6 PECADOS
PARTE 1
Allá en alguna parte del infierno, en una oficina que nadie se tomaba en serio, había 7 tronos y una silla plegable, acomodados en forma de medio circulo.
En el cuarto trono, que se posicionaba justamente en el centro, se encontraba Natsuki Kuga. -¿Alguien sabe que quiere Nagi ahora?-. Como siempre, tenía el ceño fruncido, pero bueno, era el pecado de la Ira. -Me enfurece esperar-. Y aún con su pésimo carácter y contra su voluntad, era la líder de ese grupo tan desigual.
-Noooo, ¿tú enojada, en serio?-. Por supuesto eso no le hizo gracia a la demonio. -Eres tan irritante como siempre-. Él era Reito Kanzaki, el pecado de la Vanidad. Su expresión tenía básicamente dos modos: Sonrisa marca el mundo no me merece, y mueca de asco de yo no merezco este mundo.
Ella gruñó mostrando sus colmillos. -Y tú tan llamativo como siempre-. El trono del aludido tenía una alfombra roja y reflectores que lo hacían sentirse glamoroso. Era un completo egocéntrico, sin embargo, había que admitir que tenía estilo.
-Lo dice la fanática del cuero que usa una corona de fuego-. Se pasó la mano por el cabello. -Aunque tienes razón-. Aumentó el brillo de los reflectores. -Nadie brilla más que yo-.
Al lado izquierdo de Ira, estaba Mikoto Minagi, el pecado de la Gula. -Tengo hambre-. Tenía una pila de comida al lado de su trono, pero era un pozo sin fondo. Probablemente no poseería una figura tan delgada, si su metabolismo no fuese el más rápido de la historia.
-Tienes hambre todo el jodido día-. Al otro lado de Ira, estaba Nao Yuuki, el pecado de la Envidia. -¿Podrían dejar el exhibicionismo? Me dan asco-. Siempre mantenía los ojos entrecerrados, como reprochándole al universo que nunca tenía lo que quería, o sea, todo lo que fuera de otros y no suyo.
Todo ese tiempo, Shizuru Fujino, el pecado de la Lujuria, había estado sentada en las piernas de Kuga, besándole el cuello y metiéndole la mano bajo la ropa. -Ara, la pregunta ofende-. Miró a su pareja. -¿A ti te molesta, Natsuki?-.
La oji verde le sonrió cínicamente a Nao. -Para nada, tú continua-. Y así la castaña siguió en lo suyo, con mucho gusto.
-Pues claro, si Fujino es la única con la que no eres una hija de puta-. Su pecado, lleno de cizaña, le impedía mantener la boca cerrada, sobre todo cuando se trataba de ese par.
-Envidia donde…-. Murmuró Reito.
-Por supuesto, si es la única que no me cae mal en esta oficina-. Kuga no tenía pelos en la lengua. Aunque omitió decir que así se la quitará de encima, Shizuru volvería a subírsele… lo había intentado cuando se conocieron, ¿el resultado? En lugar de funcionar, terminaron siendo novias, aun no comprendía del todo como había sucedido eso.
Nao quería lanzarle rayos con la mirada. -Ohhh no, no nos culpes, a ti medio mundo te cae mal y la otra mitad peor-. Presentía que le arrojarían una bola de fuego, le importaba un comino. -¡Por satán! ¡Te miras al espejo y te enojas!-.
Antes de que pasaran de la discusión a los golpes, la puerta principal se abrió dándole paso a un demonio bajito que todos odiaban por ser como un grano en el culo, sí, era su jefe, y uno muy malo, malo en el sentido de que nada le salía como quería, era Nagi, el sucesor de Lucifer.
El ambiente en la oficina se volvió bastante pesado y cada uno de los pecados hizo como que la puerta se había abierto por arte de magia. A veces cuando fingían que no lo veían, él se iba, lástima que no era una de esas ocasiones.
-Bastardos…-. Miró el lugar con enojo, parecía una mala imitación de Natsuki, ese detalle irritó a la oji verde, nadie iba a llegar copiándole su estilo. -¿¡Qué es esta puta silla plegable!? ¿¡Dónde está mi trono!?-.
Todos lo ignoraron intencionalmente. -¡SÉ QUE SÍ ME VEN, DEMONIOS DE CUARTA!¿¡DÓNDE ESTÁ MI TRONO!?-.
-¿Alguien más escucha ese molesto zumbido?-. Kuga miró hacia el lado contrario al de Nagi. -¿Nadie? Sabía que eran imaginaciones mías-. Ya le habían descontado el pago de esa semana, no le temía a nada.
Reito terminó de limarse sus uñas, echó la cabeza hacía atrás y se dignó a contestarle. -Le dijiste a Avaricia que se deshiciera de lo innecesario-. Sacó un espejo para apreciar su belleza.
-¡MAI!-. Nagi le reclamó a la responsable de tener una silla, a la que por cierto, le faltaba una pata.
Ella se encogió de hombros, desde su trono, con asiento masajeador. Era una tacaña de primera para todo lo que no fuera suyo, o de Mikoto, sólo porque salían, y si terminaban quizá también ella tendría una silla plegable. -Era eso o eliminar las galletitas y el café gratis-. Suspiró. -Y no sabes como se pone Mikoto sin sus galletitas-. En ese mismo momento Mikoto arrasaba con todas las galletas, hasta las de avena.
-¡Hijos de…
-¿Para qué querías vernos?-. Todo el cinismo del mundo habitaba en Natsuki. Le urgía desaparecer, quería largarse de ahí antes de que Shizuru se pusiera seria, ya le había desabrochado el pantalón. -Si es por el inodoro tapado, fue Mikoto, la avena no le cae bien-.
Pateó la silla. -¡Por el averno! ¡No sé porque los contraté!-. Todos los días se preguntaba eso mismo.
-Ni pienses que compraré otra silla-. Mai no iba a hacer gastos extra así fuese el mismísimo Lucifer en persona. -Y fue porque tenías poco presupuesto-.
-Y porque soy magnifico-. Pose de diva de Reito.
Harto de sus tonterías, aspiró profundamente, se arrepentía de tenerlos como demonios y eso que ellos eran los menos jodidos. -A ver idiotas, cuenten los tronos y díganme quien falta-. Obvio no lo hicieron. -¡Falta el imbécil de Pereza!-.
-Siempre llega tarde-. Natsuki tenía calor y no era precisamente por estar en el infierno, ni por ser un demonio de fuego. -Deja ahí Shiz…-.
-¡Eso es obvio, le pagaba por ser inútil!-. Tuvieron que cubrirse porque escupía al gritarles. -¡RENUNCIÓ!-. Ahí sí todos le pusieron atención.
¿Renunciar…
-¡Ni se te ocurra Kuga…
Muy tarde.
Se le había subido su pecado a la cabeza.
Enfurecida hasta los ovarios, se paró de golpe, tirando a Shizuru al suelo en el proceso. -¡YO LO MATÓ!-. Su corona de fuego creció, reflejaba sus estados de ánimo, o sea ira, enojo, rabia y cualquier cosa similar a derramar bilis. -¿¡QUIÉN SE CREE PARA DEJARNOS!?-. Las llamas se avivaban más y más, a ese ritmo los rociadores antiincendios iban a activarse y todos acabarían nadando, de nuevo.
A casos extremos medidas extremas.
-¡SOMOS LOS 7 PECADOS CAPITALES…
Shizuru le bañó con el extintor que tenían en su trono. -¿Mejor?-. Le acarició la cabeza, como tranquilizando a un perro que paso de tener rabia a ser un cachorrito.
Escupió espuma. -Lo siento hermosa, me alteré-. Volvió a sentarse, la castaña también retomó su lugar, mientras seguía acariciándole la cabeza. -¿Y ustedes que tanto me ven, eh?-. No se daba cuenta de que todos sabían que si Shizuru decía salta ella saltaba hasta la luna.
-¿¡Y yo qué culpa tenía!?-. Habían bañado a Nao también. -¡Nagi, quiero mover mi trono de lugar!-.
-¿Qué tal si lo movemos fuera de la oficina, envidiosa?-. Si por Kuga fuese, despedirían a la pelirroja, aunque pensándolo bien, mejor mal conocido que peor por conocer.
-¿Tienen idea de cuánto cuesta rellenar ese extintor?-. Mai solo veía los gastos.
-¿Hay más galletitas?-. Mikoto el 70% del tiempo pensaba en comer.
-¡Detengan todo!-. Y ahora fue Reito quien se paró, sorpresivamente, le hicieron caso, dejaron de discutir.
-¿Y ahora qué?¿Y por qué a él si le hacen caso?-. Nagi quería arrojarlos por la ventana, pero no había ventanas, sería para la próxima.
-Voy al baño y obvio que no pueden seguir sin mí-. Hizo que se extendiera la alfombra roja hasta su sanitario privado.
-¿Por qué el tiene baño propio y nosotras compartimos con esa cosa?-. Nao señaló a Mikoto, que se atragantaba con la comida.
Tuvieron que esperarlo, porque el señorito Vanidad se ponía de dramático si no lo incluían en absolutamente todo, cuando regresó, Nagi retomó el tema. -Como sabrán, si uno de los pecados no está, los otros se debilitan-. Para su descontento, se sentó en la silla plegable, haciendo equilibro para no romperse la madre.
-¿Qué? ¿Se nos avisó de eso?-. Mikoto era la más distraída de los siete.
-Venía en las letras chiquitas de nuestro contrato-. Mai fue la única que lo leyó todo, y les hizo un resumen a los demás, aunque por lo visto no todos le prestaron atención.
Nagi casi se cayó de la silla e hizo como que nada paso. -Así que deben subir a la tierra, encontrarlo y traerlo de vuelta-.
-No me gusta la idea-. Esa fue Shizuru.
Nao mostró una sonrisa sarcástica. -A ti no te gusta nada que no sea Kuga y el sexo… con Kuga-. La castaña no lo negó.
-¿¡Podrían concentrarse unos minutos!?-. Los hubiera golpeado, si no fuera el más bajito y débil en la oficina.
-¿De verdad eres el Lucifer en turno?-. Se burló Natsuki. -Quizá deba apuntarme para quitarte el puesto-. Sabía que era un mejor sueldo, por mucho.
-¿¡QUIERES QUE TE DESPIDA, KUGA!?-.
Claro, actuó con su característico cinismo. -Como si fueras a despedirme-. Soltó un bajo gemido, tal como lo creyó, Shizuru no se esperó a que estuvieran solas.
-Jodidas exhibicionistas…-. Envidia tenía que verlo en primera fila y ambas le caían casi tan mal como Nagi.
-Al demonio-. Si le ponían atención bien y si no, sería su problema más tarde. -Cuando estén allá, tendrán apariencia mortal, sin cuernos, ni colmillos, ni nada de sus ridiculeces que usan aquí-. Miró a Reito. -Y sí, hablo de tus alfombras-. Kuga se rio hasta que la vieron a ella. -Y de tu excéntrica corona de fuego-. No les dio oportunidad de reclamar. -Lucirán como ellos, pero seguirán siendo la representación de su correspondiente pecado. Además, vivirán ahí hasta que logren traerlo de regreso, pero por lo que más quieran, no tarden, porque entre más tiempo pasen siendo solo 6, más inestables y vulnerables se volverán-.
-Ahora me gusta menos-. Shizuru tenía el don de estar en el manoseo y en la conversación al mismo tiempo.
-Lo que ella dijo-. Kuga tenía un chupetón gigantesco en el cuello.
-Lástima, se van ahorita mismo-. Se abrió la puerta del elevador demoniaco, ese que unía su oficina con el mundo de los mortales.
De mala gana, todos se pusieron de pie y caminaron hacía el, porque si no lo hacían los dejarían sin vacaciones, eso y que no querían volverse la burla del inframundo sólo porque a Pereza le había dado por fugarse. Entre empujones, lograron acomodarse o algo así, parecían sardinas mal enlatadas.
-¡Sin arrimones, Kuga!-. Nao estaba entre la pared y Natsuki.
-Como si quisiera tocarte, mierda con piernas-. Ella tenía los senos de Mai pegados a la espalda y a Shizuru pegada a su brazo derecho, marcando territorio.
-Cuidadito con esas manos, Nao-. Amenazó la castaña. -No querrás verme enojada.
-¿Qué el pecado de la Ira no era Natsuki?-. Mikoto tan atenta…
-Sí, pero Shizuru da más miedo cuando se enoja-. Admitió la oji verde. -¿Este elevador no era más grande?-.
Reito estaba atrapado entre los culos de Mai y Mikoto. -Cierto pecado de la Avaricia recortó los fondos del elevador-.
-¡MAI!-. Gritaron todos.
-Le dejaron las finanzas a mi pecado, ¿Qué esperaban?-. Contestó indignada.
Nagi los creía caso perdió, pero no le quedaba de otra más que confiar en ellos. -No la vayan a cagar-. Y las puertas se cerraron, enviándolos a la tierra de los humanos.
5 MINUTOS DESPUÉS
-Nos mandó por la puerta trasera, ¿cierto?-. Aparecieron en un baño público.
-Seguramente fue porque le dejamos la silla plegable, sin una pata-.
Tal como les dijo Nagi, al llegar a la tierra adquirieron una apariencia más humana, sin embargo, vestían con el mismo estilo que usaban en el infierno, lo que daba como resultado a una Natsuki vestida completamente con cuero, y a una Shizuru con poca ropa que no dejaba mucho a la imaginación.
Extrañaban sus accesorios, no obstante, al menos aun conservaban su magia, lo cual ya era ganancia. La oji verde tronó los dedos y selló la puerta, justo después alguien tocó, parecía que le urgía entrar. -¡Está ocupado, no molestes!-. Le irritaba que le apuraran, también que le interrumpieran, y que le hablaran, está bien le irritaba todo.
-Creo que Fujino llamará demasiado la atención-. Nao tenía toda la razón, las personas tendrían que estar ciegas para no voltear a verla, si hasta la mujer más heterosexual cedería ante los encantos de Shizuru.
-Por esta vez, estoy de parte de Nao-. Y por lo general Mai sólo estaba del lado de Mikoto.
El pecado de la Lujuria se indignó, ni su mamá le decía como vestirse, es más, ella le decía como vestirse a su mamá. Con una ceja alzada y la mano en la cintura encaró a la pelirroja. -¿Y que quieren? ¿Qué me vista de monja?-. Su sarcasmo era muy palpable.
La idea sonaba horrible para cierta persona. -No hay necesidad de ser tan drásticos-. Natsuki se negaba a perderse la vista que ofrecía su novia. -Habrá otra alternativa menos mata pasiones-.
-Propongo que se cierre la blusa-. Reito iba vestido con un costoso traje color gris oscuro. Le señalaron con dedo acusador.
-Te propongo cerrar la boca-. Nadie iba darle ordenes, ni Natsuki cuando estaban en plan sadomasoquista. -Te ves mejor callado, señorito reflectores-.
Vanidad y Lujuria chocaron frente contra frente, en un duelo de voluntades, eran los pecados más apuestos, pero también los más tercos, de hecho, cuando se conocieron no podían verse ni en pintura, odiaban que se robaban la atención mutuamente -Tú no vas a callarme, señorita gemidos-. Ya que el espacio era algo reducido los demás los rodeaban.
Y aunque nadie le habló. -Ella calla a quien se le da la gana-. Natsuki fue a meterse en el asunto, su mirada ardía, literalmente.
-Ni quien te hable, bombita emocional-.
-Te metes con mi chica, te metes conmigo, marica de mierda-.
-¿Marica? Tengo estilo, ¡Que es muy diferente!-.
-¿No podemos calmarnos?-. Mai también se metió en medio para intentar separarlos.
-Y ahora doña tacaña nos va a sermonear-. Pero resultó lo opuesto.
-¿En serio vamos a discutir si Fujino va o no en pelotas, en un baño público?-. La pelirroja mantenía la nariz arrugada, el lugar olía como a perro muerto.
La atención de todos se enfocó en ella. -¡Es tu culpa!-. Tal acusación terminó en un intercambio de miradas asesinas, un par de golpes y que Kuga quisiera matar a cualquiera que no fuera Shizuru.
-¡YA! ¡Yo me encargó del tema y punto final!-. Si a ella no le molestaba que su novia fuera en pelotas, a ellos tampoco, que no jodieran.
Tras esa declaración, salieron del baño, lo primero que tenían que hacer era conseguir donde hospedarse, para eso se dividieron en parejas, Nao con Reito, Mikoto con Mai y Natsuki con Shizuru, los primeros tendrían suerte si no se mataban entre ellos, mientras que las últimas serían suertudas si no terminaban matando a alguien.
Como era de esperar, los problemas comenzaron apenas pusieron un pie en el edificio departamental que escogieron, porque Kuga enfureció al empujar la puerta y no lograr abrirla, no se lo pensó dos veces antes de arrancarla del marco. -Cariño… tenía un letrero de "Jala"-.
-¿Y qué, me disculpo con la puerta?-. La mitad del tiempo era un ogro incluso con la castaña, defectos de su pecado.
-Da gracias que estoy de buen humor, o te haría disculparte hasta con la mosca que mataste camino acá-. Pero Shizuru sabía domar, digo, tratar a su chica. Sólo recibió un gruñido como respuesta.
La oji verde se dedicó a ver con desinterés el lugar mientras que Shizuru intentaba arreglar la renta del departamento, intentaba, porque el chico no podía concentrarse con ella enfrente, Kuga se dio cuenta del detalle. -Chico-. No necesitaba sus colmillos y cuernos para intimidar, su voz hacía un eco de ultratumba. -Sus ojos están más arriba-. Había estado viéndole el escote descaradamente. -Esas nenas son mías-. La castaña sonrió con picardía.
-¡Perdón!-.
-Perdón mi culo, haz tu trabajo-. No iba a quitarse los ojos esmeralda de encima hasta terminar el papeleo, así que trabajo a la velocidad de la luz y terminó en cuestión de nada. -Ves que si puedes ser rápido-. ¿Y con esa motivación infernal quien no? Les entregó las llaves y se retiró, repentinamente tenía la necesidad de encerrarse en el baño para llorar.
Pasaron por el baño camino al elevador. -¡Yo no lloro en mi trabajo!-. Los sollozos aumentaron, Natsuki rio.
-Porque tu trabajo es enojarte, no llorar-. Su novia y su incondicional apoyo le hicieron alzar una ceja.
-¿Y tú de que lado estás?-. Presionó el botón del ascensor, pero lo hizo tan fuerte que se jodió. -Dime que el seguro lo cubre-. Estaba realmente jodido. -Porque no pagaré por eso-.
-Incluimos destrucción de propiedad y exhibicionismo en nuestro seguro-. La castaña pensaba en todo.
-Perfecto-. Seguían esperando, golpeaba el suelo, impaciente. -Me estoy irritando-.
Estrelló en la pared a una mosca que voló demasiado cerca de ella. -Te noto un poco más sensible-. La mirada rojiza le vio con intriga. -¿Estás en tus días?-.
-Hace menos de una hora tenías tu mano en mi coño-. Era un misterio como podía fruncir más el ceño, cuando ya lo tenía así. -Si lo estuviera, serías la primera en saberlo-.
Sonrió de modo sugestivo. -Ara, ¿intentas decirme algo?-. Pasó los dedos por su espalda, bajando hacia su culo.
-Sí, que no pasa una hora sin que quieras cogerme-. No hizo nada por detenerle.
-Bueno, ese es mi trabajo-. Se acercó a sus labios. -Cogerte duro y…
Detrás de ellas había un señor con el Jesús en la boca. -¡Señoritas! ¡La prostitución es un delito!-.
Natsuki volteó a verle, con mirada altanera. -No te metas, humano de mierda-. Finalmente, las puertas se abrieron.
-Nat, no puedes insultarlo así-. También volteó hacia el hombre. -Disculpa, patético humano-. Entraron al elevador.
-Creo que lo excitaste-. Le había visto una tienda de campaña ahí abajo.
-Me ofendería si no-.
Su concepto de pasar desapercibidas no era el más acertado, en parte porque para ellas era demasiado normal ponerse afectuosas en público, además cierto pecado lujurioso se ponía de mal humor sin su momento feliz, así que dieron un espectáculo en el pasillo y para cuando entraron al departamento ya casi no tenían ropa.
Arrojó a Natsuki al sofá más cercano, después se le fue encima. -Te notó más caliente de lo normal-. Sonrió burlona.
-Cállate y bésame-.
La puerta se abrió de golpe. -¿¡ACASO CREEN QUE ESTO ES GRATIS!?-. Mai entró a la sala cargando toda la ropa que habían dejado en el pasillo.
-¡Aparecemos esa mierda con magia!-. Reclamó Kuga, tenía a Shizuru a horcajadas sobre ella. -¿¡Ves!?-. Tronó los dedos, desapareciendo la ropa para reaparecerle en su armario, ya lavada y planchada. -¡AHORA LARGATE MAI!-.
-Largarme y una mierda-. Se sentó en el otro sofá.
-¡No te mató porque somos inmortales!-. Estaba roja, pero del coraje, quería matarla por ser una mata pasiones de la peor calaña. -¡Interrumpes nuestra hora feliz!-.
-Según tu reloj, todas las putas horas son la hora feliz-. Se cruzó de brazos.
-Mai, me importa un cacahuate si te quedas ahí y lo sabes-. Advirtió la castaña. -No me hago responsable de tus futuros traumas-.
-¡Dime que quieres y lárgate!-. La humedad de Shizuru en su abdomen le hacía difícil concentrarse.
Mai arrugó la nariz. -Parecen película porno-. Entrecerró los ojos. -Y de mala calidad-.
Shizuru ignoró lo segundo. -Soy Lujuria, ¿Qué querías?-. Le sacó las bragas a Natsuki.
-¡Ohhh por Lucifer!-. Se cubrió los ojos al ver que comenzaban un oral frente a ella. -¡Sólo venía a decirles que iremos a la universidad!-.
-¡Y una mierda!-.
-Ya pagué las inscripciones y no hay reembolso, ¡Así que llevaras tu culo allá mañana, Natsuki!-. Hizo una mueca al oírle gemir. -¡PERO CON ROPA!-.
-¿¡Si digo que sí te largaras!?-. Asintió con la cabeza. -¡SÍ!-. Con eso le basto para dirigirse a la puerta, no quería conocer más a fondo a ese par.
-Por cierto, estamos en el departamento de enfrente-.
-¿¡QUÉ!?-.
-Y Nao en el de al lado, buena hora feliz-.
-¡CARAJO!-.
AL DÍA SIGUIENTE
-Una vez más, ¿qué hacemos aquí?-. Estaban en el estacionamiento de una pequeña universidad, dentro de un solo coche porque Mai no quería pagar más gasolina. -Dímelo, porque yo no te autoricé para inscribirme aquí, ¡Ni en ningún lugar!-.
-Es muy temprano para enojarse y gritar-. Nao nunca tenía ánimo para escucharle quejarse del mundo, sin embargo, ese día aún menos, la noche anterior Reito se la paso roncando en su habitación, como tractor descompuesto, y no le dejo dormir bien. Quien habría dicho que don perfección tenía ese defecto.
-Me enojo cuando quiero, ¿o qué? ¿envidias mi libertad de expresión?-.
-Envidiaría a una caca antes que a ti Kuga-.
Mai suspiró, estaba harta de sus peleas de niños. -Nagi me mandó un mensaje, diciéndome que Pereza se inscribió aquí-. Se recostó en su asiento, masajeándose la sien. -Es el lugar más indicado para buscarlo-.
Era cierto, pero el asunto no le gustaba a Kuga por un simple motivo. -Los universitarios ya son problemáticos por su cuenta, ¿y ahora los 7 pecados rondaran entre ellos?-. Su presencia aumentaba directamente la posibilidad de que los humanos pecaran. -Esto nos pondrá en la mira de los jodidos ángeles-. A pesar de lo que dijo, no se veía muy preocupada, quizá porque tenía a Shizuru sentada en sus piernas. -Se creen superiores, con sus alas esponjosas y sus aureolas relucientes-. Escupió las palabras.
-Nadie brilla más que yo-. Reito y sus delirios de grandeza.
Su oficina "Los 7 Pecados Capitales" seguido tenía problemas laborales con la de "Los 7 Arcángeles de Dios". Nagi les había dicho que los ignoraran, algo un poco complicado cuando los bañaban con agua bendita que les causaba alergia cada vez que los veían. En fin, esa era otra historia, debían concentrarse en seguir siendo 7.
-Esos idiotas no sabrán que estamos aquí-. Nao les guardaba rencor, era la más alérgica al agua bendita.
-Claro… igual que los universitarios, ¿no es así?-. Había muchos chicos rodeando el auto, como aves carroñeras, a la espera de ver quienes eran los nuevos. Sí, era una escuela tan pequeña que eso les despertaba interés.
-Solo tenemos que encontrarlo y obligarlo a regresar, no puede ser tan difícil-. El optimismo de Mai no convencía a nadie, ni a ella misma.
Mikoto no dejaba de ver a Natsuki y Shizuru. -¿No se te duermen las piernas?-.
Kuga entrecerró los ojos. -Si tú tragas todo el día y no pesas, ¿Qué te hace pensar que Shizuru sí?-. No podía permitir que le insinuaran a su chica que pesaba o ella tendría que aguantarla de mal humor el resto del día.
-Tiene un buen punto-. Reito se veía en el espejo retrovisor.
-Vayamos ya, a mal paso darle prisa-.
La primera en bajar fue Shizuru, su presencia hizo suspirar a todos por igual, hombres o mujeres, estudiantes o profesores, nadie se salvó de su efecto atrayente, les sonrió de tal modo que hubo erecciones y bragas mojadas. Tenía solo cinco segundos ahí, y acababa de convertirse en la nueva fantasía de la universidad.
Obviamente más de uno quiso acercarse, se habrían conformado con besar el suelo que estaba pisando, pero sus planes se vinieron abajo cuando Natsuki salió del auto.
Al verle no estuvieron seguros de si era un guardaespaldas o un sicario, cualquiera de las dos opciones le sumaba más rudeza a su terrorífico aspecto. Ella se quitó sus lentes oscuros, les dedicó una mirada asesina y soltó un gruñido que intimidó hasta al perro que paseaba cerca. -¿Qué me están mirando, idiotas?-. Tenía las manos en los bolsillos. -¡Lárguense!-. Se dispersaron como cucarachas.
Aunque vieron desde un lugar seguro como Shizuru abrazaba posesivamente la cintura de Natsuki, y se iban caminando, como si la escuela fuera suya.
-Apesta a envidia-. Voltearon a ver a Nao.
-¡No soy yo! Bastardos…
El próximo en salir fue… -¡Vuelvan aquí! ¡Maravíllense con mi glamorosa presencia!-. Sí, Reito.
Por algún motivo, que él juraba no era su magia, los universitarios regresaron. Al pisar el estacionamiento, cegó a todos con un resplandor que relucía con la intensidad de mil soles.
-¡Mis ojos, mis ojos!-. Gritaban todos.
Mikoto bajó, como un ser normal. -Creí que Nagi le había prohibido los reflectores-. Seguían chillando por estar ciegos, a ellas no les afectaba, ya eran inmunes.
-No los trajo-. Mai salió, pensaba seriamente en fingir que solo conocía a Mikoto, total, Reito había dejado invidentes a los testigos. -Es su propio brillo-. El demonio tenía el don de convertirse en el centro del universo.
-Me niego a cuidarlo todo el día, exijo turnos-. Nao podía pedir todos los turnos que quisiera, con el detalle de que nadie iba a hacerle caso. -¡Hey, estrellita! Ya nos vamos-. Caminaron hacia el interior del edificio.
Los 6 pecados no se aguantaban ni entre ellos, ¿cómo iban a soportarlos en la tierra?
