Capítulo 1
Reneesme miraba el paisaje a través de la ventanilla del avión. A su lado, su amigo Jacob dormitaba tapado por una manta hecha a base de varias camisetas, un regalo que la abuela de Reneesme, Reneé, le había hecho a su madre antes de que se casase. En menos de diez minutos llegarían a su destino, Canadá. La joven híbrida deseaba desde hacía meses irse a vivir por su cuenta, pero su padre Edward no estaba de acuerdo. Al final, gracias a Bella, su madre, consiguió convencerle para que Reneesme pudiese marcharse a un bosque virgen canadiense, donde no correría el riesgo de dañar a humanos y donde habitaban millones de animales, algo imprescindible para ella. Aunque Edward puso una condición: Que Jacob la acompañase por si acaso ocurría algún problema. El licántropo no lo dudó dos veces y él mismo pagó los billetes del vuelo. Enseguida el piloto les avisó de que pronto aterrizarían.
-Jacob, ya hemos llegado- Reneesme zarandeó el brazo moreno de su amigo, tratando de despertarle.
-Hmmm, cinco minutitos.
La chica le arreó una colleja, haciendo que el licántropo se despertase sobresaltado.
-¡Ah! ¿Qué… qué pasa?- Jacob miró de un lado a otro, aún soñoliento.
-Estamos a punto de aterrizar.
-Ah, vale.
Tras salir del avión y coger el equipaje, que era tan solo un par de maletas(lo demás lo tenían en la nueva casa), pidieron un taxi que les llevó hasta la zona más cercana al bosque. Cuando se aseguraron de que no había nadie cerca, Jacob se transformó en lobo y Reneesme salió corriendo a la velocidad de la luz, sabían perfectamente por donde tenían que ir. Atravesaron los montones de árboles y arbustos en unos minutos y al final llegaron a una hermosa casa de madera, perfecta para un ambiente de Naturaleza. Estaba situada en medio de un prado verde, lleno de flores de muchos colores y cerca había un río de agua limpia y fresca. Esa casa era un regalo por parte de Carlisle y Esme para que pudiesen vivir allí sin problemas y con la máxima comodidad.
-Es preciosa- dijo la muchacha maravillada.
Jacob aún no se había transformado en humano, por si acaso un animal salvaje les atacaba. Pero sobre todo por proteger a su amada Reneesme, aunque ella aún no sabía los sentimientos del indio. Pronto estuvieron dentro de la casa(con Jacob de humano, obviamente) y cada uno eligió su propia habitación, donde dejaron sus cosas y las colocaron a su gusto. Mientras Jacob se duchaba, Reneesme miró la casa de arriba abajo: Era muy espaciosa y luminosa, con una enorme sala de estar repleta de animales tallados en madera y una gran alfombra de lana de oveja; dos baños, uno con bañera y otro con ducha; dos habitaciones y una cocina con una mesa de madera de roble. En las alacenas había comida suficiente para cuatro meses y un frigorífico lleno de botellas de agua para un año. De pronto, la joven sintió hambre y esperó a que su amigo apareciese.
-¿Ya tienes ganas de comer, Nessie?- el fino oído de Jacob escuchó las protestas del estómago de Reneesme.
-Sí… bueno- las mejillas de la semivampira se sonrojaron.
-¿Hacemos otro concurso de caza?
-Esta vez no me ganarás.
Dicho esto, ambos salieron por la puerta y Reneesme sacó ventaja sobre el licántropo sin que éste lo esperase.
-¡Eh! ¡Eso es trampa!- gritó Jake transformándose en lobo.
Los dos atravesaron el bosque en busca de presas. El ambiente era relajante y por todos lados había olores de diferentes animales.
Reneesme trepó a un árbol para ver mejor a su objetivo: Un alce macho de 400 kilos. Una vez que el animal estuvo justo debajo de ella, la chica saltó sobre su lomo, pero cuando iba a derribar a su presa una enorme figura blanca chocó contra ella y la empujó. Reneesme cayó de pie y vio cómo el alce huía alertado por el ruido.
-¡Mierda!- maldijo la semivampira.
La chica se fijó en el culpable de su fracaso: Un lobo blanco del tamaño de un caballo, como Jacob, pero más esbelto. El animal le mostró los dientes y le gruñó, dispuesto a pelear. Reneesme no lo dudó y se abalanzó sobre él, no le perdonaría que le hubiera arruinado la caza. La joven utilizó toda su destreza para vencer al lobo, pero éste fue más rápido y en un descuido de la semivampira, la derribó y la inmovilizó con las garras. Reneesme trató de zafarse de su enemigo, pero no pudo. Cuando el lobo estuvo a punto de morderle el cuello, una silueta rojiza apartó al lobo blanco de ella: Jacob. El blanco recuperó el equilibrio y le gruñó al recién llegado, a lo que éste respondió con un bufido. Pero, de repente, el lobo desconocido ocultó los colmillos y miró a Jake con cara de sorpresa. El animal se convirtió en humano: Era una chica joven, más o menos unos siete años mayor que Jacob; de pelo largo y negro; ojos azabaches; piel morena y vestida con una camiseta y unos pantalones de chándal verdes.
-¿Jacob, eres tú?- preguntó la intrusa.
El lobo rojizo recuperó la forma humana y sus ojos se abrieron como platos al fijarse bien en la chica.
-¿Eimy?- el licántropo no se creía lo que veía.
Los dos se abrazaron, llorando de alegría.
-¿Pero qué haces aquí? Creíamos que habías muerto- dijo Jacob secándose las lágrimas.
-Pues ya ves, sigo viva y con una salud de hierro- respondió Eimy.
Reneesme los miraba confusa, esperando una explicación.
-Oh, perdona, Nessie. Esta es mi hermana Eimy, desapareció hace trece años- el chico presentó a la desconocida, aunque ésta no se mostró muy contenta con la presencia de la semivampira.
-Encantada, soy Reneesme Cullen- la joven extendió la mano a la licántropa, pero Eimy no le devolvió el saludo.
-Eimy, por favor. No es de esos- le aclaró su hermano a la loba.
-¿Por qué no hablamos de esto en casa?- propuso la híbrida.
-¿Pero no deberías alimentarte primero?- le recordó Jake.
-Ya tomaré algo cocinado después.
En el salón de la casa, Eimy le explicó a su hermano lo sucedido hacía trece años, desde su desaparición hasta ese día.
-A los pocos días de entrar en fase de licantropía, me fui de inspección al bosque tras encontrar el rastro de un vampiro, un tal James. Cuando por fin di con él, me enzarcé en una pelea muy igualada con ese chupasangre. Pero el muy canalla me golpeó por detrás y me dejó inconsciente. Me desperté metida en una jaula, aún transformada en lobo. James me había vendido a un circo para que me exhibieran humilladamente. Intenté huir, pero era inútil, además me pegaban cada vez que lo hacía y me dejaban sin comer. Tras unos meses confinada allí, llegamos a Canadá y durante un trayecto por carretera la jaula se cayó del camión y pude escapar. Pero no tenía ni idea de donde estaba, así que me fui vivir a este bosque y, bueno, aquí estoy.
La historia de Eimy impactó a sus anfitriones, sobre todo a Jake. El indio no soportaba la idea de ver a su hermana mayor, a quien siempre había admirado, metida en una celda y siendo deshonrada por unos humano imbéciles.
