"Los sueños de un chico".

Parte Uno.

El sonido de una alarma llenaba por completo las paredes de la habitación pintada de un color azul y con muchos pósters de equipos de Basquetbol pegados por doquier. Era una mañana bastante fría, de esas que hacen que uno no quiera levantarse de la sábana, queriendo envolverse aún más entre la colcha y dormir todo el día.

La alarma se detuvo, la mano de un chico había presionado el botón de apagado y ahora trataba con toda su voluntad de desperezarse. Mientras temblaba por la sensación térmica tan baja se frotaba los ojos con fuerza. Eran apenas las 5:00 a.m. pero él sabía que tenía que prepararse rápido o no llegaría a su entrenamiento matutino. No podía permitirlo, un partido estaba cerca y el entrenador le había dicho que estaba a unos pasos de ser parte del equipo principal. No un simple reserva, sino que de verdad entraría a la cancha a darlo todo con sus superiores del club.

Aquél pensamiento le dio las fuerzas para salir de su cama y comenzar a cambiarse. Su uniforme negro y con botones plateados había sido planchado por su madre el día anterior así que lucía impecable en éste. Una vez con el gakuran puesto, tomó su maletín y su bolsa deportiva, y se dirigió hacia la cocina. Una mañana como cualquier otra le dio la bienvenida. Sus hermanos menores aún seguían dormidos pero su madre ya tenía el desayuno preparado sobre la mesa. Cuando terminó su comida fue al baño a lavarse los dientes, al salir del baño una pequeña mano sujetó por detrás su uniforme cuando estaba dirigiéndose al recibidor.

- Karamatsu-niisan... ¿Hoy también tienes entrenamiento? –Habló una vocecita para luego bostezar con fuerza.

- ¡Oh, my little Todomatsu, buenos días! –Saludó animadamente al niño que aún llevaba su pijama puesta.- Lo siento, hoy tampoco podré ir a recogerte. También tengo entrenamiento después de la escuela.

El niño pequeño hizo un puchero por unos segundos. Agregó en un tono condescendiente.

- Da igual... Choromatsu-niisan dijo que él pasaría por mí... –Dijo y se abrazó al costado del mayor.- Esfuérzate mucho, Karamatsu-niisan. Todos te iremos a ver jugar... Mamá dijo que todos estarán ahí, incluso papá.

- Oh, ya veo. Eso es genial. Me esforzaré mucho entonces. –Contestó al pequeño dedicándole una sonrisa y revolviendo sus cabellos con gentileza.

El menor volvió a abrazarle con fuerza y después entró al baño a prepararse para la escuela. Era el menor de la familia y el pequeño rayo de luz de Karamatsu. Solía mimarle como si él mismo fuese su padre aunque en ocasiones hiciera berrinches o le ignorara. Pero cuando se portaba así de dulce sentía que valía la pena todo ese amor que le daba.

Tanto Todomatsu como Choromatsu, sus hermanos menores, y su madre eran importantes para él por lo que siempre trataba de no darles problemas.

Hacía ya más de 8 años que sus padres se habían divorciado y la familia de la que tanto estaba orgulloso se había hecho trizas. Se suponía que no fuese así, pues guardaba la esperanza de que las palabras de sus padres fueran ciertas.

'Sólo es un divorcio. No tendrán que separarse del todo. Aún podremos vernos.'

Pero después de muchas fiestas y cumpleaños esperando a su padre y hermanos, se percató de que las cosas ya no volverían a ser iguales. No era una promesa rota. En verdad se habían reunido en ocasiones especiales... simplemente, no era lo mismo.

Karamatsu salió de casa mientras seguía pensando en su querida pero extraña familia. Una familia que se atrevió a tener seis hijos y la presión y los malos entendidos les obligó a separarse.

Aquellos que eran sus hermanos mayores y que tanto admiraba eran ahora como unos completos desconocidos. Sólo su hermano menor, Jyushimatsu, que también tuvo que ir con su padre después del divorcio era aún cercano a él. Por su parte los dos mayores, que para colmo eran unos gemelos bastante extravagantes... e idiotas, siempre conseguían sacarle de sus casillas. No ayudaba que le llevaran más de 8 años a él que era el 2do hijo mayor si contaba a los otros dos como una unidad.

Sabía que tenían unas personalidades podridas y no era de a gratis. El mayor de los gemelos, Osomatsu, había dejado de estudiar y buscó trabajo justo después de la escuela. Eso ayudó a su padre a pagar la pensión que les correspondía a ellos y también le dio la oportunidad a Ichimatsu, el segundo gemelo, de estudiar medicina.

Para su desgracia, sabía muy bien la profesión de Ichimatsu porque justo había comenzado a hacer sus prácticas en la enfermería de su escuela apenas unos meses atrás. Solía evitar lesionarse por la sencilla razón de que no quería pasar un minuto con éste. Ver su rostro le traía malas sensaciones y recuerdos. La razón de aquello también era sencilla; le recordaba a Osomatsu.

Osomatsu era su ídolo, su modelo a seguir. Incluso en esos momentos, que estuviese en el club de Basquetbol era porque el mayor también estuvo ahí. Recordaba con cariño cuando toda la familia se reunía a pesar del divorcio para mirar al mayor cuando tenía un partido importante. Esa sensación de unión, la admiración hacia el mayor, eran cuestiones que para Karamatsu representaban el por qué también quería jugar en el equipo principal. A pesar de los años, sólo quería que su familia fuese más unida. El problema era que su relación con el mayor estaba deteriorada desde muchos años atrás.

No sabía en qué momento había pasado. Un día notó en sus acciones que el mayor rechazaba su existencia con todas sus fuerzas. Osomatsu era un buen hermano mayor para todos, excepto para él. Siempre sonreía con alegría, pero cuando sus ojos se encontraban con los del de cabello negro azulado, aquella preciosa sonrisa desaparecía. Pero lo peor era que podía notar una expresión de disgusto en su rostro, como si mirarlo en verdad fuera lo más desagradable del mundo.

Al principio sólo quería preguntarle el por qué la diferencia de trato. No entendía qué había hecho él para molestar al mayor. Es decir, ¿qué podía ser tan grave para que alguien ignorara a otro?

No ayudaba que estuviera en plena adolescencia, aquellos sentimientos negativos le habrían consumido de no ser por toda la estamina que liberaba día con día en sus prácticas. Podía sudar la tristeza, el desconcierto e incluso la ira.

Después de caminar varios kilómetros desde su hogar, continuó su recorrido cruzando por unas enormes construcciones. Toda la zona estaba dañada y en los próximos meses sería reconstruida. Recordaba que era debido a un temblor que hubo hace unos años y los edificios se habían desplomado ya que eran muy viejos.

Pudo divisar su escuela y entrar con normalidad. Miró su reloj, aún estaba a tiempo para comenzar con sus prácticas. Ya no quedaban muchos días para el primer partido y en verdad quería participar así que debía dar su máximo esfuerzo. Después de todo, ya era un estudiante de último curso y sólo le quedaba aquél año antes de graduarse.

Las prácticas se desarrollaron con normalidad aquel día, Karamatsu liberó toda su energía como siempre. Al finalizar, el entrenador se acercó a hablar sobre su excelente desempeño y sobre lo seguro que estaba de que con él en el equipo podrían aspirar a las nacionales. Incluso el capitán le aseguró que era una pieza importante para ganar en los siguientes partidos, por lo que al salir del gimnasio, el chico lucía una enorme sonrisa en el rostro. No podía evitar sentirse bien consigo mismo. Se sentía importante y con el poder de conseguir lo que se propusiera.

- Karamatsu-niisan. ¡Karamatsu-niisan! –Una voz gritó su nombre forzándolo a detener su caminata y a buscar a quien lo había hablado. Un joven con el cabello bien peinado y los ojos afilados le miraba exasperado.- Estuve llamándote desde el otro lado del pasillo y no contestabas. ¿Se puede saber en qué tanto estabas pensando? No, olvídalo, no quiero saber. Sólo venía a decirte que después del entrenamiento debes comprar algunas cosas que mamá encargó. Y además... –El menor le entregó un pedazo de papel donde venía escrita una lista de cosas por comprar y además una bolsa con una caja rectangular adentro.- Olvidaste tu bentou...

- Ah, es verdad. No lo agarré en la mañana. Gracias, Choromatsu. –Mencionó el mayor quien apenas notaba que su olvido le haría quedarse sin comer nada aquél día.

- ¿Qué tan despistado tienes que ser? ¡Se supone eres el mayor! –Le regañó el más joven, aunque en realidad sólo se llevaban un año de diferencia.

- L-lo siento. Tendré cuidado la próxima vez. –Se disculpó inmediatamente. A pesar de ser el mayor no podía llevarle la contra a Choromatsu.

- Eso espero. Bueno, tengo que irme, ya casi comienzan las clases. A la salida iré a recoger a Todomatsu a la primaria, pero no olvides comprar lo que está en la lista o mamá se enojará contigo.

- Claro, claro. Don't worry, brother. –Dijo el mayor y el menor se estremeció pues no aguantaba cuando su hermano mayor hablaba en inglés.

El más joven suspiró, se despidió y se dio la vuelta caminando en dirección hacia su salón. Había hecho todo el recorrido desde el edificio donde los de 2do tomaban clases hasta el de 3ro donde estaba Karamatsu. Por ello, el mayor le agradecía enormemente ya que no moriría de hambre.

Cuando estuvo en su salón fue una desconexión total. No estaba prestando atención en clases, aunque sí que estaba copiando en modo automático todo lo que veía en la pizarra. No es que pensara en nada concreto, su cabeza simplemente seguía divagando entre el basquetbol, los siguientes partidos, las compras que le habían encargado y otras banalidades. De pronto, en su cabeza apareció la imagen de Osomatsu, a quien no había visto desde hacía más de dos años pues las últimas veces que la familia se había reunido habían sido hace mucho tiempo. Se preguntó qué haría en aquellos momentos, aunque lo cierto es que desde antes no sabía nada de él.

Se dio un par de bofetones para dejar de pensar en aquello. El mayor no merecía siquiera que pensara en él. Aunque, no pudo evitar seguir pensando que tal vez cuando éste fuera a uno de sus partidos, podría hablar con él. Se imaginaba siendo felicitado por el mayor y por alguna razón desconocida su rostro comenzó a calentarse. Se preguntó si tal vez el frío y el exceso de ejercicio le habrían provocado un resfrío.

La campana que anunciaba el final de la jornada escolar sonó y Karamatsu tardó en reaccionar. Comenzó a guardar sus libros con rapidez pero se detuvo de golpe para dar la reverencia final junto con el profesor y sus compañeros. Cuando el profesor salió, todos los alumnos comenzaron a salir con rapidez, hacia sus clubs o a casa. Karamatsu terminó de meter sus libros en el maletín cuando ya habían salido casi todos sus compañeros. Aún le quedaban unos minutos para llegar a tiempo a sus prácticas vespertinas pero la sensación de que no le quedaba tiempo se grabó en él debido al despiste de no notar que habían terminado las clases.

Tomó sus cosas y salió a toda prisa del salón, corriendo por los pasillos como si ya no le quedara tiempo. Su confundido cerebro mezclaba la causa de llegar tarde con la consecuencia de no quedar dentro del equipo. Nuevamente, el rostro de Osomatsu llegó a su cabeza y un sentimiento de depresión le invadió. Como si la oportunidad de arreglar su relación con el mayor y reunir a su familia estuviese ligada a su entrenamiento.

Vio las puertas del gimnasio y una sonrisa se formó en su rostro. Había llegado a tiempo, pero no desaceleró la carrera. Abrió las puertas de golpe y se deslizó dentro del gimnasio. Por alguna razón, su cuerpo patinó en el suelo y antes de darse cuenta estaba tirado sobre el suelo sintiendo una punzada de dolor en la espalda.

La manager del equipo había soltado un grito agudo y todos los presentes se habían acercado a ver cómo se encontraba el chico. Karamatsu trató de levantarse como si nada diciéndoles a todos que no se preocuparan pero al erguir su espalda sintió un dolor intenso proveniente de su parte baja.

El entrenador ordenó que le llevaran a la enfermería y Karamatsu estaba más asustado de que le prohibieran jugar que de su propia salud, por lo que seguía insistiendo en que no era nada grave. Aún así fue arrastrado a la enfermería en contra de su voluntad. Y ahora tenía más miedo de que le dijeran que su herida era tan grave que tendría que reposar. No había tiempo para reposar, el próximo partido era en una semana.

Sus compañeros del club abrieron la puerta de la enfermería y le introdujeron dentro de ésta mientras lo llevaban a rastras apoyando los brazos de Karamatsu en sus hombros.

La mirada de Karamatsu se encontró con la del doctor que estaba ahí. Un doctor con una corbata que tenía el dibujo de un cráneo no era exactamente lo más confiable del mundo. Sumándole el mal aspecto que tenía pues su bata estaba manchada y su cabello despeinado, cualquiera querría correr después de mirarlo. Éste sólo sonrió al ver a Karamatsu y comentó con una voz agradable que el menor sabía que era falsa.

- ¿Accidente de club? –Preguntó mientras se paraba de su silla y jalaba la cortina de una de las camas para que recostaran al herido en ésta.

- El entrenador del club nos dijo que trajéramos a Matsuno-san a la enfermería para que revisara si tiene alguna herida. –Dijo uno de los chicos un poco cohibido.

- Gracias, cariño, yo lo revisaré. No te preocupes. –Contestó el hombre adulto haciendo que los tres jóvenes presentes, incluso Karamatsu, sintieran un escalofrío recorrer sus cuerpos.

El doctor se acercó al chico, empujó su cuerpo sin delicadeza para que quedara boca abajo provocando que soltara un quejido y levantó su uniforme para mirar su espalda. Dio un par de palmaditas y Karamatsu se quejó. El chico deseaba que dejara de tocarle lo más pronto posible, pues sentía como si la mitad del toqueteo no tuviese nada que ver con una revisión médica.

- Díganle al entrenador que estará bien. Mañana estará como nuevo, pero hoy debe hacer reposo por lo que no podrá asistir a las prácticas de hoy. –Dijo e hizo una seña con la mano para que se marcharan.

Los otros dos jóvenes estaban un poco dudosos de dejar a su superior ahí, pero no tenían otra opción más que ir a comentarle al entrenador lo que el doctor había dicho. Ambos hicieron una reverencia antes de salir de la enfermería y se marcharon un poco confundidos.

El doctor se acercó a Karamatsu y se sentó en la silla que estaba junto a la cama.

- ¿Es divertido lastimarte? No sabía que estabas en el club de sumo. ¡Qué encantador eres! –Dijo con una enorme y filosa sonrisa.

- ¿Qué? ¡No! No estoy en el club de sumo, estoy en el basquetbol. –Contestó el menor y desvió la mirada para no mirar el rostro del mayor.

- Eso ya lo sé, querido. Mamá nos lo comentó. Sólo era una broma. –Dijo el mayor que no había perdido la sonrisa del rostro.

- ... Ichimatsu-niisan, ¿Podrías dejar de sonreír así? –Dijo Karamatsu un poco alterado.

- ¿Eh? ¿Y eso por qué? Pensé que preferirías ver una cara de éste tipo ya que ha pasado mucho tiempo desde que viste al dueño real de esta sonrisa. –Dijo el adulto y sacó la lengua. En verdad disfrutaba meterse con el menor.

- Es desagradable... Al igual que esos "queridos" y "cariños". Está bien con los otros estudiantes, pero soy tu hermano menor y aunque no convivamos mucho, es asqueroso. –Dijo el menor.

Esa era la otra razón por la que solía evitar la enfermería a toda costa. Además de que solía molestarlo frecuentemente, era como si entendiera las preocupaciones de éste. Como si pudiera saber lo que estaba pensando y por ello se burlara de él.

- Vaya, jajaja. Sólo te estoy molestando. No estoy tan enfermo como para ir detrás de mi propio hermano menor. –Respondió el mayor con esa personalidad podrida que había adquirido a través de los años.- Hablando de gente enferma... sí que elegiste un buen día para venir.

- ¿Eh? ¿Y eso por qué? –Preguntó el menor ahora con curiosidad.

Antes de que Ichimatsu tuviese el tiempo para contestar aquella pregunta del menor, la puerta de la enfermería se abrió de golpe. El doctor sonrió con malicia.

- Bueno, es porque esperaba visita. –Dijo y su sonrisa se hizo aún más grande al ver el rostro de Karamatsu poniéndose cada vez más afligido.

Unos pasos se escucharon por toda la enfermería con dirección a la cama de Karamatsu e instintivamente, cerró los ojos con fuerza. Su corazón no estaba listo para "aquella visita".

La cortina fue jalada con fuerza y una voz habló en tono animado.

- ¡Ichimatsu-niisan, buenas beisboletardes! –Gritó un chico quien aún tenía puesto su uniforme de la secundaria.- Ah, Karamatsu-niisan también está acá. ¡Buenas beisboletardes para ti también, Karamatsu-niisan!

Karamatsu abrió los ojos y vio a su hermano menor Jyushimatsu de pie junto a Ichimatsu. Le dedicó una mirada de odio al adulto. Otra vez había jugado con él y de la peor forma posible. Se levantó de la cama con dificultad sintiendo pequeñas punzadas en la cadera.

- Bueno, no les quiero interrumpir, así que será mejor que descanse en casa. Además tengo una enorme lista de compras por hacer. –Dijo y se incorporó bajando los pies de la cama.

- Espera, ¿Si irás a comprar tienes que cargar cosas pesadas? No te lo recomendaría. Le harás un daño a tu espalda y tendrás que olvidarte de tus prácticas de mañana e incluso de pasado mañana. –Dijo el mayor, ahora con seriedad.

- Bueno, sí tengo que llevar ciertas cosas... Pero creo que son importantes o no me las habrían encargado. –Comentó el chico.

- Ah, ¿No puede hacer las compras Choromatsu-niisan? –Preguntó Jyushimatsu bastante animado por su propia respuesta.

- Oh, Choromatsu ya se fue... Tenía que recoger a Todomatsu en la primaria. –Comentó Karamatsu sintiéndose un poco atrapado en aquel problemita.

- ¿Por qué no le mandas un correo y le dices lo que te pasó? –Preguntó Ichimatsu.

- Nosotros... no tenemos teléfonos celulares... –Respondió Karamatsu con cierta vergüenza que no entendía de dónde provenía.

- Vaya que eres inútil. –Comentó antes de suspirar y el rostro de Karamatsu se puso rojo por la pena.- Te acompañaríamos Jyushimatsu o yo, pero mi turno aún no termina y Jyushimatsu tiene otro encargo pendiente... –Al decir esto Jyushimatsu volteó a ver a Ichimatsu con una expresión un tanto rara para Karamatsu.

- Bueno, entonces, trataré de arrastrar las bolsas de compra o algo así... –Murmuró el chico.

- No, yo tengo una mejor idea. –Dijo el adulto, sacó su celular y escribió rápidamente un texto.- Muy bien. Ven conmigo.

Tanto Jyushimatsu como Ichimatsu le ayudaron a ponerse de pie. Lo cierto es que ya no le dolía tanto la espalda, pero si sentía un poco de presión al apoyar su peso en los pies. Ni que decir del dolor y presión que sentiría su espalda si de verdad quisiera cargar algo pesado.

Ichimatsu caminó fuera de la enfermería seguido de los menores. Karamatsu caminaba a paso lento debido al ligero dolor de su columna y Jyushimatsu caminaba a su paso muy pendiente de que no se fuera a caer, sujetando el maletín de Karamatsu y la bolsa con su uniforme de deporte.

El chico notó que Ichimatsu prácticamente los estaba guiando a la salida de la escuela. Pasaron por la taquilla de Karamatsu para que pudiera cambiarse los zapatos antes de salir.

Mientras caminaban por la explanada, Karamatsu se preguntó cuál sería la grandiosa idea de su hermano. Se preocupó un poco de que su idea incluyera a algún conocido del mayor llevándole en coche a casa. Desconfiaba mucho de su hermano mayor aunque sabía que no debería hacerlo.

Aquel pensamiento de que su hermano le involucraría con gente peligrosa, desapareció al ver de pie junto a la entrada de la escuela a un joven de cabello negro y con la piel un poco quemada, con los brazos cruzados. Quiso correr al imaginarse la idea que había pasado por la cabeza del mayor pero sus pies no le respondieron.

- ¿Qué haces acá? Pudiste haber entrado a saludar junto con Jyushimatsu. –Comentó el de bata blanca.

- ¡No soy un estudiante! Me habrían sacado a patadas de allá... –Exclamó el mayor quien tenía una expresión de enojo.

- Bueno, la cosa es que me alegra mucho que estés aquí. –Dijo con un tono monótono el despeinado adulto.- Necesito que nos hagas un favor.

- ¿Qué nos hagas un favor? ¿¡A ti y a quién más, imbécil!? –Gritó el mayor y Karamatsu se sobresaltó.

Karamatsu se sintió aliviado de que el mayor no hubiese notado su presencia.

- Tu trabajo te vuelve insoportable. Ayúdame y ayúdate a ti mismo, tonto. –Dijo y señalo a las dos personas que estaban detrás de él.

Los ojos de Osomatsu se abrieron como dos platos y lo que Karamatsu pensó que pasaría, ocurrió. El mayor desvió la mirada y puso una extraña cara de molestia al verle.

- Tu queridísimo hermano menor tuvo un accidente hoy y necesita hacer la compra para tus otros dos queridos hermanos, así que deja de hacer el idiota y ayúdalo. –Dijo sin tacto Ichimatsu.

- ¿No puede hacerlo Jyushimatsu? –Preguntó Osomatsu.

Aquella pregunta fue para Karamatsu incluso más dolorosa que el golpe que se había dado unos minutos atrás. No pensaba que el mayor lo repudiara a tal grado.

- ¡Ouch! –Exclamó el mayor haciendo que Karamatsu levantara la vista para buscar el motivo de aquél grito.

Ichimatsu le había dado un golpe en la cabeza y Jyushimatsu le había mordido un brazo dejándole una gran marca de dientes.

- ¡Osomatsu-niisan! ¡Acompaña a Karamatsu-niisan o me voy a molesta-hustle! –Exclamó el más pequeño y Osomatsu puso una expresión que a Karamatsu le recordó a las imágenes de perritos con ojos tristes que solían compartirse sus compañeras de aula.

- N-no deberían forzar a Osomatsu-niisan... Yo sé que podré arreglármelas de alguna for-

- ¡No! ¡No es ninguna molestia para Osomatsu-niisan! ¿Verdad, Ichimatsu-niisan? –Exclamó el menor y luego miró con complicidad a su hermano.

- No, claro que no. Él lo quiere hacer con mucho gusto, ¿Verdad, Osomatsu-niisan? –Le preguntó al mayor.

Osomatsu sólo asintió con la cabeza, más bien forzado por el ambiente que por sus propios deseos. Karamatsu sintió un poco de pena por él y se preguntó si así habría sido la vida del mayor con sus otros dos hermanos.

- ¿Ves? ¡Osomatsu-niisan está encantado! –Exclamó Jyushimatsu y empujó a Osomatsu hacia donde estaba Karamatsu.

El empujón fue demasiado fuerte y el mayor terminó estampándose contra el lastimado chico. Karamatsu terminó sujetándole de la mano para evitar que se cayera hacia atrás después del rebote.

Fue algo misterioso para Karamatsu. La mano de Osomatsu era del mismo tamaño que la suya a pesar de que era mayor que él. De igual forma, notó que su hermano apenas y le sacaba media cabeza de altura. No recordaba que fuese tan bajo ya que de pequeño solía verlo mucho más alto que él. Siempre lo había visto como una figura imponente, e incluso cuando lo había visto la última vez le sacaba más de una cabeza de altura. Pero, su mano no sólo era pequeña, sino que era más delgada que la suya.

Quería seguir analizando aquella mano, pero le fue arrebatada rápidamente. El mayor se sujetaba su propia mano y le miraba con una cara que Karamatsu no pudo descifrar. Parecía como si fuese a llorar o como si hubiese visto algo horripilante.

- L-lo siento... –Por alguna extraña razón que no entendía, Karamatsu se disculpó.

- No... No te preocupes. Fue mi culpa... Gracias... –Contestó el mayor quien lucía extrañamente frágil en esos momentos.

Karamatsu le observó con atención. Llevaba unas botas y un pantalón naranja bastante llamativo. Fuera de eso tenía únicamente una camiseta blanca que se le pegaba al abdomen. Era bastante delgado pero se notaba que hacía ejercicio constantemente.

- Luce muy delgado, ¿Verdad, Karamatsu? –Habló una voz ronca con un tono de malicia.

Osomatsu y Karamatsu habían olvidado que Ichimatsu seguía ahí así que dieron un saltito al escuchar su voz.

- Uno no creería que siendo tan delgado de verdad sería un rescatista. –Comentó con un tono lleno de cizaña.

- ¿R-rescatista? –Comentó más bien por repetir que por preguntar.

- Oh vaya, ¿No lo sabías? Osomatsu-niisan entró hace dos años a un colegio de rescatismo y ahora está trabajando como todo un excelente rescatista. –Explicó el doctor.- ¿Qué es lo que hacías, Osomatsu-niisan? ¿Rescatabas gatos de los árboles y niños de los incendios?

Osomatsu sólo le miró con cierto hartazgo ignorando sus preguntas. Se volteó hacia Karamatsu un poco más calmado.

- Sí. Hace unos meses me dieron el trabajo. Por el momento, ayudo a los bomberos a evacuar edificios y esas cosas. –Comentó un poco apenado y forzó una sonrisa que llenó de calma a Karamatsu. Le tranquilizaba que el mayor ya no tuviera esa expresión de enojo en la cara.

- Eso... ¡Eso es increíble! –Comentó con entusiasmo y el mayor se quedó estático sin ninguna expresión en el rostro.

Sin decir una palabra volteó todo su cuerpo dándole la espalda a Karamatsu. El chico no supo si había dicho algo malo, o tal vez sus palabras le habían sonado hipócritas. Pudo notar que Ichimatsu se estaba riendo y Jyushimatsu tenía una expresión de decepción en el rostro.

- Gracias... –Contestó después de un rato el mayor y agregó un poco más.- Mamá nos contó que estabas en el equipo de basquetbol, también es increíble...

La cara de Karamatsu adquirió una enorme sonrisa. Parecía como si sus preocupaciones más recientes hubiesen desaparecido sin dejar ningún rastro.

- ¡Muchas gracias! ¡Me esforzaré mucho para que la próxima semana vean a mi equipo ganar el partido! –Dijo con entusiasmo.

- Ya veo. –Comentó secamente el mayor mientras volteaba su cuerpo para poder ver de frente a Karamatsu.- ¿Sólo necesitas que te ayude a cargar las compras de hoy, no?

El rostro de Karamatsu se iluminó aún más que antes. Por alguna razón, le dieron ganas de llorar de la felicidad ahí mismo.

- ¡Sí! Sólo debo comprar las cosas que están en esta lista. –Dijo y se acercó hacia el mayor dándole la lista.

Osomatsu analizó la lista rápidamente y se la entregó de nuevo al menor.

- Muy bien, creo que será rápido. Apurémonos para hacer las compras antes de que oscurezca. –Dijo Osomatsu más relajado.

- Claro. –Dijo y caminó hacia la salida de la escuela.

Ichimatsu se acercó lentamente a Osomatsu y posó un brazo en su espalda y hombro. Murmuró para que sólo el mayor pudiese escucharlo.

- ¿No estás feliz, querido hermano mayor? Pasarás un tiempo de calidad con tu queridísimo hermanito, Karamatsu. –Dijo y agregó algo con un tono más serio.- No lo eches a perder...

- No seas idiota... No hay nada que pueda echar a perder. –Contestó Osomatsu zafándose de su agarre y le sacó la lengua antes de caminar hacia donde estaba Karamatsu.

-.-

-.-

-.-

-.-

Bueno, se supone que la intención era que este pequeño fic fuera un capítulo autoconclusivo en honor al Día KaraOso. Pero me puse a escribir y a escribir y a escribir, y después de notar que el día ya casi se acababa y de que el capítulo me estaba quedando extrañamente largo y no veía el fin, decidí subirlo por partes.

Sólo estaba en Wattpad pero decidí subirlo acá y en AO3 también para tener un control de todos los fics que escribo uvu

Como habrán notado, el fic es del AU de BasuResu (BasquetbolistaxRescatista), ese AU donde todos tienen profesiones y así. Aunque en éste caso sólo Oso, Ichi y Kara son los de ese AU. E igual me di a la tarea de destrozar un poco lo canónico xDDDD Acá siguen siendo hermanos porque en serio me desagrada escribir fics donde no son hermanos pero aún así tienen nombres similares (como si sus madres fueran taradas y estuviera de moda ponerle Algo–matsu a tu hijo). Pero igual, modifiqué ciertas cosas. El orden de los ninis sigue siendo el mismo a excepción de Ichimatsu que ahora es el gemelo de Osomatsu. Me pareció más interesante de ésta forma, aunque de todas formas Ichi tenía que ser mayor que Kara si quería dejar un poco la esencia del AU.

Sobre las edades; Oso e Ichi tienen 23 años, Kara tiene 17, Choro tiene 16, Jyushimatsu tiene 14 años y Todomatsu tiene 12. Creo que quedó claro que Kara, Choro y Totty se quedaron con su madre después del divorcio, y Oso, Ichi y Jyushi se fueron con su padre. La idea era que los mayores se fueran con papá ya que no requerían tantos cuidados, pero Karamatsu al sentirse un "Hermano mayor" no quiso dejar a los menores, y así terminó la cosa.

Disculpen si el fic les da SIDA o algo. Lo hizo a las prisas por el día mágico del KaraOso y con miedo de no terminar ni siquiera un texto decente antes de que acabase el día. Igual y pude terminarlo pero estuve procrastinando con ganas y así terminaron las cosas u_u Pronto tendré noticias de los otros dos fics que tengo en la bolsa y de la continuación de éste.

Espero les guste, si tienen comentarios me digan y así. Muchas gracias por leer, y feliz día KaraOso :3