Disclaimer: Glee no me pertenece (Ni Jesse) y eso me deprime.
Dedicación: Este fic va para micapetrelli porque hasta ahora, es la única fan del Jesse/Rachel que conozco y porque me pareció agradable conocerla.
El tic-tac del reloj se posicionaba como el único sonido en la habitación de Rachel. Era alguna hora de la madrugada; lo sabía porque los resquicios de luz que se filtraban por la ventana, eran más bien mortecinos. Su cabello oscuro se diseminaba por la almohada formando un abanico y su mirada se centraba en ningún lugar específico del techo. Estaba despierta, no estaba segura desde hacía cuanto tiempo, pues su mente se sumergió en una especie de trance del que ingresaba y emergía sin tener el más mínimo control. No era la primera noche que esto sucedía –la sombra violácea bajo sus ojos, era una prueba irrefutable de ello –y cada noche, se juraba a si misma que sería la última. Eso la molestaba y la fascinaba de manera equitativa.
Su vida, era la música y nada más que la música. Incluso, era catalogada como desquiciante debido a su comportamiento obsesivo con el tema, pero no es como si eso realmente le afectara. El talento corría por sus venas en un torrente con forma de claves de sol. Si la gente no lo comprendía, no era de su incumbencia. Su voz era su don, su método de expresión, la forma de gritarle al mundo que ella era Rachel Berry; que estaba ahí para hacer que sus oídos se deleitaran y sus secos corazones cobraran vida mágicamente bajo la influencia de su canto.
Sí. Ella era especial. Era única. Pero lamentablemente para ella, sus problemas se trataban justamente de los mismos de todas las adolescentes. Prácticamente no tenía amigos, y a veces su cabello se tornaba como algo similar a un nido de ratas.
Rachel no era la excepción.
La perdición había llegado a su vida en forma de un chico de mirada seductora y voz hipnótica. Oh, su perdición tenía nombre: Jesse St. James . Eran la pareja perfecta –desde su punto de vista –ambos eran jóvenes promesas de la música y lucían bien en los videos musicales.
Todo sería perfectamente normal, si no fuera por el pequeño inconveniente de que… su historia de amor era como la de Romeo y Julieta, –Shakespeare se hubiera sentido orgulloso de ver su novela trasladada a la realidad, con una Julieta más teatral de lo que hubiera deseado jamás y un Romeo cuya descripción no podía ser etiquetada como un príncipe de Disney –Había cosas desiguales, desde luego. Para comenzar su familia no se empeñaba en separarlos por su apellido y lo que este representaba. En contraparte, todo el club Glee lo odiaba por ser parte –probablemente activa –de Vocal Adrenaline. Y en definitiva, no iba a morir por ese amor, aunque por la falta de sueño probablemente las líneas de expresión surcarían su rostro antes de que pudiera decir "Don't rain on my parade".
Las ideas que ahogaban su cabeza se volvían repetitivas. Solo podía pensar en la forma en que sus voces se fusionan de forma armónica, –desde su oído refinado, Rachel puede asegurar que jamás había escuchado tanta química musical entre dos personas –de la maldita forma en que Jesse parece comprenderla a la perfección y de cómo cuando sus labios hacen contacto, todo el mundo alrededor se deforma en luces de mil colores, provocando que sus rodillas tiemblen y se olvide de cómo se hila un pensamiento coherente.
Así llega a una conclusión convincente, como cada noche.
Ella lo quiere y le gusta pensar que él también la quiere. Lo único que sabe a ciencia cierta es que Jessie la hace feliz y eso es todo lo que importa.
Entonces y solo entonces, aparta la mirada del techo mientras sus parpados cubren sus ojos permitiéndose por fin dormir.
NA: Bueno, la historia tecnicamente no aporta nada al fandom, pero me gusta la parejita.
