El pirata está solo, recostado sobre el castillo.

Los clamores aguerridos ya no se escuchan más.

El casco, otrora brioso, ha perdido para siempre su brillo.

Sus hombres, heridos, cantan bajo el mar.

El pirata está sólo, la mirada verde como mar decayente sobre el bauprés.

Sólo se escucha el lamento de la brisa.

Y los susurros callados del mar.

El pirata está solo, recostado sobre el castillo.

Los clamores aguerridos ya no se escuchan más.

El casco, otrora brioso, ha perdido para siempre su brillo.

Sus hombres, heridos, cantan bajo el mar.

El pirata está sólo, la mirada verde como mar decayente sobre el bauprés.

Sólo se escucha el lamento de la brisa.

Y los susurros callados del mar.

El pirata está solo, la toldilla reluce,

Como si quince de sus grumetes se hubiesen dedicado toda la mañana a lustrarla.

Gotas de salada agua la salpican.

Agua salada que corre por una mejilla de su capitán.

El capitán, pirata, está solo, murmuran las olas.

Sollozan, rumian aguas malas.

Bajo el agua, alguien canta,

Palabras que no son de este mundo.

El pirata está solo, de popa a proa desierto.

De murmullos y gritos de lucha, nada queda.

Tan sólo el eco de unas risas.

Unas risas ávidas de oro, risas piratas.

El pirata está solo, su tesoro se oxida.

Su oro se seca entre la herrumbre de su mejor espada, en las galeras.

Galeras sin esclavos que silben.

Galeras que silban melancolía.

¡Capitán, sí mi capitán! Se ha quedado solo.

Ataques de ron antaño, hoy resaca.

Voz pegajosa, timón humedecido.

Risas cavernosas, marinos caídos.

El capitán está sólo, perdido en su navío.

Su brújula está rota; su sombrero, raído.

En sus labios, una canción salteadora.

En su pecho, un corazón dormido.

El pirata está solo, ha dejado la fragata abandonada.

Colocó un beso, beso de pirata al viento.

Para que acaso se sublime, y lo lleve hasta la persona amada.

Pirata, pirata.

Querido pirata, despida a la persona que usted amó.

El capitán, ¡oh pirata! estás solo.

Tu tripulación se ha rendido, rendido se ha ante los pies de la muerte sirena, de la muerte mar.

Muerte marítima, de espadas sin brillo.

Muerte sorda, sombría, entre rayos de sol salinos.

Pirata, estás solo.

Camina ¡no camines por la plancha!

Pues buen pirata siempre has sabido ser.

Eres el único, pirata, pirata que se hunde con su barco.


El pirata no está solo.

Es el capitán de la tripulación de los muertos, de las risas fantasmagóricas, y una botella de ron.


No tiene caso escribir una nota, pero mi endeble sentido de la cordura me lo exije.

Esta aberración a las letras está dedicada a una persona que jamás podrá leerla.

Hasta siempre, mi Capitán.