pequeña lindura Hotaru YaoiGirl!~
¿A qué se le llama "el encuentro predestinado" con el verdadero amor, tu alma gemela?
Según la leyenda, existen señales. Señales que se manejan por fuerza mayor a uno, llámese destino o como quisiera decírsele. Primero sentirías a tu corazón reconociéndole, a esa persona, a su alma. Sería una conexión inmediata. El tiempo se detendría para que ambos pudieran mirarse el uno al otro, enamorarse a primera vista, sentir que sus destinos están siendo unidos. Tu mente olvidará todo aquello que no se relacione a esa persona, te volverás reacio a tocar a cualquier ser humano con deseo amoroso o sexual, incluso si tienes pareja, pues nadie será más importante que tu alma gemela. De pronto comenzarás a encontrarla en todos lados; tu entorno más cercano, aquel más lejano e incluso en ese inhóspito rincón del universo al que irás sólo una vez en toda tu vida: la encontrarás.
Sentirás celos de cualquier objeto, flora y fauna que se le acerque, así nunca le hayas hablado en toda tu vida y esa persona no sepa de tu existencia. El destino obrará para que ustedes dos estén juntos pese a todas las adversidades.
Pero, ¿qué tan cierta era aquella creencia?
Porque sin dudas su primer encuentro no fue para nada mágico, su corazón no se detuvo al verle, ni tampoco se aceleró; latió normal, como venía haciéndolo hasta el momento. No volaron millones de pétalos de cerezo, como en esos mangas que leyó alguna vez, claro que no. Hubiese sido extraño de así ser, ya que ni siquiera era la temporada. El tiempo no se detuvo ni mucho menos, él era bien consciente de eso puesto que estaba llegando bastante tarde al lugar donde se suponía debía entregar las cajas que cargaba en sus brazos. No sopló ese característico viento que uniría sus miradas tampoco.
En resumen, lejos de toda la cursilería que había escuchado y leído en novelas de chicas, el encuentro con esa persona careció de la magia supuestamente predestinada.
—¿Estás bien?
—¿Me veo como si estuviese mal?
Ah, su primer intercambio de palabras. Tan romántico.
Uzumaki Naruto mira con su ceño medio arrugado al tosco chico frente a él. Tiene una mirada fiera, muy ruda, pero completamente enrojecida. Bajo los párpados se le puede notar una ligera hinchazón que resalta el profundo oscuro de sus pupilas.
—Olvídalo, te ves fantástico. Sólo me engañó el hecho de que estuvieras aislado de todos en el medio del bosque, ya sabes, poco común. Me voy ahora, lamento la interrupción.
El chico quien está apoyado en el suelo y contra un gran árbol hunde más su entrecejo mirándole con molestia. No conoce a este tipo que está hablándole y su comentario no le entra en gracia. Pero Naruto sólo puede pensar que se ve como un conejo asustado tratando de ser rudo, claro que sí, quién podría pensar lo contrario de alguien que tuviera los ojos tan rojos como un conejo blanco. No quiere sonreírle, su actitud no le parece muy agradable que digamos, así que solo le sostiene la mirada un instante demostrándole que le infundía muchas cosas, pero intimidación no es una de ellas.
Se aleja sin emitir palabra, vaya chico más antipático, piensa Naruto. Las cajas en sus brazos le recuerdan que él debe de llegar al salón de medicina para entregarle el paquete a Tsunade, no obstante, el curioso sonido que escucha a sus espaldas le retiene un momento obligándole a girar con cautela. Desde su posición en la cual no se ha alejado mucho del extraño chico puede oír el claro hipido de sollozo. Sabe que muy probablemente lo que va a hacer no es una gran idea, pero maniobrando entre las cajas y su mochila, logra alcanzar el pañuelo bordado con sus iniciales (regalo de su madre) del bolsillo trasero. Cuenta mentalmente hasta cinco y se acerca de nuevo lanzándole el pañuelo a su regazo antes de que llegara a decir nada.
—No sé qué sucedió, pero siéntete libre de usarlo.
Y sin prestar atención a la cara de sobresalto que el de pelo negro cargaba, Naruto continúa su marcha ignorando el ser observado a sus espaldas. Deambula durante otros quince minutos dentro del enorme edificio antes de hallar la oficina de Tsunade. Ella le recibe con una enorme sonrisa.
—Naruto, ha sido un buen rato desde que te vi, hasta pareciera que has crecido.
—¿Oh, lo notaste? crecí exactamente cuatro centímetros en los últimos dos meses—Naruto extiende sus dedos en pos de victoria, reluciendo ante la mujer que ahora ríe sus perfectos dientes blancos.
—¿Pudiste traer todo?
—¡Claro que sí! mamá me pidió que te dijera que hay un par adicionales, son de la última cosecha. Serás la primera en verlas abuela así que contamos contigo para observar su utilidad, creemos que sirven como analgésicos, pero no en todos los casos.
—Oh, tendré algo para entretenerme siendo así, dile que se lo agradezco—La bella mujer de ojos miel lee una pequeña nota pegada en una de las cajas mientras Naruto husmea la habitación.
Llena de libros de todo tipo de espesor en tres enormes estanterías, una mesa con frascos rellenos de líquidos de variados colores, una nueva adquisición desde la última vez que había podido venir y varios esquemas rarísimos colgados en una blanca pizarra que ni siquiera puede comenzar a entender. Bueno, para empezar aquella carrera no le es particularmente atractiva, por eso mismo él estudia arquitectura, así que no pueden culparlo por no entenderla. Su madre, Kushina, también obra en el rubro médico, ella prefiere volcarse por el cultivo de diferentes hierbas como pasatiempo. Su abuela por otro lado estudia algo con la genética. Sí, ese es su pasatiempo, estudios raros y complicados. Tsunade es la directora de un famoso hospital de la ciudad, y en su preciado tiempo libre que siempre resulta ser muy poco, estudia en una universidad.
Extraña.
—¿El abuelo ya ha regresado?
—No, Jiraiya llamó anoche para avisarme que llegaría este fin de semana, al parecer consiguió una buena fuente de datos y se entretuvo un poco más de lo esperado. De seguro tiene su nariz metida en algún baño de mujeres —cuenta medio riendo, para ella no resulta ningún secreto los pasatiempos de su esposo, pero bueno, los años le han ayudado a aceptarlo mejor.
Naruto ríe también, ella está totalmente en lo correcto.
—Ten, estos son los resultados de la última tanda, fueron muy buenos. Si puedes alcanzárselos a tu madre sería de gran ayuda, tengo que quedarme hasta tarde esta semana.
—Claro, sólo te cobraré un tazón extra la próxima vez que comamos ramen —Naruto sonríe amplio, guardando el papel en su abrigo.
—Me parece justo—concedió divertida—, ¿tus estudios van bien?
—Por supuesto, ¿con quién crees que estás hablando? —Naruto dice hinchando su pecho. La verdad es que no es el mejor promedio ni cerca, pero sus notas son buenas y eso para él es todo un logro.
Tsunade lo sabe y por eso sólo sonríe. —¿Irás a la azotea hoy? —pregunta.
Naruto suele repetir una pequeña rutina en cada visita periódica que consiste en saludar a Haruno Sakura, su amiga de la primaria, comprar una lata de limonada en la única máquina expendedora del piso e ir a beberla a la azotea del edificio. Por alguna razón a él parece gustarle mucho la terraza de la facultad de medicina a diferencia de la suya.
—No, hoy tengo un par de cosas que hacer, pero vendré el siguiente jueves.
El teléfono de la oficina suena y Tsunade se apresura a atender, Naruto aprovecha el momento para despedirse, agitando su mano saluda a su abuela y sale rumbo a su casa. Trae el celular en la mano mientras le responde un mensaje a Kiba, no obstante, su vista se despega un segundo de la pantalla para captar las desprolijas y puntiagudas hebras oscuras de alguien que pasa frente suyo. Aquella persona no se detiene en su caminar, pero Naruto la observa curioso, algo en su pelo de pájaro le parece interesante. Su teléfono vuelve a vibrar, Kiba ha respondido de nuevo.
Aquel jueves no tiene más interés en él, termina como cualquier otro día, al igual que el viernes y el sábado que le siguen. Naruto no ha vuelto a pensar en el feroz conejo de ojos rojos de aquel día hasta que su amiga, Haruno Sakura, se acerca a él en una de sus acostumbradas salidas con una pequeña cajita cuadrada.
—¿Qué es esto?
—Sasuke-kun lo envía.
—¿Sasuke quién?
Naruto coge con su mejor cara de desconcierto la caja, cuál es su sorpresa que dentro no hay otra cosa sino un pañuelo de fina tela a la vista, muy igual al suyo que había donado aquel día a ese desconocido. La única diferencia era que este no tiene ni sus iniciales ni el escudo de su familia, el cual su madre acostumbra a bordar en todo pedazo de tela que hallaba lugar en su casa.
—Dice que te agradece el habérselo prestado. No sabía que ustedes dos se conocieran, por cierto.
—Sakura-chan no sé quién diablos es ese tal Sasuke —confiesa mirándola con la mayor sinceridad que puede. Sakura parpadea sonriendo pues sabe bien que ellos no se conocen en realidad.
Fue sólo una casualidad que ella viese a Uchiha Sasuke, su amigo y compañero de clases, con el pañuelo que nada tardó en reconocer como perteneciente a Uzumaki Naruto. Ese peculiar escudo familiar en la esquina inferior era inconfundible. Sasuke le comentó sin mayores preámbulos que alguien se lo había prestado, pero no tenía idea de quién era o cómo podría devolvérselo. Sakura sólo se había ofrecido a retornar el favor, pero pensaba que ellos dos se llevarían realmente bien si lograban conocerse en alguna oportunidad.
—Uchiha Sasuke-kun, estudia conmigo.
Naruto tampoco tarda mucho en ubicar su cara, es claro que aquel tipo debe de ser el conejo de ojos rojos. Así que esa resultaba ser su identidad, en verdad no creía posible recuperar aquel pañuelo, si hasta su cabeza se había olvidado de él por completo, le parece un atento detalle de su parte.
—Bueno… dile que gracias, supongo.
—¿Qué clase de respuesta es esa Naruto? Tú deberías de ser quien se lo diga.
—¿Eh? ¿Y eso por qué? Fue él quien quiso devolverlo ¿no? Yo no se lo pedí, ni sé bien quién es él, Sakura-chan —reclama guardando en su mochila la cajita mientras Sakura suspira. Uzumaki sabe que está mintiendo, recuerda bien su cara, pero no le interesa volver a verlo.
—¿Cómo puedes no recordarlo? ¿Vas por la vida regalando tus cosas?
—Qué puedo decir, soy una persona muy generosa.
—Dices eso, pero sé que recuerdas muy bien su rostro. Es uno de los chicos más lindos de la universidad ¿sabes?
—¿Insinúas que ando mirando a los chicos, Sakura-chan? Además, tiene ese título porque yo no estudio aquí, con mi rostro de seguro le patearía el trasero.
Haruno ríe divertida. No es que Naruto fuese feo, por el contrario, pero ella puede afirmar con toda seguridad que la característica que más atrae de su persona es su actitud. A diferencia de Sasuke, quien con un perfil más tranquilo atraía desde otro lugar. En verdad ellos dos podrían ser fácilmente comparados como el día y la noche, pero un fuerte sentimiento impulsaba a la linda chica a lograr que ambos se conocieran mejor.
—Es un chico grandioso, insisto en que se caerían muy bien si lograsen conocerse mejor.
—Sí, sí, lo que tú digas.
Patrañas, Naruto no puede creer las palabras de su amiga, él podría no conocer a ese tal Sasuke, pero por su despliegue social en su único encuentro está seguro de no querer volver a tener que tratar con él. Aunque, para ser sinceros, siente unas muy ínfimas ganas de agradecerle el detalle del pañuelo. Para alguien tan tosco verbalmente tenía buenas intenciones después de todo.
Aquel domingo finaliza sin más y la semana que comienza luego transcurre en el ritmo normal, sin encuentros extraños ni conejos de ojos rojos persiguiéndole. Su único cambio radical fue el que Sakura insistiera en contarle detalles de la vida personal de Uchiha Sasuke, tales como su gusto incondicional por el tomate, o su fascinación con los gatos. También algo de un complejo de hermano, aunque no terminó de entender si lo dijo por él o por su hermano mayor. Es un niño prodigio, al parecer, su promedio está entre los tres mejores. Para cuando llega el jueves y nuevamente tiene que ir a la facultad de medicina siente que conoce a Sasuke de toda la vida.
En el despacho su abuela esa vez se ve mucho más atareada, está reunida con otras tres personas así que no quiere inmiscuirse mucho. Deja la caja en el escritorio más cercano que encuentra, con su respectiva nota pegada en la solapa y se despide rápido agitando su mano, Tsunade le esboza una gran sonrisa en agradecimiento antes de que se vaya. En soledad, Naruto sonríe contento. Oh sí, esta vez puede ir totalmente a disfrutar de su tan amada azotea. Se detiene como siempre en la única máquina expendedora del segundo piso, coge su lata de limonada y silba relajado hasta llegar al techo.
El fuerte viento le obliga a cerrar los ojos, su pelo se ha metido. Cuando logra volver a mirar un extraño individuo, que no es tan extraño en realidad, le mira a él desde el piso.
Oh, esto tiene que ser una broma.
—¿Qué haces tú aquí?
—Vengo todos los jueves, ¿vas a delatarme? Si es así al menos dame tiempo a terminar esta lata.
Uchiha Sasuke, sentado y refugiándose del frío en una abrigada chaqueta azul oscuro, chasquea su lengua antes de remojarla nuevamente en su propia lata de té verde. Naruto toma eso como una especie de "adelante, ponte cómodo", así que juntando sus pocas ganas se sienta al lado de él. No es como si quisiera sacarle tema de conversación, pero le parece grosero el ir y simplemente sentarse por su cuenta. Además, esta vez no parece querer morderle la yugular como en su primer encuentro. Si hasta puede pasar como una persona y todo.
—Oh, Sakura me pasó tu regalo, por cierto. Gracias.
Muy bien, le acababa de agradecer en persona tal y como Haruno quería. Su conciencia puede quedar en paz sabiendo que oficialmente ya no tiene nada más que tratar con aquella persona.
—No fue nada.
Un largo silencio sucede a su frase, matando la poca comodidad que Naruto creía haber ganado y confirmando que en efecto aquel tipo está lejos de su idea de amistad. Sin embargo, Sasuke vuelve a hablar.
—Mi gato… falleció ese día. Lo tengo conmigo desde que puedo recordar, por lo que no lo tomé bien, yo… nunca me había sucedido antes. —Naruto parpadea sorprendido, con la lata descansando en el borde de sus labios. —En fin, lo que quiero decir es, disculpa por hablarte de esa manera y… gracias.
Desde donde está, Uzumaki puede ver el carmín asentándose en las puntas de las pálidas orejas de Sasuke, lo que le hace esbozar una pequeña sonrisa oculta tras metal amarillo. Parece ser que Uchiha Sasuke no es la asquerosa y antisocial persona que tanto ha creído, parece que Sakura tuvo razón esta vez.
—No tienes nada que agradecer, después de todo sólo lo hice por impulso —confiesa sin darle mucha importancia. Da tres sorbos más, pero la sensación de estar siendo observado le obliga a girar hacia el chico que cada vez se refugiaba más y más del frío dentro de su campera. —¿Qué?
—¿No vas a reírte o algo así?
—¿Reírme? ¿Por qué lo haría? No es como si me acabases de decir algo muy gracioso —responde con clara obviedad— ¿O acaso quieres que lo haga?
—¿Por qué querría que te rías?
—Oye, yo pregunte primero.
Sasuke le sostiene la mirada un instante antes de soltar una risa tentada. Naruto no entiende de qué se está riendo, pero el sonido que produce le es altamente contagioso así que le imita.
—Sakura tenía razón, sí eres medio raro.
—Veo que me ha estado haciendo gran publicidad como siempre —suelta sin pensarlo—, pero déjame aclararte que no es verdad, soy completamente raro. Si te acercas a mí cosas muy extrañas podrían sucederte, es como mi don sabes.
—No lo dudo, pero creo que sería difícil. No estudias aquí y además no es como si me interesase particularmente ser tu amigo —al decir esto se levanta finalmente del suelo con su celular en mano, al parecer respondiendo un mensaje. —Sólo quería aclarar ese asunto para que Sakura deje de insistir, ya que lo hice no tengo más nada que tratar contigo.
Y ahí está, el bello y dulce encanto que le cautivó la primera vez. Naruto quema con sus ojos, tratando de que al menos una mínima porción de ellos logre expresar alguno de los inteligentísimos insultos que le remojan el cerebro. Sabe que no se ha confundido, él sí es un asqueroso y antisocial ser humano. Pero esta vez el conejo no estaba con los ojos rojos y aquellos carbones se imponen con mucho más ímpetu. Es claro que a Uchiha Sasuke le tiene totalmente indiferente aquella persona mirándola con repudio. Con una sonrisa en la esquina izquierda de sus labios le mira de reojo antes de abandonar la azotea.
Cerca de diez u once insultos farfullados al aire le alivian un poco la rabia, al vaciar su bebida todo se siente normal. En el camino de regreso a su casa, un mensaje en su celular le llama la atención, es de su abuela. Lo ha enviado hace un buen tiempo, por lo que al llegar a su casa la llama desde allí y Tsunade no tarda nada en responder.
—Perdón por molestarte, pero sé que mañana comienzan tus vacaciones y necesito pedirte un enorme favor, ¿crees que podrías hacerlo por mí?
—Oh no lo sé, la última vez me hiciste traerte cuerpos de ranas muertas abuela, no sé si quiero repetirlo.
Naruto oye a Tsunade reír del otro lado del teléfono. —Te prometo que no es nada como eso. Verás, mis tíos son dueños de unas aguas termales en las montañas y están algo cortos de personal hasta dentro de dos semanas, esta es una temporada muy buena para ellos, así que me preguntaba si tú podrías darles una mano.
—Déjame ver si entiendo, ¿tienes tíos dueños de unas aguas termales y recién ahora lo estoy sabiendo?
—Veo que te detienes en lo importante —acota ella riendo—, claro que no será todo trabajo, es sólo darles una mano, ya han conseguido a otra persona para que ayude hasta que lleguen los empleados originales. También te darán hospedaje y comida gratuita, es un paisaje realmente hermoso estoy segura de que te encantará, Naruto. ¿Qué dices?
—¿Aguas termales en mis vacaciones? Me parece un trato muy justo, es la clase de trabajo que un intelectual como yo se merece.
Bromeando, Naruto coge un papel y una lapicera para anotar bien la dirección que Tsunade le dicta al otro lado del teléfono. En veintiún años de vida ésta es la primera vez que oye acerca de esos supuestos tíos en las aguas termales, pero legalmente son su familia también así que él tiene que esforzarse en reforzar los lazos de los años perdidos ¿no lo creen? Repite la dirección y la ruta que debe tomar para llegar, parece que está más lejos de lo que esperaba. Sonríe ante la simplicidad del nombre.
—Konoha, ¿eh?
¿Qué les pareció? prometo que se pondrá más meloso como a mí me gusta en los próximos capítulos (?)
¡Espero les haya gustado, hasta la próxima actualización!~
