Un autobús estaba en marcha en una autopista. El tiempo estaba lluvioso y nublado. Se trataba de un autobús que iba de vuelta a un instituto tras una excursión.

En él no destacaba casi nadie, pues eran sólo alumnos comentando cosas de la excursión, sobre películas o videojuegos, sobre sus vidas propias... Cada alumno hacía una cosa diferente.

Pero centrémonos en 4 alumnas que iban en ese mismo autobús, que estaban sentadas al final del mismo. Las hermanas Hiiragi, Kagami y Tsukasa; Miyuki Takara; y finalmente Konata Izumi. Todas ellas estaban teniendo una conversación como cualquier otro grupo de amigos o amigas.

"¡Anda! ¡Se me olvidó el paraguas!" Konata dijo.

"¿Ahora te acuerdas, Konata?" Kagami dijo.

"Pero tú tienes uno, ¿verdad?"

"Sí..." Kagami hizo una pequeña pausa "Claro que tengo uno."

"¿Me lo podrías prestar, porfi?" Konata puso ojos de corderito degollado.

"Venga, Onee-chan. Yo también tengo uno, podremos regresar juntas a casa con uno sólo." Tsukasa dijo.

"Está bien..." Kagami dijo, ruborizada "Está bien..."

"¡Gracias, Kagami-sama!" Konata abrazó a Kagami.

"Bueno, bueno, ahora cógelo antes de que se te olvide, ¿sí?"

"¡Cuenta con ello!" Konata dejó de abrazar a Kagami "¿Dónde está?"

"En uno de los maleteros superiores, al centro del autobús."

"¡Muy bien!"

En cuanto Konata se levantó, Kagami sintió una especie de flashback.


6 horas antes...

Kagami estaba escribiendo en su habitación una especie de carta. Pero no era una carta cualquiera; era un poema de amor, y era para Konata.

Desde hace mucho tiempo, Kagami estaba enamorada de ella. Parecerá un poco extraño a primera vista, pero poco a poco Kagami notó que esa sensación de amistad se estaba convirtiendo en algo más.

Anteriormente, durante días estaba pensando en qué escribirle a su princesa azulada, y pensó en un poema ideal para ella. No obstante, ella no consiguió acordarse mucho del poema porque ese mismo día al de la excursión, había madrugado mucho y por las prisas no leyó mucho atentamente. Además de que estaba nerviosa por saber qué reacción pondrá Konata.

Lo escondió en su paraguas de forma que, al abrirse, saliera volando la carta para que Konata lo viese y lo leyera. Porque se imaginaba que Konata se olvidaría de su paraguas.

Kagami supo que ese mismo día llovería porque había visto el canal del tiempo en la televisión.


Volvamos a los hechos que iban a avecinarse. Konata se dirigía hacia la zona central del autobús para abrir el maletero superior y coger el paraguas. Kagami, nerviosa, estaba observando a Konata, esperando que fuera a ver la carta de Kagami.

En cuanto Konata sacó el paraguas del maletero, salió del mismo la carta de Kagami. Konata lo cogió en pleno vuelo de la carta y comenzó a leerlo. Kagami estaba emocionada por saber lo que pasaría después.

"¡CUIDADO!"

En cuanto se escuchó el grito del conductor, el autobús dio un inesperado giro a la derecha. Los alumnos que estaban sentados se estaban agarrando a sus asientos, apenas conseguían mantenerse; pero Konata, en el giro, perdió el equilibrio, se dio un par de golpes en algunas sillas y cayó al suelo.

"¡KONATA, ESPERA!" Gritó Kagami, quien vio lo que le pasaba a Konata.

Un instante después, Kagami se incorporó y ayudó a Konata a levantarse rápidamente. Pero lo impensable estaba por pasar.

"¡ONEE-CHAN, CUIDADO!" Gritó Tsukasa a su hermana.

Algo tan grande como el autobús colisionó frente a éste. En el fuerte choque, la mayoría de los estudiantes intentaron mantenerse en sus respectivos sitios -algunos sin mucho éxito. Pero eso no fue lo más grave que pasaba.

En el choque, Kagami y Konata, agarradas una a la otra, volaron violentamente hasta la gran ventana delantera del autobús.

Justo antes de chocarse hacia la ventana, Kagami cerró los ojos y sintió un profundo dolor en la cabeza. A consecuencia de esto, perdió el conocimiento.


...

Kagami abrió los ojos y vio un techo de color blanco, eso fue lo primero que vio después de lo que pasó en ese autobús.

"¡Hija mía!" Una mujer agarraba la mano de Kagami con fuerza "¡Estás bien!"

Kagami miró a la mujer que le había acompañado y la reconoció al instante. Era su madre, tanto la de Kagami como la de Tsukasa.

"Mamá... ¿Estoy...?" La voz de Kagami se escuchaba muy, muy bajito.

"Tranquila, Kagami. Estás en el hospital, a salvo." Calmó su madre a Kagami "Gracias a Dios que sigues viva..."

"¿Qué... ha pasado...?"

"Tsukasa y tú estáis bien. Hace 2 días un camión de transporte chocó contra vosotras, hacia el autobús. Tsukasa se recuperó ayer, pero tendrá que quedarse aquí hasta que le den el alta."

En ese momento, la mente de Kagami se inundó en una sola imagen: en la de Konata.

"¿Dónde está... Tsukasa...? Quiero... Quiero hablar... con ella..." Kagami pidió con dificultades vocales.

"Está en pie, ahora mismo le llamo." La madre de Kagami enseguida abandonó la habitación.

Después de unos cuantos segundos, entraba por la puerta Tsukasa.

"¡Onee-chan! ¡Estás bien!" Tsukasa exclamó "Yuki-chan también está bien, ayer se recuperó..."

"Dime... Tsukasa..." Kagami interrumpió "¿Está Konata... bien?"

Aparentemente, y por un momento, parecía que a Tsukasa le dieron con un ladrillo. Porque al escuchar la pregunta de Kagami, Tsukasa se quedó con los ojos como asustadizos. Acto seguido, se puso cabizbaja.

"¿Tsukasa...?"

"Onee-chan, Kona-chan está..."