Un nuevo año, nuevos proyectos, nuevos comienzos.
No sé que decir, luego de una alargada ausencia, cosas que fueron y vinieron, buenas y malas, de todo, lo que me hizo experimentar y tal vez retomar nuevamente el camino.
Me siento rara, es como volver de un sueño, o de un viaje largo, con el aroma del hogar impregnado en tu memoria. Hola de nuevo a ti, y espero que podamos vivir juntos toda esta nueva aventura.
Hoy he regresado.
Abaddon Dewitt
Notas antes de leer: Este Fanfic está conectado al universo de «Mascarada de Luna roja» y «Memories of no body: SagaxSaori» cronologicamente ubicado cuatro años después de Overture.
—O–
«Se anuncia de manera formal, el compromiso entre la señorita Carola Korintos y el señor Julian Solo»
Todos los periodicos y medios anunciaban el compromiso entre dos de las figuras empresariales más importantes de Europa. Pero ¿Eso a que remontaba?
Sentada frente a su ventanal, Saori meditaba, había pasado tiempo desde recuperó sus memorias, desde que la pesadilla provocada por sus hermanos le habían arrebatado a sus nobles caballeros, sin embargo, al menos estaba agradecida de que tuvieran una vida medianamente normal, su padre habiendo respondido a su suplicas, y reprendiendo a los soberbios dioses por sus actos, le concedio un último deseo a cambio de dejar la tierra en un cuidado temporal de Artemis, hasta que se decidiera qué hacer con esta, los humanos vivirían, y ella... Ella sacrifico su divinidad.
Miró por tercera vez la bonita fotografía de la pareja que parecía feliz, pero Carola Korintos la intrigaba. La muchacha provenia de una familia poderosa, migrantes griegos en Cuba, que más tarde se mudaron a Inglaterra, y después volvieron a sus raíces; pero no era el dinero, la fama o el poder del que era famosa la familia Korintos, era el perturbador parecido entre ambas.
Carola tenía el cabello lila algunas tonalidades más oscuro, y ojos azules, unos que le recordaron dramaticamente a alguien... Saori sacó el pensamiento de su cabeza y prefirió seguir con su rutina del día pese a la inquietud de su pecho.
—O–
Carola se sacó los tacones y se tiró sobre su cama, el estrés no la ayudana en nada. Organizar una boda, dar entrevistas, negociar con los inversionistas, su abogado y el investigador privado, la estaban moliendo.
A su recamará entró una mujer ya mayor, con una charola repleta de bocadillos y un servicio de té.
—El investigador llamó ésta mañana.
La muchacha se levantó de inmediato y acudio a la voz de la dama que preparaba la tetera con agu hirviendo y las infusiones.
—¿Hubo algo?
La mujer asintió, Carola sonrió entusiasmada.
—¿Y bien? ¡Anda, dimelo todo!
En algún punto extraño para la casualidad, se hubieron encontrado registros, que conincidieron con las fechas y nombres, todo apuntaba a Atenas, Carola sabía que estaba a poco de cumplir la última voluntad de su abuelo.
—Mañana espera verte en tu oficina, tiene material importante, ahora necesitas descansar querida...
El telefono sonó, y poco despues una criada pidió permiso para entrar.
—Una llamada del joven Julian.
—O–
En otra parte no muy lejos, un mundo diferente, salvaje y vertiginoso, alguien seguía tratando de recordar... La cabeza le dolía y la nariz le sangraba cuando intentaba conectar las partes dispersas de su memoria, había un poderoso muro alto y oscuro que le impedía recordar algo importante, pero aprendió a lidiar con ello.
Encontró a su hermano, como siempre, trabajando duro para poder conseguir un empleo, era sorprendente como a oesar de ser gemelos, tener personalidades tan distintas. Mientras Saga se dedicaba al cuidado de otras personas y atender sus necesidades, su hermano Kanon era metodicoz calculador y frío, por eso quizá lo suyo eran las leyes, mientras él se dedicaba a ser enfermero.
—¿Día pesado? —interrogó el menor de los hermanos.
—Nada que no me sorprenda, —respondio el mayor mientras se servía un bowl de cereal.
—Milo nos invitó al bar, encontró un empleo...
Saga enarcó una ceja. El joven y rebelde Milo al fin en un empleo.
—Le doy quince días...
Y decir eso ya era demasiado.
Dejó de pensar tanto en otros y prefirió sentarse a ver una pelicula, canal tras canal comenzaba a fastidiarse, hasta que se detuvo, una voz tersa y juvenil captó su atención en un programa de farandula, sonreía y contestaba con fluidez, las eatrellas azules lo captaron totalmente, Saga se sintió inquieto, agobiado y nervioso frente al televisor.
—No sabía que te gustaban los programas de chismes, —se burlo su gemelo
Saga no respondió en un largo rato.
«Lo recuerdas ¿Verdad?»
Su nariz comenzó a sangrar de nuevo.
—O–
En su primer día de trabajo, Milo se aseguraría de no llegar tarde, estaba preparado para dar una buena primera impresión, sobre todo tomando en cuenta para quién estaría prestando aus servicios. Gracias a la ayuda de un amigo que se retiraba del trabajo por cuesiones familiares, y lo recomendó. Trabajar para alguien poderoso siempre era una cuestión delicada, su uniforme había lleado a su departamento en tiempo y forma, en conjunto con una serie de instrucciones que debía seguir a rajatabla si pretendía conservar el empleo.
Puntualmente se presentó, un hombre mayor, amablemente le mostró el camino en dirección a la cochera donde se encontraban los vehículos, desde elegantes Rolls Royce hasta Cadillacs.
—La dama siempre viaja en este, —señaló un Cadillac escalade negro.
Milo asintió. Las llaves le fueron entregadas, y debía conducirlo hasta la entrada, donde su jefa abordaría el auto para llevarla a donde quiera que quisiera. Una de las reglas a recordar, era esa en la que su función era única y exclusivamente preguntar una dirección, y sin protesta ni indiscreción llevar a su pasajero, y esperarlo el tiempo que tuviera que esperar, la tarea parecía sencilla...
Carola Korintos era una mujer muy guapa en revistas y tele, pero en vivo... Milo se sintió mareado a verla, así enfundada en su elegante traje sastre color crema y los tacones dorados, con el cabello suelto y una impecable sonrisa en el rostro, amable y nada pretenciosa.
—Tú debes ser el nuevo chofer... Espero que nuestros viajes sean agradables, por favor, llevame a las oficinas.
El muchacho se quedó casi mudo, rapidamente reaccionó y abrió la puerta del auto para permitirle entrar a su jefa, su hermosa jefa.
—O–
Hace cuatro años que Saori se había alejado del mundo empresarial, hace cuatro años que se refugió en una chalé oculto entre las montañas, lejos de la gente, lejos de todo, pero no podía ocultarse por siempre, ni dejar que el legado de Mitsumasa Kido muriera.
Los negocios habían sido procurados por su fiel Tatsumi, pero el tiempo no apremia, y el hombre estaba cansado, le había escrito para suplicarle que volviera, que la necesitaba.
Es extraño cuando alguien te dice algo como "Te necesito", los humanos son criaturas sociables, no toleran la soledad, tal vez por eso tienen vidas tan cortas.
Saori tuvo pavor de volver a la sociedad, una sensación de vertigo se hizo de ella al solo pensar en salir de su claustro, cerró los ojos con fuerza y practicó los ejercicios de respiración que la especialista le había indicado.
«Sindrome de estrés postraumático»
No estaba preparada para volver a darle la cara a la humanidad cuando lea falló, por ser una diosa egoista y cruel, tirana, soberbia... La culpa le carcomia las entrañas, el miedo la apabulló.
Dejó la carta de Tatsumi sin responder, y nuevamente se sentó frente a su ventanal para ver el atardecer.
—O–
Cuando la noche caía en la ciudad y llegó a su casa, Milo recordó la invitación al bar que le había hecho a los gemelos. Más ahora que podía presumir para quién trabajaba, claro, bajo la estricta condición de no decir nada. Ya imaginaba la cara de envidia de Kanon.
Se reunieron en el bar de siempre, pidierln cervezas y botanas, el ambiente apenas se comenzaba a calentar cuando un grupo de chicas en una despedida de soltera, entraron.
—¡Dioses, Milo! Sigo sin creer la suerte que tienes, maldito desgraciado...
Kanon había reaccionado tal y como esperaba, no todos los día se ers el chofer privado de una de las mujeres más poderosas de Grecia, y sobre todo joven y hermosa.
—Lo sé, lo sé... —se rió—, te juro que cuando la vi, no esperaba que fuera así... Es decir, uno espera a una niña soberbia y enaltecida por su abolengo, pero la señorita Carola es... Diferente.
Y lo era, en todo el día, Carola lo procuró, le preguntó sobre su almuerzo, sobre su estado animico, si estaba cansado, y siempre fue amable.
—Es una total lástima su compromiso con Julian Solo, —Kanon aguó la conversación.
Saga había estado callado, solo asintiendo o haciendo algunos comentarios, los profundos ojos azules de Carola lo habían seguido toda la tarde, y ahora, el idiota de Milo presumía de estar con ella durante varias horas al día.
—Oye Saga ¿Estás bien?
El hombre no respondió, simplemente suspiró y dirigió su mirada a la mesa de las chicas.
—La noche es joven caballeros, —y al fin salió de su mutismo–, y algunas damas necesitan compañia.
Milo y Kanon se miraron resignados, la noche era joven.
—O–
—¿Carola?
—Los encontré Cat, encontré a mis primos... encontré a mi última familia.
