Disclaimer: Todo pertenece a J.K.Rowling.
La sangre se deslizó a borbotones por la pálida mejilla, antes hermosa y lisa, ahora arrugada en torno a la boca. La sonrisa del payaso, decían los muggles y una extraña mueca se formaba en el rostro de quien la recibía. Los cortes profundos en las comisuras de la boca se deslizaban por las mejillas, formando una ensangrentada sonrisa.
Draco sonrió con tristeza y observó el cuchillo manchado en su mano.
¿Ves padre? Incluso los muggles, tan inferiores según tu, tienen formas de hacer sonreir a las personas para siempre. Algo perfecto para ti, debido a tu falta de alegría ante la perspectiva de tu único heredero casado con Harry Potter.
Lucius lo miró con odio mientras intentaba no emitir ningún sonido de queja, sabiendo que allí, de nada serviría gritar.
Sé que con el tiempo me agradecerás esta medida tan piadosa. Tal vez, con esta nueva sonrisa puedas aprender a querer a alguien, si es eso posible, padre.
Con desprecio, Draco hizo desaparecer el cuchillo y con una última mirada a su padre, salió de la habitación. Fuera, Harry aguardaba impaciente, sin saber lo que había acontecido en el interior y nervioso ante la perspectiva de un Draco destrozado. Sin embargo, Draco le sonrió y besó tiernamente en los labios.
No te preocupes amor, solo quería ayudarle una última vez. Al menos, lo he intentado.
Harry le abrazó con cariño y ambos se dirigieron a la salida del lúgubre lugar, donde no volverían a ir jamás.
En la oscuridad, unos ojos grises fueron apagando su llama de odio lentamente, hasta quedar vacíos de todo sentimiento. La oscuridad había llegado y en una celda de máxima seguridad de Azkaban, el cadáver de Lucius Malfoy sonreía extrañamente.
