.Disclaimer: El disclaimer de esta historia está para lavar, pero tenemos otro recuperado de otro lado, así que por algún motivo, dadle las gracias de todo esto a Eiichiro Oda
La... "pesadilla" de Suiza, empezó hoy en la mañana que se levantó a la misma hora de siempre y se sentó en la cama mirando el reloj y suspirando. Se quitó las cobijas de encima, bajó los pies al suelo, se estiró, se levantó y se dispuso a bañarse... y el mundo entero se detuvo cuando abrió su cajón de la ropa interior y descubrió que... no tenía calzones limpios para hoy.
¡Oh cielos!... ¿Lili no ha hecho la colada?
No estás tú para saberlo, ni yo para contarlo, pero en Liechtenstein ha habido un problema recientemente con el príncipe que amenaza dejar su cargo... así que creo que Liechtenstein está, de manera muy extraña... en Vaduz. Así que Suiza lleva desde el... me parece finales de marzo sin que alguien le haga la colada.
¿Y qué va a hacer nuestro pequeño?
La verdad, la historia del príncipe de Liechtenstein no nos interesa demasiado... pero Suiza está en shock mirando su cajón de ropa interior... pensando que tiene... TIENE que hacer la colada y quizás tenga que hacerla sin... —el mundo se detiene—... ¿ropa interior?
Aprieta los ojos, respira hondo y profundo tres veces y se plantea las posibilidades... es decir, es que... bueno, sólo es cuestión de lavar la ropa, no es como que no lo haya hecho antes y no es como que toda la vida haya usado calzoncillos... pero no va a ponerse un trapo amarrado como en la edad media a estas alturas de la vida, no tiene ni siquiera trapos adecuados.
Unos segundos más tarde, Suiza se gira hacia el baño, pensando en ponerse los calzoncillos sucios y ya está, y a la mitad del camino considera que esa es una práctica estúpida, regresando a su cajón y buscando en las esquinas y entre la ropa disponible sacando el cajón con las manos temblorosillas y (No te esfuerces, los únicos calzoncillos limpios que tienes están en Berlín en el cajón de Austria) encontrando, debajo de sus viejos shorts para la Schwingen (lucha alpina, por si alguien tenía dudas.), un paquete envuelto en azul y rojo, con un moño y una tarjeta que está escrita con una letra enchinada que le da un escalofrío y le hace poner cara de asco/horror al a vez, palideciendo al saber exactamente qué es lo que contiene el paquete.
— Ohhh... non, non... non! —ha gritado para sí con horror con el paquetito en la mano.
Recuerda que llegó por correo el día de su cumpleaños del año pasado y lo ha tiró a la basura en cuanto vio la tarjeta. Luego lo fue a recoger pensando que el imbécil ese, era perfectamente capaz de darle un regalo ÚTIL... y en cuanto vio qué era, se puso cuarenta veces más histérico, gritó, pataleó, maldijo al hombre de ojos azules y... terriblemente sonrojado, guardó el paquete tal cual como lo encontró debajo de sus pantaloncillos para el schwingen y juró nunca, nunca usar lo que viene adentro.
Y aquí estaba hoy él, Suiza, una de las naciones más ricas y económicamente poderosas; en la ducha, temblando sonrojado, tratando de racionalizar el problema de la mejor manera posible. Se pondría eso, de manera estrictamente provisional, se ducharía, haría la colada inmediatamente y en cuanto terminara de secarse la ropa se quitaría esta y la quemaría antes de que... ejem... bueno.
Cierra la regadera y sale de la ducha, empezando a secarse y tomando al infame... regalo entre las manos, evidentemente lo más preocupante era que Austria pudiera verlo en esas condiciones pero...
Se pone el... producto... sonrojado como una manzana, poniéndose rápidamente los pantalones e incomodándose mucho con el diseño del... asunto, relajándose un poco en cuanto se pone los pantalones y pensando, en primera, que era poco probable que Austria fuera hoy, desde luego, y en segunda, que aun cuando fuera, era poco probable que... Insertar triple sonrojo y agitamiento de cabeza.
Temblando aun, sonrojado y a punto de morir de la vergüenza consigo mismo, toma la cesta de la colada y baja las escaleras.
Así que, como al parecer los tsunderes tienen mala suerte, en cuanto Suiza ha puesto en marcha la lavadora, suena el timbre y palidece un poco, acomodándose... la ropa interior, o lo que... mein gott... como es que alguien puede pensar que este trocito de tela es ropa interior, caminando hacia la puerta y abriéndola de golpe. Por supuesto, Austria, que está en la puerta arreglándose un poco el pelo para estar despeinado de otra forma un poco diferente, le mira, baja las manos y sonríe.
— Guten morguen
Suiza le mira un instante con la boca abierta y su primer impulso es sonrojarse hasta un color granada intenso y el segundo impulso es salir corriendo hasta las montañas. Cabe aclarar que tiene demasiada sangre en la cara como para lograr que sus piernas se muevan a ningún lado, así que el segundo impulso queda "pospuesto".
Austria levanta las cejas ante la falta de respuesta y se encoge un poco de hombros para sí mismo.
—¿Estas ocupado hoy? —pregunta en un gesto de tacto y consideración digno de tener en cuenta.
—Ha... ha... quoi... qué haces... a-aquí? —balbucea tomando el pomo de la puerta como si no hubiera mañana.
—Excelente, ahora si lo estás. Acompáñame —responden un tono no tan de petición, pero tampoco en exceso taxativo.
—¿Que te... a-acompañe? ¡A... dóndenopuedosalir! —histérico.
—A Viena, hay un concierto esta noche —le tiende las llaves del Porsche.
—Peroperoperoperoperopero... la lavadora —señala adentro mirando las llaves del Porsche en pánico.
—Estoy seguro que tu lavadora será perfectamente capaz de cuidarse sola en tu ausencia.
—Österreich pero es que yo no... No estoy... no voy con la ropa adecuada
—Bien, sube a por tu smoking, vamos —le apremia.
—Pero... pe... pero es que no tengo... ropa suficiente de... —se gira hacia la casa, histérico... muy muy histérico sin saber qué hacer—. Tengo que trabajar. ¡¿Cómo es que no me avisaste esto antes?!
—Lo hice, por eso aprobaste los presupuestos la semana pasada —responde con una ceja levantada, cruzándose de brazos.
— ¿A... Aprobé yo... unos presupuestos? —levanta las cejas, olvidándose de absolutamente todo a excepción de lo que dice Austria —. ¿Qué presupuestos?
—En los que tenías previsto trabajar hoy —sonríe.
Abre la boca y se incomoda, acordándose de que quizás es posible que Austria le haya dicho. O quizás no... traga saliva porque no puede recordarlo.
—Schweiz... —le nombra.
—W... Wa... Was?
—Hoy te ves muy bien —sonríe y asegura en una secreta estrategia para que Suiza se olvide de que está pensando si se lo dijo o no, porque no se lo dijo.
—¡No me veo nada! —chilla un poco histérico recordando el... regalito... que trae encima, sonrojándose veinte veces más dándose la vuelta hacia las escaleras—. ¡Voy por el smoking!
—Bien —sonríe siguiéndole dentro.
Y si este fuera Inglaterra estaría gritando "mygodmygodmygod" porque sube a su cuarto y se encierra, se quita los pantalones y la... Ejem... ropa interior y la lanza al bote de basura de su cuarto, yendo otra vez a su cajón y buscando algo más que ponerse... cinco minutos después vuelve a sacar la ropa esa del cajón, tres veces más sonrojado al notar que no tiene nada más que ponerse, valorando si ir sin ropa interior, pero eso probablemente fuera aún peor (y más incómodo)... sufre. Termina por tardarse unos veinte minutos más con el smoking en la mano
Austria golpea la puerta de su cuarto.
Ohh... al parecer no, Suiza tiene un infarto antes de eso.
—No se trata de que te pongas ahora el smoking, el concierto es en la noche, ya te cambiaras en casa o en el Musikverein.
—¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOO! ¡NONONONONONO NO ENTREEEEEES! —chilla histérico cubriéndose la ropa interior con las manos... El austriaco levanta las cejas mirando la puerta.
—No sé si lo has notado, Schweiz, pero sigue habiendo una puerta cerrada aquí —comenta como si no fuera absolutamente obvio. Suiza sale unos segundos después, sonrojado, muy sonrojado, tembloroso y agobiado—. ¿Te encuentras bien? —pregunta un poco descolocado por el sonrojo.
—ME... me encuentroperfectamentebien —protesta histérico. El castaño le sigue mirando unos instantes, suspicaz—. Was? waswaswaswaswas? —protesta. Austria sonríe—. Deja de mirarme como si tuviera dos cabezas... vámonos —Suiza le empuja un poco de la espalda.
—No te estoy mirando como si tuvieras dos cabezas —responde dejándose empujar empezando a moverse.
—Sí que lo haces, como si creyeras que oculto algo, ¡noocultonada!
—Ocultas algo —sentencia.
—¡No ocultonada!
—Ocultas algo y además es grande... pero no es un asunto muy serio o importante —reflexiona mirándole mientras baja las escaleras
—Shush! ¡No es verdad! —histérico
—Y mientes descaradamente al respecto... lo que debe implicar que consideras mejor mentir que confirmar mis sospechas, no esperas que sea una mentira que me haga enfadar o quizás te da igual que me enfade porque estarías dispuesto a confesar en caso de que así fuera.
—¡No voy a confesar!
—Es decir, hay definitivamente algo que confesar
—¡Cállate!
—Algo que te pone de los nervios —sigue pasándole las llaves otra vez. El suizo se las arranca de las manos, Austria en respuesta abre las manos rápidamente, preocupado… Suiza se las arranca de las manos con cuidado.
—Algo que planeabas arreglar en tu cuarto y no has podido, o ya estarías relajado... algo que te da vergüenza —siguen, subiéndose al coche.
—Que planeaba arreglar... no, no planeaba... no... ¡no me da vergüenza! —a Suiza ya se le debe haber explotado una vena en la cabeza o algo así
—Oh, claro que te da vergüenza, podrías camuflarte en un bandera ahora mismo
El helvético prende el coche y... se le ahoga cuando le dice lo de la bandera.
—Verdammt... cállate! No es que me de vergüenza nada, es simplemente que me da... es... es que yo estaba descansando en mi casa cuando llegaste y tú no me avisaste. No hay nada más que ocultar, deja de decir que algo me da vergüenza porque no lo hace.
—Recuerdo perfectamente haber tocado el timbre.
Suiza se tranquiliza un poquito porque eso es un cambio de tema en alguna medida, lejos, muy lejos de sus calzones.
—Sí lo tocaste, nadie ha dicho que no —carraspea—. ¿De qué es el concierto?
Austria sólo le mira de reojo.
—¿Tú... tocas? —le mira también de reojo, saliendo a la autopista.
—Ja —responde mirando al frente.
Suiza suspira, relajándose un poquito y bajando el vidrio, porque adentro de este coche hace muchísimo calor aparentemente.
— ¿El... el piano? ¿O... algo más? —se limpia un poco el sudor de la frente con la manga de la chaqueta, tratando de relajarse más con el cambio de tema.
—El violín... Están especialmente interesados en conocerte, mi segundo violín les dijo que habías sostenido mi Stradivarius.
—Oh... eso. Sigo sin pensar que sea algo tan interesante como para que quieran conocerme por ello —como lo otro le tensa mucho, el tema del violín lo encuentra mucho más relajante en contraste... aunque en otro momento le tensaría mucho.
—Van a odiarte por pensar eso —sonríe mirándole.
—¿Van a odiarme por pensar qué? —le mira de reojo—, ¿que sea algo tan interesante? Bueno, son músicos, se entiende que les parezca que un Stradivarius es algo extraordinario, cosa que yo no sé valorar del todo.
—Oh, y además van a odiarme a mi si les dices eso —se ríe.
Le mira con un poco más de atención pensando que le gusta mucho que se ría, aunque pocas veces sea capaz de valorarlo por estar pensando que se burla de él... pero su secreto está seguro en estos momentos, así que, no hay nada de qué burlarse en realidad.
—¿Por qué no dejas que toquen tu Stradivarius?
—Porque es como el Bösendorfer, pero en violín.
—Ja, ja, sé que es el mejor violín que puede existir, aun así, me parece que... es como un libro, porque alguien más lo lea no se le caen las letras.
—Pero si alguien se chupa el dedo al pasar las paginas, puede dañarlo —responde siguiendo la comparación. El suizo parpadea.
—Pero yo si lo he tocado.
—Tú no te mojas el dedo —sonríe. Se sonroja un poco, aunque sonríe imperceptiblemente.
—Supongo que me mataran si no vamos al Musikverein directamente, podrás ponerte el smoking en mi camerino —comenta mirando el reloj.
—¡No!
—¿Prefieres vestirte en el pasillo? —pregunta levantando una ceja, con burla.
—¡NOOOO NO NO! —histérico otra vez—. ¡Me cambio sólo si tú no estás!
—Es difícil que yo no este... Es mi camerino.
—Yo no voy a camb... yo... tu... —piensa unos segundos más—, tú tienes que ir a ensayar
—Nein, hoy no, es contraproducente. Aumenta el cansancio y los nervios.
Suiza le mira de reojo y suda un poco otra vez, abriendo más el vidrio y sacando un brazo.
—Entonces quizás sea una mejor idea que no vaya con smoking, no creo que sea necesario.
—Por supuesto que no es necesario, es un concierto, solo tienes que escuchar, podrías hacerlo incluso estando en ropa interior —responde. Suiza frena un poco, patina un poco, se ahoga un poco y se muere un poco... todo a la vez, teniendo tres infartos juntos, además.
—¡NO! —acabo de oír gritar a Suiza en mi ventana. Austria no dice desnudo porque se lo imagina y piensa que entonces seria él el que no podría concentrarse.
—¿No qué? —pregunta agarrándose fuerte de la asita del coche, un poco asustado.
Suiza le mira de reojo en pánico y el austriaco le mira intensamente
—No... novoyahacernadaenropainteriordejadedecirestupideces.
—Por supuesto que no, a eso es a lo que iba —vuelve la mirada al frente—. No te vas a poner el smoking por que sea necesario.
—Es porque te quieres burlar de mí, ¡Pero no! No voy a ponerme ningún smoking
—¿Cómo habría de burlarme de ti? —vuelve a mirarle. Suiza le mira de reojo y se sonroja—. Estas muy elegante en Smoking, no tienes que sentirte incomodo —añade.
El helvético refunfuña algo que suena a "Sí, ese no es el problema"
—Si te sales del camerino, me pondré el smoking —susurra entre dientes.
—Negociaremos eso más tarde —responde quitándole importancia. Suiza refunfuña algo más y sigue conduciendo en la autopista, pisando el acelerador con más fuerza aún.
—¿Hay alguna razón por la que creas que llegamos tarde?
Le mira de reojo, y baja la velocidad un poco a sabiendas de a qué se refiere. El castaño se relaja un poco más. Suiza se mantiene en silencio, conduciendo, relajándose también un poco, sin dejar de mirar a Austria de reojo cada unos cuantos segundos, eso sí.
—Hace mucho que no hago un concierto de violín —sonríe con un poco de emoción por que le hace ilusión.
Le mira de reojo, pensando que a él le gusta mucho cuando toca el violín. Sí, Suiza, sí... también te debe gustar cuando está cagando en el baño y cuando está babeando la almohada, por Dios.
—Lo cual es absurdo, últimamente sólo te dedicas al piano —comenta Suiza sin pensar demasiado, de nuevo hablando de más de temas que no le tensan en este momento.
—No es cierto, pero últimamente compongo más y eso es más cómodo hacerlo en el piano —especifica.
— ¿Últimamente compones más? —pregunta mirándole de reojo con curiosidad
—Ja —responde escuetamente y se vuelve a la ventana.
— ¿Y qué has compuesto últimamente que no me he enterado?
—Mmm... —se lo piensa—. Recuerdas... Nein, nein, es cierto, no te has enterado —sentencia y se queda tan ancho. El rubio frunce el ceño, ofendido con eso sin saber por qué. Le mira de reojo
Austria sigue sonriente y ahora está recordando las cosas nuevas que le gustan en su mente, y seguramente mueve los dedos un poco sobre su rodilla.
— ¿Qué has compuesto?
—Música —responde como si fuera algo increíble, en burla. El rubio frunce más el ceño, ahora pensando que lo que pasa es que no le quiere decir.
—Ahora me tratas de idiota
—Quizás pueda tocar para ti las cosas nuevas después del concierto —propone mirándole de reojo. Cambio total de actitud en un instante por parte de Suiza, relajándose—. Ahí sí puedes no ir en smoking si quieres... E incluso en ropa interior —se ríe un poco.
Ok, Austria, gracias por volverlo a tensar de nuevo... el suizo se sonroja hasta el tuétano, el castaño levanta una ceja y sigue mirándole.
Suiza abre y cierra la boca nervioso, mirándole de reojo y desviando la mirada al instante, bajando una mano hasta sus regiones vitales y cubriéndoselas.
El austriaco levanta las cejas atando cabos... Lavadora que le impedía salir... No tiene ropa... No quiere que le vea en su camerino... Que no entrara en su cuarto... Claro, suiza, claro, el chico no es nada tonto. Es el más listo de todos.
— ¿Eso estás ocultando? ¿Tu ropa interior? —pregunta un poco burlón.
El helvético desvía por completo la vista del camino aunque mantiene una perfecta alineación de las llantas con el camino, y probablemente aunque se cruzara una viejita en silla de ruedas no la aplastaría.
—¡NOOOOOOOO! —chilla REALMENTE histéricoAustria levanta aún más las cejas sabiendo que ha dado en el clavo porque Suiza solo llega al Si cuando realmente ha dado en el clavo... Y eso había sido al menos un Re alto.
—¡NOSEQUETEHACEPENSARQUEESTOYOCULTANDOALGORELACIONADOAMIROPAINTERIORPERONOESVERDAD! —chillido avergonzado por completo, pensando que debe detener el coche y salir corriendo, e incendiar la ropa interior hasta que quede calcinada y luego irse a gritar a las montañas. Bravo Austria.
—Que... Interesante —comenta lentamente, enigmático.
El helvético se pasa una mano por el pelo, tomando un mechón y echándolo hacia adelante de manera que se le tapen los ojos, rojo como tomate, con ganas de asesinarse a sí mismo, pensando en que salir con esta ropa interior ha sido de lo más ESTÚPIDO que ha hecho NUNCA JAMÁS.
Austria se mantiene sonriendo sin decir nada. Suiza sigue conduciendo en silencio, pensando en que tiene muy mala suerte y creo que tiene ganas de llorar incluso.
—No es verdad, no es nada relacionado a mi ropa interior —dice después de un larguísimo rato, absolutamente demasiado tarde, con voz grave y el ceño fruncido... sonrojado.
—Es una pena —suspira Austria con una sonrisa de lado.
—¿Es una... es una pena? —le mira sonrojadísimo, de reojo
—Me refiero a que podría ser... Una situación interesante.
Le mira no tan de reojo.
—Sería una situación vergonzosa —se mueve en su lugar.
—Quizás un poco, pero tendría cierta gracia, sería un secreto entre tú y yo —se lleva un dedo a los labios y sonríe.
Se sonroja, tragando saliva y mirándole el dedo en los labios, nervioso
—¿Un... un secreto? Pero... pero es que... —se mueve más en su lugar un poco embobado, manejando de reojo. Cae en la cuenta unos segundos después de que está embobado y está confesando —YONOTENGOUNPROBLEMACONNADARELACIONADOAMIROPAINTERIOR.
—Nadie ha dicho que sea un problema —se ríe.
—¡CLAROQUEESUNPROBLEMADEJADEBURLARTE! —bien, hemos llegado al punto de las confesiones a grito.
—Calma, Calma... No me estoy burlando —trata de tranquilizarle sonriendo pero dejando de reír.
—Claro que te estás burlando, siempre te burlas... ¡y no me pasa nada! —chilla con una mano en sus regiones vitales.
—Nein, me rio porque estoy contento, porque me hace gracia que estés nervioso y sonrojado, no porque quiera ridiculizarte.
Suiza cambia el tono de voz a uno más tranquilo.
—¿Por qué te hace gracia? —pregunta unos instantes después.
—Bueno, ¿a ti no te hace gracia si yo estoy nervioso o sonrojado? —pregunta de vuelta.
—Tú nunca estás nervioso y sonrojado —le mira de reojo. El austriaco se ríe.
—No estoy de acuerdo, pero por lo visto tu no lo notas, pongamos que lo estuviera, ¿Te la haría?
—¿Lo estás —le mira levantando las cejas genuinamente sorprendido.
—Por supuesto, ¿tan frío e insensible me crees?
—Ja —asegura con el mismo grado de sorpresa.
—¿Y cómo crees que puedo interpretar y crear música siendo insensible?
—No insensible en eso, insensible en todo lo que tiene que ver conmigo, es impresionante —confiesa.
—Así que según tú la sensibilidad es selectiva —comenta levantando una ceja
Se sonroja después de unos instantes al darse cuenta de lo que ha dicho.
—Entonces no es por mí
—¿Qué es lo que no es por ti?
—¡No es que yo esté nervioso y sonrojado por ti! —aclara
—Ah, eso... Estas confundiendo la vergüenza con la sensibilidad —responde tan tranquilo.
Quiero aclarar que ese concepto es demasiado complejo para Suiza.
—Tú eres el que ha hablado de sensibilidad... yo hablaba de vergüenza desde el principio. A ti no te da nervios ni te sonroja nada de lo que yo haga.
—Es muy diferente, por ejemplo, tú eres muy vergonzoso, pero eres poco sensible, yo soy al revés. Lo que no significa que no me ponga nervioso... Pero quizás por eso no me sonrojo.
—Tú eres un cínico, no puedo creer que te pongas nervioso. Puedes dar un concierto ante diez mil personas y estar calmado y tranquilo como si estuvieras tocando solo para mí.
—En realidad suelo estar más nervioso cuando toco solo para ti —confiesa mirando al frente.
A Suiza puede que se le salgan los ojos. El austriaco le sonríe con una muuuy sutil sombra de sonrojo. Y el rubio se pone nerviosito el de verlo ligeramente nervioso—. Y sigo diciendo que aunque parezca calmado, no significa que no esté nervioso.
—Nunca lo habría imaginado —sonríe levemente.
—Por ejemplo, tú a veces estás asustado y aun así mantienes la sangre fría para... Proteger a los que estén a tu lado, por ejemplo a Liechtenstein, para que ella no se asustara... Aunque parezcas en perfecto control, no significa que no tengas miedo.
—Es un asunto parecido —asiente nerviosito el suizo—. Yo no estoy nervioso.
—Ah, menos mal, ya que no hay nada por qué estarlo —le "sigue" el juego el austriaco—. ¿Qué estás entonces?
—Estoy... estoy... tranquilo —se tensa un segundo y luego se relaja un poquito a medida que habla.
—Bien, me alegra que mi presencia te haga sentir tranquilo.
Suiza le mira de reojo pensando que lo ÚLTIMO que Austria le hace sentir realmente es tranquilo.
—Aunque creo que debiste avisarme antes.
—Es importante porque eso implica que confías en mí y eres capaz de contarme porque te pones histérico cada vez que menciono tus calzoncillos —responde tranquilamente.
—NO ME PONGO HISTÉRICO —histérico
—Oh... Qué curioso. ¿Mantienes entonces que estas tranquilo ahora?
—JA, estoy tranquilo... y si no lo estoy es tu culpa —ay mi niño tan idiota.
—Veras, no sé muy bien cómo funciona técnicamente la prueba del polígrafo, pero yo estoy acostumbrado a usar un metrónomo y cuando estoy tocándote, tu corazón suele bombear en un Moderatto presto incluso Allegro... puedo oírlo —le recuerda y Suiza abre la boca como un pez porque además, en realidad no es que se necesite mucho para acelerársele el pulso cuando Austria está cerca, o cuando sonríe, o cuando habla, más aun cuando le toca con esas manos tan suaves, tersas y delic...
—WAAAS? —chilla con el pulso en modo Allegro Prestissimo con fuoco. Austria cierra los ojos contando el tempo.
—Me parece que tu corazón no está de acuerdo con tu supuesta tranquilidad —sonríe.
—Quizás deberías mirar a la carretera ahora que vamos a salir de la autopista —propone mirándole de reojo al notar que aún lo mira a él. Suiza se sonroja, porque no se había dado cuenta de la salida, cambiándose de carril un poco bestialmente, de manera precisa, pero salvaje.
—Eres un idiota.
—No soy un idiota, Schweiz —pone los ojos en blanco—. De hecho soy bastante listo, la palabra que buscas es molesto. Y ahora agradecería que me explicaras que es lo que te da tanta vergüenza exactamente.
—Molesto, eres muy muy molesto y no te voy a decir —se sonroja.
—Para como de avanzadas están las pistas creo que más que decir deberías mostrarme.
—No voy a mostrarte nada —se lleva una mano a sus regiones y se mueve incómodo, porque se le está encajando la parte de atrás de manera incomoda—. Y no hay nada que mostrar —susurra pensando en lo que trae puesto y en la vergüenza ENORME que pasaría si Austria lo viera. Odiando al idiota del idioma bonito con todo su corazón.
— ¿Porque te lo has puesto entonces?
—¡No me he puesto nada! —grita histérico y luego abre la boca pensando que es lo que acaba de decir.
—Oh... En... Entiendo —vacila sonrojándose un poco más abiertamente de lo normal con la idea.
—Nein, nein... nein! No es eso lo que digo, ¡Sí me he puesto algo! ¡Sí, en serio! En serio ¿Quién me crees?
—¿Entonces? —le mira de reojo.
—Traigo... traigo algo, algo que me regalaron, pero traigo algo, claro que traigo algo —nerviosísimo, Austria se mantiene escuchándole sin intervenir, ni sonreír ni respirar siquiera—. ¡No es mi culpa! Es culpa de... ¡Es culpa de Liechtenstein! Yo no estoy habituado a hacer la colada —explica.
—Ya veo... —responde lentamente.
—¿Qué ves?
—Me refiero a que entiendo lo que ha sucedido.
—¡No, no entiendes! ¡Solo era cuestión de unos minutos! Pero luego llegaste tú con la mala manía que tienes de llegar en el peor momento posible.
—Es decir... ¿es mi culpa? —levanta una ceja.
—Es tu culpa que yo haya salido en estas…Condiciones.
—Quizás pueda compensarte —decide Austria, nadie nunca podrá saber si eso fue sarcástico.
—¿Com... Compensarme? —le mira.
—Bueno, si es mi culpa tu incomodidad...
—¿Cómo vas a compensarme?
—¿Qué querrías?
—Que te salieras de tu camerino mientras me cambio la ropa y... —se sonroja... —y... —Suiza murmura algo ininteligible pero es imposible, Austria LE OYE.
—Ah, claro, seguramente podría simplemente conseguirte unos calzoncillos normales limpios —sonríe.
El helvético se sonroja resbalando en su asiento avergonzado. El austriaco se ríe.
—En realidad no, no creo que pueda conseguirlos para ser sincero, hoy es día de estreno y va a estar todo el mundo de los nervios... Lo único que podría ofrecerte son los míos, pero los he usado todo el día y además yo tendría que salir a tocar sin ellos.
El cerebro de suiza hace corto circuito. Austria levanta las cejas sonriendo al notarlo.
—Quizás podría hacerlo como gesto solidario para tu vergüenza y nerviosismo, ya que ha sido mi culpa... —propone viendo a ver qué pasa—. No darte los míos, pero salir sin ellos quizás te haría sentir menos ridículo.
El rubios abre la boca y se sonroja, empezando a sangrar levemente por la nariz. Se limpia la sangre con el dorso de la mano rápidamente. El austriaco levanta las cejas y sonríe.
—No creo que puedas concentrarte si sales así a tocar, sería una pena que te equivocaras, por mi culpa.
—He tocado para ti completamente desnudo —le recuerda—. El problema no está en mi concentración si no en la de los demás.
—¡NOPUEDESSALIRSINROPAINTERIORSIALGUIENMASSEVAADARCUENTA!
Se ríe.
—¿De qué te ríes? —pregunta Suiza estacionando se afuera del Musikverein ¿He comentado ya que esta histérico?
—Me parece que estarías más nervioso tú que yo...
—¡Claro, porque tú eres un cínico y yo no —gritonea—, no te importaría que todos se dieran cuenta!
—Nadie más se daría cuenta, sería algo que solo sabrías tú.
—Eso es algo que... Es... —le mira de reojo—. ¿quieres o no quieres que te ponga atención mientras tocas?
Austria vuelve a reírse y el suizo se mueve en su lugar de nuevo muy muy incomodo
—Quizás me lo piense... quizás planee no decirte que hago al final y dejar que seas tú quien lo averigüe.
Ok, gracias Austria, suiza no te va a poner ni un minuto más de atención...
—Deberías... —se interrumpe sonrojado
—¿Ajá? —le insta a hablar.
Suiza detiene el coche y se baja sin decir nada, sonrojado caminando hacia la puerta de personal del Musikverein, el austriaco le sigue tan tranquilo y debo decir que aprovecha para fijarse en su culo a ver si se le transparenta algo con sus pantalones.
Suiza, Mr. Ulceras... que extraño se me hace publicar ahora esta historia después de tanto tiempo, ahora que ya están casados y todo, pero aun así creo que es una buena historia :D Esperemos que te guste.
No olvides agradecer a Liana su beteo y edición.
