Beta:no.
Advertencias: es shonen-ai/yaoi, así que homofóbicos pintan poco aquí; AU, mayor OOC, spoilers, y creo que por ahora esta todo.
*Ni AS, ni VK me pertenecen. Sólo la trama de este fic.*
- Blah, blah- diálogos.
- "Blah, blah"- pensamientos.
… texto… = flash backs
nº = notas de la autora.
(Blah, blah) = Comentarios del personaje.
-X-X-X-X-X-X-X-X-X-X-X-X-X-X-X-X-X-X-X-X-X-X-X-X-
1.- Giros del destino.
Zero
Rojo.
Eso era todo lo que su mente registraba.
El profundo color rojo de la sangre sobre la que los cadáveres de sus padres habían sido descartados. A pesar de todo el horror que había llenado su sala de estar, no podía dejar de pensar en lo mucho que había echado de menos ese magnífico color que en épocas pasadas tiñó sus manos innumerables veces, pero ese no era el momento de dejarse llevar por la sed de sangre que había mantenido enterrada en lo más profundo de su ser durante los últimos trece años.
Debía enfrentar a la criatura que acababa de pintar su mundo de rojo, pues todos sus instintos gritaban para que derramara la sangre de la bestia antes de que ésta le arrebatara lo que más amaba en esta vida: su adorado hermano menor. Dejó que sus sentidos le guiasen hasta su presa. El terror y la furia se apoderaron de su corazón en cuanto se dio cuenta de que su mayor tesoro se encontraba junto a la abominación. En su desesperación por llegar hasta su hermano, fue incapaz de recordar que la criatura no debería de haber sido capaz de atravesar las barreras que rodeaban su hogar sin ayuda de un cazador, y terminó, por su descuido, entrando en la boca del lobo. La imagen que se encontró una vez dentro, hizo que su corazón dejase de latir por unos instantes y se llenase de pánico. Ahí, frente a sus ojos abiertos como platos, se encontraba su otra mitad, su querido hermano gemelo, en brazos de la abominación que acababa de hacer pedazos su mundo. Y lo que le había atestado ese terrible golpe a su ser, fue la mirada de absoluta devoción dirigida hacia la criatura en ese par de amatistas idénticas a las suyas.
- ¿Ichi… ru?
- Ey, niisan. ¿Estás disfrutando de mi regalo?- la sonrisa maliciosa que le dedicó el menor consiguió que toda la rabia que había sentido al ver los restos de sus padres se apagase.
Como si un rayo hubiera iluminado todos los rincones de su mente, cada uno de los detalles que hasta ahora había ignorado tomaron sentido.
- ¿Por qué lo has hecho, Ichiru?- preguntó con voz trémula.
La pregunta pareció ser el detonante de algo que no había visto nunca en su hermano pequeño, y lo que él mismo había sentido hasta hacía unos momentos, ahora aparecía reflejado en el rostro de su doble.
- ¿¡Por qué!?- le gritó enfurecido- ¿¡te atreves a preguntarme por qué!? ¡Tú, que siempre has sido el preferido de todos, al que consideran un genio con las armas y con poder suficiente para rivalizar con los adultos, no sabes lo que se siente por ser tragado por tu sombra! ¡NO SABES LO QUE SE SIENTE AL SER ABANDONADO POR TODOS!- la rabia y el dolor en su voz fueron el golpe final para su corazón; y lo peor era que no podía reprochárselo, pues él mismo estuvo en esa posición hace mucho tiempo, en otra vida.
- Ya es suficiente, Ichiru- la bestia disfrazada de mujer abrazó con más fuerza al joven de cabellos plateados, susurrando palabras cariñosas en su oído, pero lo que el chico no pudo ver fue el brillo maquiavélico en los ojos rojos de la criatura. Sólo el mayor de los hermanos había sido testigo de ello.
- ¿Por qué no podías esperar un poco más?- murmuró de forma lastimera a su reflejo.
- ¿¡Para qué!? ¿¡Para que me enviaran lejos sin memoria alguna de quién y qué soy realmente!?- escupió Ichiru con amargura a su gemelo.
Algo pareció clicar en la mente del mayor, una conversación hacía unos cuantos meses, en la cual había plantado cara a sus padres por primera vez. Pero había algo que no cuadraba, si de verdad había escuchado esa conversación, ¿por qué—
- No te quedaste hasta el final- lo que escapó de sus labios no fue una pregunta, sino una afirmación.
Los ojos de su hermano se abrieron como platos ante lo que implicaban las palabras de su igual.
- ¿Lo sabías?- el tono en que había sido hecha esa pregunta le dio esperanzas, todavía quedaba algo que salvar en Ichiru.
- Por supuesto que lo sabía- habló la abominación con voz venenosamente dulce- después de todo, fue él quien te quitó lo que por derecho te pertenece.
No pudo negar las palabras de la bestia, pues a pesar de ser dichas con la intención de sembrar discordia entre los hermanos, eran completamente ciertas. Ya que fue la energía inconscientemente tomada de su otra mitad lo que permitió anclar su espíritu a su nuevo cuerpo, pues este no hubiera soportado la unión forzosa con un alma tan antigua y poderosa de otra forma. Durante diez años había crecido creyendo ser un humano más, pero su poder fue liberándose poco a poco de sus ataduras y con él, sus recuerdos. Desde el momento en que todo su poder volvió a estar bajo su control, ya no necesitó el de Ichiru para mantenerse anclado a su cuerpo mortal, y decidió que ya era hora de devolver lo que había tomado prestado.
- ¿Por qué no podías haberte esperado hasta el final, hermano?- le preguntó con desesperación, tratando de no derramar lágrimas por la muerte innecesaria de sus padres.
- ¿Y qué hubiera cambiado el que me quedara, hermano?- le devolvió la pregunta- solamente que mi odio hacia ti sería mil veces más profundo.
La criatura ya se estaba hartando de esperar y decidió que ya era hora de tomar cartas en el asunto. A una velocidad que a duras penas pudieron seguir, la abominación tenía entre sus ensangrentados brazos al mayor de los gemelos y, en un fluido movimiento, hincó sus afilados colmillos en el pálido y tierno cuello de su presa, dejando fluir su ponzoña por las venas del joven cazador. Mas las cosas no terminaron como tenía planeado. Nada más el primer sorbo de sangre bajó por sus garganta, un terrible calor se propagó por sus venas. Sentía como su cuerpo ardía por dentro, era como si fuego líquido estuviera fluyendo por todo su ser, quemando todo lo que encontraba a su paso. El grito de dolor que abandonó sus rojos labios rayaba en lo inhumano y en sus intentos por apagar el fuego arrasaba sus entrañas, terminó soltando a su presa. Ichiru se apresuró a llegar junto a la monstruosidad, arrodillándose a su lado para tomar el cuerpo caído de la bestia entre sus delicados brazos, mientras la abominación se retorcía de dolor.
- ¿¡Qué le has hecho!?- gritaba su hermano, desesperándose al ver como empeoraba el estado en que se encontraba su adorada vampiresa.
- Yo no he hecho nada- le respondió, indiferente ante al sufrimiento de la criatura y actuando como si la situación desarrollándose a sus pies fuera algo común que ni siquiera mereciera su atención- ella no debería de haberse metido donde no la llamaban. No tengo la culpa de que sea incapaz de soportar el contacto con mi sangre.
Por la expresión en el rostro de su gemelo, Ichiru no sabía cómo tomarse esas palabras y tampoco parecía estar muy consciente de ellas, pues su atención estaba centrada en la criatura retorciéndose de dolor en su regazo. Esa preocupación fue un golpe más duro para él que las palabras de su otra mitad, ya que podía entender demasiado bien cómo se sentía el ser eclipsado por la persona que debería de estar siempre a tu lado, siendo tu igual y no el recipiente de tu odio. Ignorando a la bestia, se acercó a la única familia que le quedaba y le tomó entre sus brazos.
- ¿Por qué no te quedaste hasta el final?- volvió a preguntar, sin esperar realmente una respuesta- si lo hubieras hecho, te hubieras enterado de que les convencí de que me dieran la oportunidad de devolverte lo que te quité.
- ¡Eso es mentira!- gritó incrédulo el menor- si eso fuera tan fácil hace años que lo hubiera intentado. ¡No me mientas! No vas a conseguir que te perdone. Te odio más que a nadie en este mundo.
- Si que se puede hacer- siguió hablando, ahora con voz monótona y con los ojos apagados- pero es peligroso y las posibilidades de que sobrevivas son muy pocas. Si tu cuerpo no es capaz de absorber todo el poder que se transmite gracias al ritual, la presión que ejercerá sobre ti hará reventar tu sistema circulatorio, causándote una muerte increíblemente dolorosa- el horror reflejado en los ojos de Ichiru hizo que su corazón se estremeciera, mas no logró que su determinación flaqueara- estaba esperando a que se dieran las condiciones en que el ritual tendría más probabilidades de éxito, pero veo que eso ya no va a ser necesario.
Un tenso silencio se formó entre ambos, tan sólo interrumpido por los jadeos de dolor de la aberración, que parecía estar recuperándose muy poco a poco. Dispuesto a no dejar que la traición de su hermano le hiciera aun más daño de lo que ya lo había hecho, desterró el odio que empezaba a corroer su alma. Ya una vez dejó que éste le controlase y no volvería a repetir el mismo error. Esta vez sería él quien lo dejaría todo sin mirar atrás.
- ¿Aun deseas recuperar tu poder, pequeño traidor?- tenía que ser cruel, o sería incapaz de hacer lo que debía.
El nuevo título que acababa de otorgarle logró mover algo en el interior de Ichiru, mas eso no evitó que sus celos le cegasen y terminó asintiendo con determinación.
- Pues que así sea.
Con un movimiento brusco, tomó el rostro de su otra mitad entre sus manos y empezó a recitar una letanía en un idioma desconocido para el menor.
- חזרה את מה שנגנב, ומחזיר אותו לא נעשה שימוש. מהגוף שלי לשלך בלי לדעת מה נתן לי, הנה להחזיר1- nada más la última sílaba fue pronunciada, el mayor de los gemelos juntó sus labios con los de su doble.
-X-
Ichiru
No tuvo tiempo de registrar que estaba siendo besado por su propio hermano, pues su mente había quedado nublada por el increíble flujo de poder que estaba entrando en su cuerpo desde el lugar donde ambos gemelos estaban conectados. No había probado una gota de alcohol en su vida, pero suponía que lo que estaba sintiendo era parecido a estar borracho. Borracho de poder. No creía que existiera una forma mejor para describir lo que le estaba pasando. Deseaba más, mucho más, no quería que esa conexión terminara nunca. Haría cualquier cosa para seguir disfrutando de esa deliciosa corriente de poder. Disfrutando del extraño sentimiento que le causaba estar entre los brazos de su hermano. Tan perdido estaba en su mundo de nuevas sensaciones, que no se dio cuenta de que su gemelo le había dejado en una esquina de la habitación, para dirigirse hacia la bestia que había hecho pedazos su mundo. Con los ojos llameantes y el cuerpo tenso como un arco, Zero extendió una de sus manos en dirección a ella y la tomó por el cuello, levantándola con una fuerza que ningún niño de trece años debería poseer, hasta tener a la criatura cara a cara.
- Si sobrevives, espero que las cicatrices te atormenten hasta el fin de tus días.
Lo último que vio antes de perder el sentido fue como su hermano y su querida Shizuka-sama eran envueltos en llamas.
-X-X-X-X-X-X-X-X-X-X-X-X-X-X-X-X-X-X-X-X-X-X-X-X-
Editado 02/06/2018
1.- Lo que dice Zero durante el ritual improvisado es una burda traducción en hebreo de 'Regresa lo que fue robado; devuelve lo que no es usado. De mi cuerpo al tuyo; aquello que sin saber me entregaste, aquí restituyo'.
Aclaraciones: en esta historia la muerte de su amante ha vuelto completamente loca a Shizuka, así que esta versión no tiene nada que ver con la original, lo único que la mantiene con vida es su sed de venganza y está dispuesta a todo para conseguirla. Sobre Ichiru y Zero, decir que los dos van a ser muy OOC, no van a parecerse en nada a los originales, por lo que su forma de actuar y su relación tampoco serán las mismas.
Nos leemos,
Alanna.
