Notas de Autor: ¡Hola! Este es mi intento de volver a escribir. Veamos cómo nos va.


Felicidad

Prologo: "Una chica inesperada aparece"

Ella dijo, "La muerte es tan definitiva", asustándome casi hasta la muerte. Y luego empezó a balbucear, como un perrito que no deja de ladrar. De su boca brotaban cosas sin sentido que significaban nada y todo a la vez. "De momento estas aquí, y luego de momento ya no estas. Todo simplemente cesa de existir, aunque tal vez no. Puede que haya algo después, ¿pero en realidad quien puede estar seguro, ah?" Sus ojos subieron directo a mi cara. Un azul cerúleo que reflejaba el brillo de la luna de esa noche tan nebulosa. Quede paralizada sobre el barandal del puente más abandonado de Maine por lo que parecía una eternidad, mientras que abajo, el rio continuaba haciendo de banda sonora para su divagación. "La verdad es que nadie puede asegurarte de nada, y por eso yo me lo juego seguro. Para mí no hay nada después. Así que ¿para que ir hacia la nada? ¿En especial cuando hay tantas vidas por vivir aquí?" Parpadeo dos veces, pero fue en la segunda que me di cuenta de que al fin había acabado su monologo, y que estaba esperando una contestación.

"¿Tantas vidas?" Susurre. Si se iban con el viento se fueron. Si ella no lo podía escuchar, ¿acaso importaba? ¿Tan siquiera ella estaba verdaderamente aquí? Me pregunte, pero aun así termine añadiendo. "Solo tienes una."

"¡Eso es lo que nos dicen!" Lo escuche como un grito en el silencio de la noche. Me asusto casi tanto como su presencia. Mi corazón se saltó un latido. "Yo podría mostrarte lo contrario".

Una conspiración. Una mano pálida estirada en mi dirección. Simple. Frágil. Firme.

Esperando.

En un milisegundo pensé en alejarme de este fantasma. Esta aparición que no debía estar aquí. No debería haber estado a punto de ser testigo de mi alivio. En otra fracción de segundo, la contemplé. Pequeña, menos voluptuosa, más joven. Extendiendo una mano segura. Ojos suaves, cabellos dorados, una sonrisa invitadora debajo de unas pecas apenas visibles.

Extendí mi propia mano, ligeramente más oscura, y permití que me ayudara a bajar del barandal. Ella no dijo nada, por primera vez, antes de guiarme hacia lo desconocido.

Lo más raro de todo fue que era como si ella y yo fuéramos extraños, como si nunca nos hubiéramos cruzado en los pasillos o compartido un libro. Como si no hubiéramos sido compañeras de clase desde la escuela elemental.


N/A: Bueno, por extraño que pudiera parecer, español es mi lengua primordial pero no es con la que más escribo, así que les agradecería que dejaran algún comentario. Hasta pronto!