Disclaimer: Uta y Yomo le pertenecen al señor tragedias… digo, a Sui Ishida. Por tanto Tokyo Ghoul también.

Advertencias: Insinuación a lime, supongo. Por supuesto yaoi, y algo (o mucho) OoC.


Tie.

Tenía bastante tiempo sin ver aquellos orbes grises penetrarle con la mirada de esa manera, poniéndolo a prueba como sólo Él sabía hacerlo, estremeciéndole hasta la última punta de sus azabaches cabellos.

Le sonrió a la antigua ―de esas sonrisas que tanto le molestaban― invitándolo a acercarse, esperándole pacientemente mientras retozaba con la redonda cuenca entre los dedos de su mano izquierda, resistiendo el impulso de llevarla al interior de su boca con el fin de provocarlo aún más.

Por eso se limitó a rodearle el cuello con su brazo libre una vez que sus distancias se habían reducido a milímetros.

Entonces Uta pudo apreciar el enigmático olor de su venerado Renji. Estremeciéndose ante los belfos que recorrían cada poro de piel entintada, redimiendo un inevitable gemido.

―Re- Renji-san… ―se escuchó a sí mismo implorando aquel nombre.

Más no esperaba respuesta alguna pues el hombre encima de Él siempre sabía qué hacer cuando le escuchaba demandar así. Colando sus prolongadas manos entre la sayuela de tirantes, palpando centímetro a centímetro los tatuajes sobre la pálida epidermis. Encajando ligeramente la cumbre de sus uñas sobre la postulante y temblorosa carne del artista.

― ¡Ah! ¡Renji-san!

― ¿Te duele? ―susurró el susodicho con voz ronca.

―Sí… mucho… ―clamó Uta en respuesta.

Una sonrisa asomó los labios del hombre con cabellos platinados. Perversa, sensual, atrayente. La sonrisa que tanto adoraba ver momentos antes de que hicieran un desastre con su cuerpo. La sonrisa que Renji le dedicaba solamente a Él.

―Haz que duela más… ―sentenció sin pudor alguno, devolviendo la sonrisa con complicidad.

Y entonces, ―para su deleitante sorpresa― el pequeño ojo que había estado ubicado en la palma de su mano se almacenó rápidamente dentro de su boca con ayuda de ciertos labios contrarios, provocándole espasmos de puro regocijo. Devorando ansiosamente la mezcla perfecta entre la curvada y resbalosa textura del minúsculo globo junto a la esencia misma de su ferviente acompañante, el cual, a propósito, no desaprovechaba la oportunidad para postrar consecutivamente sus afilados dientes de depredador sobre los finos labios del ya delirante creador de máscaras.

Una pulcra mixtura paradisíaca.

El dolor y el placer que era marcado una y otra vez sobre cado poro de su piel, manchando a ambos del embriagador líquido rojo, trazando un exquisito recorrido con la afanosa lengua del contrario sobre sus cuerpos como si de pincelar una máscara en proceso se tratara. Reduciéndolos a constantes gemidos y jadeos.

Lo más cierto era que al artista le hipnotizaba. Porque ese era el lazo que tenía con Renji-san. Lujurioso, sin compromisos, audaz y salvaje. Justo como el arte que el moreno tanto amaba crear con arcilla y demás materiales.

Eso para Uta, era más que perfecto.

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N/A: El final es un asco, lo sé. Todo el drabble en realidad ;-; pero si les gustó y se molestaron en leerlo que va, muchas gracias.

Y es que cuando me imagino a estos dos en una "relación" (porque sí, yo los shippeo fuerte) no concibo verlos en plan te amaré por siempre y para siempre ―lovey dovey― vamos a casarnos y todo eso. Siento que su relación sería más carnal, masoca y ¿vulgar? que nada. So, No me arrepiento de nada.

Helena querida, después de mil años acá esta lo que tanto me pedías y me comprometí a darte. Tienes todo el derecho de golpearme por ello.

Y nada más que reportar, saludos.