¡Hola!

Aquí vengo con un nuevo fic. Este va a constar de sólo cinco capítulos así que es un short-fic. Esta vez me aventuro con Sirius Black, un personaje que no he tratado antes y, además, con un OC. que va a ser su pareja. Aunque se puede ver en el género, quiero avisar de que esto no va a acabar bien. Suelo ser muy canon o, en su defecto, apegarme lo máximo posible al mundo que nos dio Rowling siempre que sea de manera coherente. Y todos sabemos que Sirius no tuvo una pareja estable (al menos yo no tengo noticias).

Espero que disfrutéis del primer capítulo. Enjoy!


Disclamer: todo lo que reconozcáis no me pertenece, es propiedad de J. K. Rowling. Yo no gano nada con esto, a parte de unos comentarios y mucho entretenimiento.

Este fic participa en la lista "Palabras al azar" de los desafíos del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black." Cada título concuerda con la palabra que estoy utilizando para el capítulo que aparecerá en negrita.


Capítulo Uno: Chantaje.

Sirius Black caminaba rápidamente por los pasillos del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. El ruido de sus pasos rebotaba contra las paredes produciendo un sonido inquietante en la solitaria noche. Sirius nunca había sido un cobarde pero la noche cerrada, las sombras que creaban las llamas que iluminaban el pasillo, su completa soledad y los susurros del viento que se colaba por las rendijas de las ventanas, le estaban inquietando realmente.

Escuchó pasos al otro lado del pasillo y se metió apresuradamente en una de las aulas que plagaban el pasillo del segundo piso. Eran dos personas conversando y reconoció las voces de la profesora McGonagall y el profesor Dumbledore y agradeció a Merlín no haber sido encontrado por esos dos. Los profesores se pararon en mitad del pasillo y por el ruido se podía decir que estaban discutiendo algo en susurros acalorados pero Sirius no conseguía escuchar nada a través de la puerta. El chico se encogió de hombros, seguro que era alguna tontería sobre Transformaciones avanzadas.

Finalmente los pasos se alejaron y Sirius pudo respirar con tranquilidad. Era en esos momentos en los que se maldecía a sí mismo por haber decidido salir a pasear en mitad de la noche. ¿Por qué no había cogido la capa de invisibilidad? Ah, sí, porque James Potter era incapaz de despegarse de ella. Sirius podría haber comenzado una discusión con su mejor amigo sobre por qué no quería que lo acompañara pero habría servido de poco. James se habría preocupado innecesariamente por su repentino deseo de estar solo por un momento y eso sólo habría llevado a una discusión más gorda.

La verdad es que estaba bastante cansado de todo.

Sirius sabía lo que iba a hacer cuando terminara el colegio, cosa que ocurriría en apenas cuatro meses. Quería ser auror y luchar en la guerra que ya había comenzado más allá de los muros del colegio, quería proteger todo aquello que era importante para él y quería romper con el estigma de su apellido. Los años habían pasado y él nunca había dado muestras de ser como el resto de su familia pero había quienes todavía dudaban de sus intenciones e ideales. Estaba cansado de escuchar los murmullos de algunos de sus compañeros y la palabra mortífago le perseguía por donde fuera.

Sirius pensó en su hermano Regulus, solía hacerlo a menudo. Regulus se convertiría en un mortífago, lo había deseado desde siempre. Nunca habían sido muy cercanos, Sirius siempre le había descuidado, más ocupado tratando de mostrar sus diferencias a sus padres y muchas veces se había preguntado qué habría pasado de haber estado más presente en la vida de su hermano pequeño, ¿estarían en la misma casa ahora?¿Regulus tendría otras ideas?¿O seguiría todo igual? De cualquier forma, de nada servía preguntarse todas esas cosas y ya era demasiado tarde para cambiar a su hermano pero sólo imaginar que un día tendría que luchar contra él, seguramente a vida o muerte, le ponía los pelos de punta.

Sirius dejó a un lado sus lúgubres pensamientos, decidido a volver a la torre lo antes posible. De hecho, era eso lo que había estado haciendo antes de meterse en ese aula. Abrió la puerta con cuidado y sacó la cabeza por el hueco mirando a ambos lado del pasillo antes de sacar el resto del cuerpo. Era en esos momentos en los que más odiaba a Colagusano por haber perdido el Mapa del Merodeador. Soltó un suspiro resignado a la vez que volvía a ponerse en marcha.

Estaba llegando a la torre cuando nuevamente escuchó pasos y, de nuevo, se apresuró a esconderse detrás de una columna. Esta vez no se trataba de ningún profesor sino de una alumna. Sirius la reconoció al instante sólo con la manera que tenía de caminar. Selene Defier, orgullosa Slytherin y sangre pura.

Sirius y Selene habían tenido sus encontronazos prácticamente desde que empezaron el colegio pero las peores peleas de habían sido con su novio, el estúpido de Greengrass que no dudaba en defender a su novia de un supuestamente interesado Sirius. Sobra decir que él no tenía ningún interés en la prepotente y orgullosa chica. Él no tocaría a una Slytherin ni con un palo. De cualquier manera, la oportunidad era demasiado buena para desaprovecharla.

—Vaya, vaya. No esperaba esto de usted señorita Defier—Sirius hizo una de sus mejores imitaciones de la voz de Dumbledore y Selene se giró como un rayo.

Sus ojos verdes estaban abiertos con sorpresa y miedo pero nada más verlo, su expresión cambió a una de alivio para mutar nuevamente a una de enfado. Sirius encontraba una insana satisfacción en ver como sus mejillas se tornaban rojas y sus labios rosas se fruncían cada vez que él la molestaba. Merlín, como le gustaba fastidiar.

—¡Black!

—¿Eso es todo lo que tienes que decir? Esperaba más de ti, Defier—se burló Sirius.

Selene no respondió sino que se dio la vuelta en un gracioso movimiento y retomó su camino. Sirius no se había divertido lo suficiente así que comenzó a seguirla. Selene comenzó a caminar más rápido hasta el punto de correr pero así no se iba a deshacer de él. Sirius la siguió pasillo por pasillo, escalera por escalera hasta que ella se cansó del maldito juego.

—¿Qué quieres de mí, Black?

—No deberías gritar, la Señora Norris es bastante sensible a los sonidos y podría escucharnos—replicó Sirius en un susurro exagerado y una sonrisa bailando en sus labios.

—Al grano—urgió la chica con enfado evidente pero bajando la voz.

—Dime, Defier, ¿qué hace una Slytherin como tú paseándose por territorio Gryffindor a altas horas de la noche?

Los dos estudiantes se quedaron mirándose el uno al otro. Sirius no había pensado realmente en la pregunta pero una vez formulada se encontró con una gran curiosidad por saber qué estaba haciendo Selene a esas horas, tan lejos de su propia sala común. Además, Sirius la conocía desde hacía años y, a pesar de ser una Slytherin, no le gustaba nada meterse en líos ni siquiera con los Gryffindor a menos que se tratase de él que parecía tener la habilidad de sacarla de sus casillas. La Selene que él conocía y con la que había convivido durante todo ese tiempo no se habría aventurado fuera de la seguridad de su casa después del toque de queda y mucho menos sin compañía.

—No tengo por qué darte explicaciones—el tono había pretendido ser firme pero la voz le había temblado y se la veía nerviosa. Esto sólo inflamo la curiosidad de Sirius—. Déjame ir, Black

—No.

Sirius acababa de darse cuenta de algo de lo que no se había percatado en un principio. El uniforme de Selene estaba mal colocado y rasgado en algunas partes y a la luz de las antorchas se podía ver perfectamente que había estado llorando. Le había pasado algo.

Selene bajó la cabeza al darse cuenta de que los ojos de Sirius la miraban atentamente. Intentó alejarse de él pero el chico la agarró de un brazo. No iba a dejarla ir hasta que le contara qué era lo que la había pasado. ¿Qué podría haber producido el aspecto tan lamentable en el que se encontraba la siempre impoluta Selene Defier?¿Qué la habría hecho huir de su propia Casa? La sospecha de lo que podría haber ocurrido golpeó a Sirius con fuerza. Greengrass no se habría atrevido a...

—Suéltame, hoy no tengo ánimos para aguantarte.

—¿Quién?¿Ha sido Greengrass?—Sirius sólo necesitaba una afirmación e iría a buscar al canalla en ese mismo instante. Selene y él nunca se habían llevado bien y Sirius sabía que no era el ejemplo máximo de un buen novio (de hecho, nunca había tenido una relación seria), pero jamás había intentado forzar a un chica—. Dime quién.

—¿Y a ti qué te importa?—Selena gritó a la vez que se sacudía salvajemente pero Sirius no cedió ni un poco.

La chica se sentía muy frágil bajo su mano, como un trozo de cristal o papel, tal fácil de romper. Era extraño, pero esa era la primera vez que la tenía cerca. Jamás, ni una sola vez, en esos siete años habían estado a menos de un metro el uno del otro y la primera vez que lo hacían él estaba intentando prestarle su ayuda y desplegando toda su nobleza gryffindor. Si tu humor era retorcido, la situación de alguna forma tenía cierta gracia.

Las palabras de Selene rebotaron en su cabeza y por un momento se preguntó exactamente lo mismo pero al segundo se auto convenció que sólo estaba ayudando a una damisela en apuros, tal y como haría con cualquier otra. No soportaba que alguien hiciera daño a chicas como Defier, que jamás devolverían el golpe. Ahora que lo pensaba, nunca la había visto portarse mal con alguien que no fuese él. Ni siquiera James llamaba su atención. Una sonrisa revoloteó tímidamente, con ganas de formarse, pero Sirius la contuvo ya que, ni sabía por qué habría de sonreír, ni era el mejor momento para hacerlo.

—No me gusta que le hagan daño a las chicas, sean quienes sean—respondió Sirius sinceramente.

—Apártate o me asfixiarás con toda esa mierda Gryffindor.

—Vaya, Defier, no sabía que podías usar palabras malsonantes. Estoy gratamente sorprendido—Sirius se burló de ella aunque con cierta suavidad en su tono pero Selene no debió apreciarlo porque su ceño se frunció aún más.

—Gilipollas—soltó, como si quisiera dejar claro que ella conocía otras palabrotas.

Selene dio un nuevo tirón de su brazo que todavía estaba preso bajo la mano de Sirius y él la dejó ir. En realidad, no estaban yendo a ningún lado con esa discusión. La chica, enfadada, volvió a darle la espalda a Sirius y continuó con su caminata hacia nadie sabía dónde. Se sentía indeciso sobre qué hacer, ¿debía seguirla? Las señales eran claras: aléjate de mí. Eso era lo que gritaba silenciosamente el cuerpo de Selene, sin embargo, Sirius no quería dejarla sola. No después de la noche que debía estar pasando.

—Black, si quieres ayudarme, agradecería que me dejases en paz—la voz de Selene fue inesperadamente cansada y suplicante. Sirius jamás la había escuchado emplear ese tono.

Antes de que pudiera replicar, ambos escucharon unos pasos acercándose desde la esquina. Esta vez fue el brazo de Sirius el que estuvo entre las manos de Selene que rápidamente lo arrastró a través de una puerta abierta. La persona pasó delante de ellos sin percatarse de su presencia y volvieron a respirar tranquilos. Sirius estaba seguro de que esos no habían sido los pasos errantes de Filch y no podía imaginar quién más estaría haciendo la ronda por ese pasillo. Siete años de merodear por el castillo habían dado sus frutos y los merodeadores conocían a la perfección la rutina de cada uno de los profesores. Al parecer, todo el castillo había decidido saltarse el toque de queda esa noche.

—Larguémonos.

Y por una vez, Selene estuvo de acuerdo con él.

—Bueno, Black, he disfrutado de tu compañía pero es hora de que vuelva a mi sala común—dijo ella con falso entusiasmo.

—Completamente de acuerdo.

Sirius se adelantó a la chica y comenzó a caminar escaleras abajo pero tuvo que girarse cuando se dio cuenta de que Selene no le seguía. Ella estaba en lo alto de las escaleras mirándole con una mezcla de sorpresa e irritación.

—¿Qué crees que estás haciendo? Tu sala común está por allí—su dedo pequeño y fino señaló en la dirección en la que el pasillo continuaba y se perdía en una esquina, tras la cual estaba el retrato de la Señora Gorda. ¿Cómo conocía Selene la ubicación de la sala común de Gryffindor? Bueno, eso sólo ella lo sabía.

—No hace falta que me lo digas, he vivido ahí desde hace siete años. Lo que hago sería obvio para cualquier otra persona, Defier: te acompaño a tu sala común. Ahora camina o conseguirás que nos atrapen.

Selene aceptó que no se podría deshacer de él y le siguió a regañadientes. Sirius, con una sonrisa satisfecha, prosiguió la marcha caminando por delante de ella. Afortunadamente, no tuvieron ningún encuentro en el camino aunque cuanto más se adentraban en territorio Slytherin, más ganas tenía Sirius de darse la vuelta e irse pero se obligó a proseguir. Se había prometido a sí mismo que trataría con un poco de gentileza a Defier en consideración por su mierda de noche aunque por la mañana todo volviese a la tónica de siempre.

—Bueno—dijo la chica—. Ya estamos aquí así que supongo que puedes irte.

—Un gracias habría estado bien—replicó Sirius con algo de molestia.

Selene suspiró y una sonrisa falsa y tensa adornó sus labios.

—Muchas gracias por meterte en donde no te llaman, Black.

—A su servicio—hizo una imitación de un saludo militar y se sorprendió cuando escuchó una risa sofocada de Selene.

La chica tenía una mano sobre su boca pero eso no evitaba que Sirius escuchase el sonido que parecía el relincho de un burro. Sin querer, Sirius se encontró riéndose de la ridícula risa de la chica. ¿¡Quién lo diría!? La sofisticada Selene Defier se reía de una manera tan vulgar.

—Oh, cállate—se quejó Selene dándole un puñetazo amistoso en el brazo.

Sirius dejó de reír de inmediato al percatarse de la situación tan extraña en la que se encontraban. Ahí estaban, riendo frente a la entrada de la sala común de Slytherin como si fueran viejos amigos.

Selene carraspeó discretamente y murmuró la contraseña aunque de todas formas Sirius fue capaz de oírla. Estaba a punto de meterse dentro y Sirius sintió la necesidad de que no acabaran así las cosas. Por segunda vez en la noche, la agarró de un brazo, obligándola a retroceder. Selene trastabilló hasta estabilizarse de nuevo y le miró con desconcierto.

—Esto no significa que seamos amigos o que vayamos a serlo—aclaró Sirius antes de continuar—, pero si necesitas ayuda, no dudes en darme un grito. Lo escucharé aunque esté lejos y vendré a buscarte, ¿de acuerdo? —Selene cabeceó confusa y, esta vez sí, entró en su sala común.

Sirius volvió a la torre preguntándose qué demonios acababa de pasar.

oOo

La mañana siguiente fue todo lo que Sirius había predicho que sería. Las clases pasaron como cualquier otro lunes: rápidamente en algunos casos y muy lentas en otros. James se mostró algo arrepentido por no haberle confiado a Sirius su capa y él se apresuró a tranquilizarle. Y, por supuesto, ni Selene ni él dieron muestras de que algo raro hubiese pasado entre ellos. De hecho, no se dedicaron ni una mirada en todo el día.

La cena llegó y Sirius se encontraba completamente distraído. James y Peter hablaban sobre algo de Encantamientos que James no entendía completamente. Colagusano era un patán en muchas cosas pero Encantamientos era algo que le emocionaba especialmente y que se le daba bien. Aunque lo que mejor se le daba era oler el peligro. Esa era su función principal en los merodeadores ya que siempre se percataba de cuando se estaba acercando algún profesor o Filch. Sirius sabía que en ocasiones eran demasiado bruscos con él pero la verdad es que le querían mucho.

Remus leía un libro a la vez que comía puré de patatas y alguna parte de su mente se preguntó si jamás se cansaría de ellos pero su cabeza estaba lejos de sus amigos. Selene Defier estaba sentada una mesa más allá, rodeada por sus amigas...y con el brazo de Greengrass sobre sus hombros. Ira roja nubló el juicio de Sirius durante unos segundos. ¿Qué hacía con ese tío cuando esa misma noche había intentado forzarla?¿Cómo podía ser así de tonta?¿No se daba cuenta de que Greengrass era lo peor que podía tener a su alrededor?¿No entendía que alguien como ella se merecía algo mejor?

¡Qué coño estás pensando, Black!

¿Alguien como ella? No, la verdad es que Greengrass era lo mejor para la orgullosa, vanidosa y petulante Selene Defier. ¿Qué mejor pareja? Si era lo suficientemente tonta como para estar con un capullo como él era señal de que no se merecía algo mejor.

Quizá le amaba.

Sirius contuvo un estremecimiento al pensar en la posibilidad. A pesar de que eran novios desde hacía dos años, Sirius nunca había imaginado que se amaran. Ambas familias se beneficiaban de esa unión así que siempre había supuesto que se trataba de un trato de negocios. Además, nunca los había visto comportarse como una pareja, al menos no con el sentimiento con el que actuaban otras. Se tomaban de la mano o iban agarrados de la cintura y, de vez en cuando, se daba uno que otro beso pero a Sirius no le parecía que hubiese verdadero amor en esos gestos, todo indicaba que sólo guardaban las apariencias. Sin embargo, ¿quién era él para hablar de amor? Sirius entendía la amistad, el cariño, la fraternidad, sentimientos que había encontrado con sus amigos pero jamás había conocido el amor y, por lo tanto, no lo entendía. Así que él no era el mejor para juzgar los sentimientos de otros. Sin embargo...

—¡Pelirroja! —exclamó de pronto, sobresaltando a la mitad de la mesa Gryffindor.

—Black, mi apellido es Evans.

La muchacha estaba junto a sus amigas unos asientos más allá. Sirius se percató inmediatamente de la mirada de James pero no le hizo demasiado caso. James y Lily habían empezado a salir pocos meses después de que comenzara el curso y, tras los primeros meses de besuqueo y miel desenfrenada, habían llegado a un punto en el que ambos estaban más relajados.

Lily se sentó entre James y Sirius depositando un suave beso sobre los labios del primero y lanzándole una mirada abrasadora al segundo. Sirius aún no le caía en gracia a la pelirroja pero estaba trabajando en ello. Sin embargo, Sirius no iba a cambiar su forma de ser ni aunque se lo pidiera James que, desde luego, no lo había hecho. Sabía que lo que a Lily le molestaba era esa actitud tan despreocupada que era el distintivo de Sirius pero él era así y era imposible cambiarle.

—Evans—comenzó Sirius, tratando de crear un buen precedente—, tu eres una chica, ¿cierto?

—Me sorprende tu astucia, Black—dijo con sarcasmo—. ¿Cómo has logrado averiguarlo?

James rió discretamente pero Sirius no tenía muy claro si se reía por el comentario de Lily o por el suyo.

—Bueno, me gustaría preguntarte algo ya que eres la persona que más entiende de estas cosas—esto atrajo la atención de Lily inmediatamente—. ¿Tú crees que Defier y Greengrass están enamorados?

La chica se mantuvo muda de asombro durante unos segundos, cogida completamente por sorpresa. Ninguna de las personas que habían escuchado la pregunta de Sirius era capaz de explicarse qué interés tendría para él, hasta Remus había dejado de lado su libro para escuchar la conversación.

Lily le miró con suspicacia.

—¿Por qué te interesa tanto?

—Curiosidad—contestó él con firmeza.

—¿Curiosidad? Eso no es demasiado convincente—repuso Lily audazmente pero decidió que podía posponer esa conversación—. Bueno, no puedo hablar por Defier pero hace dos meses escuché a Christina contarle a Claire que se había acostado con Greengrass la noche anterior. Así que puedo asegurar que él no la ama y, según lo que he podido observar, Defier tampoco está enamorada de él. Quizá haya algo de cariño entre ellos pero poco más.

—¿Christina y Claire?¡Las chicas decentes no se acuestan con Slytherins!¡Por Merlín! —Sirius estaba verdaderamente indignado pero no por las relaciones entre ambas casas sino porque hacía menos de dos meses él también se había acostado con Christina. Mierda.

—Eso difícilmente tiene sentido, Black.

Sirius había oído el reclamo de Lily pero no le hizo demasiado caso. Así que lo que había entre ellos era cariño, ¿eh? Sabía que la muchacha podía estar equivocada pero confiaba plenamente en su juicio. Sólo esperaba que Christina no hubiese mentido.

Lily se quedó mirando el rostro pensativo de Sirius durante unos segundos y no pasó desapercibido para ella el hecho de que el chico dirigía sus ojos a Defier cada poco tiempo. Ahí había algo que se le escapaba...

oOo

Selene y Sirius no se volvieron a encontrar hasta dos días después en la biblioteca aunque el término "encontrarse" no era el más acertado. Sirius la observaba desde detrás de una estantería tratando de ser silencioso y que no pareciera que la estaba acosando. Por alguna razón que no llegaba a comprender, había estado pendiente de ella durante todo lo que llevaban de semana. La miraba en las clases que compartían, por los pasillos y en las comidas. Hasta la había seguido alguna vez. En esos tres días había descubierto algunas cosas, como que Selene prefería la tarta de chocolate a la de manzana, que odiaba pasar más de cinco minutos con una chica de su casa a la que Sirius no conocía y que se pasaba una incontable cantidad de horas leyendo en la biblioteca. Sirius no había sido capaz de saber qué clase de libros le gustaban porque llegaba después de ella y se iba mucho antes de que soltase el libro y jamás, jamás, se había acercado lo suficiente como para leer el título y mucho menos para preguntarle.

—Dichosos los ojos que te ven, Black.

Sirius pegó un bote por el que casi tira la estantería abajo. Se dio la vuelta con una mano sobre el pecho como si así pudiese controlar los latidos desenfrenados de su corazón. Lily Evans le observaba con una sonrisa burlona dibujada en sus finos labios. Por alguna razón, Sirius tuvo la sensación de haber sido pillado haciendo algo malo y se preguntó si acaso la pelirroja estaba al tanto de su rara obsesión por Defier.

—Hola—Lily alzó una ceja, esperando algún comentario mucho más elaborado pero Sirius no volvió a abrir la boca.

—Esperaba mucho más de ti—admitió, con una risita nerviosa e incómoda. Ahora que estaba hablando con él no sabía muy bien qué decirle—Esto...¿qué haces aquí?

—Pues estaba informándome sobre... —Sirius miró el libro que había estado fingiendo ojear e hizo una mueca cuando leyó el título—verrugas y sus clases. Ya sabes, un hombre que se precie debe estar informado.

—No seas ridículo, Black—replicó Lily tratando de parecer irritada, pero la sonrisa que logró hacerse paso en sus labios arruinó cualquier intento. Sirius sonrió a su vez—. Sé que estabas acosando a Selene Defier, tal y como llevas haciendo desde el lunes en la cena.

Sirius chistó, considerando que Selene estaba demasiado cerca y Lily hablaba demasiado alto aunque su tono no había variado del de un susurro. Miró alrededor, inquieto, pero nadie les estaba prestando atención y mucho menos Defier que parecía inmersa en lo que estuviese leyendo.

—No sé de qué me estás hablando, Evans—replicó Sirius pero su nerviosismo era palpable.

Lily sonrió.

—Desde luego que lo sabes—dijo ella simplemente—. Ahora, ve a hablar con ella o yo misma iré para allá y me inventaré una historia de un Black perdidamente enamorado y acosador.

—No lograrás nada chantajeándome—afirmó Sirius débilmente.

—Oh, Black, qué poco me conoces. Además, no es un chantaje, es una amenaza. Deberías buscar la diferencia en el diccionario.

Lily empujó a Sirius hasta sacarlo de detrás de la estantería, de modo que el cuerpo del chico era perfectamente visible para todo el mundo. Sirius miró nerviosamente a la pelirroja y después posó sus ojos en Selene. Ella no había levantado la mirada en ningún momento y parecía inmersa en lo que estaba leyendo. Se fijó en que su ceño se fruncía ligeramente, dándole un aire todavía más concentrado y se mordía una uña como si la parte que estaba leyendo fuera angustiante o de suma importancia. Quizá era alguna cosa especialmente complicada de Aritmancia.

Sirius se estaba acercando cada vez más a ella y la tonta seguía sin darse cuenta. Por alguna razón, esperaba que Selene levantase los ojos de ese estúpido libro y le mirase con desprecio, así él podría marchar en retirada y decirle a Evans que esa maldita Slytherin no tenía ganas de hablar con él. Pero eso no paso y Sirius tuvo que detenerse cuando su cuerpo chocó contra una de las sillas que se reunían alrededor de la mesa de madera pulida. Fue entonces cuando la chica levantó la mirada pero no había nada hostil en ella sino un poco de irritación y una gran cantidad de curiosidad.

—¿Quieres algo o te vas a limitar a mirarme todo el día?—preguntó Selene al ver que Sirius no estaba dispuesto a abrir la boca.

—¿Qué estás leyendo?—muchas contestaciones ingeniosas habían desfilado por la mente de Sirius pero al final no pudo contener la pregunta que, sin saberlo, le había estado carcomiendo desde hacía días. ¿Qué libro sería capaz de mantener a Selene Defier con los nervios pendiendo de un hilo?

—¿Esa es la razón por la que llevas días acosándome?¿Conocer mis hábitos de lectura?

—Sólo responde a la pregunta, por favor—masculló Sirius, sonrojado.

Selene apretó los labios hasta que se contrajeron en una línea muy fina que le recordó horriblemente a la profesora McGonagall. Pasaron por lo menos cinco segundos en los que Sirius se sintió inexplicablemente ansioso y, entonces, Selene se decidió al fin a abrir la boca.

Orgullo y Prejuicio de Jane Austen .

—¿Literatura muggle?—preguntó Sirius sólo para asegurarse de que había entendido bien. ¿Selene Defier, orgullosa Slytherin, leyendo algo escrito por una muggle? Increíble.

—Me sorprende que la conozcas si quiera—replicó Selene con un ligero sonrojo que llamaba muchísimo la atención en su piel marfileña.

Sirius sonrió.

—Aquí donde me ves—comenzó a la vez que arrastraba una silla para sentarse justo en frente de la chica—, hago muchas más cosas que meterme en líos. Me gusta leer, no me apasiona, eso es cierto, pero leo algo más que revistas de quidditch.

Selene pareció a punto de sonreír pero repentinamente se puso tensa como una tabla cuando sus ojos vieron algo por encima del hombro de Sirius. El Gryffindor miró en la misma dirección que ella y vio qué era aquello que la había puesto tan nerviosa en un segundo. Greengrass se acercaba a ellos con cara de pocos amigos, mirándolos como si los hubiera pillado liándose en la torre de Astronomía.

—No deberíamos haber hablado. Ni siquiera nos podemos mirar. Te odio—las palabras de Selene fueron un golpe sorprendentemente duro para Sirius pero se consoló al pensar que parecía que trataba de convencerse a sí misma.

—¿Por qué?¿Tu novio se enfada porque estés con otro tío?—preguntó Sirius, bravucón.

—No, está enfadado porque estoy hablando contigo.

—Y sin embargo no dejas de hacerlo.

Selene sonrió. Una sonrisa pequeña y breve, pero una sonrisa al fin y al cabo.

—¿Qué crees que estás haciendo con mi novia, Black?—la voz grave y potente de Albert Greengrass consiguió que la atención de cada una de las personas a su alrededor recayese sobre ellos pero la verdad era que, en cierto modo, parecía estar disfrutando por la atención.

—Es de conocimiento público que tu pequeño cerebro no da para tanto pero creo que es obvio que manteníamos una conversación—respondió Sirius como quien comenta el tiempo que hará mañana.

Los pocos que escucharon el comentario, soltaron una risita sofocada pero fueron inmediatamente callados por la mirada amenazante del Slytherin.

—Te crees muy gracioso, ¿cierto? Veremos si te sigues riendo cuando termine contigo.

—Puedes intentarlo—invitó Sirius, a la vez que se levantaba de la silla. Ambos sabían que no empezarían un duelo en mitad de la biblioteca pero de igual forma ninguno de los dos quería ser el primero en ceder.

Selene intervino.

—Creo que será mejor que nos vayamos, Albert—la chica también dejó su sitio y se colocó a un lado de Greengrass. Rozó suavemente su mano, como quien calma a un gatito, y le susurró algo al oído que Sirius no pudo oír. Sin más, los dos Slyterin se marcharon.

Selene no le dedicó ni una mirada.

Una sensación de anhelo pilló completamente por sorpresa a Sirius que se encontró a sí mismo deseando que Selene volviera y le dijera que le prefería a él antes que a Greengrass. También estaba preocupado por ella, si ese maldito había sido capaz de tratar de forzarla, no quería imaginar lo que haría si pensase que ellos dos tenían algo. Se sintió inmediatamente culpable. Si algo le pasaba a Selene...

¿Qué?

Su conciencia le hizo una pregunta aparentemente simple. ¿Qué si le pasaba algo a Selene Defier? Que hubiesen cruzado cuatro frases no significaba nada y al menos tres de esas cuatro frases habían sido ácidas. No eran amigos y Sirius desde luego no quería tener nada que ver con ella. Si no fuese una Slytherin quizá habría tratado de liarse con ella pero lo era y él jamás se mezclaba con serpientes para otra cosa que no fuese tratar de hacerse el mayor daño posible. Así eran las cosas, y así seguirían siendo siempre. Gryffindor y Slytherin jamás confraternizaban.

En ese momento Sirius se prometió a sí mismo que dejaría de pensar en Selene Defier.

Para siempre.


Pues eso ha sido todo, ¿qué?¿Os interesa o merezco muchos y duros tomates?

En fin, si tenés alguna sugerencia, duda, crítica, felicitación...dejádmelo en un review o un PM

¡Besos y hasta pronto!