¡Hola estimados lectores!
Nota de la Autora. Antes que nada, quisiera disculparme por no poder actualizar mi fanfic Raphril pero he tenido algunos inconvenientes y de verdad que no he tenido tiempo ni de identificar el clímax y desarrollo de la historia. En fin… No los atarearé con mis locas historias simplemente me dedicaré a contarles que les traigo una nueva historia. Esta si tengo confirmada acabarla ya que será una adaptación de otro fic usado en el fandom "PowerPuff Girls"; la autora es "Miss Grimm" así que le sedo los derechos a la misma; la historia pueden encontrarla bajo el mismo título. Me pareció muy interesante y autentica su historia, así que me pareció buena idea compartirla en otro fandom para que la conocieran. Si, probablemente haya miles de historias basadas en mitología y AU pero yo considero que la trama de este fic es bueno y llevó a un buen desenlace, de verdad que a mí me dejó con un buen sabor de boca y una intriga inmensa sobre todo. Quiero aclarar también que esto es "adaptación" no un "copia y pega", imaginando que alguno de ustedes ya haya leído el fic no se sorprendan si no es idéntico al original, definitivamente respetaré el hilo y la trama de la misma pero algunos detalles, en efecto, serán remplazados. Y faltaba más, tengo la completa autorización de la autora para el siguiente proyecto (por si tenían dudas).
Ojalá que la historia les agrade tanto como a mí. Sin más, los invito a leer con tranquilidad.
.
.
.
Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen, son del gran Masashi Kishimoto. La historia no es mía, los derechos a este gran escrito le pertenecen a Miss Grimm, yo solo me encargo de adaptarla.
•
CRIATURAS DE LA NOCHE
Autor. Miss Grimm
Ese había sido el último golpe.
Los tres estaban demasiados cansados para seguir luchando pero el pelinegro se incorporó con dificultad y atacó de nuevo, su látigo de sangre chocó contra el pavimento donde los otros dos se alejaron para que no les afectara. Cansados, sucios, llenos de rasguños y sangre siguieron luchando.
El rubio cogió su espada contraatacando, a lo que el azabache menor mostró sus manos donde de ellas salieron unas largas y afiladas garras con las cuales atacaba a los otros dos. Definitivamente era una guerra entre ellos. Matarse, hasta que solo quedara uno.
Querían destruirse.
— ¿Qué hacen aquí? —habló molesto el pelinegro tratando de esquivar unas garras, sentían como si estuvieras peleando casi por un siglo y recién se les ocurría hablar—. Llegué a esta ciudad para alejarme de todo y me encuentro con ustedes, idiotas.
Se separó con dificultad de ellos, mientras regresaba su látigo rojo y atacaba nuevamente.
— ¿Crees que te vengo siguiendo, estúpida sanguijuela? —le gruñó el de las garras—. Ustedes son los idiotas que se cruzaron en mi camino.
— ¡Y tú te cruzaste en el mío, perro inútil! —dijo ahora el único rubio atacándolo—. Tu especie sólo sabe ladrar —el de las garras alcanzó a esquivar su estocada—. Y tú… —apuntó ahora al pelinegro del látigo—...tú eres solo una sanguijuela pedante.
Se había acercado al pelinegro peligrosamente con su espada pero falló en el último intento por atacarlo, pues este la había esquivado fácilmente esbozando una sonrisa de suficiencia.
—Pues tú no eres una blanca palomita que digamos. —bufó hacia el rubio haciendo que este enfureciera.
Mientras el de las garras saltaba irritado hacia el rubio por la palabra con la que se había referido a él anteriormente.
— ¿¡Qué has dicho de mí, estúpido cuervo!? —bramó enojado, rasguñándolo profundamente en el brazo.
—Maldito… —se quejó este, agarrando su brazo de donde brotaba la sangre libremente por su camisa, para después atacarlos de nuevo con todo lo que tenía.
Era de noche, la luna y las estrellas eran cubiertas por unas enormes y densas nubes grises. Todo estaba oscuro y pareciese que iba a llover en cualquier momento, sólo las nubes eran testigos de esa guerra que parecía interminable, entre esas criaturas.
Porque eso eran, criaturas.
— ¿Por qué no te echas a volar cuervito? —se burlaba el de las garras.
— ¿Y parecer un cobarde como tú? —Habló con sorna—. No lo creo
El rubio le atinó a dar en el brazo con su espada a lo que el otro maldecía.
— ¿Por qué no se callan, par de imbéciles? —apareció ahora el pelinegro mayor tirando de su látigo de sangre alcanzando a darle a los dos en un estrepitoso movimiento.
A simple vista parecían humanos normales; pero no eran personas, ni mucho menos un ser humano. Cada uno era un ser diferente, una especie diferente de criatura que, esa noche se encontraban luchando por sus diferencias.
El pelinegro mayor, había escapado dirigiéndose a otro lugar donde no lo pudieran molestar. Seguir su propia ley sin restricciones, sin que sus superiores le dijeran que hacer. Sin los criterios y reglas de su clan que, aunque a veces a él no le parecían correctas, tenía que obedecer a toda costa, de mala gana; por supuesto.
Y así llegó a esa pequeña –aunque grande– aldea entre las hojas, Konoha, sin que nadie supiese. Pero tenía que toparse con los tipos que menos quería ver en su vida.
El azabache de garras estaba igual. Escapó por capricho y por vivir una aventura. Se alejó de su manada donde según él, todo era monótono y aburrido. ¿Por qué no un poco de diversión? Y así fue como huyó llegando a ese lugar. A ese hermoso poblado donde se divertiría un tiempo y luego regresaría con su manada, a las reprimendas que le iban a dar sus líderes, pero el menos se iba a divertir. Sólo que no contaba con que esos estúpidos también se encontrarían ahí.
Mientras tanto el rubio, era el único que vivía ahí. Había estado en Konoha desde que tenía memoria, su historia no era muy bonita, pero esos idiotas eran los que se metían con él. Él había estado en ese lugar desde que recordaba y esos mezquinos llegaban de la nada, nada más el que se vieran, significaba pelear a morir.
Estos chicos ya se habían encontrado en esta misma aldea antes, cuando eran más jóvenes, unos niños todavía. Desde entonces hubo este desprecio y rivalidad que las mismas familias de los chicos alimentaron en ellos diciéndoles que esa clase de criatura no debería existir, que ellos eran la especie más fuerte y la única que debería de existir, que las otras no valían la pena, sólo eran inferiores y poca cosa.
Los niños, creyéndose todo lo que les decían sus superiores, sólo pudieron alimentar el odio y el desprecio iniciando así, la lucha entre ellos tres cada vez que se veían. Pero ya había pasado un tiempo desde la última vez que se encontraron y habían peleado de una manera similar.
No de la misma forma que antes. Ahora eran más grandes y fuertes que la última vez, ya no eran unos niños… ahora luchaban a morir.
Los tres se encontraban exhaustos y heridos en el suelo helado de tierra. Ya no tenían aliento y les quedaba poca fuerza para levantarse. Aun así se incorporaron con dificultad, gastando la poca energía que aún les quedaba, y se preparaban para dar; al parecer, su última lucha.
Pequeñas gotas de agua comenzaron a caer lentamente.
El pelinegro mayor volvió a formar su látigo de sangre, el otro azabache sacó sus garras filosas y el rubio levantó su extraña espada con dificultad.
—Esto es inútil. Estoy perdiendo mi tiempo, esto acabara aquí. —el pelinegro se lanzó hacia los otros dos con su látigo, ya cansado de ese teatrito de lucha que tenían.
— ¡Argh! —un fuerte gruñido irritante fue lo único que se dejó escuchar del portador de las garras, mientras corría para dar su último ataque.
—Ya no tengo más fuerza… —susurró el rubio al tiempo que blandía difícilmente su espada. Y en un grito molesto salía corriendo hacia ellos con toda su limitada energía.
Se escuchó un fuerte ruido proveniente de los ataques que habían impactado al mismo tiempo, provocando que los tres salieran volando en diferentes direcciones dando fin a la frenética batalla de esas criaturas. Dando inicio a la lluvia, que ahora caía fuertemente.
-...-
Estaba empapado, la lluvia caía fría por su cara, pero eso no le importó en lo absoluto. Estaba herido y muy cansado, ese último ataque había mandado a los tres en diferentes direcciones. Él, después de tomar algo de aire y fuerzas, se había incorporado y comenzó a caminar lentamente buscando un lugar donde descansar y refugiarse de la lluvia.
Pero la lluvia era un impedimento muy fuerte, su andar era cada vez más lento y torpe.
Exhausto y adolorido, cayó en las mojadas y frías escaleras del lugar.
Levanto su mirada con esfuerzo encontrándose con la entrada del lugar que no le agradaba para nada ver. Frente a él se alzaba una imponente estructura, la entrada era gran como las puertas que este lugar poseía. Hasta arriba del monumento, se podía divisar una enorme cruz oscura.
¿Por qué de todos los lugares de Konoha, tuvo que parar ahí?
Se encontraba en el lugar de su peor enemigo. Se encontraba en la entrada de la Iglesia.
-...-
Estaba agotado, ya no quería caminar, ya no podía dar un paso más y la lluvia no le favorecía mucho.
Había pasado por una calle con diminuta iluminación y con establecimientos nada confiables abiertos las 24 horas. Se tiró frente a uno ya sin fuerzas. No tenía idea donde estaba o de que era el local, pero no le importó. Tenía un pequeño techado que lo cubría de la lluvia, así que exhausto y adolorido de su brazo izquierdo, se recargó en la pared desmayándose.
-...-
Estaba recargado en el tronco de un árbol del parque, al menos lo cubría de la lluvia, pero estaba fatigado. Había perdido mucha sangre y no podía pensar bien.
Necesitaba eso para recuperarse, lo necesitaba para tomar fuerzas y sentirse mejor. Pero por más que se resistía al deseo de eso, lo necesitaba con urgencia y no por capricho, era de vida o muerte.
Cuando de pronto lo sintió.
Sintió ese olor, que era casi imperceptible con la lluvia. Ese olor que encontró desde que llegó a esa aldea y del cual, había estado buscando como loco antes de que esos inútiles se metieran en su camino.
Pero ahora lo percibía muy cerca de él otra vez. Se acercaba lentamente. Y por un momento se sintió tranquilo, cerrando los ojos, perdiendo así la conciencia.
Nota de la Autora. Bueno, supongo que ya tendrán una idea de que tratará esta historia. Sin más, me despido de ustedes. ¡Gracias por leer! (:
