Decisiones de uno.

Soñaba con un lugar oscuro, completamente rodeado de piedras viejas y arenosas. Ese lugar era tranquilo, salvo cuando la enorme bestia volvía con una presa y la devoraba entre aullidos de agonía. Mismos aullidos que solían arrullarle hasta encontrar un sueño tranquilo y sosegado; pero ese día era diferente. Ahora era la Bestia, a la que más bien llamaba Madre, la que gritaba. Eso le asusto, nunca había oído gritar a Madre en todo lo que tenia de existencia Madre era la que hacia gritar a la gente. Las criaturas a su alrededor, a las que Madre se empeñaba en llamar sus Hermanos, se movieron inquietas mientras escuchaban que Madre aullaba pero luego dejaron de moverse y sintieron una enorme ráfaga de viento provocada por algo que pasó a toda marcha delante de ellos.

Luego sintió que otras criaturas trataban de pasar por ahí mismo pero se detuvieron y murmuraron algo, luego desaparecieron. Entonces fue testigo de cómo un extraño resplandor se encendía a una corta distancia de donde se encontraban y uno de sus Hermanos se dirigió a ella. Fue comprensible debido a que, en toda su existencia, la única luz que ellos habían conocido era la de los ojos de Madre; por ello su Hermano corrió hacia aquel resplandor, posiblemente pensando en mostrarle a Madre que ellos estaban naciendo finalmente pero, de pronto, su Hermano aulló de manera agonizante y dejo de ser. El proceso se repitió varias veces más y muchos más de sus Hermanos se acercaron. No pasó mucho tiempo antes de que se diera cuenta de que era la única sobreviviente y, además, de que estaba totalmente sola. Entonces el mundo comenzó a temblar y sintió algo parecido a esa emoción que a Madre le gustaba tanto comer. Sintió 'miedo'. Cuando todo comenzó a llenarse de agua y las rocas cayeron se acurrucó en las rocas y deseo poder irse de ahí o ver qué Madre regresaba y se la llevaba. Sollozó un poco para llamar a Madre y escucho que alguien volvía pero luego ese alguien fue llamado por una voz extraña y se retiro rápidamente dejándola ahí. Volvió a sollozar y nuevamente ese alguien pareció volver pero nuevamente se fue.

Trató de salir de la Cueva, que hasta ese momento había sido su único hogar, y avanzó lo más rápido que pudo por entre las rocas húmedas y, en ocasiones, puntiagudas. Sus ojos no estaban muy acostumbrados a la oscuridad pero hiso lo mejor que pudo. Fue primero en la dirección en la que había ido aquel objeto gigante que ocasiono la ráfaga de viento, sus pequeños ojos reconocieron la enorme mole oscura que había sido Madre y se acerco, pero pronto se dio cuenta de que Madre ya no lo era más y un extraño líquido manó de sus pequeños ojitos. De sus ocho ojitos. Fue entonces en la dirección opuesta y encontró la enorme cámara donde Madre solía traer a sus presas y devorarlas mientras rogaban misericordia; avanzó maravillada mientras observaba los restos de aquella enorme cámara completamente destruida, pero no tardo en llegar al borde de la Cueva y se cayó dentro de la Cámara haciéndose mucho daño.

Se incorporo lentamente mientras lloraba. Un liquido caliente le salía de la cabeza y tres de sus patitas izquierdas se doblaban de manera anormal cada vez que trataba de andar, además de que le dolía una de las derechas; en ese momento estaba tirada en un charco de agua mezclada con sangre que reconoció como humana, bebió un poco de esa agua y sintió que algo de su fuerza regresaba, salió del charco nadando lentamente y salió del charco para luego sumergirse en el agua que rodeaba la cámara, la cual contenía muchos restos humanos y nadar hacia la pared opuesta, la que Madre decía que tenía la entrada a su guarida, empujo la puerta y salió; ahí había alguien pero era alguien que también había dejado de ser. No supo cómo ni porque, pero le pareció que ese individuo debía de ser importante y derramó unas lagrimas por él. Ahora no sabía a dónde ir, ahora verdaderamente no sabía que debía hacer.

Dado que ya no tenía nada más en este mundo decidió quedarse junto a ese ser. Se acurruco debajo de su brazo, lánguido y sin vida. No tenía a donde ir, ni nada que hacer así que se quedo quieta dejando caer sus lágrimas mientras se acurrucaba con ese cuerpo que había dejado de ser. Entonces creyó oír un viento que silbaba y se acurrucó aún más. Volvía a sentir miedo y no le gustaba sentirlo.

- Derry, Maine -

Derry era una ciudad muerta. De eso no le cabía ninguna duda.

Mientras conducía su auto por los restos de lo que fue la calle principal no podía evitar preguntarse qué demonios le había llevado hasta ahí luego de su última aventura en Derry. Aunque sentía una gran aprensión por la que había sido su tierra natal no podía evitar preguntarse qué le habría ocurrido desde la última vez que la había visto hacia tan solo un mes así que, contra su voluntad, repitió el mismo procedimiento que uso antes para llegar a su ciudad y se dirigió de inmediato a la derruida calle principal. No tenía intenciones de quedarse más que un día y por ello, tan pronto como amaneció, se dirigió a la derrumbada calle principal y observo el oscuro interior de aquel cráter.

Llevaba en su bolsillo varias estampas aromáticas de flores que pretendía dejar junto al cuerpo de Eddie si lograba llegar hasta él. No, varias estampas que dejaría junto a él cuando llegara a donde estaba su cuerpo. Quería llevar flores reales, pero sabía que acabarían completamente destrozadas antes de llegar a Eddie. No le dijo a nadie lo que haría ni la manera en que lo haría. Simplemente descendió por las paredes de roca y siguió un mapa que había dibujado en su mente siguiendo los recuerdos que tenía de la primera y única vez que había tenido que huir de ese sitio. No tardo en bajar hasta el sitio donde se hallaba Eddie, era bastante sencillo si se iba directamente a él, llego donde el cadáver y camino directo a él esperando dejar lo que traía e irse, no trajo flores reales porque sabía que se marchitarían así que solo camino hasta él y saco las tarjetas –hola, viejo- saludo al divisar la silueta y se sentó cerca de él

-ha pasado un rato, ¿no?- el cuerpo de Eddie había comenzado a descomponerse pero a Richie no pareció importarle al momento de sentarse junto a él y colocar las tarjetas sobre su pecho, fue entonces que noto que el brazo de Eddie se movía y algo negro de ojos rojos destellaba dentro -¿Qué es eso?- Richie se inclino para mover el brazo del que fue su camarada caído pero retrocedió estupefacto al ver al pequeño ser que asomaba ahí abajo.

Escucho ruidos y se puso en guardia. No reconocía aquellos sonidos, no reconocía ninguna otra vista que la oscuridad, no reconocía ningún ser más que al que había dejado de ser de cuyo cuerpo se alimentaba y lloraba cada vez que lo hacía puesto que le dolía lo que hacía y, por último, no reconocía ningún sonido que no fuese propio de las cloacas

-hola, viejo- dijo una voz y se quedo quieta –ha pasado rato, ¿no?- creyó reconocer aquella voz. Estaba casi segura de que era la voz del ser que había tratado de volver cuando la escucho chillar aquella vez. No con poco miedo se asomo por debajo del brazo del que hasta ahora había sido su refugio y se vio cara a cara con ese ser -¿Qué es eso?- pregunto el ser cuando la vio mover el brazo de su refugio; apenas compartieron una mirada ese ser retrocedió horrorizado al verla.

Era uno de los vástagos de Eso, estaba seguro. Tan pronto como se le paso el susto frunció el ceño en un gesto amenazador y la pequeña bestia retrocedió amedrentada –Ben, eres un imbécil- señalo ese ser al aire. La arañita no comprendió sus palabras pero se le quedo observando mientras buscaba alrededor buscando algo. Richie hurgo en su bolsillo y encontró una barra de chocolate, no creía que fuese a funcionar, pero se inclino y se la ofreció a aquella pequeña abominación, la arañita la olfateo un momento y luego se deslizo lentamente por encima de su refugio y probo con sumo cuidado aquel extraño manjar. Le gusto el sabor.

Richie lo alejo poco a poco del cuerpo de Eddie y luego alcanzo una roca lo suficientemente grande para asesinar a aquel pequeño ser, para hacerlo tuvo que dejar el dulce en el suelo y caminar un poco hasta alcanzar el pedregón, cuando iba de vuelta hacia donde estaba la criaturita pudo ver que el cuerpo de Eddie se movía y escucho en su cabeza unas palabras que, estaba seguro, venían de Eddie…mátala, Richie, mátala y termina con todo. El hombre asintió y se coloco detrás de la arañita. Entonces la escucho hacer un ruidito que parecía el trinar de un ave freno en seco, ya había oído un ruido similar en algún lugar; la arañita volvió a hacer el sonido y Richie bajo el pedregón mientras la miraba impactado

-¿tú hiciste ese ruidito aquella vez? ¿Tú me llamabas?

Mátala. Volvió a decir Eddie y Richie lo miro, entonces escucho…no, sintió una nuea presencia alrededor y sintió que alguien gritaba dentro de su cabeza. Por un instante pensó que esa era la Tortuga discutiendo con Eddie

Nació de la Oscuridad. Mátala

Sobrevivió por casualidad. Debes acabar con lo que empezamos.

¿Cómo crecerá? ¿Acaso vivirá? Debes matarla, Richie

A tu criterio quedará. Será igual a su madre si vive.

Richie observó a la criaturita mientras las voces se debatían dentro de su cabeza. La pequeñita estaba lamiendo la barra de dulce mientras se tambaleaba de lado a lado. El hombre se hinco junto a ella y pudo ver que algunas de sus patitas estaban lastimadas –tu madre ya no está, ¿verdad?- le pregunto y la pequeña bajo la cabeza en un gesto de tristeza -¿sabes quién soy?- la pequeña lo miro y luego negó con la cabeza –me llamo Richie Tozier. Tu madre nos hiso la vida imposible a mí y a mis amigos durante mucho tiempo y, hace un mes, acabamos con ella. Fue por el bien de todos.

La pequeña arañita le miraba confundida. Richie creyó que no había entendido nada de lo que le había dicho hasta que vio unas pequeñas lágrimas aflorar a todos sus diminutos ojos. Luego, en un graznido casi inentendible, la pequeña pregunto -¿es por eso….?- trago saliva y volvió a intentarlo señalando a Eddie -¿es por eso que Madre y él han dejado de ser?

-así es- reconoció Richie tristemente, la arañita intento moverse y sus patitas rotas se doblaron. Richie hiso una mueca dolorosa al escuchar el crack de sus diminutos huesos

-¿era él Padre?- pregunto la arañita en el suelo y Richie rio con desgano, la pequeñita se puso a llorar y el tomo una decisión. Una decisión que, sabia, Eddie no le perdonaría. Se quito su saco empapado y lo coloco encima de la pequeña tratando de abrigarla, ella no opuso resistencia al momento de ser envuelta en el saco por aquel hombre ni trato de huir o resistirse cuando él la cargo como si de un bebé se tratara y la apretó contra su pecho

-no, él era tu tío Eddie. Yo soy Padre-.

Tenía pensado quedarse un día y visitar a Eddie y a Mikey para charlar, pero no lo hiso. Esa misma noche se marcho de Derry llevándose a la que ahora era su hija. Durante los siguientes quince años la amnesia de sus amigos fue la que lo salvo de tener que enfrentar las consecuencias de su decisión. Por quince años solamente no tuvo que preocuparse de nada más que de criar a su hija.