En la tierra de Ooo la noche había caído hacia ya varias horas, era tarde por la madrugada, por lo que todo mundo se encontraba cómodamente dormido. Bueno, casi todos. La bella Reina de los vampiros se encontraban volando, disfrutando del aire nocturno que golpeaba su cara y de la curiosa sensación que las nubes provocaban al contacto con su piel. Ella era una criatura de la noche, tan solo una pequeña parte de ella era humana, así que al contrario de la mayoría ella disfrutaba mucho mas de la noche que del día por varias razones, empezando tal vez porque una de las únicas cosas que la podían matar era la luz del Sol. Marceline se encontraba volando sin dirección como muchas noches, solo disfrutando de la luz de la luna bañando su piel grisácea y de como su largo cabello se movía gracias al aire, aunque aún en bellas noches como esas había veces que la mente de la Reina se veía perturbada por varios pensamientos, y aunque amaba las noches así también las odiaba, porque le permitían recordar cosas que procuraba mantener enterradas, encerradas en un "baúl" imaginario, como Finn lo llamaba.

Incluso ella necesitaba un "baúl" donde meter cosas que no podía manejar.

La vida de Marceline había sido muy larga, había estado vagando por ese mundo desde hacía ya mas de 1000 años, ella había conocido el mundo antes de la Guerra de los Champiñones, un mundo libre de seres mutantes, poderes mágicos... Incluso un mundo libre de El Linch. Había vivido muchas cosas, y no todas eran felices. En noches como esas se ponía a pensar en cosas como aquellas, en especial en personas amadas y odiadas, personas como su amada madre, que paso poco tiempo con ella pero que aún así tenía un poder tal en Marceline que la impulsaba a salir en pleno día para recordar momentos juntas, también pensaba frecuentemente con su padre Hunson Abadeer, que nunca había estado ahí para ella realmente pero que aún así amaba, o en su otro "padre" Simon Petrikov, que la había amado y cuidado como si fuera su propia hija durante una de las épocas mas oscuras del mundo pero que ahora no era mas que un viejo loco con la palabra "princesa" grabada a fuego en su mente. Siempre se había preguntado si en alguna parte dentro de su descompuesta cabeza el recordaba a su verdadera princesa. También había alguien mas, pero... No, no valía la pena ni pensar en esa persona. Pero aún así ella era una de las estacas mas grandes que tenía clavadas en el fondo de su alma.

-Ay Marceline... Tantos años y no aprendes - se dijo a si misma mientras, sin dejar de volar, se recostaba en el aire boca arriba y se ponía a mirar el cielo nocturno. Continuo volando perdida en sus pensamientos hasta que algo toco su espalda. Al voltear, Marceline pudo ver que aquello que la había tocado era la torre mas alta que había en el Dulce Reino, lugar al cual se había transportado sin notarlo si quiera. Aprovechando que estaba ahí, y sin tomarle importancia a las consecuencias que podría desencadenar con lo que estaba a punto de hacer, la bella vampiresa voló hacia la ventana que daba a la habitación en la cual sabia que ella se encontraba durmiendo, y tal cual como ella pensó, ahí estaba, acurrucada en su cama profundamente dormida. Abrió la ventana con cuidado de no hacer ruido y se adentró en la habitación para poder observar a aquella persona mas de cerca, y ahí, flotando delante de su cama, Marceline se dedicó a ver a la última estaca que su corazón había tenido que resistir, a aquella que jamás había podido meter al "baúl".

Marceline estaba observando a la Princesa Bubblegum.

-Así que era cierto eso de que duermes con la playera, ¿no? - dijo susurrando. Una sonrisa se coló en su rostro al verla así, tan tranquila, sin ningún experimento en manos y sin atacarla, solo... Pacífica. Había olvidado la ultima vez que había cuidado sus sueños, aunque la calidez que sentía en su viejo y maltratado corazón al hacerlo jamás había desaparecido por completo a pesar de todo. Hacia años, muchos años, ella y Bubblegum (o mejor dicho Bonnibel, como ella le decía) habían tenido historia juntas. Ambas eran más jóvenes que en aquel momento, ella era aún más alocada y la Princesa se dejaba llevar al menos un poco mas por su corazón, no solo por su cerebro, y aunque fue una relación extraña, también era la mas hermosa que Marceline podía recordar. Ella, tan independiente e indomable, y Bonnibel, tan tierna y precavida... De alguna manera ambas se complementaban. Durante un tiempo todo marcho bien, ambas se amaban y por un par de años eso fue mas que suficiente, aunque conforme el Dulce Reino crecía también lo hacían las responsabilidades de su Princesa, y con ello su corazón fue quedando más atrás en la carrera que siempre había tenido con su cerebro y la razón. Cada día que pasaba ambas se veían menos, Marceline la buscaba, incluso en pleno día se las arreglaba para llegar con su compañera sin que nadie la viera y sin sufrir ninguna quemadura, pero ella la esquivaba, diciendo que tenía muchas cosas que hacer. Al final su relación murió pues Bonnibel le dijo que tenía un deber con su reino, deber que implicaba que no podía tener nada que ver con alguien tan problemática como Marceline, mucho menos si ambas eran del mismo sexo, ¿cómo lo verían todos? Fue un final triste y cruel que cambio a ambas y ocasionó que Marceline se marchara de Ooo por mucho tiempo dispuesta a no volver a ver a ese dolor de cabeza rosado por el resto de su inmortalidad. Pero termino regresando a Ooo, haciéndose amiga de Finn el cual al no saber nada intento inocentemente que ella y la Princesa fueran amigas, pensando que no se conocían. Si bien era cierto que su relación había mejorado de un "muérete" a un simple "aléjate de mi", la Reina de los Vampiros y la Princesa del Dulce Reino jamás habían podido llegar a ser algo mas que conocidas, en el mejor de los casos amigas lejanas. Para el momento en el que Marceline había terminando de recordar porque odiaba tanto a Bonnibel, su mirada nostálgica había pasado a una mirada llena de odio y resentimiento, y aún así, muy dentro de ella, seguía sintiendo algo por su dolor de cabeza rosa, y se lo había demostrado en varias ocasiones desde la llegada de Finn y Jake. Se acercó más a ella y no pudo evitar preguntarse si el rosa sabría tan bien como el rojo, pero antes de que lo pudiera comprobar, Bonnibel abrió los ojos dejando escapar un par de lagrimas y se sentó rápidamente en su cama.

-¡NO! - gritó. Para evitar que sus cabezas chocaran, Marceline se había transformado en un pequeño vampiro y se escondió debajo de la cama, esperando que no la hubiera visto, y casi inmediatamente el mayordomo de Bubblegum entro en la habitación.

-¡Princesa! ¡¿Está bien?! - gritó alarmado mientras se adentraba con una lámpara de aceite en mano.

-S-si... -contestó la Princesa recuperando la calma rápidamente.- Si, no te preocupes Mentita, fue solo un mal sueño

-¿Esta segura?

-Si - aseguró Bubblegum ya completamente calmada.- Vuelve a dormir, mañana tenemos muchas cosas que hacer

-Como usted ordene, Princesa - dijo el fiel mayordomo mientras salía de la recamara y cerraba la puerta tras el. Después de aquello la calma volvió a la habitación y pronto Marceline escucho como Bubblegum se volvía a acomodar en su cama después de cerrar la ventana, y como tiempo después su respiración se volvía mas calmada en un indicio de que estaba dormida una vez mas. Marceline aprovecho el momento para escapar por la ventana y adentrarse en la noche sin mirar atrás ni si quiera para cerciorarse de que Bubblegum no había despertado, pues sabia que si miraba atrás le iba a ser muy difícil volverse a ir.

Aquella noche la Princesa Bubblegum había vuelto a soñar con aquella vampiresa, y como las veces anteriores, no había sido un sueño precisamente bonito. Era curioso como a pesar de que hubiera pasado tanto tiempo y de como la relación que tenían ambas ahora era al menos un poco mejor que en los últimos años, ella seguía siendo torturada por la decisión que había tomado, aquella que ponía primero a su reino que a la persona que amaba. No la malentiendan, ella jamás se había arrepentido de haber tomado aquella elección, pero siempre se torturaba pensando que tal vez habría habido otra manera, una en la que la que Marceline no terminara odiándola y en la que ella misma no tuviera que fingir odiar a la Reina Vampiresa, pues sus verdaderos sentimientos no podían ser mas diferentes. Pero la decisión había sido tomada, y como Marceline se lo había demostrado, no había vuelta atrás. Pero al parecer sus sueños... Sus sueños parecían seguir a su corazón todavía, un corazón arrepentido.

En el sueño había recordado varias cosas, momentos que habían pasado hacia ya muchos años, donde ella y Marceline estaban juntas y felices a su propia manera, pero después el sueño se volvía pesadilla, una en la que la peli-negra la miraba con todo el resentimiento que tenía y luego se iba sin decir palabra, y aunque Bubblegum la perseguía parecía que por cada paso que daba Marceline daba otros dos.

-Princesa - dijo una voz muy conocida para ella.

-¿Que pasa Mentita? -Ya es de noche, debería descansar, a estado todo el día en el laboratorio, ni si quiera ceno...

-Estoy bien -mentía, aunque su sonrisa habitual adornaba su rostro.- Tranquilo, no tengo sueño .

-Si usted lo dice... Solo recomiendo que se vaya a dormir pronto.

-Lo haré.

-Descanse Princesa - dijo Mentita aun algo preocupado mientras salía del laboratorio. En realidad Bubblegum estaba muerta de cansancio, no por estar en el laboratorio -en el cual realmente no hacía casi nada, solo estaba ahí para que nadie la molestara- sino por las pesadillas. Ella siempre había extrañado a Marceline, pero las pesadillas habían llegado hacia no mucho... ¿Que le estaba pasando?

La Princesa estuvo un par de horas mas en el laboratorio perfeccionando algunas fórmulas solo para tener algo que hacer, aunque pronto entendió que si no dormía en ese momento probablemente se enfermaría por tanta falta de cansancio, así que se rindió y se dirigió a su recamara con la esperanza de tener una noche sin pesadillas, mas si bien esa esperanza seguía en pie, se encontró con algo mil veces peor al llegar a su cuarto.

-¡Marceline! ¿Que estas haciendo aquí?