Nota del Autor: Esta historia está ambientada en el universo de Naruto, basada en su temática, habilidades, geografía, etc… Más no guarda relación con la historia de la serie. Todos los personajes aquí puestos son originales de un foro de Rol basado en Naruto al cual pertenezco, aunque los nombres sean parecidos a los de los personajes de la serie, no guardan relación. Cada personaje esta tomado con el permiso de los users de foro.

-Entonces queda aceptado, ¿Verdad?

-Si, según parece posee un gran talento, además, es un Uchiha, saben que ellos son la elite y si aparece un genio que ellos mismos reconocen, la edad no es mucho problema.

-¿Y qué hay del chico Uzumaki? Hokage-Sama dice que lo quiere dentro.

-El también parece una buena promesa. Este año tenemos muchos buenos prospectos, Madara Izanagi, y ese chico Hatake.

-Sí, muy buenos, todos han mostrado una gran habilidad, quien pensaría que son apenas unos niños, casi bebes… ¿Es seguro dejarlos entrar tan pequeños? Solo tienen 4 años

-Pasaran un periodo de prueba, si parece que no son capaces de seguir el ritmo, entraran en espera un par de años. Sabes que no es la primera vez que algo así sucede.

-Pero si es la primera vez que son tantos, 3 genios aparecen a la vez, es impresionante…

-Anazuki-San, Anazuki-San, ¡llego otro prospecto!

-¿Eh? Kimbaro cálmate, y dime de que hablas, solo habían mandado solicitudes especiales el clan Uchiha por Madara y el Hokage por esos dos chicos.

-Este viene del clan Nara Anazuki-San, por el hijo del líder

-¿El clan Nara? Eso es raro, ellos no son la clase de personas que piden que sus retoños entren tan jóvenes en la academia… ¿Cuál es el nombre del prospecto?

-Se llama Aruse Anazuki-San, Aruse Nara.

-Prologo: Aceptados-

El sol entraba tranquilamente por la ventana de aquel pequeño y desordenado cuarto, la luz emitida por el rastro ley permitía apreciar las pequeñas motas de polvo que circulaban por el aire. Diferentes objetos se podían apreciar tirados por todo el lugar, libros de diversos tipos, algunos cuantos juguetes de madera, modelos a escala de edificios y una gran cantidad de ropa era lo que se podía visualizar por el suelo y sobre los pocos muebles de la habitación. En la mesa cercana a la venta se podía apreciar un rompecabezas totalmente negro, perfectamente armado que casi parecía tratarse de un recuadro negro o un hoyo en medio del escritorio, a excepción de las blancas líneas que lo recorrían, señalando así sus uniones. Por otro lado el armario cercano a la cama se encontraba abierto, mostrando una pequeña montaña de ropa y varios objetos colgados, cuerdas, correas, ropa y otras cosas, además de que en un pequeño estante en la parte superior se podía apreciar varis rompecabezas de alambre, todos en pequeños montones acomodados en contenedores de plástico transparente.

Por el suelo varios shurikens y kunais también se podían observar. En la pared del cuarto varios tantos se encontraban sujetos, encontrándose a tan baja altura que hasta un niño podía agarrarlo. Sobre la cama varias camisas, pantalones, shorts y otras vestimentas se encontraban amontonados, subiendo y bajando lentamente al compás de la respiración del pequeño niño que ahí descansaba. Sus cabellos negros se podían apreciar por debajo de la almohada que cubría su rostro, y una pequeña y blanca pierna caía inerte por el costado de la cama, quedando muy lejos del suelo debido a la poca altura del chico.

-¡ARUSE!, ¡Levanta tu trasero de la cama y baja a desayunar de una vez!

-Arbghasdhsdg….

-¡Que dijiste!

-¡Que ya voy!... Que problemática…

-¡Escuche eso!

-¡Perdón!

El cobertor de la cama rápidamente se eleva y se aparta causando que toda la ropa cayera al suelo, aumentando aún más el desastre que era el mismo. El pequeño torso del niño que antes dormía bajo la montaña de su propia ropa se dobla enderezándose en la cama, a la vez que con una de sus pequeñas manos sacude su cabello de forma perezosa, lanzando un sonoro y algo agudo bostezo, el cual le causa unas pequeñas lágrimas en los ojos.

Los pies del pequeño tocan suelo al abandonar de un suave salto su cama, empezando a avanzar con calma por la habitación. Con tranquilidad llega hasta su armario para empezar a rebuscar entre la montaña de ropa hasta sacar algo de ropa limpia, un short de color verde aceituna y una camisa blanca con un venado dibujado en el pecho. De la parte trasera del mueble saca un par de sandalias ninja negras las cuales se pone con flojera, para despues golpear el costado de su armario con una mano, provocando que desde arriba cayera una de las cajas de plástico que contenían aquellos pequeños alambres.

Sin mucha dificultad Aruse atrapa la caja en medio de su caída, quitando los seguros de la tapa y sacando unos cuantos de esos alambres, para después cerrar la caja y lanzarla de nuevo hacia la parte de arriba del armario, cayendo de nuevo sobre el estante provocando un leve sonido de choque. Al ver que la caja volva estar en su lugar, el ojiazul empieza a caminar hacia la puerta, guardando los rompecabezas de alambre en su bolsillo mientras se quedaba solo con uno en sus manos, el cual empieza a resolver mientras salía de su cuarto, cerrando la puerta detrás de él.

-¿Cuántas veces te eh dicho que dejes esos juguetes cuando desayunas?

-Está bien mama… (Que pesada…)

Aruse deja el juguete de alambre sobre la mesa, sin haberlo resuelto aun, siendo el 4° que había sacado desde que hubiera salido de su cuarto, encontrándose los otros 3 en una pequeña caja cercana al refrigerador, con muchos otros más ya resueltos, que reposaban como simples alambres sueltos en el pequeño montón

En la mesa de la cocina se podía apreciar algunos cuantos platos que contenían distintos alimentos, desde huevos revueltos acompañados con pan, hasta unas pocas galletas de avena junto a un vaso de leche. Aruse se mueve casi de forma automática, agarrando de poco a poco toda la comida que le había servido su madre. Él sabia ya que de dejar alguna cosa sin consumir, tendría que aguantar varios minutos de regaño y reclamo de su madre, cosa que no estaba dispuesta a hacer, por lo que prefería evitar problemas y comer todo lo que le ofrecían y dejarlo así.

-Cuando termines de desayunar ve a ver a tu padre, él tenía algo que decirte…

La madre de Aruse era una mujer muy amable y bonita, su cabello negro casi siempre se encontraba recogido en una coleta baja, su piel blanca aun no mostraba marcas de vejes, y en su rostro ni una sola arruga se mostraba aun, aunque eso no era tan raro al tener la señora apenas 26 años, habiendo tenido a Aruse a joven edad. Sus ojos azules se posan en los de su hijo, sacudiendo su delantal, el cual le devuelve la mirada con calma, asintiendo a sus palabras para dar las últimas mordidas a su pan y terminar su leche, levantándose de un salto mientras reunía todos sus platos usados dejándolos en el fregadero, en donde su madre empieza a lavarlos, no sin antes despedirse de su hijo con una pequeña sonrisa.

Aruse abandona su casa rápidamente, sacando otro de sus rompecabezas y empezando a resolverlo mientras avanzaba por las calles del barrio de su clan. Sus pasos rápidos lo llevan sin mucha demora hacia su destino, un pequeño bosque el cual se hallaba rodeado por una verja de acero de casi dos metros de alto. Las puertas se encontraban cerradas, pero el chico las abre mediante una pequeña llave que se encontraba sujeta a su cuello mediante una cadena negra. Sus manos separan levemente la puerta de acero para adentrarse, dejando que volviera a cerrarse detrás de él.

El bosque se llenaba de los sonidos de los animales que ahí vivían, todos ellos pequeños animales silvestres que se pasaban el día jugueteando, conejos, zorrillos, zorros, cuerpo espines y más que nada venados, los reyes de ese bosque y el animal principal por el que el clan Nara se preocupaba y criaba, especialmente por parte del líder del clan, que en esos momentos se encontraba ahí haciendo una de sus revisiones de rutina.

El pequeño Nara avanza algunos minutos, hasta llegar a un claro en donde se podía apreciar una pequeña manada de ciervos, casi todas hembras con sus crías. Estos alzan la mirada hacia el recién llegado, observándolo con detenimiento pero sin mostrar miedo o nerviosismo, solo expectantes, ya que estaban acostumbrados a la gente, más que nada a sus "cuidadores" que eran los Nara, por lo cual ver a uno era hasta incluso normal para ellos.

El chico avanza con calma entre los animales, acariciando a un par de ellos hasta llegar al centro del grupo, en donde se podía apreciar a un hombre joven, el cual debía rondar los 30 curando la herida que uno de aquellos bellos ejemplares tenía en un costado, muy posiblemente causada con alguna rama saliente o algo parecido. El joven hombre se haya vestido de un pantalón negro y una camiseta de manga larga de color marrón claro, cubierta esta por una chaqueta jounin típica de konoha. El padre de Aruse termina su trabajo con tranquilidad, para captar la presencia de su hijo cerca de él, volteando a verlo mostrando una animada sonrisa a su hijo, misma que es respondida con otra igual, guardado el más joven de ambos el rompecabezas que resolvía en su bolsillo.

-Hola hijo, ¿Tu mama te mando, verdad?

-Así es Oto-San, me dijo que querías hablar conmigo, ¿Qué paso?

-Te tengo una gran sorpresa Aruse

-¿Qué es Oto-San? ¿Me conseguiste más rompecabezas?

-No es eso, mira, ten…

Con calma el hombre saca de su chaqueta jounin una carta, la cual tenía la parte superior ya abierta, extendiéndosela al chico con calma, el cual la recibe mostrándose curioso, fácilmente podría haberle dejado la carta en la mesa y haberla leído él desayunando. A pesar de sus escasos 4 años él ya leía, escribía y hablaba perfectamente, permitiéndole leer sin mucho problema el contenido de la carta, abriendo sin demora los ojos de la impresión causada por lo que había leído, observando impresionado a su padre por la noticia.

-¿Es enserio?

-Por supuesto…

-Entonces yo…

-Así es, fuiste aceptado, pero tendrás que pasar un periodo de prueba de dos meses

El pequeño chico no logra esconder su excitación y sorpresa, abrazando a su padre por las piernas de la emoción, dando unos leves gritos de felicidad que alertan a los venados, pero sin llegar a asustarlos, más finalmente estos majestuosos seres se retiran del lugar en rápidas carreras, asustados por la rápida carrera que había hecho el muchacho alejándose del lugar mientras se despedía de su padre, feliz y emocionado, dispuesto a ir a avisarle a sus amigos de tan gran sorpresa.

-Oye Usuratonkachi, ¿Entonces a ti también te aceptaron?

-Ya te dije que no me llamaras así, Madara-Dobe, pero si, llego a mi casa la carta esta mañana, me sorprendí mucho

-Yo igual, mis padres estaban locos de alegría, aunque será un martirio si al menos estas tu no será tan aburrido, Iza-Chan

-¡Tampoco me digas así!

En aquel tranquilo parque solo se encontraban dos niños sentados sobre uno de los tres pasamanos que se encontraban en el lugar. Ambos niños, ambos de cabello negro y tez clara, aunque uno tenía el cabello recogido en una coleta baja mientras que el otro lo tenía salvajemente despeinado dejando que cayera libremente detrás su espalda, observándose ambos niños a los ojos, igual ambos negros, de forma retadora, aunque uno con gracia y el otro con enojo.

-¿Quieres pelea Iza-Chan?

-Ya está, ¡Te lo buscaste Dobe!

Con una agilidad sorprendente para un par de niños de tan corta edad, ambos niños bajan de la parte superior del pasamanos mediante un salto, cayendo en el suelo rápidamente para agarrar un par de rocas del piso, lanzándoselas entre sí para después evadir la de su oponente saltando a un lado. Ambos chicos se movían a gran velocidad para sus pequeños cuerpos, saltando, lanzando y esquivando las pequeñas rocas, sin llegar a acertar al contrario ni una sola vez, continuando con esa extraña "pelea" durante varios minutos más, sin que ninguno desistiera.

-¡Ríndete!

-¡Ríndete tú!

-¡Los atrape!

Desde la rama de un árbol un par de avellanas chocan contra el hombro de Madara y el estómago de Izanagi, sin causar mucho daño realmente, pero captando la atención de ambos y causando que voltearan a la vez hacia la fuente de ese grito y ataque, captando sentado sobre la rama de un árbol, jugando con un par de avellanas en sus manos, mostrando una divertida, maliciosa y burlesca sonrisa, a un niño de oscuros y desarreglados cabellos, el cual admiraba a ambos chicos con los azulados orbes que tenía por ojos.

-¡Teme!

-Jajajajajaja, siguen siendo tan fáciles tan fáciles de sorprender ustedes dos, Madara, Izanagi, jajaja

-Eres un aprovechado, ¡Estábamos distraídos!

-¡Eso es trampa!

-Se llama estrategia, jaja

El chico sigue riendo con calma mientras baja de un salto de la rama en la cual estaba, cayendo a escasos metros de sus dos compañeros. Su sonrisa se mantiene maliciosa y burlona, mientras observaba a sus dos amigos, acercándose a ellos rápidamente mientras mostraba una expresión animada, incapaz de cubrir su felicidad.

-Chicos, ¡me aceptaron!

-¿Tú también?

-¡Eso es genial!

-¿Cómo que también? Entonces…

-¡Así es! Tanto yo como el Dobe

-Calla Iza-chan… Y si, ambos entramos igual

Los tres chicos no logran evitar mostrar grandes sonrisas para luego empezar a reír animados, estaban contentos, eufóricos de hecho, a su corta edad habían entrado a la academia ninja de Konoha, un logro inaudito, que aunque casos parecidos ya se habían dado, el que los tres chicos, amigos desde que seguían en brazos de sus madres, hubieran sido aceptados a la vez, los ponía indudablemente felices.

Los tres niños empiezan a discutir de diferentes cosas, como en que querían especializarse o repasando las habilidades que poseían. Por parte del chico Nara, a pesar de su juventud, ya poseía una habilidad en taijutsu aceptable, siendo de los tres presentes el más fuerte y veloz en cuanto a habilidades físicas se refería, además del más inteligente. En el caso del chico Uchiha su fuerte se encontraba en su gran habilidad de aprendizaje, el fácilmente captaba y entendía todo lo que le decían, era igual el más astuto y mañoso de los tres. Para finalizar, el chico Uzumaki. De entre los tres era el más resistente, podía correr horas y horas sin cansarse, era increíblemente animado y muy dado al combate cuerpo a cuerpo, además de que era el más adaptable de los tres, cambios bruscos de temperatura no le afectaban, también era un superviviente nato, de perderse en uno de los muchos bosques de la aldea, muy posiblemente podría salir sin gran dificultad, o sobrevivir hasta obtener ayuda.

Luego de cerca de una hora platicando los tres muchachos deciden ir a ver la academia ninja, si iban a estudiar ahí, era mejor conocerla, además de que podían ir viendo la clase de enseñanzas que irían viendo. Con calma se retiran del parque, en donde habían estado platicando sentados sobre algunos neumáticos que había ahí usados para algunos de los juegos, para dirigirse hacia su destino.

-¿Cómo creen que sea?

-Pues todos serán algo mayores que nosotros, según mi mama normalmente se entra a los 8 años, seguro nos trataran como enanos.

-Bueno, es que tú eres un enano Teme…

-Calla Usuratonkachi, te crees mucho por ser algunos centímetros más alto

-Aun así él tiene razón Aruse Teme, eres un enano, de los tres eres el más bajo

-¡Solo me llevas un par de centímetros Madara! ¡Eso no es nada!

-Ya Madara Dobe, calmémonos, que ya sabes que el enano se enfada

-Está bien Izanagi, dejare el enano en paz

Las cabezas del Uzumaki y el Uchiha bajan rápidamente producto del golpe que habían recibido en la parte trasera de su cráneo, inclinando levemente sus cuerpos, mientras que el ojiazul se alejaba rápidamente sacándoles la lengua a ambos, feliz de haberlos tomado una vez más desprevenidos y haberles dado su merecido. Ambos chicos de oscuros ojos levantan la mirada enfadados y rápidamente se lanzan a perseguir al chico Nara, pero este ya había aprovechado y tomado una buena distancia, distancia que solo aumentaba más y más, el retoño del clan domador de sombras era mucho más veloz que los otros dos, perdiéndose de vista en pocos segundos.

-Maldito Teme….

-Da igual, vayamos a la academia, ahí lo encontraremos y nos la cobramos… Vamos Madara

-Vale, Vale…

Ambos chicos se van caminando del lugar tomando dirección a la academia ninja, la cual se encontraba al norte de su posición. Por otro lado, el chico Nara había corrido en dirección opuesta. Su rápida aceleración le había permitido alejarse rápidamente sin pensar primero a donde se dirigía. Luego de un par de minutos corriendo, dándose cuenta al fin que sus dos amigos no lo habían perseguido como él pensaba en primer lugar, se detiene de golpe derrapando y alzando algo de polvo y tierra, pasando su mano por su frente para librarse del sudor que se había creado gracias a su repentina carrera. Mientras recuperaba el aliento el pequeño voltea a ver en todas direcciones. En su carrera se había limitado a correr, avanzar y esquivar, por lo que ni siquiera estaba seguro de donde estaba.

Sus ojos pasan de edificio en edificio y de señal en señal, apenas deteniéndose en las personas ya que dudaba que estas pudieran indicar donde estaba. Luego de un par de minutos de reconocimiento, el chico se logra ubicar. Su carrera lo había llevado hasta la calle que conectaba con el barrio del clan Senju, un clan muy conocido por su gran habilidad y poder. El chico empieza a caminar lentamente tomando una ruta que según sabia, lo conduciría a la academia, aunque le tomaría más tiempo, debería de haberse fijado hacia donde había estado corriendo.

-Bff… Querrán golpearme cuando regrese… Jajajaja, valió la pena.

El chico ríe por lo bajo mientras seguía avanzando por aquella avenida, más cuando iba por medio camino, alcanza a escuchar el aterrado grito de una mujer desde la parte alta de un edificio cercano a donde estaba. El chico al instante gira la vista para dirigirla a la fuente de aquel grito, encontrándose a un pequeño bebe el cual estaba sobre la cornisa de un edificio de dos pisos. El pequeño bebe gateaba de forma lenta y tambaleante siguiendo a un gato que se alejaba paso a paso, manteniendo la distancia del bebe, mientras la observaba con una mirada desconfiada, típica de ese tipo de animales.

-¡Rayos!

Los ojos del chico Nara se abren de manera notable, al ver como el infante perdía el equilibrio en medio de su avance, separando sus pequeñas extremidades de la cornisa y cayendo al vacío que daba a la calle. El pequeño Nara toma acción de forma inmediata, corriendo hacia la pared de dicho edificio para dar un rápido salto y aterrizar en la pared, propulsándose igual contra esta para lograr una mayor altura y conseguir posicionarse a varios metros del suelo atrapando en medio del aire a la pequeña criatura y sujetándola con fuerza entre sus brazos, para después terminar cayendo de espaldas mientras sujetaba a la bebe contra su pecho, aterrizando de pie pero derrapando por el impulso, acabando por resbalarse y derrapar con la espalda pegada al suelo, manteniendo a la cría en brazos y alzada para evitar que se golpeara contra el piso. Cuando al fin se detiene el pequeño Nara se endereza lanzando leves quejidos, su camisa se había desgarrado en la parte de atrás y se había llenado todo de polvo, además de que con la caída se había dado un buen golpe en la parte de atrás de la cabeza.

-Ay, ay, ay, ay… Eso dolió…

Varias personas se acercan al chico al haber presenciado el incidente, para verificar que tanto el como él bebe estuvieran bien, además de para felicitar al chico por su heroico rescate y así hasta que llego la mujer que antes había gritado de horror al ver a su retoño en peligro, llorando de felicidad y agradeciendo al muchacho por haber rescatado a su bebe.

-No fue nada señora… Se nota que es muy… Traviesa…

Mientras el chico hablaba la pequeña bebe que sostenía en brazos balbuceaba y hacia los típicos sonidos de los bebes, dando leves risas divertidas al ver la desarreglada cara del chico, agarrando una de las mejillas del chico Nara con una mano cubierta de sus babas y tirando de ella con aquella fuerza que poseían todos los bebes, esa que era más de la que uno esperaría pero no tanto como para lastimar a alguien.

-Calma… Me estas llenando de babas…

-Muchas gracias pequeño, no sé cómo ella pudo haber llegado ahí, no sé cómo pagarte, le salvaste la vida a mi bebe, muchísimas gracias.

-No hay de que señora, mas discúlpeme pero ya me tengo que ir… Tome, aquí tiene a su hija…

Aruse le da a la mujer a la pequeña bebe, la cual vestía con un mameluco de tono rosa claro y tenía agarrada en dos pequeñas coletas su azulada cabellera. La pequeña bebe se resiste un poco de soltar la mejilla de Aruse, jalándola un poco más hasta que su madre logra tenerla en brazos, causando que el chico se sobara y limpiara la mejilla mientras se despedía de los presentes, alejándose en una rápida carrera en dirección a la academia, pero antes de dejar muy atrás al grupo que se había reunido para ver el incidente, logra escuchar unas últimas palabras de la madre de la pequeña.

-¡Anaru-Chan, jamás me asustes así de nuevo!

-¿Dónde estás Aru…? ¡¿Qué te paso!?

-¡Teme! ¿Por qué estas así? ¿Te peleaste o algo?

-¡Di quien fue y le daremos una paliza entre los tres!

-Jaja, tranquilos, solo ocurrió algo con una bebe muy problemática, pero nada serio, estoy bien…

Ambos oji negros se calman al escuchar esto, relajando sus cuerpos que se habían tensado para estar listos para pelear. Eso era lo bueno de ellos dos, al menos desde la perspectiva de Aruse, peleaban, discutían, se infravaloraban, se creían superiores a los otros dos, pero siempre que algo pasara, saltaban listos para cualquier cosa y matarían a cualquier que lastimara a sus amigos, Aruse no habría podido pedir amigos mejores que ellos.

-Entonces… ¿Entramos o no?

La pregunta del chico Uzumaki es captada por sus dos amigos, causando que los tres voltearan a ver al gran edificio delante dl cual se habían reunido. Tanto Madara como Izanagi se habían quedado esperando fuera a su amigo, el cual había llegado corriendo, deteniéndose junto a ellos jadeando para recuperar el aliento. Al ver la condición de su amigo ambos chicos se habían temido por alguna pelea, listos para vengar a su compañero, mas al saber lo que había pasado, se habían calmada, pera después regresar sus mentes al principal motivo del porque estaban ahí. Para ver la academia a la cual pertenecerían de ahora en adelante.

-Si… Creo que ya es hora…

-¡Ya verán como les ganare a ambos y ser el mejor de la clase!

-¡Calla Usuratonkachi! ¡El que será el mejor seré yo!

-Pff… Hablan de ser los mejores y no pueden siquiera resolver uno de mis rompecabezas…

-Esas cosas son basura Teme, no sé qué les vez…

-¡Te crees mucho por desenredar unos alambres de nada!

-Lo que pasa es que son unos cabezas huecas, ¡eso es todo!

Los tres chicos se miran desafiantes para después reír con ánimos, causando que algunas de las personas que por ahí caminaban giraran la vista a los tres chicos, más rápidamente los ignoran al tratarse de unos niños pequeños, siguiendo su camino. El trio de chicos sigue riendo con ganas para después calmarse y reír por lo bajo, empezando a avanzar hacia la puerta para adentrarse al que sería su centro de entrenamiento a partir de ahora. La emoción llenaba a los tres pelinegros, esto sin duda sería divertido, ¿Verdad? Desde ahora eran Shinobis en entrenamiento y si se esforzaban, llegarían a volverse genin a una temprana edad. Y ellos sin duda lo conseguirían, los tres lo sabían y lucharían para lograrlo.