Kuroko no Basket es propiedad de Fujimaki Tadatoshi y Production I.G. La historia es completamente mía.
Revisado y aprobado por Ren T. Dankworth.
Dedicado a la mejor beta, por soportar los dramas de esta escritora promedio que tenía guardado este monstruo desde hace casi dos años. Versión mejorada de algo que está aquí mismo que no quiero ni recordar.
[someday . good_night]
Mientras avanzaba por los grandes jardines de la mansión, Kazunari analizaba toda, y cada una de las flores que se hallaban allí, desde rosas hasta tulipanes; de malvas a margaritas, flores exóticas que nunca había visto en su vida, pero aquella que captó su total atención era el crisantemo que se elevaba tímidamente frente a él.
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La brisa de primavera mece suavemente las cortinas color perla de la habitación. El joven de 17 años sentado sobre la cama mira apacible el cielo rojizo con una expresión tan impropia de su personalidad, que es necesario que su acompañante carraspeé para captar su atención; su sonrisa se asoma de nuevo entre esas facciones tan finas que, por un momento, al más alto le parece ver al Kazunari que hacía mucho tiempo le miraba con esperanza y felicidad infinita.
«Nee, Shin-chan». El chico de ojos verdes le mira atento, esperando a que el discurso continúe: «¿Crees que, en algún momento, en otro tiempo nos volveremos a encontrar?»
Sus ojos brillan, mientras las flores de cerezo se cuelan entre sus cabellos castaños. La pregunta hace eco en su mente una y otra vez, tan descabellada y tan hermosa a la vez. Duda un poco de su respuesta pero al final es lo único a lo que no puede poner objeción. No después de tantas negativas al más bajo.
—Lo creo.
Su respuesta parece satisfacerlo por completo, pues su sonrisa se ensancha, y pequeños susurros resuenan en la habitación.
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«Shin-chan», Kazunari infla las mejillas en signo de molestia, y no puede evitar mostrar una pequeña sonrisa; a pesar de todo seguía mostrando esa actitud infantil, incluso cuándo sus 23 habían pasado meses atrás. «Shin-chan…», gira de su rostro de nuevo, topándose con esos ojos grises tan hipnotizantes: «Si volviera a reencarnar de seguro volvería a encontrarme contigo». Y con una sonrisa tan esplendorosa, cierra los ojos, dejándose llevar entre la brisa y las últimas hojas que anunciaban la llegada del otoño.
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—¡Bakao! —Los gritos de Midorima Shintaro resuenan por todo el gimnasio del instituto Shutoku, su mano derecha masajea el puente de su nariz con cansancio. Takao Kazunari ha roto el lucky ítem del día: Un tanuki de 50 cm.
Takao ríe desde el otro extremo de las gradas, sin una pizca de culpabilidad. Su sonrisa se extiende, y se da paso entre los asientos con pequeños saltitos hasta llegar a su lado.
—Lo siento, lo siento. Lo compensaré, lo prometo. — La práctica da inicio con los gritos de Miyagi-senpai y las palabras conciliadoras del capitán, ya es demasiado tarde como para volver a reprimirlo.
