Tras el partido contra Haizaki y haberse quedado bastante agusto con el golpe que le dio, Aomine encontró innecesario seguir en aquel lugar, por lo que decidió volver a casa. No quería demostrarlo, pero el partido de antes le había gustado. Seguía caminando cuando a lo lejos pudo divisar una figura familiar. Cabello rubio, alto y... cojo. Caminaba cojeando, era Kise. El muy idiota trataba de caminar como si no le pasara nada cuando era más que obvio que se moría a causa del dolor, es probable que tras la pisada de Haizaki su dolor haya aumentado. Tsk, maldito... No sabe cómo, pero sus labios se habían movido solos y una palabra salía de estos.

-¡Kise!

Las orbes doradas se encontraron con las azules.

-¿Aominecchi...?

Mierda. Se acercó a paso rápido hacia él, se podía notar a distáncia la sorpresa en su rostro.

-¡Aominecchi! ¿Qué haces por aquí,me seguías?
-No seas ridículo.
-¡Moo,qué cruel eres! ¿Volvías a casa?
-Así es, supongo que tú también.
-Sí, pero a este paso dudo llegar algún día... Pensaba en llamar a Kasamatsu-senpai y que me viniera a buscar.
-¿Kasamatsu, tu capitán?

Kise asintió con la cabeza. Tsk, le molestaba que llamara a ese idiota... Aomine le arrebató el móvil antes de que pudiera pulsar cualquier botón.

-Si quieres te llevo yo.

No era una pregunta, era una afirmación.

-¿T-tú...? Pero... no importa...
-Te estoy ofreciendo mi ayuda y tú prefieres llamar a ese tío, no me jodas Kise.
-Es que viniendo de ti es raro...
-Bueno,¿sí o no?

Cansado de la indecisión de Kise, se agachó de espaldas a él.

-¿Q-qué haces...?
-Sube.
-Pero...
-Sube de una vez.

Vacilando ante sus acciones, Kise se subió a la espalda de Aomine, mientras este se levantaba y lo sujetaba con fuerza. Sin esperar réplica alguna empezó a caminar. Podía sentir las manos del contrario aferrándose con fuerza en su jersey y el aliento agitado en su oreja. Los mechones dorados provocaban cosquillas en la piel descubierta de su cuello y el cuerpo de Kise temblaba levemente.

-¿Tienes frío?
-N-no... es sólo que...
-Dime.
-Esto es... tan vergonzoso...

Los labios de Aomine se curvaron en una pequeña sonrisa burlona, de verdad que Kise tenía unas ocurrencias...

-Oi, llama a casa y di que te quedas en la mía.
-¿¡Qué!?
-¡No me grites!
-¡Tú también estás gritando!
-¡Yo no hago eso!
-¡Aominecchi!
-¡Kise!

La mayoría de las conversaciones que tenían en Teiko eran así, pero más que enfadarle, le resultaba gracioso ver como el rubio se enfurruñaba cuando estaba en una situación que no sabía manejar y sus mejillas adquirían un tono rojizo, justo como ahora. La casa del moreno quedaba mucho más cerca que la de su compañero, y tener que llevarle hasta la suya... qué asco...

-Mira, no tengo ganar de ir hasta tu casa asi que hazme el favor de llamar.
-Está bien...

5 minutos después de haber avisado, Kise apoyó su cabeza en el hombro de Aomine. Se había dado cuenta que perder contra Seirin había sido lo mejor que podía haber pasado, ya que Aomine se veía una persona un poquito más amable, pero sólo un poquito, como cuando iban a Teiko.

Llegaron a casa del moreno, no sabía por qué pero el trayecto se había hecho más largo de lo normal. Abrió la puerta y cuando estaba dispuesto a bajar el cuerpo de Kise, se percató de que dormía profundamente, y no es de extrañar, copiar a la Generación de los Milagros conllevaba un sobresfuerzo por lo que debía estar agotado fisica y mentalmente. Como pudo, cerró la puerta de una patada y tiró la mochila que llevaba el rubio en su mano al suelo. Se encaminó hacia el salón, pero dejar dormir a Kise en el sofá probablemente no sería la mejor opción, así que le llevó a su habitación. ¿Cuándo se había vuelto buena persona...?

Con cuidado depositó el cuerpo sobre la cama. Le quitó los zapatos y el abrigo, no tenía ganas de que Kise enfermara y cuidar de él, aunque quizá era lo que estaba haciendo ahora. Se deshizo de su propia ropa y optó por ponerse un simple pantalón de pijama. Cogió una cerveza del frigorífico y se acostó en el sofá mientras veía un grupo de personas ridículas discutir en el televisor. Cansado de que no hicieran nada interesante, se dispuso a dormir cuando sintió la preséncia de alguien detrás suyo.

-Aominecchi.
-Kise,¿no dormías?
-Sí, pero me desperté y estaba solo.
-Bueno, estoy aquí así que vete a dormir.
-Es que no tengo sueño... Y yo... ¿Puedo quedarme aquí contigo?
-¿Eh...? S-sí, supongo que sí.
-Nee,¡gracias Aominecchi!

El rubio podía parecer un chico maduro y serio, pero lo cierto es que tenía una parte muy infantil que podía llegar a resultar molesta.
Kise se sentó apoyándose contra él, de manera que su pelo caía desordenadamente sobre su cuello y las piernas del rubio tocaban las suyas.
Involuntariamente llevó su mano hacia los mechones dorados pasando sus dedos entre ellos. Kise entrecerró los ojos, el movimiento de Aomine estaba consiguiendo adormecerle... Se acercó más a Aomine a la vez que apoyaba su mano en el pecho de este. Delineó el musculoso y bien formado pecho, desde siempre Kise ha encontrado al moreno un hombre muy atractivo y fuerte, con un cuerpo capaz de sacar suspiros a la vista de otros. Leves caricias descendían por su cuerpo hasta el estómago, donde Kise rodeaba con sus dedos el ombligo para volver al duro pecho. Aomine seguía con la vista el movimiento de la pálida mano, sabía que si Kise continuaba acariciándole de esa manera una parte de su cuerpo despertaría tarde o temprano.

-Kise.
-¿Sí?
-Tengo sueño, ve a dormir.
-Pero...
-Kise, sabes que no tengo paciencia.
-Moo, está bien. Buenas noches Aominecchi.-dijo Kise mostrando una pequeña sonrisa.
-Sí, sí.

Cuando la figura del jugador de Kaijo desapareció por la puerta, Aomine sentía que podía volver a respirar. Las sensaciones que el rubio había provocado dentro de él no le habían disgustado, y eso era lo aterrador, que le había gustado.

Continuará