A: Ayato
Ayato trató de hacer su respiración lo más silenciosa posible.
Estaba de cacería, y su presa no debía de darse cuenta de lo que estaba pasando, aunque la oscuridad de la habitación contribuía a ello, o al menos eso era lo que esperaba.
Escuchó la puerta abrirse, y la silueta proyectarse con la luz del exterior, contuvo la respiración.
La silueta se acercó al interruptor. Y él saltó.
—¡AHHHH!
La voz de Touka resonó con fuerza entre las cuatro paredes.
—¡Bu!
Estaba tirada en el suelo, con su hermano, quien había saltado del armario encima.
—¡Ayato! —exclamó agitada.
