"Sangre Pura"
No era un secreto que las familias sangre pura estaban más que conectadas, eso de casarse entre primos para mantener la pureza casi se había convertido en una tradición. Sin embargo, ninguna de las familias sangre pura de todo el mundo mágico de Inglaterra esperaba las tres bombas que se avecinaban.
Una noche lluviosa de Agosto de 1976, Sirius Black, el apuesto heredero de toda la fortuna Black, había huido de casa
–Sirius –susurró James. Sirius no pudo hacer otra cosa que mirarlo– puedes decírmelo ¿sabes?
Sirius asintió, suspiró y miró sus manos un largo rato. James mirándolo con preocupación, no era para menos. Sirius había aparecido frente a su casa, en plena tormenta, con rasguños y cortes en la cara, además de una terrible cara de pánico que James no quería volver a ver nunca.
–Me largué, James, finalmente me fui –murmuró Sirius, aún mirando sus manos– Walburga Black ya debió haber roto y quemado todas mis cosas –James escuchaba una gracia fría en su voz, como si la situación no lo estuviese haciendo mierda ahí mismo–. Me fui y no me siento mal –entonces lo miró, James comprendió de inmediato, se sentía solo.
Se había ido del lugar donde había crecido, se había alejado para siempre de sus padres y su hermano, y no se sentía triste, no los extrañaba, al contrario, estaba que se moría de felicidad. Y ese sentimiento de felicidad era el mismo que lo estaba acabando porque, se había ido de casa, entonces ¿Cuál era su lugar?
–Ahora estás en casa, Sirius –dijo James, pasándole un brazo por los hombros.
Pero esa conversación nadie la supo. Ni siquiera el señor y la señora Potter que, unos meses más tarde, fallecieron ante la vejez y la guerra queopacaba la felicidad y tranquilidad. Las familias sangre pura no hicieron más que darle el pésame al heredero, James Potter, y presentarle a sus hijas.
– ¡Salían como cucarachas, Canuto, una tras otra! ¿Las viste? –Le repetía James a Sirius Black, mientras buscaban un compartimiento vacío– Todos con la misma repugnante cara interesada –dijo con asco.
–Cornamenta, yo sé de eso –dijo Sirius rodando los ojos– ¡Madre trató de conseguir un acuerdo con la hija del tío tercero del primo segundo de la abuela del padrino del señor Gregorio no-sé-qué! –Tomó una gran bocanada solo para gruñir, como lo haría un perro– es una mierda eso de ser "el heredero" –se mofó con una mueca y una sonrisa ladeada.
– ¿Cómo cuanto tardaste en aprender todo eso de la hija de la tía del primo de la abuela del señor Gretrobio? –Preguntó James, ganándose una mirada de irritación y un golpe en la cabeza por parte de Sirius. Entraron en un compartimiento y se echaron, literalmente, sobre los asientos.
–Como tres gritos de Orión, cuatro maldiciones de Walburga, de las cuales, quiero que sepas, esquivé dos –sonrió con orgullo–estaba mejorando ¡ah! Y dos irritantes horas con Kreacher repitiéndolo –rodó los ojos– tuve que aprenderlo para poder sacarlo a patadas del salón –volvió a sonreír con orgullo.
–Claro, no esperaba me...
–James –dijo Lily Evans, desde la puerta del compartimiento, las caras de James y Sirius eran un poema "Me ha dicho James"–. Lamento no haber podido estar contigo en el funeral de tus padres –bajó la mirada y jugueteó con sus manos antes de volver a levantarla– ¿Te encuentras bien?
–Sí, gracias Lily, y no te preocupes –sonrió–, con que hayas preguntes como estoy y no me estés mirando con lastima es suficiente.
Lily volvió a sonrojarse, asintió y sonrió.
–Estoy en el compartimento de prefectos, por si me necesitas –dijo, con una pequeña sonrisa. James le sonrió de vuelta y asintió–. Le diré a Remus que están aquí –y se fue.
Nadie, en ese y el siguiente año, imaginó que ese "James" daría comenzó a una mejor relación entre James y Lily, los premios anuales de su curso y novios incluso después de la escuela. Hasta que...
– ¡HA DICHO QUE SI, CANUTO! –gritó James, brincando por todas partes.
– ¡Mierda, acabo de limpiar eso, James! –Gruño Sirius, al ver el desastre que James estaba haciendo en su casa– ¿De qué estás hablando? –preguntó resignado, ya recogería más tarde.
– ¡QUE LILY DIJO QUE SI! –La sonrisa de James no cabía en su rostro– ¡ME VOY A CASAR, CANUTO, ME CASARÉ CON LILY!
Si la sorpresa de Sirius no cupo en su casa, la de las familias sangre pura no cupo en toda Europa. ¡James Potter, el único heredero de la fortuna Potter, se iba a casar con una Sangre Sucia! Y eso no fue lo peor de todo.
– ¡CANUTO! –volvió a entrar James, volviendo a hacer un desastre, volviendo a gritar como si le pagaran por ello.
– ¡No me digas! ¿¡Te volverás a casar con Lily!? –dijo, agitando su varita para levantar todo lo que James había tirado.
– ¡No, algo mucho, MUCHO, mejor! –Sirius pensó que su mejor amigo iba a explotar si no lo decía de una vez– ¡VOY A SER PAPÁ, CANUTO, LILY Y YO VAMOS A SER PADRES! ¡CANUTO, VOY A SE PAPÁ!
La hija del tío tercero del primo segundo de la abuela del padrino del señor Gregorio Black se desmayó cuando escuchó aquello. ¡James Potter, un sangre pura millonario, iba a tener un hijo con una Sangre Sucia! ¡Tendría a un mestizo como hijo! ¡EN PLENA GUERRA MÁGICA!
El 31 de Julio de 1980, nació el hijo de Lily y James: Harry Potter.
La guerra y el Señor Tenebroso se anunciaron en todo su esplendor, y justo antes de que llegara a la cima, el Señor Tenebroso fue derrotado por Harry Potter. Él único sobreviviente a la maldición asesina y al asesinato de la familia Potter el 31 de Octubre de 1981.
El 11 de agosto de 1981 nació Ginevra Weasley, la única hija de Arthur y Molly Weasley, con cabello pelirrojo y ojos cafés. Los Weasley eran una de las familias sangre pura más importantes y reconocidas, con cinco hijos, una hija, y una gran fortuna, muchos estaban interesados en enlazarse con ellos.
Con la caída del Señor Tenebroso y sus mortífagos (que compartían los ideales de la pureza de la sangre con el-que-no-debe-ser-nombrado), muchas familias sangre pura terminaron destruidas y en Azkaban. Los Weasley no fueron parte de ellos, pero seguían teniendo los ideales, Molly Weasley estaba decidida a casar a todos y cada uno de sus hijos con respetables sangre pura.
17 años después, Molly Weasley se tragaría sus palabras, al ver como su única hija se casaba con el salvador del mundo mágico (bajo sus propias órdenes), con un mestizo, con Harry Potter.
Sábado 03/10/1998
Fue una noche de octubre, fría y sin estrellas en el cielo, cuando Molly Weasley se apareció frente al #12 de Grimmauld Place. Harry consideraba estar haciendo un esfuerzo sobrehumano con su memoria intentando recordar alguna deuda que tuviera con los Weasley, más específicamente con la mujer del mentón elevado y mirada superficial.
–Disculpe usted –dijo, mirando a la calle– pero no sé a qué se debe su visita.
–Hay asuntos legales que quiero arreglar contigo –y entró, empujando levemente a Harry– ¿Hay alguien más en tu casa?
–Sí, mi amigo... –Molly alzó una mano para que se callara y continuó caminando hasta que dio con el salón–. Disculpe, señora, pero no puede...
–Lo siento, Potter –se giró y lo miró con malicia–, pero por la posición en la que te encuentras –lo miró de arriba abajo y luego lo miró a los ojos–, no tienes derecho de decirme que puedo o no hacer –le dio golpecito en la mejilla y se sentó en un sillón.
Harry suspiró frustrado, seguía escarbando en su memoria intentando descubrir algo que lo involucraran en asuntos legales con la señora Weasley.
–La escucho, señora –dijo con seriedad, sentándose frente a ella.
–No entiendo por qué, de todas las muertes que hubo, no has pagado ninguna –dijo, como soltando veneno–. Es algo irónico ¿No crees? –sonrió de lado– El legitimo heredero de esta casa estuvo doce años en Azkaban sin haber matado a nadie, cuando murió, te dejó la casa a ti –volvió a mirarlo de arriba abajo–, que causaste miles de muertes ¡Y mira! Has salido airoso de todas –la mirada maliciosa apareció en sus ojos, consciente de la tensión en la mandíbula del azabache.
–No entiendo a qué quiere llegar –dijo Harry, mas como un gruñido.
La mirada de Molly Weasley se ensombreció, miró sus manos, y cuando parecía dispuesta a hablar, no dijo nada. Suspiró y se enderezó.
–Necesito que me ayudes –dijo finalmente, Harry elevó ambas cejas.
– ¿Disculpe? –preguntó.
Harry, y todo el mundo mágico, sabían que Molly Weasley no era de pedir ayuda, ella y muchas otras personas con dinero. Consideró la Guerra Mágica, pero no, que recordara, ninguno de sus hijos era mortífago ¿Qué ayuda podía darle? Si bien había ayudado a los Malfoy fue porque lo habían ayudado, entonces decidió que lo justo era abogar por Lucius y Draco Malfoy alegando que "De no ser por ellos, no estaría aquí sentado, su señoría, Narcissa Malfoy me ayudó a sobrevivir". Después de aquello los mortífagos querían que Harry fuera su testigo, pero, según recordaba, ninguno de los Weasley fue parte del movimiento de Voldemort.
–No es fácil hablar de esto para mí, Potter, –suspiró Molly, Harry frunció el entrecejo– pero, en la Batalla de Hogwarts, mi marido Arthur –cerró los ojos, como si el nombrarlo le causara dolor o asco, Harry no supo identificarlo– corrió tras mi hijo Fred ¿Lo conocías? –Harry asintió ¿Quién no los conocía? Tenían una tienda y eran unos revoltosos en el colegio–. Bueno, Fred estaba convencido de que debía ayudarte en la batalla –suspiró y miró a Harry con despreció–. Y murió.
Harry sintió como se le revolvía el estomago, incapaz de pensar en Fred y George separados por la muerte, pero era la realidad y, dijeran lo que dijeran Ron y Hermione, era su culpa. Aun a sabiendas de ello, no lo demostró, no frente a Molly Weasley. Ya después tendría tiempo de joderse.
–Como ya dije, mi marido fue tras él –frunció el entrecejo– ¡Y murió! –Exclamó, soltando el llanto, uno desconsolado e impotente que a Harry le pareció falso– ¿Entiendes? ¡Mi hijo George es incapaz de mirarse en un espejo! ¡Dejó su tienda! Y a mi parecer –dijo, volviendo a serenarse– todo fue por tu culpa.
Harry suspiró y la miró incrédulo.
–Disculpe, señora, pero eso no tiene...
–Déjame terminar, Potter –dijo elevando la voz. Suspiró y acomodó su túnica–. Debido a las muertes, me temo que nos hemos quedado sin un solo galeón, y lo que tenemos lo usamos para comer –suspiró, Harry distinguió un tono rojizo en sus mejillas, se escucharon pasos en la parte de arriba de la casa, Molly desvió la mirada al techo y luego miró a Harry–. Quiero proponerte un trato, que nos beneficiará a ambos.
–No estoy interesado en n...
–Oh, vas a estarlo, Potter –dijo con tono amenazante. Harry frunció el entrecejo y la miró atento– tengo entendido que tienes cierto aprecio por mi hija –se recargó en el sillón y lo miró con interés– y no me refiero a ese que le tienes a tus... amigos –carraspeó y sonrió.
–No comprendo a que viene eso –dijo con incomodidad.
No era del todo mentira lo que decía la Molly Weasley. Harry había tenido un enamoramiento por Ginevra entre su quinto y sexto año en Hogwarts, una vez que supo su misión y su destino, no le importó mucho lo que pasara con su vida amorosa, así que dejó de pensar en ella. Sin embargo, después de todo lo que había pasado y sentido, en la única que podía pensar cuando le preguntaban por su pareja era Ginevra Weasley. Pero nunca le hizo caso en el colegio, mucho menos cuando salvó al mundo mágico ¿Por qué lo haría ahora? ¿Solo porque su madre lo decía? No tenía sentido.
Ginevra era, según la mayoría de las Gryffidor, la chica más insoportablemente irritante que pudo estar en la casa del viejo Godric. Harry creía que solo estaba frustrada por seguir las tradiciones de su casa, como su padrino lo había estado, y por tanto se desquitaba con los demás. A Harry solo lo había visto en los pasillos y una que otra vez en el Ministerio, nunca había mostrado el más mínimo interés por él, ni por nadie que conociera. Había rumores, de que su familia la obligaba a sacarle dinero a los sangre pura ricos del extranjero, seduciéndolos o simplemente hechizándolos, y por esa razón la gran parte de los alumnos de Hogwarts mostraban un repentino interés en ella. Harry la notó cuando estaba jugando un partido de Quidditch, la snitch estaba sobre una pelirroja con cara de pocos amigos, Harry se distrajo un momento observando sus ojos aburridos y su cabello lacio, era linda indudablemente, sacudió la cabeza antes de lanzarse contra la pelotita dorado y atraparla con éxito ganándose una mirada de curiosidad de la pelirroja antes de un bufido. Desde ese día la veía en todas partes, con el tiempo se enamoró de las pequeñas cosas que la hacían única. Como arrugar la nariz y hacer una mueca con su boca cuando alguien que no le agradaba entraba en la habitación, como se sentaba con las piernas cruzadas y la espalda recta en cualquier parte, como tensaba la mandíbula cuando la contradecían, como miraba por sobre el hombro a cualquiera que la llamara a sus espaldas, como entraba a la sala común, como suspiraba al hacer sus deberes, Harry tenía una lista mental de todo. Y aún así, estaba seguro de que Ginevra no lo quería.
Menos después de lo que le había dicho Molly Weasley. Ginevra y toda su familia lo consideraba responsable de la muerte de Arthur, su padre, y Fred, su hermano.
–Iré al grano, Potter –suspiró Molly–. Quiero que pagues todas nuestras deudas –dijo sin más.
Harry alzó las cejas, incrédulo e impresionado de lo que le estaban pidiendo.
–Claro, si no quieres que caigan sobre ti acusaciones que te aseguran una larga estadía en Azkaban –continuó, como si hablara del Ministro y sus propuestas para mejorar vete-a-saber-qué.
– ¿Me está amenazando? –Preguntó, incapaz de cerrar la boca.
–No, Potter, te estoy aconsejando qué hacer para que no cumpla mi advertencia, y advirtiendo que pasará si no sigues mi consejo ¿Se entiende? –dijo y sonrió. Estaba más que satisfecha con la cara de estupefacción que le estaba dando el azabache.
– ¿Cómo... cómo se supone que haga eso? ¿Así sin más le doy dinero para que pague quien-sabe-qué? –preguntó con el entrecejo fruncido, totalmente en shock, y rogando a Merlín y todos los magos que Ron bajara a salvarlo de esa manipuladora mujer.
– ¡No! ¡Por supuesto que no! –Exclamó escandalizada– Potter, no quiero un escándalo.
Harry frunció el entrecejo y miró el techo, escuchaba pasos ¡Por Merlín! ¿Ron no tenía hambre?
–Te casarás con mi hija, así será justo que tú...
–Nada de lo que dice me parece justo –dijo, algo frustrado.
–Mi esposo y mi hijo están muertos ¿Quieres hablar de justicia aquí o frente al Wizengamot?
Harry desconocía el origen de aquella confianza, pero Molly Weasley parecía completamente convencida de que ganaría un juicio frente al Wizengamot contra él. Lo peor, según él, era que nunca había estado en un juicio, como el acusado, donde el tema fuera la muerte de algún mago.
Y la idea de casarse con Ginevra, era simplemente espeluznante. ¿Casarte sin amor? ¿Por dinero? ¡No es la era medieval! ¡Todo era por dinero! ¿Realmente ella estaba dispuesta a abandonar su vida por pagar la de su madre? Porque, maldita sea, en el mundo mágico no podías darte el lujo de tener una esposa aquí y otras dos al sur, te debes a ella y solo a ella, y viceversa. ¿Realmente Ginevra era esa clase de chica?
¿Él sería capaz de ser como Molly Weasley tenía?
–Te daré cinco días para que lo pienses, Potter –dijo Molly, con altanería y el mentón elevado– es el tiempo que tardaré en comunicarme con Greeley –sonrió y se puso de pie–, un miembro importante del Wizengamot, cabe aclarar.
Harry bufó y guió a la señora Weasley a la salida. Molly abrió la puerta y antes de que saliera se giró sonriendo.
–Piensa lo que te conviene –entrecerró los ojos– somos una familia honorable, nunca podría conseguir una mejor esposa, créeme –suspiró y abotonó su túnica–. Eres el hijo de un notable sangre pura y el ahijado del que fue un heredero legitimo que te dejó todo, eres dueño de una gran fortuna ¿Qué daño te haría darnos unos cuantos Galeones? A cambio de tener a mi hija a tu lado.
Harry la miró con fastidio y evidente enfado, a Molly le causó gracia. Desapareció dejando una risa como eco. Harry suspiró y se recargó contra la puerta. Creía que sería un buen día.
– ¿Harry? –Gritó Ron, bajando las escaleras y mirando a todas partes con la varita en mano– ¿estás con alguien? –preguntó. Harry suspiró, haciendo un ademán para que guardara la varita.
–La señora Weasley estaba aquí –suspiró. Ron frunció el entrecejo y bufó.
– ¿Y qué quería? –Preguntó con desdén– Esa mujer solo ve por ella y por ella.
Harry suspiró, le contó todo lo que había pasado, intentando pensar qué hacer. Ir al Wizengamot no parecía tan mal, había salvado al mundo mágico, pero a costa de muchas vidas que Molly Weasley estaría dispuesta a sacar a relucir. Y luego estaba eso de casarse y pagar las deudas de la familia Weasley. Se sentía responsable por la muerte de ambos hombres de la familia ¿pero pagarle los caprichos a Molly? No le parecía ni justo ni correcto, por más que Ginevra le gustara. Lo estaban manipulando, y ya había tenido suficiente con que lo llamaran la marioneta de Dumbledore como para ser el títere de los Weasley.
– ¡De ninguna manera, Harry! –dijo Ron, completamente escandalizado y furioso– ¡No dejes que esa familia te manipule! ¿Sabes cuantas veces intentaron emparentarme con ellos?
Harry sonrió de lado y asintió. Claro que sabía, es su mejor amigo desde que entró al Expreso de Hogwarts, alegando ser el blanco de los gemelos Weasley por ser pelirrojo. Había sido un buen día, y aquel año llevadero, Ron daba polémica por el parentesco que tenía con Percy, Fred y George Weasley, cuando pasaron dos meses se hizo historia, Ron no tenía nada en común con los Weasley que no fuera el cabello y unas cuantas pecas. Cuando Ginevra llegó, la polémica volvió pero la pelirroja se encargo de negarlo a todos lo que los miraran a ambos de manera seguida y repetitiva.
–Claro que si, pero no se qué hacer... –suspiró.
Hermione apareció dos horas más tarde, envuelta en llamas verdes y ceniza, casi como sintiendo la desesperación de Harry.
– ¿Por qué no me lo dijiste antes? –Preguntó incrédula, cuando Harry intentó contarle y Ron exageraba lo sucedido– ¡Esa mujer es una arpía! Ha ido por lo menos cuatro veces al ministerio en busca del prestamista, Tiberius Merry, obviamente para un préstamo –bufó y miró el techo.
–Igual no me sirve de nada esa información, ya sé porqué quiere dinero, solo tengo que decidir si arriesgarme a sus artimañas o irme directamente a sus artimañas y las de su hija –dijo, con la cabeza martillándole. Ron suspiró y miró a Hermione en busca de una solución.
–Cásate con ella –dijo Hermione de pronto. Harry y Ron la miraron incrédulos, sorprendidos por la sonrisa que adornaba su rosto– ¡Eso es! Que tonta ¡claro! Solo le importa el dinero, no se molestó en leer absolutamente nada sobre actas.
Ron bufó, inclinándose hacia Hermione.
– ¿Te importaría hablar en la misma lengua? ¿O por lo menos ubicarnos en el mismo canal? –dijo con una sonrisa falsa, Harry sonrió y miró a Hermione, con su expresión de "lo leí en alguna parte y es la solución perfecta".
Hermione sonrió y miro a ambos.
–Cuando te casas en el mundo mágico, gracias a sus leyes, solo el hombre tiene permitido realizar las cuentas y Gringotts tiene nuevas leyes –sonrió, Harry conocía esa sonrisa, se estaba preparando para citar un libro– "Cuando el cliente retire una cantidad elevada, por orden del comité de control del oro (Sección Once, articulo quince de la pagina 347, apartado de Gringotts), es necesario realizar un acta donde se aclare y especifique el destino de dicha cantidad, con fecha y firma del duende encargado de las llaves en Gringotts, jefe del área administrativa del Ministerio y jefe del comité de control del Oro"
– ¿Y para los mortales? –dijo Ron, con el entrecejo fruncido. Hermione gruñó, ignorando la risa de Harry.
–Me refiero a que, si Harry se casa con Ginevra, pagaría las deudas de los Weasley, y no serán un solo Knut –dijo con gracia, Harry la miró con los ojos entrecerrados, comenzando a comprender a donde quería llegar su amiga–, tendrás que retirar una gran cantidad de dinero de Gringotts, con la nueva ley tendrás que hacer un acta en donde podrás aclarar que pagas la deuda de la familia de tu esposa –sonrió entusiasta. Harry asintió, comenzando a comprender–: Si los Weasley no saben esto...
–Tampoco saben los derechos que a Ginevra le corresponden como mi esposa –siguió Harry, en completo éxtasis– ¡Pagaría sus deudas con el dinero que le corresponde a ella! –exclamó eufórico.
Hermione y Harry rieron, completamente convencidos de que aquello no fallaría.
¿Y cómo están seguros de que ellos, los Weasley, no saben de las actas? –preguntó Ron, algo desconcertado. Harry frunció el entrecejo pensando, Hermione cruzó las piernas, lista para explicar con simpleza algo que parecía complejo.
–Porque el mago millonario Robert Retson es soltero, y Molly lo conoce –bufó, como si le aburriera hablar de ello– ¡Y no se ha casado con él!
Ron quedó pensativo, miró a Harry y luego a Hermione, que asentían concordando con las leyes del Ministerio y el banco.
–Entonces... –interrumpió Ron– ¿Tú crees esa historia de que Arthur Weasley estaba bajo un filtro de amor?
Harry se sentó a su lado, palmeándole la espalada. Hermione lo miró apenada, carraspeando continuamente.
–Somos tu familia, Ron –susurró Harry. Ron asintió–. Siempre serás mi hermano –volvió a palmearle la espalda–. Que esa familia no nos aflija –sonrió. Hermione y Ron se sonrieron antes de asentir a Harry–, saldremos de esta, como siempre.
Los tres amigos rieron, convencidos de que la solución era unirse con la familia Weasley. Completamente ajenos a la discusión que tenía Ginevra con su madre Molly por "venderla a un asqueroso mestizo, cuando Dahir Jefers estaba dispuesto a tenerla como reina, como los sangre pura que eran".
¡Hola! Y bienvenido/as a otra de mis obras. Me llamo Daniela (Díganme Danny o Dan) y me encanta escribir más que nada: Hanny, Jily y Wolfstar (Hablando del universo de Harry Potter).
Bueno, esta se me ocurrió escribiendo un relato (¡Ey! Ginevra -OneShots-), me decidí por ponerle una trama que diera más referencia al titulo, que lo remarcara aún más.
Como se dieron cuenta, los capítulos no son cortos, así que tardare en actualizar pero no abandonaré, ni pausaré ni eliminaré 3
Espero les haya gustado el primer capitulo y me acompañen en los que siguen :) Prometo no defraudarlas.
Voten, compartan y comenten que les pareció.
Revews please 3
-Danny :)
