Parejita, con mucho cariño en tu día. Espero te guste. No está muy goloso, para que todas los disfruten. Me encantó la canción e inmediatamente se me vino a la mente el Gafitas. La escuché por vez primera en la voz de Raphael, pero buscando en Youtube encontré esta versión y este joven canta muy, pero que muy bien.


HOY ES EL DIA (DEL MUSICAL JEKYLL & HYDE) EN LA VOZ DE PACO ARROJO

Mi corazón late a mil por hora; en las bodas, siempre se habla de la ansiedad de la novia, pero creo que en este caso, el novio, o sea yo, es quien necesita un tranquilizante. Y de preferencia, para elefantes. Tal vez mi estado se deba a que hubo un día en que pensé que no vería nuevamente la luz del sol; ni el rostro de mi amada Patty. Es más, el regreso de la guerra, la Gran Guerra, como he escuchado que la llaman, no fue en mi mejor estado, ni físico, ni psicológico. Amén de las graves heridas que sufrí durante la batalla de Somme, cuando casi creí perder mis piernas, y que he quedado marcado para siempre en mi cuerpo y en mi cara en forma de cicatrices profundas que me ganan las miradas curiosas de quienes me miran en la calle; sufrí de terrores nocturnos. No pesadillas, sino verdaderos terrores que me hacían despertar gritando, sudando e incluso llegué a perder el control de mi vejiga. Los meses que pasé preso en un campo enemigo los soporté manteniendo en mi mente la imagen de mi amada.

Por ella, soporté hambre, frío, insultos y malos tratos. Al ser liberado y regresar a casa, encontré a Patty delgada y demacrada. No tanto como yo, pero sí me dí cuenta que ella había sufrido tanto como yo sufrí. Yo hubiese querido casarme en cuando puse un pie en América, pero no fue posible, ya que no estaba lo suficientemente fuerte para hacerlo. Tuve miedo, aún lo tengo, de que mi boda jamás se efectuara. Y más que fueron meses muy largos en lo que lograba mi recuperación, que aunque no es total, ya me permite acceder a mi sueño.

-¿Listo, Stear? –la voz de mi madre me saca de mis pensamientos.

-Creo que sí, mamá –respiro con profundidad-. Hoy es el día.

OoOoO

Camino con cierta dificultad por el largo pasillo, apoyado sobre todo en el brazo de mi madre y en el de la tía abuela. La mayoría piensan que lo hago porque no me he recuperado del todo, pero en realidad fue una decisión salomónica: yo había decidió, desde que me enamoré de Patricia, que quien me entregaría en el altar en el día de nuestro matrimonio, sería la tía Aloy, puesto que fue ella quien nos crió y nos educó a Archie y a mí, pero desde la noticia de mi muerte, mis padres regresaron del medio Oriente a América y no volverán a irse, quieren quedarse cerca de nosotros, sus hijos, y ver crecer a sus nietos. Cuando lo platiqué con mi hermano, al encontrarme en un dilema, él fue quien me sugirió la mejor solución:

-Que te entreguen las dos.

Tratado Como un héroe (aunque a mí no me guste), todo el mundo se rinde a mis pies, así que no tuve insistir mucho con mi madre con la tía abuela para que las dos me entregaran. El pasillo se me antoja inmenso, y puedo sentir un mareo profundo, pero gracias a las dos damas que me acompañan, no me caigo al suelo. Hoy es el día, el día en que mis sueños se cumplen por fin. Llegaré ante el altar y esperaré a mi prometida, mi futura esposa; recibiremos la bendición de Dios, pronunciaremos nuestros votos, y quedaremos unidos para siempre. Me estremezco cuando pienso en que el azar pudo dar otro giro, en que puede haber muerto: en la batalla de Somme, bajo las balas alemanas; al caer al río, mientras intentaba restañar el río de sangre con el cual mi vida se iba; cuando caí ante el enemigo y fui a dar a ese campo de prisioneros. Pero gané, gané la vida y gané el amor y no los volveré perder nunca más.

Hacia mí, con paso mesurado y del brazo de su padre, luciendo como una estrella, se acerca Patty, mi Patty, tan hermosa y sonriente, que mi estómago se retuerce en una emoción tan intensa, que me quita el aliento. Cuando estuve prisionero, muchas noches soñé con ella, regresaba a mi infancia con mi hermano y Anthony, soñando en nuestros días en Lakewood, donde fuimos tan felices, sobre todo cuando Candy fue adoptada. Y soñaba con el san Pablo, con los días de colegio, cuando conocí a Patty y empezó a sanar la herida causada por la muerte de Anthony. Con Patty, volví a reír y mis ganas de inventar regresaron. La voz del sacerdote me devuelve al tiempo presente, cuando recibo en mi mano la mano temblorosa y delicada de Patricia y mi corazón se desboca.

OoOoO

A través de los cantos de la ceremonia de nuestra boda, me vienen a la mente los recuerdos del día de la batalla en Somme. Por unos instantes, el fragor de la metralla que desgarró mi cuerpo me llena los oídos. Suele sucederme en los momentos más desconcertantes… como ahora, ¿por qué a pocos minutos de unir mi vida con la mujer de mis sueños vuelve este recuerdo? Es tan vívido, que incluso siento dolor en el costado, donde recibí la ráfaga de balas. Un esfuerzo titánico de mi voluntad me devuelve la tranquilidad. Hoy no hay balas, sino flores, el olor no es de pólvora, sino a incienso y perfume, el sol brilla por encima nuestro, no existe el humo que se desprendió de mi avión cuando caí herido. No hay dolor, hay alegría, no hay gritos ni llantos, sino risas y ojos brillantes.

-Sí, acepto –la voz de Patty tiembla al aceptarme como esposo.

-Sí, acepto –la mía no se queda atrás.

Puedo sentir, mientras le tomo la mano y coloco la argolla matrimonial, como su pulso acelerado no se ha calmado a lo largo de toda la ceremonia. Sé que ella siente lo mismo que yo, mis manos están húmedas y temblorosas. Amén del dolor en la pierna, que no remite nunca al cien por ciento. Pero todo lo dejo atrás cuando la beso, ya convertida en mi esposa; sus labios en los míos, el sabor de su boca, hoy es diferente, porque ya es mía y yo soy de ella; nos besamos anteriormente, por supuesto, recién regresé de Europa un hambre feroz por sentirla cerca de mí me hacía besarla apasionadamente, acariciándola con furor; sin importarme si ella se asustaba con mis arranques.

¡Oh sorpresa! Su furor me igualó muchas veces, muchas otras me sobrepasó y muchas más, yo la sobrepasé y ella soportó todo con tal de estar junto a mí. Pero, en es te día, todos mis sueños y los de Patty se cumplen, ritos y mitos son igual.

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Muy por encima de convencionalismos, Patty y yo pedimos a nuestros amigos y familiares que donaran el costo de os regalos de boda a las asociaciones para ayuda de viudas y huérfanos por la guerra. Aún así, hubo quien nos hizo regalos costosos, como la tía abuela Aloy, quien nos regaló una gran cantidad de mantelería y blancos de la mejor calidad para nuestra nueva casa, y esta casa es regalo de mis padres. Los de Patty nos regalaron los muebles (tal parece que los consuegros están en competencia). El regalo que me causa más curiosidad es el de la abuela Martha, quien me dijo un poco antes de que empezara la ceremonia: "tu regalo lo va a usar Patty esta noche", y ya quiero verlo, porque me imagino lo que es…

Incluso, el banquete de bodas fue de lo más sencillo que pudimos concertar con ambas suegras, mi madre y la de Patty casi lloraron al enterarse de nuestra decisión, pues querían una enorme cena con faisán, caviar, champán, frutas exóticas, vinos caros y todos los dulces que se pudiera. La única forma en la que pudimos hacerlas ceder fue amenazando con fugarnos.

-Pero no va en serio, Stear –me advirtió Patty cuando estuvimos a solas-. No quiero la boda del siglo, pero sí quiero vestirme de blanco y una ceremonia llena de flores.

-Claro amor, pero de alguna manera teníamos que atajar las lágrimas de tu mamá y la mía –le dije, mientras la besaba.

OoOoO

El piso parece desaparecer bajo mis pies mientras bailo por vez primera con mi esposa, sé que sigo el ritmo de un lento vals, pero la verdad no pongo mucha atención a lo que sucede a nuestro alrededor. Patty y yo nos miramos a los ojos a través de los anteojos, pues no pudimos dejar de usarlos más que en la ceremonia de boda. O corremos el riesgo de caer al piso y chocar contra los demás bailarines, como nos ocurrió en el Festival de Mayo que marcó nuestra historia juntos.

Sé lo que sintió Dios cuando acabó de crear la Tierra: "Vio que todo era bueno". Así, toda mi vida a partir de ahora, será maravillosa, y quiero que la vida de mi esposa sea igual de maravillosa. A través de los giros y figuras de los bailes que celebran nuestra unión, puedo ver las sonrisas que adornan los rostros de todos los invitados a nuestra boda. Estoy en la cumbre del cielo, junto a Patricia, me siento muy por encima de toda la humanidad. Y esto se debe a la felicidad que siento. Recuperé mi vida, después de verla perdida por meses que parecieron interminables en los que probé el infierno. Hoy, por el contrario, estoy en el paraíso y no lo dejaré ir nunca más.

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Temblamos los dos, aunque no la pueda ver, ya que estoy tratando de calmarme con una copa de whisky en el bar, después de la celebración en la casa Andley. Mi hermano, mi padre, el tío William y George me acompañan y tratan de calmarme. Agradezco su interés, pero lo único que deseo es estar a solas con mi esposa, quien fue trasladada por mi madre, su madre y las damas de compañía a la alcoba que usaremos mientras nuestra propia casa queda acondicionada para ser habitada. No he bebido gran cosa, a pesar de los brindis que se dieron en la fiesta. Nunca he sido un buen bebedor, y no quiero perder la consciencia en esta noche tan importante para Patty y para mí.

Al fin, decido que es hora de preguntar si puedo ingresar a mi alcoba nupcial, porque no soporto más la incertidumbre. Cuando se me permite la entrada, encuentro a una ruborizada virgen, quien viste un negligé de encaje que no deja casi nada a la imaginación. ¡Bendita abuela Martha! Ese "casi" es el que hace que se desboque mi virilidad y pasión por unirme con mi esposa. Aún así, trato de portarme lo más dulce, caballeroso y paciente posible.

OoOoO

Es la mayor irreverencia que he cometido en mi vida, todo un pecado de vanidad, seguro recibiría una reprimenda de plana mayor si la tía abuela supiera lo que pienso, pero estoy seguro que Dios debió sentirse tan satisfecho cuando creó el universo como me siento yo, después de convertirla en mi mujer. La contemplo mientras ella, con los ojos cerrados, se recupera también de nuestra primera entrega. Estoy seguro que en estos momentos, el mundo entero se rendiría a mis pies si yo me lo propusiera, pero lo único que deseo es volver a hundirme en su interior, y besarla hasta perder el aliento, mientras mis manos recorren su piel sin restricción alguna.

Qué gran día es el de hoy, en verdad me siento como Dios, y me siento tan poderoso, que no tardo mucho en volverla a besar, a fin de despertar su deseo y ella responde enredándome los brazos al cuello y mordisqueando mis labios con suavidad, mientras se pega a mi propio cuerpo, dispuesta a nueva entrega…

*** FIN ***

Lady Lyuva Sol.