La noche inundó el cielo anunciando el comienzo de mi ronda. Tras 12 reparadoras horas de sueño me dirigí directamente al hangar, olvidándome completamente de la cena. Esta vez iba sola por los pasillos de la base, aunque no era lo normal, ya que Eila solía acompañarme hasta que elevaba mis unidades Strikers y me perdía entre las nubes. Era solitario andar por los pasillos sin compañía, pues la oscuridad los hacían parecer interminables. Estaba acostumbrada a las patrullas junto a las estrellas o a las batallas contra los neurois, pero no podía tolerar el hecho de no ver a Eila a mi lado. Una sensación de opresión me carcomía cuando no la tenía junto a mí; sabía que era amor, amor hacia ella. Numerosas veces había tratado de decirle lo que sentía, pero en los momentos cruciales el miedo se apoderaba de mí y me robaba las palabras. Por lo que mis esfuerzos, al final, eran en vano.

Sumida en mis pensamientos llegué a mi destino. Volví la vista con la esperanza de que Eila apareciese, sin embargo, me decepcionó el no encontrar rastro de su presencia. Así que me vi obligada a prepararme para despegar sin su habitual despedida. Justo cuando había perdido la fe una voz retumbó en las paredes metálicas del techo. Eila.

- ¡Sanya, espera! - gritó corriendo hacia mí bañada en sudor.

- ¿Dónde estabas? - pregunté algo indignada - creía que no vendrías - añadí en tono bajo, pero aun así audible para ella.

- Lo siento, tenía algo que hacer - se justificó uniendo sus manos frente a su rostro arrepentida - era urgente.

- Vale - cambié mi actitud a una más serena - no me enfado porque has venido a despedirme - sonreí tímidamente ante la imagen de Eila, que impregnada por un intenso olor, se recuperaba de la carrera.

Miró a mis ojos directamente, se acercó un poco a mí y depositó un beso en mi mejilla.

- Vuelve sana y salva - dijo con las orejas teñidas de rojo - te esperaré donde siempre - seguidamente huyó al interior del edificio internandose en las sombras.

En ese instante no encontraba palabras para expresar lo que sentía. Era como si Eila hubiera pulsado un botón del que nadie más había dipuesto y se hubiese encendido dentro de mí. La felicidad llenaba cada rincón de mi ser, me daba fuerza, me hacía sentir dichosa. Desaparecí del lugar alegre como nunca antes lo había estado, derroché mi tiempo recordando la escena hasta la hora de llegada a la base y caminé hacia su habitación a paso lento.

Al entrar un objeto forrado con papel de regalo llamó mi curiosidad; había una tarjeta con mi nombre unida a él. ¨Será para mí¨ pensé, por lo que removí la envoltura que lo tapaba interesada por el contenido. Al verlo no pude más que esbozar una mueca de agradecimiento; era una figura de no más de 30 cm compuesta por dos gatos, uno negro y otro blanco, el cual se encontraba tumbado sobre él, que entrelazaban sus colas con la del otro. Era un obsequio que solo mi querida Eila me habría comprado.

- Gracias, te perdono por llegar tarde esta vez - me acerqué a Eila, quien dormía plácidamente, devolviendo el beso que anteriormente me había dado - solo por hoy.

Sin fuerzas que permitiesen mantenerme despierta caí en un profundo sueño, observando el regalo de aquella a quien amaba.


Hola a todos. Espero que os guste este primer fanfic que he subido aquí. Espero recibir muchas criticas para mejorar mi escritura y caligrafía, así que cualquier comentario es bienvenido :) Ya que era mi primera historia en la red quería que tratase de mi pareja favortita, Sanya V Litvyak y Eila Ilmatar Juutilanien. Es una historia que he hecho con mucho cariño hacia estos personajes y desearía que esas características tan singulares os lleguen.