- Hola, me llamo Emma Swan. Vengo de Tallahassee… - Emma miró de reojo al profesor. La verdad es que no sabía qué esperaban que dijera cada vez que empezaba un nuevo instituto.

El señor Gold, profesor de Química, entendió que su alumna no sabía qué más decir, por lo que hizo un gesto para que se sentara.

- Bienvenida Emma. Te vas a sentar en ese asiento libre al lado de Ruby – el profesor señaló a una chica morena con reflejos rojos que parecía más dormida que despierta. A su lado había un pupitre vacío.

Emma se sentó en el asiento que le habían indicado y miró a su compañera con la intención de presentarse, pero Ruby ni siquiera le dirigió la más mínima mirada.

Pasadas las tres primeras horas de clase tocó el recreo. Emma se dirigió sola hacia un banco y mientras tomaba su sándwich, vio que Ruby se acercaba acompañada de otra chica con el pelo castaño y piel clara.

- Emma, ¿verdad? Yo soy Belle. Perdona que Ruby haya sido tan antipática, suele ser más agradable con las personas nuevas, pero hoy tiene un mal día.

- Sí, lo siento. Gold no me cae nada bien y el primer día de clase siempre estoy de mal humor.

Emma les dijo que no pasaba nada y las invitó a sentarse con ella, cosa que hicieron y la rubia agradeció enormemente. Pese a la mala primera impresión que le había dado Ruby, resultó que la chica era muy amable, al igual que Belle. Le contaron a Emma que se habían conocido en la guardería y desde entonces habían estado juntas. Eran dos amigas muy parecidas y a la vez muy diferentes, ambas eran simpáticas y atentas, pero Ruby era más alocada y Belle más comedida.

- A Belle le gusta el señor Gold. Dice que bajo esa apariencia de ser despreciable tiene que haber un buen hombre atormentado.

- Calla Ruby. Lo que pasa es que a ti te gustan sólo los guapos y no quieres ver más allá de lo físico. – Belle se giró hacia Emma – cuando te guste algún chico, date prisa, que Ruby es una loba depredadora. - Emma rió con las ocurrencias de las chicas.

Cuando ya había sonado la alarma que anunciaba el final del descanso, una chica alta de melena ondulada y ojos penetrantes se acercó a ellas.

- Belle, Ruby y… tú. – La chica miró curiosa a Emma y a ésta no le sonaba verla en su clase – estáis invitadas el viernes a la fiesta de inicio de curso en mi casa. Ya sabéis dónde es. A las 9. Y sin más se alejó.

De camino al aula, Ruby y Belle le contaron a Emma que aquella chica se llamaba Zelena Mills, era de las más populares del instituto y asistía al último curso, uno superior al de ellas. Le dijeron que su hermana, Regina, estaba en su clase. Siempre organizaban una fiesta al principio del curso e invitaban a muchísima gente y aunque ni Belle ni Ruby eran amigas de Zelena o Regina, mantenían una relación cordial con las dos y siempre eran invitadas a sus fiestas.

- Mira Emma – llamó Ruby su atención – ésa es Regina, la hermana de Zelena. Belle dice que yo soy una loba, pero a Regina hay quien la llama Evil Queen porque es capaz de fusilar con la mirada a todos los que le caen mal. Hasta el año pasado tenía un novio, Daniel, que desapareció misteriosamente y desde entonces corren rumores de que él la engañó y ella le arrancó el corazón – Ruby rió -. No habla demasiado y creo que sólo la conocen bien en su familia y Kathryn - Emma siguió la dirección que apuntaba el dedo de su nueva amiga. Al final de la clase estaban sentadas dos chicas, una morena y otra rubia. – Regina es la morena y la rubia se llama Kathryn, su inseparable amiga. – Emma no pudo evitar quedarse mirando a Regina, era… preciosa, pelo negro, piel de porcelana, labios rojos, ojos oscuros, oscurísimos. Quedó paralizada hasta que Ruby le dio un codazo, que la devolvió a la realidad.

Pasaron los días y llegó el viernes. Emma ya consideraba amigas a Belle y Ruby, se sentía afortunada de poder decir que se había integrado en esa pareja de amigas. Emma les había contado un poco de su vida, les había confesado que era huérfana y que estaba en Storybrooke porque una pareja, David y Mary Margaret, la habían adoptado con 16 años, cuando ya pensaba que nadie se haría cargo de ella por ser demasiado mayor, pero aquella pareja la había tratado como a su propia hija.

- Emma, ¡no te olvides! A las 8 te paso a recoger para ir a casa de Ruby para terminar de prepararnos e ir juntas a la fiesta.

- Y recuerda llevar el mejor vestido que tengas, que hoy ligamos seguro.

Ruby vivía con su abuela, que era la dueña de una cafetería muy conocida, "Granny's", y se situaba cerca de la casa de los Mills. Por su parte, Belle vivía con su padre cerca de su propia casa.

Eran las 7.30 y Emma ya estaba preparada esperando a que Belle pasara a buscarla. Se había sentado en el salón de su casa, donde estaba Mary Margaret leyendo. La mujer se esforzaba muchísimo en que Emma se sintiera a gusto, pero la chica aún se sentía un poco incómoda, pues no estaba acostumbrada a que la trataran con tanto cariño y no podía evitar pensar que, tal y como había pasado todas las veces que la habían acogido anteriormente, Mary Margaret y David la devolverían al sistema en cuanto vieran que no era una chica perfecta.

- ¿Cogiste tu móvil y dinero? Recuerda que si quieres que te vayamos a buscar sea la hora que sea, nos llamas y vamos para allá.

- No te preocupes Mary Margaret, Ruby dice que nos podemos quedar en su casa y si no, ya me buscaré yo la vida.

- Emma, estando con nosotros no te tienes que buscar la vida, para eso estamos nosotros. Tú preocúpate en pasártelo bien y cuando estés de vuelta en casa de Ruby mándame un WhatsApp para quedarnos tranquilos.

David Nolan y Mary Margaret Blanchard formaban una pareja de película, eran la versión real de las parejas entre una princesa y un príncipe azul de las películas Disney. Ella era maestra y él trabajaba en una protectora de animales. Estaban ahorrando para casarse, pues llevaban juntos varios años. Habían intentado tener hijos, pero la fortuna no les había sonreído en ese sentido y al decidirse por adoptar vieron el historial de Emma. No sabían por qué, pero los dos se enamoraron de ella pese a su conflictivo currículo de pequeños delitos y múltiples huídas de las casa de acogida y de los Servicios Sociales. Sin embargo, ellos estaban convencidos de que lo único que le hacía falta era una familia que la quisiera, la comprendiera y la ayudara a superar sus problemas, por lo que la habían acogido a principios de verano y la habían adoptado definitivamente al inicio de septiembre. Emma se había adaptado bien, poco a poco, y aunque todavía faltaba mucho para considerarse integrada en la familia, David y Mary Margaret habían conseguido que se sintiera bien por primera vez en su vida y no quisiera huir.

De repente alguien tocó la puerta. Era Belle. Las dos jóvenes se fueron hacia la casa de Ruby, no sin antes recibir el recordatorio de Mary Margaret de que la avisara cuando estuvieran de vuelta de la fiesta.

En casa de Ruby las tres jóvenes se vistieron. Belle llevaba un sencillo vestido azul celeste, bastante recatado para el gusto de Ruby; mientras que Ruby se había puesto un vestido negro ajustado que resaltaba cada una de sus curvas y le hacía las piernas aún más largas. Emma, por su parte, vestía un vestido rojo también ajustado. Ruby dio su visto bueno al vestido de la rubia, pero aprovechó para bajarle un poco el escote y subirle la falda.

- Ahora falta el maquillaje.

- Yo prefiero no maquillarme mucho, así estoy bien – rechazó Emma.

- Vale, pero al menos quítate esa coleta y suéltate el pelo. - Emma obedeció y dejó caer su ondulada melena. – Muy bien, aprobada.

Cuando las tres estaban listas, partieron hacia la casa de Zelena y Regina Mills. Al llegar, tocaron la puerta y la propia Zelena les abrió y las guio hasta un patio trasero enorme, en el que había varias barras con bebidas y comida y la música resonaba a más decibelios de los permitidos por la ley.

- Bueno, chicas, como siempre, sólo hay dos normas: sólo se puede entrar en la casa para ir al baño y está totalmente prohibido aburrirse. – Sin más, Zelena les dio un vaso a cada una y se dirigió a hacer de anfitrionas de otros invitados.

Las chicas decidieron que antes de bailar necesitaban una copa, por lo que se acercaron a una barra y cada una se sirvió un vaso de lo que encontraron. Emma no quería beber demasiado, aún era nueva allí y prefería no llamar mucho la atención. Sin embargo, Ruby y Belle querían una fiesta legendaria y sus vasos se vaciaban a una velocidad mucho más elevada. Se adentraron en la pista y pronto se vieron rodeadas de varios chicos. A Emma le tocó bailar con un chico moreno, con barba, muy guapo, se llamaba Killian Jones. Sus dos amigas estaban ocupadas con sus respectivos chicos, así que Emma estuvo bailando gran parte de la noche con Killiam. Cuando éste le sugirió salir de allí, Emma lo siguió. Fueron hasta una esquina del jardín de la casa donde el chico pensaba que estarían solos. Pero Emma pudo ver a Regina discutiendo con un chico, que hacía unos grandes aspavientos y parecía bastante borracho, aunque la morena supo cómo conseguir que se calmara y se fuera de allí. Killiam, por su parte, ignoró la presencia de más gente y se acercó a Emma, que se dio cuenta de las intenciones del joven.

- Killiam, creo que no… Esto… ¿No te apetece hablar?

- ¿Hablar? Podemos hablar mañana – y se agachó agarrando a Emma e intentando besarla, mientras ésta intentaba apartarse.

- ¡JONES! - Había sido Regina, que había llamado a Killian gritándole. Se acercó rápidamente y separó a Emma del chico. – Deberías aprender que no es no, y ahora lárgate.

Cuando Killiam se alejó, Regina miró fijamente a Emma, estaban a medio metro de distancia y la rubia se perdió en sus oscuros ojos, los más oscuros y misteriosos que había visto en su vida, pero cuando quiso reaccionar, Regina se dio la vuelta dispuesta a volver a la fiesta.

- Gracias.

- De nada. – Regina respondió sin darse la vuelta y se perdió entre la gente.

Emma se quedó paralizada unos segundos viendo a la anfitriona entre sus invitados. Decidió seguirla, corrió hasta alcanzarla y le cogió de la muñeca, consiguiendo que se diera la vuelta para mirarla.

- ¿Qué quieres? – Preguntó Regina gritando para que se la escuchara por encima de la música.

- Darte las gracias.

- Ya los has hecho.

- Por favor, ¿podemos hablar? – Emma puso una cara suplicante. No sabía por qué, pero quería hablar con esa mujer. La intrigaba lo que veía en sus profundos ojos. Regina hizo un gesto con la cabeza e hizo que Emma la siguiera hasta el interior de la casa. – Zelena dijo que está prohibido entrar en la casa salvo para ir al baño.

- Estoy en mi casa, créeme que esa regla no se aplica a mí y a quien está conmigo. - Fueron hasta la cocina, donde Regina se sirvió un vaso de agua y le ofreció otro a Emma. – Bueno, ¿qué quieres hablar?

- Bueno… Soy Emma – dijo la rubia sonriendo. Ahora no le parecía nada buena idea haberle pedido a Regina que hablaran.

- Lo sé, estás en mi clase, te presentaste en la clase del señor Gold el lunes. Yo soy Regina, aunque supongo que tus amigas Ruby y Belle te lo habrán dicho cuando mi hermana os invitó a la fiesta.

- Sí, algo me habían dicho… - Emma miró a su vaso de agua, no sabía qué decir - ¿quién era el chico con el que estabas discutiendo? No me suena de clase.

- ¿Robin? Es un chico de la clase de Zelena. – Regina no parecía dispuesta a dar más información de la que le exigía Emma.

- Y bueno… ¿por qué estabais discutiendo? Si se puede saber…

- Emma, querida, no es por ser maleducada, pero no es de tu incumbencia.

- Claro, perdona… Yo… No sé por qué he dicho eso, siento haberte molestado. Sólo que tú me libraste de Killiam y bueno, sólo intento… Nada, perdona, yo… Me vuelvo a la fiesta.

La rubia se dio la vuelta y se dirigió a la puerta de la cocina.

- Perdona, he sido demasiado tajante. Es que me ha puesto de mal humor. Es el ex novio de Zelena y ahora está intentando ligar conmigo. Normalmente no se me acerca porque estoy con mi hermana o con mi amiga Kathryn, pero hoy Zelena está ocupada y Kathryn se tuvo que ir pronto. Cuando consigue acercarse suele ponerse muy pasado y si encima está borracho es peor aún. Además, ver a Killiam haciendo de las suyas también me ha puesto de mal humor. Si me lo permites, no te acerques mucho a él, es un impresentable.

Emma la miró y ahí estaban otra vez, esos ojos que escondían un mundo.


Aquí estoy con un nuevo proyecto. No tendrá muchos capítulos, entre 5 y 10 seguramente. Si tenéis alguna sugerencia, las ideas de otra gente siempre son una inspiración. Espero que os guste y muchísimas gracias por leer.