Disclaimer: Los personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.

Aclaraciones Este fanfic es una adaptación de un manga llamado Junketsu Drop de Watarumi Naho / Kisaragi Manami. Así que, no pretendo darme crédito por escribir una fantasía personal, la cual no pude evitar compartir.

Advertencias: AU. NARUSASU.

Preview: "Pruébame que sabes besar dobe" fueron las palabras que desencadenaron una serie de encuentros comprometedores, dejando en claro que del odio al amor hay un solo paso.


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Virgen

1

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- ¿Por qué demonios no haz registrado al club deportivo en el presupuesto estudiantil Sasuke? - gritó el rubio furibundo azotando la puerta al entrar, interrumpiendo una sesión extraordinaria del consejo estudiantil.

El moreno suspiró irritado dejando sobre la mesa los balances que intentaba explicar a sus compañeros en obligaciones.

- ¿Porque considero que no es más que un desperdicio te parece una respuesta convincente? - cuestionó con su habitual tono tranquilo dejando entrever su molestia.

- No es justo bastardo, hemos estado esperando durante meses para poder costear los gastos del equipo de béisbol, el traslado del equipo de judo a Kyoto y el nuevo equipamiento de los chicos de kendo - apretó los puños a punto de arrojarse contra el otro para partirle la cara.

- Lo siento pero no se puede hacer nada, el presupuesto ya fue firmado por el director, no hay nada que tú y ese montón de vagos podrían hacer - encogiéndose de hombros sin darle mayor importancia.

- No se qué demonios hiciste o dijiste para engatusar al director sustituto Uchiha pero esto definitivamente no se quedará así - salió tirando puerta con fuerza para enfatizar sus palabras.

Nadie más en la sala pudo darse cuenta de la imperceptible sonrisa endiablada que cruzó fugazmente la cara del pelinegro antes de retomar el control de la reunión como si nada hubiera ocurrido.

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"¡Maldito seas tú y toda tu descendencia!" exclamó mentalmente el rubio mientras se alejaba corriendo hacia la oficina del recién nombrado nuevo director, Kakashi.

Sasuke Uchiha había sido transferido desde otra escuela hacía apenas un par de meses, pero nada le había costado unirse al consejo estudiantil para luego presidirlo.

Poco se sabía de él, sólo se podía afirmar que era un hijo de un multimillonario y había pasado varios años estudiando en el extranjero preparándose para administrar las inversiones de la familia fuera del país. Aquello a Naruto le venía sin cuidado hasta que aquel egocéntrico tipo se empeñó en hacerle la vida imposible. A él y al club deportivo que lideraba. Aparte de todo, la chica de la cual había estado enamorado toda su vida sin ser correspondido, repentinamente estaba excesivamente interesada en el otro y no en él. Y así como ella, el resto de las chicas de la escuela ¿Qué demonios le veían?

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- Naruto, tú, tú, tú, me, me, gustas - confesó la joven frente a él en medio de un trabalenguas de agitados tartamudeos. Aquella era su compañera de clases, una chica dulce de cabello violáceo y ojos claros que si mal no recordaba se llamaba Hinata.

La muchacha le había citado para hablar - con ayuda de otra singular estudiante de melena rubia - en un salón de la escuela en el último piso del edificio. Frotaba sus dedos índice, con aspecto de que en cualquier momento se desmayaría o en su defecto le explotaría el rostro, por el tono ligeramente morado que empezaba a adquirir su intenso rubor.

No esperaba tales sentimientos por parte de ella, por lo que Uzumaki no supo como reaccionar, debido a que nunca en sus diecisiete años de vida se había visto en una situación como esa. Y tenía que admitir, era muy linda, sería un idiota si la rechazaba.

- ¿Así que a esto se dedica el presidente del club? - dijo una voz grave a sus espaldas.

De todas las personas que habrían podido interrumpir ese momento por qué tenía que ser él.

Aquella chica debió estar muy avergonzada de que escucharan su declaración porque luego de proferir un chillido agudo salió corriendo de la estancia sin siquiera mirar atrás.

- Así que planeas que apruebe tu presupuesto mientras tú te escabulles a las aulas del tercer piso - bufo con malicia -, que buena forma de apoyar a tus compañeros.

- Ese no es tu problema teme - dijo molesto al tiempo que se disponía a salir de aquel asfixiante espacio en el cual no podría estar un minuto más junto a ése imbécil que había arruinado la primera oportunidad de tener una novia.

- ¿Qué planeabas hacer con ella luego de que empezaran a salir? Es obvio que hasta tu sangre es virgen - se burló interponiéndose en su camino.

Y no se equivocaba pero no admitiría su mala fortuna en el amor.

- ¡Por supuesto que no! ¡He estado con muchas chicas! - se defendió elevando la voz más de lo que debería, o como usualmente acostumbraba.

- Seguramente no sabes besar - sonrió tratando de herir su orgullo.

- ¡Por supuesto que he besado a muchas chicas! - gritó de nuevo recalcando la cantidad.

El pelinegro pareció dudar un segundo, luego borró toda sonrisa de su cara para cerrar la puerta a sus espaldas con cerrojo. Con un movimiento le tomó por el brazo y le arrinconó contra la pared.

- Pruébamelo - acercando demasiado el rostro al suyo, cruzando la línea que resguardaba espacio personal.

Esa broma era muy pesada y de muy mal gusto. Ya le hacía la vida lo suficientemente imposible para que ahora también intentara una nueva forma de burlarse de él. Vio a su alrededor buscando la prueba de que no estuvieran solos o alguna cámara escondida, mas no encontró nada a la vista.

- Pruébame que sabes besar dobe - tomándole de la barbilla con altivez ofreciéndole una mirada intensa, oscura, seductora.

¿Seductora?

- ¿Qué te sucede? ¡Yo no soy gay dattebayo! - se intentó zafar, estaba empezando a hacer mucho calor allí.

- Sabía que no podrías - se apartó, ahora sonriendo con suficiencia antes de dirigirse a la puerta.

¿Por qué tenía que ser así? No sé qué intentaba probar pero el no se dejaría vencer por ese arrogante heredero. Uzumaki Naruto no perdería contra él. Lo alcanzó de una zancada y agarrándole de las solapas de la impoluta camisa blanca chocó su boca contra la del presidente cerrando fuertemente los ojos.

Uchiha le tomó por segunda vez de la barbilla pero esta vez señalándole que debía abrir la boca, separándose algunos milímetros.

- ¿Acaso pensabas romperle los dientes? - susurró entre sus labios, aunque sus palabras eran chocantes, su mirada era profunda, inquietante revelando un ligero sonrojo en sus níveas orejas.

Cuando se disponía a replicar para defender su falta de practica en el tema, el moreno unió de nuevo sus labios a los de él, atrayéndole por las mejillas, deslizando aquellos dedos fríos hasta su nuca. Él sólo se quedó inmóvil sintiendo como el calor de aquellas cuatro paredes no hacia mas que acrecentarse quemándole las mejillas ante las acciones del mayor con la mente completamente en blanco. Él no le estaba probando nada, él evidentemente no sabía besar y ahora que aquel chico movía insistentemente sus suaves labios sobre los de él finalmente entendía que era él el único inexperto. Sin embargo, para su sorpresa, aquella lección no le resultó desagradable.

La boca de aquel chico sabía bien, aquellos suaves labios se movían pausadamente, succionando o mordiendo de manera juguetona.

Un hombre lo estaba besando y su subconsciente no emitía ninguna alarma, al contrario, su cuerpo se veía invadido por una cálida y agradable sensación de comodidad que irremediablemente formaba una espiral de sensaciones en su abdomen. Aquel abdomen que se encontraba estampado contra el contrario, como dos cuerpos que se amoldaban perfectamente juntos.

En el momento que creyó que empezaba a seguir el ritmo, una lengua se coló al interior de su boca y las manos que le sujetaban descendieron por su cuello, por su pecho, por su abdomen descansando finalmente en su cadera, sólo unos segundos antes de ascender por el mismo camino que habían recorrido.

Al chico de apariencia zorruna le costó asimilar el hambre con la que se veía ahora atacado. De nuevo le costaba seguir los movimientos de esa versada boca sobre la suya, comiéndole la lengua, invadiéndole, incitándole. Más ahora que aquellas manos le recorrían sin su permiso por sobre la ropa de forma sugerente. Maldijo en su mente al aceptar que lo estaba disfrutando y mucho.

Cuando finalmente se decidió a colocar las manos en la cintura del azabache, débil ante su sensual delicadeza, fue apartado con facilidad. El moreno le miró con suficiencia cómo si aquella escena nunca se hubiera desarrollado y se alejó agitando una mano como despedida.

- Así es como se hace usuratonkashi.

Si no fuera porque el calor se había concentrado en su bajo vientre, él realmente hubiera podido afirmar que efectivamente nada había sucedido.

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Mi mente ha estado pensando mucho en ellos y mi corazón ha estado sufriendo con esta pareja. Como tributo a aquellos años en que entré a este mundo del cual nunca saldré, decidí compartir esto.

Gracias por leer.

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