Fearful or Fearless
Ya hacía varias horas que los Mugiwara dieron por terminada la jornada y se encontraban cada uno en sus camarotes durmiendo, ¿incluso el que se encontraba en el puesto de vigía?, cuando un extraño murmullo empezó a escucharse reverberando por la cubierta del Sunny. Solamente una persona de todos los que se encontraban en el barco llegó a despertarse mientras el resto siguió durmiendo; aunque es justo señalar que uno de ellos no tenía oídos porque solamente era huesos… (Yo ho ho ho)
A pesar de abrir los párpados la poca luminosidad que había gracias a la luna llena no permitía tener una perfecta visión del camarote por lo que Nami se encontraba prácticamente a ciegas.
Es más que probable que lo hubiera imaginado, pensó Nami pero solamente fue hacerlo para que volviera a escuchar aquel misterioso murmullo. Y había que decir que estando despierta le parecía mucho más siniestro que como un posible pedazo de su imaginación.
—Robin, ¿has escuchad-…?— la pregunta de la akage quedó inacabada cuando al ver para la cama de su nakama se la encontró totalmente vacía aunque sin hacer por lo que quería decir que había ido a la cama como recordaba haberla visto pero…
¿Se puede saber dónde se ha metido a estas horas?
Aquel monótono murmullo la estaba poniendo de los nervios y, a su pesar, la estaba asustando.
¡Para ya con eso, Nami!, se amonestó a sí misma. Te has enfrentado a zombies, fantasmas y ninguno era real por lo que no te dejes llevar por tu imaginación. Siempre hay una respuesta lógica para todo… ¡Y la sabría si Robin estuviera durmiendo en su cama como debería haber estado haciendo!
Entonces se le cruzó por la cabeza que algo malo le pudiera haber sucedido a su nakama.
Nah, si algo le hubiera sucedido me habría enterado o también me habría sucedido a mí… ¡a no ser que hubiera pasado de camino al baño! O a donde sea que se haya ido.
No, ciertamente estaba dejándose llevar por su imaginación. Aquello no podía ser nada más que el viento jugándole una mala jugada por haber sido capaz de leerlo tan bien durante este pasado día.
¡Pum!
Nami no pudo evitar soltar un ligero chillido ante aquel inesperado golpe contra la puerta y que la hizo cubrirse casi por completo con las sábanas, a pesar de estar sentada en la cama. Una vez más se amonestó por tan infantil reacción por su parte.
Ahora sí que me has decepcionado, Nami. ¿Cómo puedes asustarte por un simple golpecito luego de todo por lo que has pasada hasta el día de hoy?, fue en ese momento cuando el pomo de la puerta empezó a moverse hacia abajo indicando que alguien pretendía abrirla. ¿Pero quién se atrevería a entrar en el dormitorio de las chicas? Hace tiempo que Sanji había aprendido la lección sobre lo de ir a comprobar si querían algo a estas horas de la noche. No será nada y aquí estás tú montándote todo tipo de historias absurdas y sin ningún sentido que…
¡PUM!
En esta ocasión el golpe sonó mucho más fuerte y el corazón se le quedó atorado en la garganta haciéndola tener que tragar fuerte para devolverlo a su lugar en el pecho. ¡Un momento! ¿Había sido abierta la puerta o…?
Nyeiiiiiiick.
El sonido de la puerta abriéndose no podía dejar las cosas más claras, ¿no lo piensas igual? Pero lo peor no era que la puerta se estuviera abriendo, ¿en serio? No, lo peor era que Nami no podía ver a nadie entrando por la puerta pero tampoco podía ser el hentai invisible aquel de Thriller Bark porque la puerta apenas fue abierta.
—¿Quién anda ahí?— preguntó Nami usando todo el valor que tenía pero cuando toda la respuesta que obtuvo, y eso que no quería obtener respuesta alguna, fue el sonido aquel que había pasado de un murmullo a un lamento no pudo si no pegarse contra el cabecero de la cama—. ¿Qué… qué es lo que quieres?— se encontró preguntando a pesar de que no quería iniciar ninguna conversación.
El lamento, para desesperación de Nami, se tornó una gutural voz inhumana.
—Tengo hambre… ayúdame…
¿Por qué siempre le tenían que pasar estas cosas tan raras precisamente a ella que no le hacía ningún mal a nadie? Bueno, no mucho.
—Aquí no hay meshi así que será mejor que te marches por dónde has venido.
—Ayúdame…— dijo aquella voz como si no hubiera escuchado las palabras de Nami.
—Mira te he dicho que…
—… Nami…
La akage perdió todo el color de su rostro cuando escuchó su nombre por medio de aquella tenebrosa voz y se encontró sintiendo como le temblaban las manos, y el resto de su cuerpo de tal manera que si tuviera la boca más cerrada le estarían castañeando los dientes.
—¿Qué has dicho?— tampoco es que quisiera que se lo repitiese.
—… Nami…
¡Qué no quería que se lo repitiera!
—¿Cómo sabes mi nombre?— tenía que coger su Clima Tact o cualquiera de las cápsulas que creó en Weatheria pero contra quién, o dónde, lo usaría si no se veía a nadie en el dormitorio—. ¿QUÉ QUIERES DE MÍ?
—… Nami… meshi…
¡Eso te enseñará a tener la boca cerrada! ¡Shimatta! Ahora resulta que estoy tratando con una especie de Luffy del otro mundo.
Nami pegó un grito ahogado al sentir como algo, que con la poca luz apenas había distinguido, rozándole el pie y la pierna bajo las sábanas. El bulto se movía bajo las sábanas haciéndola saltar para pegarse contra la pared a su espalda pero aquello ya se le había enroscado en la pierna y lo arrastró consigo mientras continuaba ascendiendo por su pierna y dejando una especie de rastro como el de una babosa por ella a su paso.
—… ayúdame… Nami…
Si esto seguía así perdería el conocimiento en cualquier momento. Algo que no le haría ningún bien porque la dejaría completamente indefensa ante lo que fuera que era esta cosa que ya se encontraba enroscándose en su cintura sin dejar de ascender.
Sea lo que sea le partes la cara, o la cabeza ya que estamos pero ni se te ocurra dejar que se acerque su boca porque ya sabes cómo hacen las serpientes para comer. Y esta cosa parece no tener fin y está de lo más hambrienta.
Tan inmersa estaba con sus pensamientos que Nami no se percató de que aquello ya se encontraba a la altura de su cabeza hasta que volvió a hablarle tan cerca de su oreja que sufrió un violento escalofrío que a punto estuvo de hacerla caer de rodillas.
—… Nami… ayúdame… Sanji no quiere darme un poco de meshi— lloriqueó Luffy con rostro de completa desolación.
¡Un momento ahí! ¿Cómo que Luffy?
Nami no tardó nada, aunque con ciertas dificultades para moverse con todo aquello enroscado en su cuerpo, en darle al interruptor para encender las luces del dormitorio.
¿Pero qué mierdas?
—¡LUFFY!— aulló Nami al ver la cabeza de Luffy sobre su hombro con un rostro de completa desgracia mientras su cuello se encontraba enroscado por todo el cuerpo de la akage e iba por el suelo cruzando por la puerta entreabierta hasta, era de suponer, el camarote de los chicos o…—. ¿Qué se supone que estás haciendo?
—Nami… si soy el senchou, ¿por qué no me podéis decir la combinación de la nevera?— le preguntó todo abatido.
—¡Porque nos quedaríamos sin meshi de un día para el otro!— le respondió Nami propinándole un coscorrón en la cabeza de Luffy—. Y ahora sal de la cocina y vuelve a la cama de una vez.
—¡Tengo hambre!— se quejó un apesadumbrado Luffy.
—Te he dicho que…— Nami se paralizó al instante—, ¿nani?, ¿qué haces, Luffy?
Pero este no podía hablar aunque lo hizo a pesar de tener la boca llena puesto que estaba propinándole un bocado al hombro de Nami, aunque por suerte para ella sin intención de arrancárselo del mordisco si no que parecía estar saboreándolo.
—Mmmm… pfico— que quería decir "rico"—, mhe pufta— "me gusta".
Nami no podía creerse lo que estaba sucediendo, sobre todo por lo que le estaba gustando hasta el punto de que no tardaría mucho en que se le pusieran los ojos en blanco del gusto.
—Luffy…— logró susurrar antes de caer de rodillas casi totalmente abstraída de la realidad y focalizada en aquellas sensaciones— para con esto que…— pero su mente terminó por caer en el placer que le estaba ofreciendo cuando se sumó su experta lengua en saborear lo que tanto le gusta— que bien lo haces… me gusta…— en verdad lo hacía— me gustas…
—Nami…
—Luffy…
—Nami…
—Luffy…
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ENDorFIN
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