Ya había acabado la guerra desde hace como un año, el mundo mágico poco a poco se recuperaba de todo aquello, pero Harry se sentía peor que nunca, en cuarto año justo después de la última prueba fue la última vez que se vio a Draco Malfoy, al principio de ese curso se dio cuenta de sus sentimientos hacia el rubio, pero este nunca estaba solo gracias a sus gorilas y no encontró el momento adecuado para confesar sus sentimientos, cuando buscaba los horrocuxes se distrajo lo suficiente como para no agobiarse por ello, sin embargo cada noche soñaba con él, cuando los atraparon y los enviaron a la mansión Malfoy sin querer mantuvo la esperanza de encontrarse con él, no fue así, y durante los juicios a los mortífagos se enteró de que ni sus padres sabían de su paradero, se esfumo de la faz de la tierra.

Cuando los problemas con Voldemort terminaron no existía nada en el universo que hiciera que sus pensamientos constates se fueran hacia el rubio, el ministerio comenzó a buscarlo por tratarse del heredero de la fortuna más grande del mundo mágico, la mitad del departamento de aurores estaban en el caso; Príncipe Malfoy, como lo habían llamado, incluso Harry voluntariamente se había unido a varias de las búsquedas, pero hasta el momento no obtenían la más mínima pista.

Harry, Ron y Hermione se encontraban en la estación del expresó a Hogwarts, aprovechando que las reparaciones del colegio habían terminado regresaron a finalizar su educación mágica.

Se introdujeron en un compartimento vacío y diez minutos más tarde un chico de primero que no encontraba lugar donde sentarse pidió permiso para entrar y todos asintieron amablemente, el chico al parecer no sabía con quienes estaba sentado, prácticamente se la pasaba leyendo un libro de cubierta negra ignorando a los otros desde el momento en el que se sentó, lo que le daba ternura a Hermione, el niño era gordito, de piel blanca, ojos de un azul profundo, cabello castaño claro y mejillas sonrosadas, era la ternura personificada, vestía una camiseta sencilla de rayas blancas y rojas, un pantalón marrón y tenis rojos con una chaqueta también roja.

La castaña intento varias veces ver la portada y saber que leía, pero no pudo por lo tanto decidió llamar la atención del pequeño.

-disculpa que te moleste, pero ¿Qué estás leyendo?

-los juegos del hambre, es una historia bastante impresionante –dijo quitando por medio segundo la vista del libro- me lo regalo mi hermano mayor antes de irme.

-¿Cómo te llamas? –Pregunto Hermione-

-Oliver –el pequeño guardo el libro en una mochila negra a su lado y sonrió- ¿tu cómo te llamas?

-Hermione, y ellos son mis amigos Ron y Harry –apunto a cada uno-

-excelente, es interesante que me haya cruzado con el trio dorado en mi primer día.

-¿sabes quiénes somos? –Pregunto Ron-

-sí, y creo que todo el mundo lo sabe, pero mi hermano me dijo que no me dejara llevar por la fama que algunos podrían tener tras esa guerra de las que nos contaron, en especial por ustedes tres, dijo que tenía que ser amigo de alguien solo si es por el mismo y no por otra cosa.

-tu hermano es un chico inteligente, ¿cómo se llama? –Dijo Hermione-

-Alec, mi mamá lo encontró hace mucho, estaba muy lastimado, sucio y con amnesia, lo adopto y gracias a ello tengo al mejor hermano mayor del mundo –sonrió completamente feliz, el chico solía hablar mucho y era fácil sacarle información- a veces creo que es un ángel caído, en realidad fue mi primer pensamiento cuando lo vi.

-¿Por qué?-pregunto el pelirrojo-

-es que su cabello es de un rubio casi irreal sin mencionar que sus ojos grises casi parecen plateados.

Rápidamente la pareja voltearon sus rostros hacia Harry quien se había quedado callado hasta ese momento, el moreno se mostraba sorprendido y un brillo de esperanza se le escapaba de los ojos que por cierto tenía muy abiertos.

-esperen, creo que tengo una foto suya –el chico saco un libro de pasta roja y removió las paginas hasta encontrar un pedazo de papel blanco con negro- es el- les entrego la fotografía a los otros, y los tres se desmallaron- ¿chicos?...

No sabían cuánto tiempo paso, los tres despertaron justo cuando el tren se detuvo, con rapidez se colocaron las túnicas y vieron al pequeño Oliver ya vestido con una pulcra túnica negra mientas dormía.

-¿compañero?

-¿Harry?

El moreno no pudo evitar que una lágrima se le escapara, se acercó al niño y acaricio su cabello.

-puede que no tengas idea, pero me has dado lo único que me faltaba para ser feliz.

tomo la foto que tenía el chico entre sus manos y vio nuevamente la imagen, allí en todo su esplendor Draco Malfoy abrazaba al pequeño Oliver, su rubio usaba una camiseta azul rey y unos pantalones de mezclilla, se veía hermoso, en especial con esa fantástica sonrisa.

-lo encontré… -susurro-

Los otros dos abrazaron al moreno.

-hay que despertar a Oliver, pero antes, Harry quiero que me prometas que no lo molestaras con preguntas sobre Draco, no creo que le agrade mucho saber que quieres con su hermano mayor.

-está bien Hermione, tengo ganas de preguntarle por él, pero creo que tienes razón.

-primera regla de nuestro equipo compañero, ella siempre tiene razón.

-y me supongo que la segunda regla es regresar a la primera –dijo Oliver acabando de despertar- y la tercera es obedecer sin chistar las dos anteriores.

Todos rieron.

Bajaron del tren, y allí se separaron pues Oliver siguió al grupo de primero, el trio dorado subió a un carruaje junto con Ginny y Luna.

-sabemos lo que paso con Malfoy –soltó sorpresivamente Ron-

-¿por fin lo encontraron? –Dijo completamente sorprendida Ginny, tomo las manos de Harry entre las suyas y sonrió- que feliz estoy por ti, ahora sí se puede decir que todo está bien, Ron y Hermione, Luna y Rolf, tú y Draco, Neville y yo, bueno, solo queda buscarle pareja a Sirius y Snape, pero sospechó que ellos quedaran juntos –rio encantada con la idea-

-seria encantador, estoy segura que tras toda esa agresión hay pura tención sexual –dijo luna y ambas se tomaron de las manos y dieron un gritito de emoción-

Ron casi vomita con las declaraciones sobre Sirius y Snape, pero regresa su atención en su amigo.

-ahora, la pregunta del millón compañero ¿para cuándo es la boda?

-¡RON! –Grito el moreno con las mejillas tan rojas como tomates- apenas lo encontré…

-sí, pero sabemos todo el tiempo que lo has estado esperando, sería muy normal que te lo robaras y te casaras con el inmediatamente, y hablando de tu boda, más te vale que yo sea el padrino que no por nada he apoyado en todo aun cuando Malfoy no me caía de lo mejor.

-y yo organizare la boda, que Draco se aguante –amenazo Hermione-

-ya quiero ver la ceremonia –dijo soñadoramente Luna-yo ayudo con eso.

-y yo quiero ayudar con la fiesta –dijo Ginny-

-vaya, ya tienen todo planeado –Harry sonrió tierno mientras que sus mejillas se ponían cada vez más rojas-

-lo planeamos el día que nos enteramos de que te gustaba, hasta el hecho de que Snape entregaría a Malfoy.

-esa imagen me da miedo, se trata de su ahijado, creo que Snape sería el primero en oponerse a la boda, me mataría solo para evitar que toque a Draco.

-llegamos.

Todos bajaron del carruaje, y tomaron dirección al gran comedor, una vez allí todos tomaron lugar en el centro de la mesa, y durante los primeros instantes de la selección Harry les conto al resto de sus amigos lo que sucedió en el tren, todos lo felicitaron y Ginny y Luna pronto le preguntarían sobre su familia al pequeño Oliver.

-¡Oliver Jones! –grito el profesor Snape que este año se engarba de la lista de selección.

El niño regordete subió con entusiasmo y se sentó en el banquillo, la mesa de los leones se encontraba expectante, de alguna forma esperaban que ese amante del rojo terminara con ellos pero…

-…- el sombrero a unos centímetros de rosar su cabeza grito con miedo- ¡Slytherin!

Aquello nunca había ocurrido, ni siquiera lo toco además de que fue un grito aterrorizado, el sombrero intento alejarse del niño y este con una sonrisita sínica se fue a sentar en la mesa de las serpientes, todos sin querer se pusieron de pie y no tomaron asiento hasta que Oliver lo hiso y le dieron el lugar principal de la mesa.

El pequeño como si no ocurriera nada observo el resto de la selección, cuando inicio la cena todos le cedieron los mejores platillos e incluso le ofrecieron una copa de helado de postre.

En otra parte un joven rubio que todos conocemos se encontraba bebiendo una taza de café junto con su madre o la que el en ese momento pensaba como tal.

La mujer delgada con la piel blanca y llena de manchas lo miraba con mucho cariño y tristeza y Draco no podía evitar que varias lágrimas se les escaparan.

-¿no hay nada que podamos hacer mamá?

-no…, es irremediable mi querido Alec –estiro su mano con sus pocas fuerzas y toco la mejilla del otro intentando secar sus lágrimas con su palma, el miraba como con la otra mano su madre se aferraba a la cobija que intentaba usar para cubrirse y su vista se quedó unos instantes detenida en la gorra que la mujer usaba para esconder su falta total de cabello- quiero que me prometas que cuidaras de Oliver, ahora solo te tendrá a ti…

-no hables así mamá –descuidadamente las pocas gotas comenzaron a volverse ríos y se levantó de su silla para ponerse de rodillas frente a la mujer y besar sus manos- te pondrás bien, dime que todo estará bien.

Ella no podía mentirle, ya lo habían intentado todo y nada parecía funcionar, solo quedaban los tratamientos experimentales y no tenían el dinero para pagarlos por ser tan caros, tenía el tiempo contado, desde que llego Alec a su vida lo recibió como una bendición muy a pesar de su porte arrogante que destilaba en un principio y ahora lo único que le consolaba era que Alec y Oliver se tendrían el uno al otro, de esa forma nunca estarían solos.

-amor, no puedo decirte eso…-el chico apoyó entre sollozos la cabeza sobre su regazo y ella acaricio su hermoso cabello rubio- necito que protejas a Oliver, prométeme que siempre lo vas a cuidar y que pase lo que pase estarán juntos, prométemelo Alec…

-t-te lo prometo.