El Rapto
Tenía los ojos llenos de lágrimas, su corazón estaba roto en miles de pedazos, la culpa eliminaba cualquier atisbo de esperanza. Era su culpa, si tan solo hubiera tomado una decisión distinta, todo sería diferente. Ahora prefería que Hermione estuviera muerta, a tener que verla convertida en la más violenta bruja oscura que haya existido.
No solo tenía que cargar con la culpa de haber abandonado a Hermione, también tenía que cargar con el peso de todos esos millones de inocentes que habían sido asesinados. "Es mi culpa".
Los muggles se habían extinguido, la población mágica se vio reducida a solo unos pocos cientos, y en todo el mundo solo quedaban 9 aurores.
Harry Potter, ya es hora del relevo.- dijo con voz profunda Draco Malfoy. Harry odiaba que lo llamasen por su nombre completo, sin embargo no pronuncio palabra alguna, se secó las lagrimas con la manga y se levanto dándole por primera vez la cara a Draco. Solo asintió, y Draco le respondió de la misma forma.
Luego de la derrota del mago oscuro Voldemort, el mundo mágico vivió en armonía y paz, unos años después Harry egreso de la academia de Aurores y un año después entro en el servicio secreto, encargado de la custodia del primer ministro, y personajes importantes. Curiosamente tomo el mismo tiempo para que Hermione Jean Granger ingresara en el ministerio como asistente Junior y eventualmente se volviera en la primer ministro mujer en la historia de la magia de su país.
Mientras Harry volvía a su tienda a recostarse, comenzó a recordar el primer día que le asignaron la seguridad del Primer Ministro.
Señora Ministra, su seguridad se encentra afuera esperándole.
Gracias Matilde, hazlo pasar, y luego puedes retirarte a tu casa.
Pero Señora, mi deber…
Creo que olvida quien da las ordenes aca.-dijo Hermione mientras le guiñaba un ojo amistosamente. – Además creo que a tu hijo le encantaría que llegues temprano a casa el dia de su cumpleaños.
Muchas Gracias.- y sin decir más, se marchó cerrando la puerta, unos segundos después alguien golpeo la puerta.
Pase
Señora Ministra soy Harry Po… Hermione?
Hola Harry.
Harry Potter, vivía encubierto cazando exmortifagos, y por esta razón no podía recibir ningún tipo de lechuza. Un día mientras entregaba su informe recibió un mensaje urgente de Londres, donde se le pedía su inmediata presencia. Apenas dándose un duchazo, hizo la aparición en la sede de Aurores, donde le pusieron al tanto de que había sido designado a la protección del Primer Ministro, siendo este quien solicito expresamente que fuera Harry Potter, aun si tuvieran que esperar a que termine su misión. Desconcertado por este hecho Harry Potter fue enviado inmediatamente al despacho, y unos segundos después se presentó "Señora Ministra soy Harry Po… Hermione?"
Hola Harry.
Ha pasado tanto tiempo…uff..yo…guau…
Era su primer reencuentro en muchos años, conversaron tanto y tan adentrada la tarde que empezó a oscurecer.
Dios Harry, es tarde, tengo una cita.
La noticia le tomo un poco por sorpresa a Harry, sin embargo, recobrando el aplomo, se puso de pie y en posición.
La acompañare a donde haga falta, señora ministra.
Harry no es necesario que lleves a cabo todo el protocolo, solo basta con que me acompañes, después de todo somos amigos.
Tienes razón, somos amigos, entonces podrias contarme sobre tu cita, tu sabes, es por seguridad.
Ay Harry, cállate y sígueme.
Cogiendo una pequeña vasija extrajo unos polvos y los lanzo a la chimenea.
Vamos.-dijo Hermione.
Vamos.- respondió él, devolviéndole una sonrisa.
Era un restaurant, o eso aparentaba, y era muy elegante, Harry observo todo el lugar, buscando con la mirada, analizando posibles rutas de escape. – Harry relájate, pareces un resorte a punto de saltar.
Lo siento Hermione pero debo mantenerte a salvo.
¡Es solo un restaurante!
Harry no escucho esto último, su atención se dirigió a una mesa en particular, muchas personas, especialmente chicas estaban causando alboroto, sin embargo Hermione no pareció importarle este hecho y se dirigió exactamente a esa misma mesa.
Hermione aguarda.-y la cogió del brazo tan sorpresivamente que la chica se tambaleo y cayó sobre Harry, encontrándose sus labios por un breve segundo.
"Lo siento", quiso decir Harry, pero la disculpa se quedó en su mente, tenía frente a él, unos ojos tan hermosos como el resto de su rostro, unos labios ligeramente separados que de alguna forma lo ponían incómodo y una dulce sensación había quedado grabada en sus labios.
Hermione en cambio se ruborizo, y dándole un ligero golpe en el pecho le dijo "tonto" pero tan sutilmente que solo Harry pudo escucharle, y sin aviso alguno, apoyo su cabeza en el hombro del muchacho, y abrazándole mordió ligeramente su labio a modo de reproche a sí misma.
Muchas personas planean las cosas, lo que dirán, como lo dirán y cuando lo dirán, buscan enamorarse y enamorar. En cambio hay otras personas que no necesitan de eso, simplemente sucede. Y eso fue lo que sucedió esa noche, simplemente sucedió.
¡Hey, por aquí!- En todos sus años de escuela, Ron siempre había sido inoportuno, y esa noche no era la excepción. Emergiendo de la mesa abarrotada y bulliciosa, hizo su aparición el Guardián de la selección inglesa de Quiditch. Ron Weasly.
De alguna forma se vieron obligados a separarse, tanto Hermione como Harry recobraron la compostura y dirigiéndose a su amigo de aventuras lo saludaron efusivamente. Luego se dirigieron a una sección más privada del restaurant.
Así que él era tu cita, ¿no? – pregunto Harry con un leve dejo de molestia en su voz.
Si – respondió ella con algo de culpabilidad en su mirada.
Ron miraba divertido de un lado a otro. -¿Ustedes..? – pregunto mientras movía su dedo de un lado a otro como señalando.
No, no es lo que piensas.
Jajaja – Ron era el más alegre esa noche. Conversaron un poco sobre los viejos tiempos. Hermione conto sobre sus planes de igualdad para toda la comunidad mágica, humanos o no. Y Harry solo miraba sonreía, hacia muchísimo tiempo que no se sentía de esa forma, y dejándose llevar se puso a brindar con ellos. Inhalando profundamente después de su tercera botella de Hidromiel, se paró y anuncio que ya no podía beber más porque aún estaba trabajando. Y fue Hermione quien lo arrastro y lo hizo sentar a su lado, apoyándose en su hombro, Harry no sabía cómo reaccionar, y Ron simplemente se reía a carcajadas. Treinta minutos más tarde en la nueva casa de Ron, continuaron bebiendo, y Harry insistía que tenía que cuidar a Hermione, mientras ella finalmente había caído durmiéndose en el regazo de Harry.
Ella te ha extrañado mucho – dijo Ron, de forma un poco más seria pero con la mirada algo pérdida.
Y tu Ron, yo pensé que te gustaba
Así es, "me gustaba", pero es difícil llenar el corazón de una chica cuando este ya está lleno por otra persona. Harry apenas pudo entender lo que quería decir, y tampoco pudo preguntar qué fue lo que quería decir, porque Ron también se había dormido, y a la luz del fuego de la chimenea contemplo esos cabellos rebeldes y esa piel tan suave, describiendo con sus dedos rutas desconocidas en su mejilla.
Estaba llegando al final del corredor, cuando Malfoy grito. ¡Harry!, emergiendo de sus pensamientos Harry extrajo su varita giro sobre sus talones y encaro a la muerte, que esa noche había cobrado la vida del noveno auror. Draco Malfoy caía hacia adelante con una expresión de terror en sus ojos, detrás de él estaba la bruja oscura Hermione Granger.
