A/N: Culmina un mes, empieza uno nuevo y en la apertura de este mes, emprendo con un desafío para mí. Mis más sinceros respetos como siempre, mis queridos Xiaoliners, un placer (para ustedes...) de estar aquí compartiendo mis fics de mi serie favorita con vosotros, rápidamente paso a explicarles: Este será un fic corto, no sé cuánto capítulos van a salir porque hasta ahora llevo el capítulo uno, pero será menos de diez capítulos, no estaba previsto en mis planes si no que apareció de la nada. Al principio no estaba muy segura en saber si iba a publicar este fic, si me animaba (o tenía el valor, mejor dicho) de hacerlo o si se me ocurría una "historia", porque tan solo tenía un tema sin saber qué hacer con él. Y de pronto, una lluvia de ideas que materializan un fic con un principio, desarrollo y desenlace. Oscilé varias veces entre lo haré o no lo haré, y a la larga dije "lo haré" por la simple razón que es hora de madurar, de crecer, de abrir campos, de experimentar algo completamente diferente. Me impuse un desafío y para hacerlo como "más agradable", qué mejor manera a través de mi serie favorita. Sin tapujos y sin meollos, me voy directamente al grano: A través de este fic me inicio con mi primera historia de literatura romántica erótica... (la advertencia principal y la razón por la cual es rated: M, para prevenir). Por favor, no se me espanten, léanme (si digo que me oigan, no tiene sentido). En primer punto, no se preocupen que vaya a poner algo estruendoso porque el erotismo no es lo mío, apenas soy una principiante y por supuesto, no voy a exagerar muchísimo (sólo lo justo) y en segundo punto, estoy clara que no puedo llegar a los límites de un fic MA. Como sé que no soy una experta y les consta, a los que me conocen, que no me gustan las mamarrachadas, me estoy asesorando con una querida amiga mía en estos puntos y como referencia para "tener una guía" agarré Cincuenta Sombras de Grey (tiene poca semejanza, pero no es lo mismo porque los lectores siempre queremos originalidad y yo no quiero que se lean Cincuenta Sombras de Grey escrito por mí con diferentes nombres). Además de que no todos mis capítulos serán lemmon únicamente, le voy a dejar el espacio a otros términos que serán importantes en el fic y no olviden que a pesar de todo, esto es un fic romántico con unos elementos interesantes como el protagonista/antagónico. Para no seguir alargándome, ustedes decidirán, os dejo con el primer capítulo...


Hurricane

-I capítulo: Atracción incógnita-

Era su primer día de trabajo. El clímax hacia la final de su carrera para consagrarse como una exitosa profesional. Pues ese día, Kimiko Tohomiko iba a entrevistarse con el director Chase Young del liceo Saint Hui. Tenía entendido que era descrito como un hombre serio, exigente y detallista; y Kimiko quería causarle una buena impresión. En sus manos, decidía el futuro de la joven prácticamente. Puesto que como requisito indispensable, la escuela le exigía que para graduarse de licenciada en educación, uno de sus pensum era el de pasantía. Debía impartir clases regulares en un instituto. Hacía meses que había estado preparando su material de apoyo, organizando actividades dinámicas que incluían la presentación de una autoboleta y, por supuesto, ella elaboró una carta formal de presentación que planteaba su solicitud redirigida al director, quien muy cordialmente aceptó y pautó el día de hoy para "establecer los puntos claros" a las 7:30, cuando ya el colegio había iniciado las actividades académicas y pues que ese era el horario de atención del director Young. No acostumbraba a levantarse tan temprano, empero, por ser una fecha especial, programó el despertador dos horas antes para emperifollarse. Se levantó de su cama, salió directamente al cuarto de baño donde preparó la tina con agua templada y apenas regresó a su cuarto, vació medio closet para escoger qué se pondría. Una ropa cómoda y casual. Una blusa verde con estampados, un cinturón, jeans y zapatillas a juego con la pretina. Lápiz labial... Brillo, podría ser. Se echó colorete en los pómulos del mismo color que su piel y rímel para resaltar sus pestañas. Se peinó y recogió su cabello en una cola de caballo. Zarcillos cortos y unas cadenitas en torno a su muñeca. Ahora a prepararse el desayuno, ¿cereales? ¿tostadas? ¿o tortitas? Hace tiempo que tenía antojo de tortitas... comería tortitas. ¿Tenía tiempo? Kimiko miró el reloj de pared de la cocina. Y sí que lo tenía. Había tardado exactamente una hora bañándose, vistiéndose y maquillándose. Las puso a cocinar a fuego lento para que no se quemaran, así estarían listas más o menos en quince y veinte minutos y luego las sacaría, sirviéndolas con mantequilla. Kimiko escuchó venir a su hermana mayor, Tomoko, por el largo bostezo que profirió. Tenía puesta su bata de baño, su sedosa y largo cabellera pelirroja caía como una cascada sobre su espalda y el rechino de sus pantuflas pomposas rosas era inconfundible.

-Oh, buenos días, Tomoko, ¿dormiste bien?

-Como un lirón, buenos días Kimiko, ¿y eso que te levantaste tan temprano? Normalmente soy quien despierta primero –la hermana de Kimiko trabajaba en el canal XiaolinTV, en el bloque de noticias, desempeñándose como una talentosa periodista desde hace siete años aproximadamente. Coincidiendo justamente en el día en que su hermana menor vino a vivir bajo su mismo techo. El papá de ambas, Toshiro, consiguió ese apartamento pequeño para Tomoko cuando cumplió los dieciocho años como regalo de cumpleaños, aprovechando que estudiaría en una de las mejores universidades de CosmosXiaolin, ingresando como estudiante de comunicación social, misma universidad que estudiaría Kimiko más adelante.

-Hoy conozco a Chase Young. Ya sabes, el director de Saint Hui, el liceo donde daré clases para el pensum de pasantía –Kimiko se dio la vuelta. Su hermana había tomado asiento.

-¿Es hoy? Saint Hui queda un poco lejos de aquí, ¿necesitas que te lleve en mi auto antes de irme a trabajar?

-No te preocupes, Keiko me lleva en el suyo, pasará a recogerme cuarenta minutos antes. Ay Tomoko, no sé cómo haces para estar frente de cámaras con miles de personas viendo y si cometes un error, todo el mundo lo sabrá, pero estoy tan nerviosa...

-Tranquila, Kim, lo harás bien. Confío en ti, lograrás puntos de afinidad con él, imagina que es una conversación natural; debes proyectar la chica segura y firme que eres, siempre con mente positiva... ¿Algo se quema? –olisqueó Tomoko. Kimiko se dio la vuelta, se descuidó en la cocina. Sinceramente estaba tan nerviosa que ni percibió cuando las tortitas se estaban tostando. Tomoko se levantó de un salto e intervino.

-Lo siento mucho, estoy nerviosa.

-No te preocupes, afortunadamente fue de un lado nada más, pudo pasarle a cualquiera. Ve a sacar el yogur de durazno y ve sirviéndolo –dijo ella. Kimiko asintió con la cabeza, abrió la nevera y lo sacó. Frente cada plato, puso un vaso y vertió a la mitad. Su hermana dejó una tortita en cada plato. Ya había sacado la mantequilla cuando las hermanas empezaron a servirse al gusto. Desde que tenía memoria, Kimiko había celado ese lado de su hermana, siempre con una actitud positiva, segura, confiada, tranquila y espontánea, tenía resultados exitosos. Cuando era niña se inscribía en miles de concursos de belleza en que siempre salía ganadora hasta que se retiró por sentirse cansada. Una habilidad asombrosa para calcular y realizar complejas operaciones para dar respuestas simples a problemas difíciles (en física, química y matemática en la secundaria destacó entre las mejores) y una creatividad original que marcaba sus trabajos. Kimiko se preguntó por qué su hermana eligió una carrera tan simple como la comunicación social, cuando podría ser tal vez una prodigiosa ingeniera o una médico profesional. Mientras que ella, todo lo que hacía terminaba en desastre. Nunca fue amiga de los números ni gustaba de carreras de ciencias o sociales, tenía una evidente inclinación hacia la parte humanística para ayudar a los demás en su desenvolvimiento y, claro, adoraba escribir. Siempre fue una chica linda, autosuficiente y torpe. A pesar de todo, nunca guardó resentimientos o celos contra su hermana. Su relación marcaba en términos buenos.

Su celular dio un repique. Kimiko bajó el vaso y se levantó, su teléfono estaba dentro de su bolso. Era un mensaje de Keiko, pidiéndole que bajara.

-Vinieron por mí. Deséame suerte.

-No la necesitas, lo harás bien... ¡Oye, Kimiko, espera!

-¿Sí? –la chica se dio la vuelta. Tomoko se levantó y limpió sus bigotitos de yogur con una servilleta. Kimiko soltó un ruidito.

-Ten confianza en ti misma, tú puedes.

Kimiko fue corriendo. Llamó al ascensor, pero éste estaba en planta baja. Tardaría en subir. Así que bajó los cuatro pisos, usando las escaleras. Revisando que nada le faltara y salió. Keiko esperaba en el auto, dio una señal con la mano, le abrió la puerta por ella y su amiga se sentó a su lado. Pisó el pedal y fueron a Saint Hui directamente. En el trayecto, Keiko le estuvo repasando las últimas tendencias en la moda, los problemas con su closet y cómo fue el resultado de la cita con el último chico al que invitó a salir el sábado pasado. Kimiko no paraba de reír. Keiko no necesitaba hacer chistes o algún esfuerzo para ser divertida, su característica honestidad y espontaneidad la compensaba. Kimiko pensaba en el fondo que eran muy parecidas en personalidad de lo que creía, prácticamente casi como hermanas y por un segundo más unida a ella que a su propia hermana. A causa del trabajo, veía muy poco a Tomoko (solamente en la mañana y a veces en la noche) mientras que a Keiko, por estudiar juntas la misma carrera, día y tarde. Y en la noche, se enviaban mensajes de texto.

-¡Qué modales, amiga! Ese tipo no me dejó abrir la boca ni para excusarme en ir al baño, ¡parecía un cerdo comiendo esas chuletas mientras hablaba sin hacer pausa para tragar! ¡Y el espagueti! Aún no te he contado lo del espagueti, ¡casi que le iba entrando por la nariz, en la nariz y ni cuenta!

-Creo que tuviste una cena divertida a pesar de todo.

-¡¿Divertida?! ¡me escupió salsa en mi bello rostro mientras hablaba y comía espagueti! Te lo juro, nunca volveré a invitar a dependientes de tienda aunque sea tan apuestos como él, ya aprendí mi lección. Y te lo estoy diciendo para prevenirte, como buena amiga que soy. Ay no sé, Kimiko, creo que para encontrar mi príncipe azul será más difícil de lo que pensé.

-Oye, hablando de príncipes azules, ¿alguna idea de cómo es el director? He visto fotos del colegio, de alumnos, de profesores por internet en la página oficial de Saint Hui. Pero no sé nada del director, no sé como reconocerlo cuando vaya a hablar con él. Ni creo que él tenga facelook.

-No te preocupes, me imagino que te indicarán cuál es su oficina y ahí te estará esperando, como buen caballero. Seguramente será un viejo cuarentón solterón que vive con su madre, como en las películas, pero debe ser amable que es lo importante. ¡Digo, de otra forma no te hubiera respondido tan afablemente! Se nota que es un hombre educado cuando me leíste por celular su correspondencia, ¡no como mi último novio!

-Pero si apenas lo conociste cuando fuimos a esa boutique y lo invitaste en el mismo día, solo fue una cita para juzgar si era el indicado y comprobaste que fue más que reprobado.

-Bueno, tú sabes que soy muy enamoradiza –se excusó Keiko con tono mimoso-. Oh, mira ya llegamos –exclamó de repente- ¿quieres que te acompañe o estarás bien?

-Mejor iré sola, para ir conociendo cada cosa en su lugar. Nos vemos dentro del rato.

-Claro, ¡no olvides contarme qué tal te fue y suerte! –despidió Keiko mientras su amiga se bajaba del volvo.

Saint Hui era una secundaria bastante amplia. Los patios estaban enteramente vacíos. Era sinónimo de que los alumnos permanecían en el interior de las aulas, recibiendo clases. Los pasillos impecables, la basura en su lugar. Escaleras por un lado, salones por el otro. Vio la cantina y las mesas de comedor a lo largo de un pasillo recto, suministrando el alimento cuando fuera hora de recreo. Kimiko encontró la subdirección de casualidad y de allí, fue a dirección. No había nadie. A lo mejor, salió un momento. No quiso sentarse sin ser invitada así que barrió con la mirada de pies a cabeza el lugar, un escritorio con el nombre escrito en una barra, los trofeos y títulos que ha ganado el plantel estaban colgados en las paredes, no hay una foto familiar o de una mujer encima... Entonces, el director tal vez sí era soltero y sin novia. Un archivo, una computadora, una planta. Era un ambiente muy acogedor. Ella se deslizó hacia el escritorio, quizá a admirar la caja de lápices cuando un hombre entró a la dirección. Kimiko se dio la vuelta.

-Estos alumnos de hoy, violencia por aquí y violencia por acá, ya nada es como mis viejos tiempos... Oh perdone, nadie me informó que usted estaba aquí –Kimiko sintió el corazón congelarse un segundo cuando sus miradas se encontraron, ¿quién era él? Posiblemente le llevaba diez u once años de diferencia, pero no podía ocultar su... enorme atractivo- ¿quién es usted? –Kimiko no respondió al principio, no porque no entendió la pregunta sino que se había perdido literalmente en los ojos claros de aquel apuesto extraño- disculpe, señorita, disculpe... –se aclaró la garganta. Kimiko sacudió la cabeza, volviendo a la realidad.

-¿Sí?

-Le pregunté quién es usted.

-Ah sí, lo siento, soy Kimiko Tohomiko, la estudiante de la Universidad Wudai Shoku para la pasantía. Le envié una carta al director Chase Young y se supone, que debía estar aquí a esta hora.

-Oh sí, por supuesto, qué descuido de mi parte no estar aquí antes. Ahora recuerdo que le dije que a esta hora teníamos nuestra pequeña entrevista, pero estaba solucionando uno de tantos problemas en el plantel. Soy el director Chase Young, un enorme gusto en conocerla –extendió la mano, Kimiko la estrechó unos minutos después. Esto no podía ser cierto, ¡¿él es el director?!- por favor, tome asiento.

Caballerosamente, le cedió una silla y esperó a que se sentara para repetir lo mismo. Es un caballero típico londinense (aunque sus rasgos faciales indicaba su origen asiático) amable, galante, atento y muy apuesto. De ojos color caramelo, mirada penetrante, cabello negro, voz profunda y suave, de manos ásperas y fuerte, alto, la piel pálida, ancho de espalda y hombros. Era la representación del hombre perfecto. Chase pasó a explicar qué había leído la carta, estaba de acuerdo, le parecía interesante contribuir con su causa y al mismo tiempo veía el beneficio para el recurso más importante de este país: La formación de los jóvenes, que en un futuro serán los dirigentes de la nación. Kimiko lo oía atentamente mientras en el interior de ella, su estómago se encogía, sus manos sudaban y su corazón latía fuertemente. Su forma de expresarse es tan única. Nuevamente se distrajo en mitad de la conversación. Chase percibió que ella estaba en otro mundo.

-¿Le pasa algo? La noto distraída.

-Oh no me pasa nada, lo estoy escuchando y tiene mucha razón, Sr. Young.

-Dígame Chase, vamos a venos durante... Seis meses, un semestre completo, lo que es para mí un poco más de la mitad de un ciclo escolar y pienso que debemos afianzar la relación si estaremos prácticamente compartiendo juntos en estos meses, ¿no cree, Kimiko? –inquirió.

-Sí, Chase –se contuvo de no soltar un suspiro-. De hecho, me gustaría incluir actividades participativas y dinámicas que motiven a los alumnos como... –Kimiko iba a abrir su bolso, cuando iba sacando la carpeta, ésta resbaló de sus manos y cayó al piso junto al monedero- ay qué torpe, disculpe.

-No se preocupe, adelante… –Kimiko levantó la carpeta acordeón del piso y su monedero, éste lo volvió a guardar en el bolso y abrió la carpeta, buscando el cronograma. Más que nerviosa, Kimiko sentía el calor subir a sus mejillas mientras buscaba la planificación de las actividades hasta que finalmente la encontró, justo cuando comenzaba a preguntarse qué había hecho con la hoja si recordaba haberla guardado allí.

-¡Como la dramatización! Iba diciendo, pienso que se debe estimular creatividad. Hará menos aburrido a los estudiantes a la hora de estudiar y se les hará más fácil de aprender –explicó. Kimiko esperaba que Chase no interpretara que quería decir que estudiar por vías normales era aburrido.

-Me parece una buena idea y la historia universal es una materia muy bonita, era una de mis preferidas cuando yo estudiaba en secundaria. Pero ese plan de evaluación debe mostrarlo al departamento de evaluación y control, ¿le parece bien que mientras la llevo hasta allá, podemos ir discutiéndolo? Y de paso, conocerá la escuela un poco mejor.

-¡Sí, me parece perfecto!

Chase asintió con la cabeza, se levantó. Le abrió la puerta y esperó que ella pasara primero. Los dos caminaron en los pasillos mientras Chase iba enseñándole las áreas comunes del edificio, Kimiko iba explicando su planificación. Él le comentó que ella daría clases a los alumnos de octavo grado a cargo del profesor Fung. Normalmente, dejaría a Kimiko sola en el aula con los estudiantes, pero algunas veces (a cada dos semanas específicamente) él iba a estar presente en el salón de clases como si fuera un alumno más para evaluar el progreso de los alumnos y el de Kimiko o podría estar con él y ella sería su asistenta, es probable que el primer día estuviera con ella. Dependiendo de su informe, Chase lo tomaría en cuenta. Y además que el profesor Fung estaba en horas de jubilarse, si Kimiko demostraba que tenía la capacidad para manejar el curso y era eficiente, podría tener una oportunidad de trabajo.

-¿En serio? Eso significaría muchísimo para mí.

-Lo sé y por... simple curiosidad, si me permite el atrevimiento, ¿cómo escogió nuestro liceo? No creo que estudiara aquí anteriormente, porque los ex alumnos acostumbran venir aquí para cumplir con servicio comunitario.

-Ah, fue una sugerencia de mi hermana mayor, ella es periodista y conoce muchos lugares buenos, sabe que este es uno de los colegios con más prestigio de la zona y... –Kimiko se mordió la lengua. Temió que Chase interpretara que estaba ahí por interés, no quería decir ninguna estupidez. No podía soportar la vergüenza de quedar en ridículo. Afortunadamente, llegaron al departamento de control y evaluación. Chase hizo las presentaciones entre los dos, asimismo conociendo al comisionado, le explicó brevemente. Chase los dejó solos ya que tenía que resolver asuntos pendientes, y abandonó la estancia. Intrigando a Kimiko, con la duda en la cabeza si lo había ofendido o... peor, si le causó una mala impresión. Eso sería horrible si así fuera. Kimiko entregó su planificación y recibió su horario de trabajo. Martes y viernes daría clases en horarios vespertinos. Muy bien, para hacer algo grande se debía comenzar con algo pequeño. Kimiko regresó a su casa en taxi. Aún no tenía su propio auto, no lo necesitaba porque la universidad estaba más o menos cerca de dónde vivía, pero Saint Hui era otra cosa. Para ella era difícil ahorrar con Keiko al lado, una loca convulsiva de las compras que la tentaba a gastar el dinero en la billetera y todavía no trabajaba. Dependía de su hermana...

Kimiko llegó a su casa. Su hermana no estaba. Podría aprovechar el tiempo en prepararse a las clases. Tenía tarea por hacer tanto del hogar como la universidad. Sin embargo, en sus pensamientos persistía el recuerdo de Chase. ¡¿Cómo pude ser tan estúpida?!, se regañaba a sí misma. Agarrándose de la raíz del cabello. Seguramente pensaría que ella era una chica cabeza hueca que soltaba risitas tontas. Y torpe, Kimiko se abochornó de contemplar las imágenes de sí misma tropezando, soltando las cosas, distraída y balbuceando. ¿A quién iba a engañar? Esa entrevista fue un asco. Y para Chase, ella también era un asco. Ese hombre le había atraído bastante y no lo negaba. Kimiko no era como Keiko que se embelesaba con cualquier cara bonita ni tenía una lista récord de novios igual que ella, pero Chase... Él era diferente, en todo momento se mostró como un príncipe azul ni creía que existía caballeros educados que abriera la puerta delante de una mujer. Él encajaba en el recuadro que dibujó de su hombre ideal perfectamente y era lindo. Pero estaba omitiendo un detalle importante, olvidó quién es: Él es el director de la escuela que presentaría pasantías, decidiría si pasaba o no y si entre ambos surgiera una relación amorosa, daría hincapié a que se dudara sobre si realmente aprobó. Las relaciones laborales no podían mezclarse con las sentimentales. Si bien, hablaba como si ya se hubiesen correspondido cuando podría ser todo lo contrario, la prueba era cuando él se marchó por esa puerta.

-Qué lío te metiste, Kimiko, bien hecho… –se dijo a sí misma, apoyando la cabeza contra la lavadora mientras lavaba ropa, pensando en el incidente.

No tenía ninguna tarea por adelantar y los quehaceres del hogar eran de esos que ocupaban tus manos, nomás tu mente como el caso de la lavadora y lavar los platos del desayuno. Si bien, pronto se acordó de un examen pendiente y estudiar una hora antes, le apartó un poco su cabeza de Chase. Se dejó tal como estaba, recogió sus materiales en su mochila y fue a la universidad caminando. La Universidad Wudai Shoku era descrita como una de las mejores universidades de CosmosXiaolin, allí se habían graduado sus padres y su hermana mayor. En seis meses, si aprobaba formidablemente sus pensum, lo haría también Kimiko. Cada año, millones de estudiantes egresados de diferentes secundarias tanto dentro como fuera de CosmosXiaolin se presentaban en las inscripciones y en las pruebas internas que exigían las facultades, de miles se reducían a pocos quienes lograban conseguir cupos. No todos tenían la misma suerte. Fue una alegría para Kimiko cuando se enteró que había quedado, hasta ahora le había ido muy bien. Estudiantes de todas partes caminaban en grupos de un lado a otro. Recordó que al principio, se perdía en los primeros días. El campus era colosalmente grande. Flanqueó por un pasillo en que estudiantes de odontología iban corriendo directo a su escuela. La suya quedaba al otro lado de la biblioteca de la uni, un edificio grande y rojo apoyado en el centro. No había una muchedumbre en la puerta como creyó, solo distinguió a su mejor amiga. Kimiko tomó una bocanada de aire y la alcanzó antes de entrar.

Kimiko únicamente contó de sus problemas a su mejor amiga, una vez que se reencontraron en la universidad, lista para presentar una prueba. Keiko conocía bien a Kimiko y sabía que algo no marchaba bien. Y Kimiko sabía que Keiko no la dejaría en paz hasta que hablara y puesto que técnicamente necesitaba un consuelo. No tenía sentido ocultarlo, menos con una persona de confianza.

-¿Kim, qué te pasó? ¿por qué traes esa carita? Me tienes que contar –Keiko chequeó el reloj de su muñeca- tenemos unos minutos, vente –la arrastró a un lado de la puerta a la facultad para no estorbar el paso de los universitarios, sentándose en un banco al aire libre. Kimiko le contó sobre Chase Young. En vez de ser el cuarentón solterón que esperaba, resultó ser un caballero londinense, un príncipe azul. Le fue imposible evitar sentirse cautivada por el director, pero temía que quizás no fuera de su agrado por su culpa. Le contó textualmente cómo sucedieron las cosas mientras ellos iban caminando. Keiko la escuchó con cuidado. A un extremo de la facultad, unos ojos verdes detrás de una columna, espiaba a las dos chicas.

-No creo que él te odie, no dijiste nada que lo ofendiera, le dijiste que su colegio era bueno ¿y quién se ofendería si le dijeras que tu colegio es bueno? Tranquilízate, estás así porque él te gusta y cuando a uno le gusta mucho una persona, piensa que solo dice tonterías. No te martirices, amiga, tienes oportunidad de verlo otra vez y entablar una conversación con él, para que olvide esta situación y ganarte su corazón, ¿qué hombre no querría enamorarse de ti si descubriera la extraordinaria mujer que eres?... –animó dándole un codazo amistoso, Kimiko sonrió-. Él comprenderá que estabas nerviosa, por lo que me has descrito, se nota que es un hombre que sabe escuchar a una mujer.

-¿Pero mientras tanto qué pasará conmigo? Keiko, él es el director.

-Podrías declarártele sin que él se entere.

-¿Cómo hago eso?

-¡Escríbele una carta de amor! Ya sabes, de esas que son de admirador secreto. Él no sabrá quién eres y de esa manera, podrás desahogarte, ¡es lo que hacía yo cuando estudiaba en mi secundaria y te digo que es cien por ciento factible!

-No lo sé, Kei, no creo que sea buena idea. Mira, mejor vamos entrando, se nos hace tarde y el profe nos podría regañar por impuntualidad en el examen.

Keiko se encogió de hombros y siguió a Kimiko. Los ojos verdes contemplaban interesados a las chicas, siguió a una de ellas hasta perderle el rastro. Se retiró cuando su punto de mira se fue. Kimiko enfrentó ese día como cualquier otro. Respondió su examen sin dificultad y recibió clases normales. La mayor parte del tiempo atendía a las explicaciones del profesor a cargo, pero en otras desviaba su atención a los garabatos del cuaderno mientras su mente se enfocaba en Chase y en su amiga Keiko. Ella tenía razón. En cuanto a la carta de amor, no perdía nada con intentarlo porque era anónima y nadie sabría de quién es. Pero, ¿y qué tal si es nada más eso? ¿una atracción incógnita y no pasa de ahí? No estaba segura en qué pensar ni sentir. Debía darle "tiempo al tiempo". Cuando su hermana llegó a la casa, ella le dijo apenas que le fue bien o eso creía, no entró en detalles y rápidamente pasó a dormir. En sus sueños muchas veces apareció Chase y en otras su conversación con él. Para apartar su cabeza de los acontecimientos revividos por hoy, decidió dormir con música a alto nivel. Se colocó los audífonos que su hermana le había regalado tres años atrás y escogió una música instrumental: Intro por The XX, versión larga en repetición y se echó a dormir. Mañana era martes, es decir, le tocaba conocer a los alumnos de octavo grado que estarían a su cargo en estos seis meses que duraría el semestre.

Al día siguiente, a pesar de haberse levantado un poco tarde. Kimiko acudió a tiempo a su encuentro con el director Chase Young y conocer al profesor Fung, yendo en el coche de su hermana en vista que estaba en una emergencia. A Kimiko no le gustaba mucho depender de Tomoko, pero como no tenía otra alternativa, aceptó su ayuda. Ni se tomó la molestia de desayunar, guardó unas barras de comida dietética en el bolso para comer mientras Tomoko la llevaba. Ya desayunaría algo más decente después de acabar con las actividades del día. Se despidió de Tomoko y se encaminó casi volando hacia Saint Hui, chequeando su bolso y buscando el frasco de las pastillas de menta contra el mal sabor (aunque las barras no eran de las que ocasionaban ese tipo de problemas de una chica) y el cooler de agua fría luego de tragar. Le daría clases a dos secciones de octavo grado: Aula A y Aula B. Correspondía en su horario, los días martes primero al Aula A. Chase le había indicado que debía subir las escaleras hacia la izquierda, el último salón de clases al final del pasillo. El logo del colegio era identificado por un enorme dragón amarillo lanza llamas, que era la mascota del colegio (y que también participaba en los eventos deportivos). Kimiko giró a la izquierda después de subir al edificio, casi un segundo de haber tomado el camino incorrecto. Sacó un espejito compacto y se miró. ¿Presentable? Sí, adecuado para saludar a unos niños entre catorce y trece años. Igual que ayer, los pasillos refulgían de limpio. El azul pastel era el matiz ideal para un liceo. Kimiko guardó nada más el espejo. Chase estaba junto al profesor Fung. Un hombre que oscilaba tener entre sesenta y setenta años, aspecto amigable y cariñoso, calvo y con ropa holgada.

-Lamento si llegué tarde –se excusó Kimiko, caminando.

-No lo hizo, de hecho fue justo a tiempo. Quiero que conozca al profesor de historia, Fung –ilustrando una sonrisa, hizo una reverencia para saludarla-. Él la supervisará y si tiene una duda, podría planteársele –el profesor asintió con la cabeza. Kimiko le devolvió el gesto. Al parecer, Chase no lucía enfadado y la trató con la misma cordialidad que al día anterior. Lo que quiere decir que Keiko tenía razón y solo se estaba martirizando por nada. Ahora sí se sentía verdaderamente tonta. Chase los dejó y se marchó, no sin antes de decirle que en la hora de descanso hablaría con ella. Mientras, conocería a los alumnos. Entraron al salón.

Los muchachos estaban en el medio de un caos infernal: Tirándose taquitos, avioncitos de papel, borra, lápiz y bolas también de papel. Otros conversaban de un lado. Y unos estaban asomados al borde de la ventana, haciéndoles caritas a otros muchachos. Sin contar a los que rayaban las paredes. A pesar de haberles llamado un par de veces para despertar su atención, el profesor Fung recobró el orden, agarrando el borrador y golpeándolo contra la mesa. Los muchachos se dieron la vuelta y se levantaron.

-Buenos días, profesor Fung.

-Buenos días, muchachitos, pueden sentarse… –indicó, al mismo tiempo todos se sentaron-. Quiero que atiendan a la siguiente información, por favor –pidió, miró a Kimiko. Su turno de hablar.

-Hola chicos, yo soy Kimiko Tohomiko, estudio último semestre en la Universidad Wudai Shoku para graduarme en licenciada de educación, mención ciencias sociales, y voy a estar acompañándoles hasta fin de año como parte de mi labor de pasantías. Me alegra trabajar aquí con ustedes –se presentó-. El día de hoy compartiré mi plan de actividades y vamos a conocernos mejor, pasaré la asistencia primero para saber sus nombres y quiero que vayan levantando la mano a medida que voy nombrándolos, se pararán de su asiento, me dirán su edad, cuáles son sus hobbies y si les gusta la historia, ¿okey? Como una dinámica –Kimiko se sentó en el escritorio y abrió una carpeta, comenzando a nombrar a los alumnos uno por uno. El profesor salió del aula, dejando el curso en sus sabias manos, se reencontrarían en el segundo salón de clases.

Siendo un total de treinta y seis en el Aula A. No a muchos les gustaba la historia, la veían como una asignatura aburrida. Alrededor de menos de diez sí les gustaba. Hubo un alumno, Omi, que exclamó con efusividad que sí le parecía interesante. La mayoría tenía 13 años. Eran estudiantes que disfrutaban mucho al aire libre practicando deportes y navegar por internet, eso es obvio, y la música. Algunos tocaban instrumentos y estaban inscritos en la orquesta del colegio, otros en lo que consigna a actividades deportivas. Kimiko se paró.

-Creo que es mi turno, yo tengo 20 años, me gusta muchas cosas como la moda, la música, la tecnología, el internet, estar con mis amigos al igual que muchos de ustedes, de deportes –puso una mueca- de pequeña, me metieron en karate, pero me salí, en fin, son varias cosas y a mí me encanta la historia. Ahora voy a escribir en el pizarrón mi plan de evaluación, ya verán que mi modo de evaluar es continuo, no me gusta acumular los contenidos vistos, y que para la semana que viene tenemos nuestra primera actividad evaluativa que consiste en una investigación de nuestro primer objetivo y lo van a presentar este viernes a manera de un debate entre chicos vs. chicas. Soltaré preguntas, e irán contestando, mientras lo vamos discutiendo y aprendiendo, al final de la clase me entregarán sus cuadernos para revisar sí lo hicieron o no. Escribiré las pautas de lo que quiero después de que hayan copiado mi plan de evaluación, no acepto flojos en mi clase así que nada de tomarle fotos a la pizarra –aclaró-. A lo largo de este trimestre, notarán que tendremos muchas actividades dinámicas y creativas porque pienso que de esa forma será divertido, les voy a contar un secreto: En lo que concierne a rasgos, cabe en el parámetro de evaluación, no voy a estar yendo detrás de ustedes evaluándolos como andan vistiendo porque me parece un poco absurdo –algunos alumnos soltaron un suspiro de alivio, otros mostraban una sonrisa de oreja a oreja- y no les mandaré tareas, porque a mí no me gustaba que me mandaran tareas, no los voy a torturar a no ser que me obliguen porque si contemplo a observar el comportamiento en clases, el respeto dirigido a mi persona y a sus compañeros, la responsabilidad, si trabajan o no, todo depende de ustedes. No de mí. En cuanto a las pruebas, una de relleno porque siempre hay que meter una, ¿entendido? Voy a escribir mi plan de evaluación. Les estoy concediendo algo muy especial: Mi confianza, y a mí no me gusta que abusen de ella... porque si llegan a hacerlo, tiendo a ser un poquito vengativa, ¿okey?

-Sííííííííííííííí –corearon los alumnos.

Sacó de su bolso, su cuaderno de apuntes, cogió un marcador de pizarra púrpura y comenzó a escribir. Todos sacaron portaminas, lápices, borras, sacapuntas y sus cuadernos mientras comenzaban a anotar. Kimiko se dio la vuelta, aprovechando en poner una mueca. Vamos bien, Kimiko, vamos bien. La clase transcurrió normal y tranquila mientras iba anotando en el pizarrón. Atendiendo a preguntas que concernía como era su método de evaluar, dudas sobre la investigación, por ejemplo, si la investigación debía hacerlo con bolígrafo o no, conocer quién es el que fastidia en clases y quién no. Unos parecían levemente interesados cuando leyeron la dramatización dentro de lo que regulaba la planificación, la mayoría no, el debate entre chicos y chicas sí que despertó la atención de todo el mundo, la prueba, los famosos rasgos... Los murmullos por aquí y por allá, al final explicó en líneas general que iba a consistir cada cosa. Después de copiar, borró todo y anotó las pautas del informe. Así hasta el final de las clases en que tomó sus cosas y se marchó directo al Aula B. Tal cual lo que pasó en el Aula A, repitió en el Aula B donde habían alumnos más inclinados hacia las "evaluaciones creativas" y un porcentaje mayor de interesados en la historia. Allí conoció al hermano de Omi Gaulle, los reconoció por el apellido, Maurice Antonio. Que declaró que desde niño para diferenciarse de su hermano, lo apodaban Ping Pong en el momento de presentarse. Y al igual que la otra sección, se entusiasmaron con el debate. Sonó el timbre, y salieron corriendo atravesando esa puerta, directo al comedor. Kimiko no pudo controlar a la multitud hambrienta, suspiró profundamente. Bueno, pensó, lo dejaré pasar esta vez. Se quedó a recoger sus cosas y a borrar la pizarra.

-¿Cómo le fue en su día? –escuchó que alguien tocaba la puerta. Kimiko se dio la vuelta.

-Oh Chase, no lo oí tocar. Creo que me fue bien, no tuve inconvenientes, todos los alumnos de su institución son muy simpáticos, será divertido trabajar con ellos.

-Me gusta escuchar eso, ¿le gustaría venir conmigo a comer algo en el salón de profesores? Después de trabajar durante cuatro horas seguidas, un breve descanso no sienta mal.

-¡Sí, claro que me encantaría! –su voz se quebró al final de la emoción. Él hizo un ademán. El salón de profesores estaba en planta baja, un modesto cuarto con televisión, sofás, una cafetera y archivos verticales. Ahí estaban otros profesores dialogando. Chase le indicó que los profesores se turnaban en diferentes rondas cada día para supervisar a los alumnos, y como propiamente no pertenecía a la institución, no tendría que preocuparse por eso. Chase le convidó un café de inmediato que pisaron el salón. Aunque no era una fanática del café, aceptó la invitación y unas galletas saladas. No hablaron casi de nada. Kimiko disfrutó del café y reconoció su buen sabor así como también el de las galletas que no había probado.

-Está deliciosa.

-¿Ya ve? Esa marca es un poco cara, pero nunca ha disminuido en calidad, me gusta más lo salado que lo dulce –comentó él. Kimiko prefería lo dulce, pero no quiso decir nada. Fue el único detalle personal que supo de Chase en ese día. Ella le contó que no tuvo oportunidad de comer en casa y salió apresurada. A su vez, contestó que podía merendar lo que quisiera pues ese era el momento conveniente. Se excusó entonces, debía retirarse por motivos del trabajo. Kimiko dejó escapar un suspiro.

-Al menos no me odia y me invitó a tomar algo, es un... avance.

Kimiko estaba atrapada en un dilema. Hasta ahora Chase ha demostrado ser un caballero de buenos modales, amable y considerado. Aún sentía que su corazón quería saltar de su pecho y las ranas dentro de su estómago saltaban violentamente. Todo sucedía muy deprisa, ella admitió. Debía tener un mejor control sobre sus hormonas. En la última página de uno de los cuadernos que le correspondían al día de hoy, empezó a escribir las primeras líneas de la carta de amor hacia el director, confesando sus sentimientos, posteriormente de llegar de pagar el recibo de la luz como lo había acordado con su hermana mientras reflexionaba, en la cola. Este mes era su turno. Ella se detuvo al primer punto, y cerró el cuaderno. Agarró el removedor de esmalte, quitándose la pintura de uñas de sus manos y agarrando un nuevo esmalte, se pintó las uñas de un nuevo color: Negro con puntos púrpura. Cómo amaba los esmaltes de uñas. Así alejaría las manos del lápiz un momento. Kimiko siguió trabajando en la carta en la universidad. Aprovechando que estaba sentada de última, desplazó todas las páginas del cuaderno hacia adelante hasta llegar a la última hoja para seguir escribiendo en plena clase. Lo terminó y lo leyó. No quedó mal. Era muy tierna. Kimiko la arrancó del cuaderno. Ni sintió cuando los universitarios se fueron hasta que oyó cuando el profesor se aclaraba la garganta. Kimiko sonrió y se levantó, ocultando la hoja a su vista. Salió como una flecha por la puerta, repasando las líneas. ¿Pero qué es lo que estoy haciendo?, se dijo a sí misma, ruborizada. No necesitaba de una estúpida carta para confesársele a un hombre. Debía hacerlo por sus propios medios, es más, ni debería hacer nada. Quizá confundía un gesto de cortesía por un enamoramiento. O quizá no y tenía razón, ¿cuándo sus instintos le habían fallado? Nunca, según se acordaba. Esperaría, esa es la mejor opción. Se enfocaría a cumplir con las pasantías, trataría cordialmente a Chase como siempre y trataría de hacerse su amiga, de acercársele, una vez que se graduara y si así lo quería el destino, le pediría a él que salieran juntos si sus sentimientos permanecían y a ver qué pasaba. Puede darse algo divertido si marcha maravillosamente.

-Sí, me estoy dejando llevar por mis sentimientos –se dijo a sí misma-. Debo mantener los pies firmes en la tierra y con cabeza fría pensar muy bien mis próximos aciertos. Eso es lo que haré –Kimiko rompió a la mitad la carta, se dio la vuelta y exhaló un grito ahogado al chocar con otro estudiante-. Discúlpame.

-No, perdóname tú a mí, debí esquivarte –dijo una voz masculina. Kimiko apenas lo miró a los ojos. Lo único que alcanzó a mirar fueron unos ojos verdes oscuros. Lo rodeó y fue a la segunda papelera más cercana a deshacerse de la carta. Su corazón casi se detenía del susto. Creía que estaba sola. ¿Había escuchado lo que decía? Volteó de reojo. Se trataba de otro estudiante, Raimundo Pedrosa. Pero él estudia en la escuela de administración de personal, ¿qué hacía aquí cuando su escuela estaba a unos metros? Quizás se iba a su casa o esperaba a alguien, pensó Kimiko. Rara vez llegó a intercambiar palabras con él, se ha encontrado en otras oportunidades de la misma forma y al igual que ella, iba a trotar cada día sábado en el parque dónde más solía verle. Bah, no importa, Kimiko botó la hoja y se fue como si nada ocurriese. Raimundo disimuladamente la siguió con la mirada, fingiendo revisar su celular. Lo guardó cuando se aseguró que Kimiko estaba lejos y fue por su misma trayectoria, se detuvo frente la papelera. Había visto que botó algo, estiró el brazo y cogió una hoja rota a la mitad. Unió los pedazos y leyó el contenido.

-Pero qué tenemos aquí –siseó, en sus ojos se asomó un brillo de malicia. La oportunidad que tanto esperó, llegó a sus manos en forma de una inofensiva carta de amor.


A/N: Fin del primer capítulo. ¿Lo ven? Ni siquiera ocurrió nada en este capítulo. Aquí únicamente se nos presentó la primera faceta de la historia, no el argumento como tal. Kimiko es la protagonista principal y este fic relata su vida amorosa, en primer término tenemos a Chase que es el director de la escuela (Dashi lo fue, Wuya también, creo que el Maestro Fung igual) en donde Kimiko presenta sus pasantías y no puede evitar enamorarse de él (¿quién no?). Por consejo de su amiga, se le declara a través de una carta y se arrepiente al final, tropieza con el individuo Raimundo Pedrosa, bota el papel y se va. Sin embargo, Raimundo la sigue, recoge el papel y lo lee, ¿las consecuencias de esto? Ese es el tema principal del fic. ¿Qué si Chase parece bueno y si resulta ser un desgraciado? ¿qué Raimundo será igual de príncipe azul que en otros fics? Lo único que les puedo decir es que ellos invertirán papeles, tenemos a un Good Chase y a un Devil Raimundo, pero que conserva sus cualidades de galán intactas, una cosa que deberán descubrir ustedes mismos. Aquí Kimiko es una universitaria como cualquier otra que quiere ser profesora de historia (a mí me gusta la historia, ¿a ustedes no?) en una escuela secundaria proponiendo actividades interesantes *con un timbre de voz diferente* pero yo sé que a ustedes no les gustaría tener a Kim de profesora... ¿no? ¿No se han dado cuenta que nadie escribe sobre universidades pues que siempre es de la secundaria? Parece que a nadie le interesa saber qué hacen los universitarios. En fin, esto ha sido todo por hoy. Veamos qué tal le va a este fic, por ahora El Príncipe de los Monstruos se va a tomar un descanso (¿sabéis lo difícil qué es recordar el final de un fic que ideaste hace cinco meses?). Nos leemos muy pronto.