Tal vez todavía no hago el amor, pero puedo golpearlos.
El sol apenas se asomaba por las amplias ventanas, colándose como un apetecible intruso.
El césped brillaba, creyéndose de un color dorado, por los rayos que recibe la tierra y mejoran el clima.
Se escuchó en aquella casa, el eco que se esparció por las habitaciones, resultado de tener a una vecina que iba a correr por la aldea, todas las mañanas, sin falta alguna.
Ella había alterado el silencio que reinaba en su casa, y en todos los hogares aledaños.
Aún así, él había estado despierto, desde antes de que su vecina lo hiciera.
El despertador en su pequeño buro, le indicó segundos después, que era la hora de despertar. Francamente, él no necesitaba aquel aparato, ya que su cuerpo estaba acostumbrado a no dormir por largas horas, ni hacerlo de manera muy profunda. En ocasiones, incluso le ganaba al amanecer.
Sus ojos miraban un punto fijo en la habitación. No quería levantarse, pero no había motivo para atrasar más lo inevitable.
Se levantó con pereza y apartó con suavidad la ligera colcha rayada, que insistía en apoderarse de su cuerpo. Al menos alguien quería dormir con él.
Arrastró los pies al final de su cuarto, y cruzó el pasillo que lo llevaría a su ordenado baño, dentro de su muy bien ordenada casa.
Trató de orinar, pero algo le humedeció la camisa que usó para dormir esa noche. Era su maldita erección, que parecía querer perforar su ropa interior.
Con cuidado de no lastimarse, tomó el control de la situación, mostrándole a su anatomía el camino correcto, para deshacerse de la orina.
Suspiró con desánimo.
Regresó a su habitación, y se puso la ropa que usaba para ejercitarse, antes de partir a su empleo. Salió al patio, y practicó taijutsu, ninjutsu, un poco de genjutsu, haciéndole pasar a un pajarillo un mal rato y shurikenjutsu, su arte favorito. Todo, como de costumbre, lo había hecho a la perfección.
Tomó una silla de su comedor para dos, y preparó su almuerzo con calma.
Miró a su alrededor y notó la tranquilidad y paz que lo envolvía.
Cuando terminó de asearse y prepararse para seguir con sus actividades, se encaminó a la torre Hokage. Antes de llegar a la salida del sitio donde vivía, su vecina, Hana, le gritó desde el piso arriba de su departamento.
—¡Oye, Uchiha-san!
—¿Qué sucede? —preguntó alzando su voz, lo suficiente para que ella escuchara.
—¿Irás a la piedra de los caídos?
—Sí —contestó con simpleza.
—Te veré ahí —se despidió la castaña.
Itachi subió una ceja, preguntándose desde cuando su vecina, creía que podía colarse a algo tan personal. Negó con la cabeza y siguió su camino, restándole importancia al asunto.
No sé fijó, que su vecina lo veía por la ventana, mientras su novio esperaba su atención.
—Está tan sólo —le comentó a Shinnosuke.
—No es nuestro problema —alegó él—. Que se consiga una chica y practique el genjutsu del placer.
—También creo, que deja sus necesidades en un rincón olvidado de su vida —aceptó Hana con un sonrojo.
—Necesita sexo —puntualizó el pelinegro, acercándose a Hana y sonriéndole con picardía—, igual que yo.
—Shinnosuke —advirtió, pero fue muy tarde, su cuello estaba siendo devorado por su novio.
Llegó a la torre Hokage unos minutos antes de lo acordado.
Esperó en la puerta de la oficina principal.
—Buen día —saludo Kakashi, llegando junto a él.
—Buen día Kakashi-san —el azabache no quitó la vista de la puerta.
—Pasen de una vez —pidió en voz alta la Hokage.
Ambos ingresaron, no haciendo esperar más a la rubia de coletas.
—¡Buenos días! —dijo Iruka, entusiasta.
—Esperaba la presencia de otro sensei, pero no llegará a tiempo. Los cité aquí, porque quiero que estén enterados de algo —Tsunade hizo una pequeña pausa y luego siguió—, como Itachi ha rechazado todo los puestos importantes y sólo ha tomado el de ser consejero, quiero que estén muy pendientes de él.
Itachi asintió dándole la razón, impresionando a los otros ninjas presentes.
—Creí que sólo los honorables ancianos tomaban esos puestos —indagó el peliplateado, visiblemente sorprendido.
—Así es, pero Itachi sabe mucho más acerca de la aldea que nosotros, sabe como piensan los líderes y planea estrategias en segundos —miró la Hokage al susodicho—. Él sólo quiere la paz para Konoha, y me ayudará a mejorar nuestra aldea, lo más que pueda. Además, me resulta más fácil lidiar con él, y no con los viejos desagradables.
Kakashi dudó sobre lo que Tsunade había respondido, pero no tenía ánimos de investigar lo que ella tenía entre manos.
—Sean buenos con él, le cuesta trabajo hacer amigos y convivir de manera ordinaria. Ayúdenlo, si necesita algo, no tarden en dárselo.
—Lo trataremos bien, no se preocupe por eso —indicó Kakashi.
—Váyanse y empiecen a trabajar —finalizó.
—Sí, Hokage —respondieron, saliendo de la oficina, reuniéndose afuera de la torre.
Al salir, el sol brillaba en su máximo esplendor, haciendo entrecerrar los ojos negros de Itachi.
—Y bien… —Kakashi trató de iniciar una conversación, que al Uchiha pudiera parecerle casual. Creyó que por el pasado que los unió una vez como ANBU, podría resultarle más cómodo que él lo intentará, además, ya habían tenido misiones juntos, ellos e Iruka, donde después de la entrega del reporte, iban por comida. Debía de decirse, que Hatake tampoco era un ser social, por lo que le había costado trabajo realizar una invitación un poco más personal—… iremos a jugar Karuta, ¿quieres venir con nosotros?
—¿Eso no está prohibido? —preguntó el azabache.
—No en mi departamento —susurró Kakashi—, además —le habló a Iruka, girando el rostro para mirarlo—, así podremos informarle de las últimas novedades en Konoha, sin mencionar que Gai y Genma, llegarán ahí.
En la cabeza del Uchiha, se formaron mil pretextos, unos más convincentes que otros, excusándose de ir y pasar tiempo con ellos. No le desagradaban, sólo que no estaba acostumbrado a estar con personas que no le temían o que no querían sacar provecho de él. Dudó un momento, pero recordó que la Hokage se lo había pedido, a todos ahí.
Repasó todas sus opciones.
—De acuerdo —aceptó, tratando de recordar lo poco que sabía sobre el juego que habían mencionado.
—¿Divertido fin de semana, Kakashi-san? —preguntó Itachi, forzando la conversación, prefería silencios incómodos que ese tipo de platicas, pero a las demás personas, eso no les agradaba.
—Supongo que sí —ayudó él—. Fui a una misión y me quedé en edificio donde pagabas por habitación. En la parte más alta, habían dos recamaras especiales para parejas, pero ya no había más cuartos para que yo pudiera rentar, así que la encargada, al ver que era un ninja de Konoha, me facilitó una de las dos recamaras. En fin —miró a Itachi, que estaba atento, escuchando su historia, preguntándose a donde quería llegar él—, estaba recostado, leyendo de nuevo uno de mis libros favoritos, cuando escuché ruidos extraños proviniendo de la habitación junto a la mía. Y ya que las habitaciones eran para dos, supuse que sólo eran gemidos por personas que hacían el amor, pero después de unos minutos, hasta yo me impresioné —sonrió—. Parecía que estaban torturando a alguien, hacían mucho escándalo. Gritaban y gimoteaban, en especial la mujer, llegue a creer que tenía 5 bocas y que gritaba con todas ellas, y eso no fue lo único. Se escuchaban gruñidos masculinos también —Itachi no hubiera desviado la mirada, si Kakashi no hubiera usado el plural en su relato—. Era como una feria grande y diversa de sexo, podría jurar que eran más de 8 personas, hasta oí un caballo —la cara de Itachi se coloreo de un rojo intenso—. Que me dices tú, ¿fin de semana loco?
—Sí —dijo inseguro—. Ayer en la mañana, quería comer verduras y huevos, pero no tenía huevo, así que fui por unos, pero para cuando regrese a mi casa ya se me había pasado el antojo. Fui con Sasuke, y desayunamos juntos. Fue una locura —confesó Itachi.
—Ya veo —Kakashi giró su rostro, alejándolo de la vista del Uchiha, poniendo los ojos en blanco al escuchar la "locura" del genio y recatado hermano de Sasuke.
—Los tengo —anunció Itachi, con una pequeña sonrisa.
—¡No puede ser! —se mostró indignado el del Senbon—, sólo estaba fingiendo que era malo e inocente, ¡maldición!
—Cálmate, Genma —tranquilizó Iruka—, no sabíamos que era tan bueno —comentó, rascándose la nuca.
—¿Juegas mucho tiempo, Itachi? —preguntó Kakashi.
—No lo había jugado antes, pero creo que ambos nos gustamos.
—No puedo creerlo —se levantó Genma de su lugar—, ¡váyanse al infierno! Y ustedes —señaló a los senseis—, besen mi enorme trasero.
El ninja especial se encaminó a la puerta del departamento, y salió después de hacerles una mala cara.
—¡Vaya! Creo que esta vez si se enojó —comentó Gai con diversión— bien, tengo que irme. Una mujer me espera.
Itachi lo miró inexpresivo. No era un tema de conversación que le gustara tocar, sin embargo le asombraba que el ninja defensor de la llama ardiente de la juventud, tuviera experiencia en ese ámbito.
—¿Tu alumno estrella, sabe de esas visitas nocturnas? —lo molestó Kakashi.
—Claro que sí. Es un completo y total acuerdo telepático —informó Iruka, riéndose al ver como los colores desaparecían del rostro de Gai.
El Uchiha desvío su rostro a un costado, incómodo. No le gustaba a donde iba el tema.
—No tienen ni idea de lo que se puede hacer con esta chica, no hay nada que ella no pueda hacer—se defendió el de cejas muy pobladas, con un notorio sonrojo—. Yo he hecho todo, literalmente me he lubricado y le he hecho el amor al arco de sus pies —dijo con pesar pero engrandeciéndose por sus hazañas.
—¡Cielos! —se sorprendió Iruka de lo osado que estaba siendo Gai, pero llegó a su mente, que Genma había llevado un sake que les habían obsequiado a ellos, como agradecimiento en su última misión, los cinco shinobis que se habían reunido, habían tomado, aunque el de mallas verdes e Itachi, sólo habían aceptado un pequeño sorbo. Todo se aclaró.
—Eso no es nada —comentó Kakashi—. Hace un par de días tuve una misión en conjunto, con una integrante del clan Inuzuka. Estábamos haciéndolo, y el cachorro de su hermanita entró por la ventana, yo estaba a punto de terminar y el perro, comenzó a lamer mi trasero, entonces pensé: termino o me detengo y alejo al perro…
—Conozco lo pervertido que es —dijo Gai mirando a Itachi, robando su atención por unos segundos—, terminó —habló con convicción, sabiendo que eso era lo que había hecho Kakashi.
—Terminé, y me robé al perro —finalizó el peliplateado.
Itachi notó que era una broma, al menos lo del robo del canino y fingió reírse.
—No lo hice, no me robe al perro —susurró el ninja que copia, divertido.
—Saben —quiso participar Iruka. Nadie parecía notar la incomodidad del nuevo integrante—, cuando Amy y yo hacíamos el amor —recordó con nostalgia—, parecíamos, no sé —trató de buscar las palabras que describieran, tan sólo un poco, lo extraordinario que sentía cuando estaba con su ex novia—, era, como si nuestras almas se conectaran y…
—¿Qué es eso?, ¿por qué siempre tienes que matar el momento? —se quejó Gai— ¿conectar el alma? Eso parece una canción romántica barata, ustedes terminaron hace dos años, ya basta —regañó. Iruka sólo torció sus ojos.
—Gai tiene razón, el pasado no volverá, y si terminaron, fue por una buena razón. Olvida a la chica —aportó Itachi, pero al ver la cara de confusión y sorpresa de sus compañeros, decidió usar un lenguaje diferente, para comunicarse como ellos deseaban. Lo único que se le ocurrió, fue usar palabras más atrevidas—. Ningún trasero, merece pensarse durante tanto tiempo —observó a sus interlocutores, esperando una respuesta favorable.
—¡Eso es! —celebró el mencionado—, Itachi-san, ¿podrías redimirlo, al contarle una buena historia de sexo? —pidió.
—Eso sería muy interesante y nos agradaría escucharte —agregó Kakashi—. Imagínense lo que un Uchiha, con todo el acoso y las seguidoras que tienen, puede hacer con ellas, casi siento envidia —le indicó al azabache.
—Yo… —Itachi sintió todas las miradas sobre él. Todas—… soy un caballero. No tengo memoria con las damas —respondió sin dudar.
—¡Pago! —gritó Iruka.
—Muéstranos tu juego, Itachi-san —se unió Gai.
Miró en dirección a la puerta, y un escape casi perfecto se visualizó frente a él. Inclusive, hacerlos caer en un genjutsu era una idea que empezaba a gustarle. Estaba fervientemente tentado.
—Salí —empezó con su mentira el ex Akatsuki—, con una chica, por unos años. Ella era, insaciable —trataba de no ver a sus acompañantes. Trató de verse lo más impasible que pudo—. Me pedía más, siempre y me halagaba, diciendo lo bueno que era. Ella era muy pervertida en realidad —explicó de manera seca.
—¿Te hablaba sucio? —indagó el maestro de Rock Lee.
—Amaba las palabras sucias —aceptó.
—¿Cómo eran sus pezones? —fue el turno de curiosear de Kakashi.
—Ya saben…
—No, no, no —frenó Maito—. Danos detalles; eran de esos pequeños, o tipo girasoles…
—No están mal —comentó Iruka.
—… o eran del tipo que rasgan las blusas —finalizó.
—Esos son lindos —sonrió Kakashi bajo su máscara.
—No sé, todos conocemos diferentes pezones —aclaró Itachi un poco nervioso.
Todos los senseis se miraron entre sí, con cierta sospecha en sus ojos.
—¿Cómo eran sus senos? Descríbelos —pidió el antiguo maestro de Sasuke, con una ceja alzada.
—Nosotros lo sabemos —comentó con más confianza—, son como —Itachi buscó una palabra que lo ayudará a terminar de una vez con el tema. Y esperaba salir bien librado, la mayor parte del peligro ya había pasado. Pensó—, bolsas de arena —sonrió.
—¿Bolsa —preguntó Iruka, anonadado por lo errado de la respuesta—, de arena?
—Sí —un escalofrío bajó por la espalda del chico de coleta baja. Algo no estaba bien—, ¿por qué no estamos jugando, si eso es a lo que vinimos?
—No, espera un momento —debatió el rival-amigo de Kakashi—, ¿alguna vez has tocado los pechos de una mujer?
—Por supuesto que sí —se defendió, sintiéndose acusado.
—¿Eres homosexual? —se alarmó Iruka.
—Claro que no…
—Sí eres homosexual no importa —trató de ayudar Gai—. Tengo amigos a los que les gusta comer hombres, en la cárcel.
—¡No! —el rostro de Itachi se descompuso a una mueca de alarma.
—Yo le toque las bolas a un hombre en la academia —apoyó Kakashi, despreocupado.
—No —repitió Itachi—. Yo he tenido relaciones con muchas mujeres —alegó con seriedad, rogando porqué su martirio terminara. Removiéndose inquieto, en su asiento.
Entonces, una idea descabellada pero obvia, pasó por la mente de Maito. Una que explicaba la heterosexualidad pero la inexperiencia del temido Uchiha.
—Contesta una pregunta —dijo, golpeando la mesa en la que jugaban, provocando que saltaran algunas tarjetas. Su mirada intensa y un tanto intimidante, asustó al resto del grupo. Alzó su dedo índice, señalando el rostro de Itachi—. ¿Eres virgen? —soltó de repente.
Itachi sintió que se hacía diminuto, con cada segundo que pasaba. Las miradas de los demás le pesaban como si se tratara del peso del mundo entero. Su rostro no mostró enojo, ni cualquier otra emoción.
—No —el sonido de su voz salió casi inaudible. Por desgracia, su propio cuerpo lo traicionaba en el peor momento.
—¿Eres virgen? —insistió Iruka.
—Sí, desde los 10 años —intentó bromear.
—¡Todo tiene sentido! —manifestó Kakashi, alegrándose de notar lo virginal del antiguo desertor— ¡Eres virgen! —se le acercó peligrosamente.
—¿Cómo no lo notamos antes? —se preguntó Gai, regañándose por su descuido—, ¡mírate!
—Ya basta de crueldad —le reprochó Iruka.
—No me digas cruel —vociferó—, estoy tratando de ayudar. Desde ahora tu pene es mi pene —le aclaró a Itachi.
—Ustedes son algo —buscó una palabra que no fuera un insulto—, extremistas.
Todos rieron menos Itachi, jamás volvería a hacer tal cosa.
Estaban acabando no sólo con su reputación y las leyendas que habían alrededor de su virilidad, estaban destrozando su dignidad y orgullo. No parecían recordar que él había asesinado y pulverizado aldeas completas sólo para mantener su fachada, al igual que su promesa con el tercer Hokage. Ahora estaban ahí, conversando y burlándose de su inexistente vida sexual.
Maldecía a la quinta Hokage por mandarlo a convivir y orillarlo a una situación así. No se le cruzó por la mente que una jugada de cartas terminara de tal manera, era casi imposible que le estuviera pasando a él.
Su vida social estaría arruinada, y tenía tan poca esperanza de salvarla, que decidió dejarla morir con algo tan vergonzoso.
—Soy un estúpido —gritó Itachi, con toda la fuerza que tenía su voz.
Agradecía el hecho de vivir en una zona apartada del bullicio de la aldea.
Abrió sus ojos, puesto que los había cerrado con fuerza, para sacar los recuerdos de esa penosa noche y había apretado sus puños, rasguñándose las palmas.
—Creí que era sexy pero, sólo soy un idiota —se acusó el mismo.
Miró a su alrededor, sus vecinos no estaban, solían salir en misiones muy largas y peligrosas. Al menos, así se sentía libre de gritarse uno o mil insultos.
Prosiguió su camino, le faltaban unos cuantos pasos para llegar a la entrada de su hogar.
Acostado en su cama, a punto de dormir, miró el techo de su impecable habitación, pensando en una salida para su desdicha.
Se mantendría en calma, como habitualmente lo hacía. Había enfrentado peores cosas durante toda su vida, su mundo no se vendría abajo por algo tan ordinario como el sexo, o la falta del mismo.
Suspiró, tapando se cuerpo con sus colchas.
—Son buenos chicos —se dijo, intentando convencerse—, mañana, no recordarán nada. Bebieron bastante sake.
Cuando el sol se asomó la mañana siguiente, brilló con la misma fuerza de siempre.
Los ojos de Itachi, se cerraron dos o cuatro horas durante la madrugada, pero no más tiempo.
El despertador sonó, y de nuevo, él lo apagó sin esfuerzo.
—Esto saldrá mal.
Con un mal presentimiento latente en su cuerpo, realizó toda su rutina matutina, sin saltarse un mínimo detalle.
Mientras caminaba al trabajo, pensó en voz alta, aprovechando lo solitario que estaba su camino, las respuestas a posibles comentarios hostiles de parte de sus compañeros de trabajo.
Ya podía imaginar las burlas e insultos que le prepararían sus colegas.
Analizó todo dos veces, no se dejaría amedrentar. Una cosa era ser respetuoso y otra muy distinta era ser cobarde, al no defenderse de lo que le pudieran decir. Les mostraría que su personalidad no impediría retarlos.
—Tal vez todavía no hago el amor, pero puedo golpearlos —reclamó al aire con convicción y con voz vacilante siguió—, virgen no es una mala palabra, idiota sí, y eso es lo que son.
Con valor renovado y la furia ardiente en su interior, avanzó sin titubear a la torre Hokage.
Las escaleras parecían no acabar nunca en la torre, mientras más subía el tiempo se le hacía más lento y el aire más pesado.
Estaba pensando en lo que haría, cuando pasó a su lado Genma, sólo deseándole un buen día, no le había dicho nada fuera de lo normal. Entró en la oficina sin más.
Se detuvo, girando en una dirección su cuerpo, y miró el camino por donde había llegado el castaño. No había dicho, ni reaccionado con las innumerables acciones que él había imaginado.
Siguió avanzando, ya podía ver a unos cuantos pasos la oficina principal de la Hokage, el llegar ahí, lo haría relajarse por unas horas.
—Buen día —saludó Kakashi, apareciendo junto a él, como siempre lo hacía.
—Buen día, Kakashi san —respondió como normalmente lo hacía.
Al fin podía dejar de exagerar, creyendo que sus compañeros harían comentarios, respecto su virginidad. La paranoia que quería doblegarlo podría irse lejos. Ya no tendría que estar a la defensiva, ni insultar a nadie. El tema de su vida sexual inactiva, había terminado.
Con Kakashi siguiéndolo, entraron a la oficina de la quinta.
Se permitió relajar su postura y concentrarse en su deber como consejero.
—Buen día —miró a Iruka, Genma y Gai, asentir en respuesta—, Hokage-sama —se inclinó en señal de máximo respeto.
—Oye, Itachi —sorprendió Ebisu fuera de la ventana, posicionándose detrás de la rubia con coletas—, te conseguiremos una vagina, muchacho.
Todos en la oficina, rieron ante el chiste de Ebisu, Itachi negó con la cabeza y los ojos muy abiertos, ante la sorpresa que lo invadió.
Toda el aérea donde trabaja parecía estar enterada. ¿La aldea entera ya lo sabría?
—Si quieres puedo ser yo la que se incline —comentó Tsunade con una sonrisa traviesa.
Kakashi sacó una pequeña bolsa, con libros nuevos, pero de una sola temática y se los entregó sin pena al Uchiha.
Era la colección de Icha Icha.
—Esto es para ti, Itachi —el azabache estiró ambas manos, sólo por reflejo de su cuerpo. No se molestó en parpadear siquiera. La pena se apoderó de él y sus acciones—. Ya verás que te vas a divertir.
Gai se unió a Kakashi, bailando al ritmo de una inexistente melodía, que lo hacía menear sus caderas.
—Así es —dijo acercándose a Itachi—, ya verás que con esto, tus bolas quedarán drenadas —Gai se cruzó de brazos y sin perder el ritmo de su baile, en vez de mover su caderas, movió su pelvis de atrás hacia adelante. Sonrió a notar un casi imperceptible sonrojo en el chico.
—No dejes que te molesten, no importa si eres virgen, ¿Qué edad tienes?, ¿diecisiete?—indagó Genma.
—Veinticinco.
—Rayos, debes solucionar eso —pensó, y luego añadió con un gesto vago hecho con su mano—. Escucha, la vida no sólo se trata de penes y vaginas —trató de apoyar él, aunque la expresión de Itachi había cambiado al escuchar las últimas dos palabras—, ni hacer el 69, ni tocar el trombón —escuchó balbucear al Uchiha algo sobre detenerse pero siguió—, o el jugo de su interior, ni cuando explo…
—Suficiente —ordenó Tsunade, corriendo al castaño—, que el virgen vaya a trabajar —le guiñó un ojo al nombrado.
Un quejido salió de lo más profundo de la garganta de Itachi.
Con una seña de su mano derecha, el cuerpo de Itachi se vio envuelto por cientos de cuervos.
—¡Espera! —intentó detenerlo Kakashi, sabiendo que huirá del lugar, pero fue muy tarde, las aves salían a gran velocidad por las ventanas de la torre.
—Itachi regresa —Iruka saltó por la ventana, tratando de alcanzarlo, leyendo las intenciones de Kakashi.
Algunos aldeanos miraban la escena sin entender, por qué el mejor instructor de la academia, perseguía con gritos y disculpas a aquellos cuervos.
La parvada se detuvo en lo alto de una colina cercana a los rostros de los hokages.
Itachi salió corriendo, sin esperar que los cuervos se dispersaran.
—Aguarda —gritó el otro.
—Tendré que dejar mi trabajo e irme de la aldea —respondió sin detenerse.
—Sólo bromeaban —explicó el de la cicatriz—, a nadie le importa que seas virgen, Itachi. No es nada malo.
—Deja de seguirme, Iruka —pidió Itachi al verse detenido por la falta de terreno. No hacía falta usar honoríficos en tales condiciones.
—Por favor, detente.
—Ya no quiero salir con ustedes, aléjense de mí —explotó de frustración, encarándolo.
—No tienes que venir con nosotros si no quieres —consoló. Tenía que detener al chico antes de que huyera de nuevo. No quería más culpa de la que merecía, siendo responsable del escape de él reingresado desertor.
—¡Amo a las mujeres! —le afirmó con rudeza—, las amo y las respeto tanto, que me alejo lo más que puedo de ellas —gritó, tratando de no mostrarse débil, aunque la ceja alzada de Iruka, acompañado de su silencio, le indicaba que había dicho algo incoherente.
—Sí, claro —dudó el sensei.
—Anímate, Itachi —Ebisu apareció detrás de él, dándole un ligero empujón en el hombro.
—Puedes darnos un minuto, Ebisu —pidió amablemente el de coleta alta, haciendo un gesto con la mano, mirando de reojo al virgen, que se veía muy incómodo por la abrupta intromisión.
—Estoy en mi descanso, váyanse ustedes —replicó calmado el de anteojos.
—Anda, déjanos —ordenó el otro, perdiendo paciencia.
—Vete tú —se exaltó el ninja especial.
—Lárgate —habló él, enfatizando cada letra.
—Eso es poco cortés, para alguien tan educado como tú —le recriminó Ebisu, girando su cuerpo, dirigiéndose a la torre Hokage mientras vociferaba— Tsunade, este tonto de aquí, ¡Tsunade!
Itachi e Iruka se miraron sin entender el comportamiento de Ebisu.
—Vayamos a comer algo —comentó el mayor.
—Sí —tenía hambre, y sabía que no podía escapar toda su vida. Tendría que hablarlo con alguien y no retrasaría más las cosas, así, el final del asunto debería de terminar más rápido.
Itachi no recordó que las cosas a veces no salen como deberían.
Caminando del lado de Iruka, se preguntó que cosas tendría que pasar, ignorante de todas las sorpresas que le ayudarían o complicarían más su estancia, en su querida y próximamente, odiada Konoha.
Nota de autora: ¡Hola! Sí, ya estoy escribiendo las actualizaciones de mis fanfics, pero desde hacía mucho tiempo quería escribir esta historia, esta adaptación, mejor dicho. Soy amante de la película en la que adaptaré este fanfic, que creo que será Longfic, llamada "Virgen a los 40" en español, en inglés, que es su idioma original, se titula "The 40-Year-Old Virgin". Como mencioné antes, ya estaba planeada esta adaptación, y me sorprendió la rapidez con la que terminé este primer capítulo, sólo utilice 7 días para hacerlo. En fin, siempre me imaginé a un Itachi muy ocupado cuidando a su hermano, su aldea, su fachada, y sus planes, y, por lo que Kishimoto nos mostró en un principio, él no tenía ni quería vivir haciendo otra cosa que no fueran estas tres opciones, así que no creo que el tuviera tiempo para algo, como lo es tener intimidad física y emocional con una mujer. Esta adaptación es realizada, en el contexto ninja, 4 años después de la guerra ninja, el cómo sobrevive Itachi, como se vuelve a integrar a la villa, y el pasado de la mujer que le complicará su decisión de perder o no su virginidad, lo veremos en el desarrollo del fanfic, así que, por favor, tengan paciencia. Como he remarcado, ni Naruto, ni
Hay algunos detalles que no pueden ser los mismos, o parecidos a la historia original, por obviedad, la adaptación, simplemente por definición, es que yo, voy a cambiar la historia original lo suficiente, para que sea combinada con el mundo y las personalidades del mundo al que voy a adaptar. No estoy copiando y pegando, además que es fisicamente imposible, y no estoy creando un Universo Alterno para sólo cambiar nombres, no, la adaptaré en toda la extensión de la palabra, o lo que más pueda acercarme a ella. Una vez aclarado esto, les agradezco por leer tan larga y tediosa nota de autora, o nota de adaptadora (?)
Espero que disfruten de esta adaptación tanto como yo, y también espero que no se me haya olvidado aclarar otra cosa.
Nos leemos en el siguiente capítulo.
Gracias a las personas que muestren interés en esta adaptación.
¡Besitos en la frente para todas!
