Después de meditarlo varias veces, he decidido postear la continuación de "Sinfonía Áurea" aquí, ya que estoy a la espera de seguir indagando más lugares donde publicar las historias. La mecánica es la misma: historias cortas y escenas, pero está vez con los espectros como protagonistas.
Advertencias:
-Los personajes pertenecen a Masami Kurumada y la TOEI o quién leches tenga los derecho sobre Saint Seiya.
-Fic sin ánimo de lucro.
-De momento el rating lo dejo más bajo, pero aviso que habrá capítulos más explícitos. Lo dejo a discreción del lector si prosigue o no. Avisaré en el capítulo en cuestión.
-El dibujo que enmarca esta historia es de EErie Faery. Cito los títulos textualmente: "Whyvern Radamanthys"; "Griffon Minos" y "Garuda Aiacos"
¡Espero que os guste!
Danse Macabre
Personaje: Minos de Grifo.
Canción: Danse Macabre, de Camille Saint-Säens.
Esos hilos que se engarzan en las extremidades como garfios, perforando la carne del desdichado.
"Ahora bailarás para mí."
Un grácil movimiento de sus dedos y tú te mueves al compás que dicta él.
No puedes escapar de esa danza.
Si te resistes…
Los músculos se tensan.
Si tratas de escapar…
Crujido de huesos.
Se ríe mientras maneja la marioneta entre sus dedos, una cruceta invisible que dirige el destino de la víctima.
Es un juego cruel de un titiritero sin escrúpulos, que pretende interpretar un ballet maldito.
Los zarandeos cada vez más vertiginosos.
La cabeza te da vueltas.
Sientes tus músculos desgarrándose de los tirones bruscos.
"¡Suplica! ¡Llora, marioneta mía!"
Y te coloca frente a él; en esos ojos que centellean una locura perenne desde que este semidios gobierna y juzga a las almas muertas.
Esa risa que retumba en tu cabeza, al tiempo que es ladeada por un fino hilo brillante.
Lloras. Suplicas. Pides clemencia.
Escuchas una áspera carcajada.
"¡No te pongas triste! ¡Sigue bailando!"
Tu cuerpo no reacciona al mandato de tu cerebro.
Te ves elevado al techo; puedes verle sentado en aquel sofá, repantingado, con los dedos extendidos de los que salen aquellos diabólicos lazos de acero.
Y rápidamente desciendes hasta que tu cuerpo se estrella contra el pavimento, con un golpe seco.
Escuchas sus pasos acercarse…no puedes moverte…sientes tu pecho inundarse…aún así, levantas el rostro ensangrentado para verle.
"No has terminado de danzar, marioneta mía. ¿No es de tu gusto este baile? Pues entonces regresarás a tu caja de madera…"
Y con una última risa áspera, que es lo último que escuchas, acompañando a esos últimos compases de la música de fondo, se quiebra tu vida entre aquellos hilos, al ritmo de una danza macabra.
