Disclaimer: Los personajes de "Lego Ninjago: Masters of Spinjitzu" no me pertenecen.
Advertencia: Esta historia se torna en un mundo alternativo, por eso habrá partes que estén conectadas de manera diferente en cuanto a la serie de televisión.
Prologo
"Mucho tiempo ha pasado desde que nuestras tierras fueron creadas, en aquellos tiempos, donde en Ninjago solo reinaba la oscuridad...
A la llegada del primer maestro del Spinjitzu, trajo consigo a su pueblo, sufrían, habían sido expulsados de su antiguo hogar, había caído en las garras del mal mismo, un ser de solo oscuridad conocido como el gran tirano.
Incluso tras haberles arrebatado su hogar las sombras continuaron, intentando acabar con la pequeña cantidad de lo que antes era un vasto pueblo, no podían huir más, habían perdido todas sus fuerzas.
El maestro se negó a dejar caer a su pueblo, por ellos luchó contra esa oscuridad que los azotaba, combatió utilizado su poder dorado.
La oscuridad contra la luz.
La pelea transcurrió varios años, y aun así no había vencedor, cada fuerza solo podía frenar a la otra pero no destruirla. Ambos permanecían en pie, o eso era, hasta que el gran tirano creara su ejército de piedra, indestructibles guerreros y leales a su creador. Pero el gran maestro no estaba solo, bien sabía que la lucha perduraría por muchos años más si no cambiaba su forma de luchar, por el bien de su gente debía hacerlo. Fue entonces cuando decidió escoger a cuatro jóvenes como sus pupilos que entrenaría para que lucharan a su lado; aquellos cuatro, alguien que poseyera un corazón y valentía imparables, como el fuego, una mente brillante por sobre las otras, como el resplandor de un rayo, la fuerza imparable de un terremoto y una mente fría y centrada al momento de luchar, como el hielo.
Los cinco ninjas lucharon contra el ejército, pero los superaban en número, pese a todos sus esfuerzos estos fueron superados por el ejército de piedra y la fuerza del gran tirano.
La batalla estaba perdida...
Pero, con sus últimas energías, el gran maestro atacó al gran tirano, sellándolo en el lado opuesto de la isla, para asegurar que el sello que lo mantenía prisionero no se rompiera jamás, separó a la isla en dos mitades mientras la prisión del gran tirano desaparecía en las profundas aguas. Pagando el más alto precio, el maestro perdió la vida.
Ambos habían perdido el combate ese día.
Después de la pelea, las sombras fueron desapareciendo, y la luz volvió a las tierras. Al desaparecer el mal, los aprendices del gran maestro se separaron, tomando caminos diferentes. Cada aldeano siguió a un maestro, dando nacimiento a las cuatro tribus de Ninjago; Fuego, Rayo, Tierra y Hielo.
Cada una poseedoras de ideologías y tradiciones diferentes, siendo guiadas por la misma leyenda. Difundiendo el arte de el spinjitzu como una tradición en aquellas tierras, pero, solo los descendientes de los maestros podían invocar el elemento que emanaba en lo más profundo de su ser.
Con el paso del tiempo, incluso cuando la leyenda había sido olvidada por algunos, esta permanece vigente: cuando las tierras de Ninjago corran peligro, los cuatro protectores descendientes de maestros se levantaran para luchar contra la amenaza. Junto a la guía de un maestro..."
"En estos momentos es cuando suelo preguntarme..."
—¿¡Como diablos me metí en esto!? – gritó a los cuatro vientos un niño de rubios cabellos al momento de separarse del pergamino que llevaba en sus manos, no hubo respuesta, más que el graznido de un par de... ¿¡Buitres!?
—¡Oigan amigos aun sigo entero! ¡Ya lárguense!- exclamó el chico oji-verde sacudiendo sus brazos en el aire. Nada cambió, ellos seguían en lo alto del cielo.
Suspiró.
—Como sea...- bufó mientras prosiguió con su camino, mirando el pergamino en sus manos. Tras mirarlo un tiempo éste lo desenrolló comenzando a releer las últimas frases.
"Cuando la oscuridad vuelva a surgir los cuatro maestros volverán para volver a luchar contra ella con el poder de la luz"
—Luz y oscuridad... — este dejó escapar un suspiro a la vez que se cubría con su capucha negra para así protegerse del potente sol de aquel desierto — Ahora solo hay que buscar a las "leyendas"... ¿Eh tío? –el pequeño miró a lo alto del cielo con cierta tristeza — ¿Dónde estás...? Me haces tanta falta ahora... — nada sacaba con lamentarse, por ahora lo único que podía hacer era seguir, seguir con su misión- No voy a defraudarte tío, lo prometo — dijo en voz alta mientras seguía caminando por debajo del abrazador calor del sol desértico.
"Ahora solo tengo que seguir adelante..."
Fin del prólogo
