Disclaimer: Los personajes de Avatar: La Leyenda de Aang y Avatar: La Leyenda de Korra no me pertenecen, son de sus respectivos creadores, claro está.

Este fic participa en el reto "Una estación inspiradora" del foro ¡El Cometa de Sozin!

Historia dedicada a mis cuatro amigas, ellas saben quiénes son.

Oh, por cierto, mi estación es otoño y los protagonistas son Zuko y Toph.

El otoño es muy parecido a ti

Era extraño para él tener que pasar su tiempo en tranquilidad después del arduo trabajo que había logrado con Aang en la recuperación de la guerra causada por su nación. Y para Zuko, estar frente a la ventana de su habitación observando el panorama era algo que por lejos no le agradaba, sin embargo, no podía negar que tenía cierta fascinación por el suave movimiento de las hojas al caer, porque había algo respecto a los colores, a los sentidos y sentimientos que aun lograba comprender.

O mejor dicho, las palabras de cierta maestra tierra carente de visión y su particular forma de compararle con esa estación.

Cerró los ojos, suspirando exhaustivamente y apoyando la cabeza en el marco de madera de la ventana, como si con eso fuera a encontrar respuesta apropiada a la charla que unos días atrás tuvo con ella.

–¿Zuko… el otoño… es tan lindo como lo describen? – así, tal vez era como había comenzado la charla. Él apenas le había mirado de reojo, alzando una ceja debido a la falta de sobrenombres que ella generalmente solía darle. Sabía que debía tomarse la pregunta con seriedad, al menos el semblante de ella le hacía pesar eso.

–Bien… si, supongo – respondió sin ápice de consideración, claro que también tenía esa sensación de contradicción hacia sí mismo. Nunca se había hecho esa pregunta, de hecho, siempre había dado por sentado el cambio de estación hasta aquel entonces.

–Por como habla Aang de esta estación, pensé que tendría algo interesante.

No fue realmente la pregunta lo que le hizo desviar su mirada por todo el jardín de su casa, que era donde se encontraban, sino el tono mal disimulado de decepción que empleo para responderle.

Suspirando, observo con cuidado los detalles que le parecieron importantes y que pudiera utilizar para explicarle de que se trataba todo eso del otoño. Si, las hojas cambiaban de color, los arboles las perdían, algunos tejones–topo se escondían en la tierra esperando a que el invierno llegara y refugiarse de los cambios que traía, pero a pesar de todo aquello, no vio algo de relativa importancia en ello. Era una simple y llana estación, como todas las demás.

–Noto el cambio que se da. ¿Sabes? – decía con voz suave Toph, apenas esbozando una pequeña sonrisa. Ese pequeño gesto le había conmovido, le recordaba a aquella vez en el teatro cuando le trato de hacer sentir mejor hablándole de su tío –. Puedo sentir el viento cada vez más frio, golpeando contra mi rostro, casi con brusquedad, también noto como se trata de imponer sobre las demás cosas que hay en el ambiente.

–Por un lado, eso es verdad. Aunque, claro…

–¡No solo eso! – sonrió más ampliamente, caminando frente a él, haciendo que ahora sí se sintiera atraído por la conversación –. Todas estas hojas me molestan al caminar, pero me agradan, son ásperas y me da cierta sensación de calidez.

–Lo sé, es una estación melancólica, pero al mismo tiempo la belleza de los colores se entremezcla para… – paro un momento, incomodándose al notar que como siempre, él hablaba desde una posición más escénica que conceptual –. Lo siento, olvide que…

–No te preocupes – levanto los hombros, cambiando su sonrisa a una ladeada, casi expresando la poca maldad que recorría su mente en ese momento. Zuko tembló en su lugar, asustado por lo que vendría –. Es cierto, no puedo verlo, pero he descubierto que puedo comparar el otoño con algo más.

–¿En serio? ¿Con que le puedes comparar?

–Contigo – soltó en plena risa, notando como de manera repentina el corazón del chico se había acelerado, seguramente avergonzado por sus palabras –. El otoño trae cierta melancolía, da la apariencia de ser una estación fría, pero es mucho más que eso, me recuerda a ti porque ambos son cálidos

Él no respondió, por el contrario, no solo se sintió avergonzado por las palabras de la chica, ahora su rostro cambiaba de su pálido característico a un rojo carmesí que estaba seguro la chica también le hubiera comparado con las hojas que ahora sostenía entre sus manos, tocándoles con cuidado.

–Además, no conozco los colores, pero sé que esta hoja me recuerda mucho a ti – esta vez, no lo dijo con el tono serio que había mantenido en la conversación, ya lo decía con su tono entre sarcástico y satírico común en ella.

Zuko se debatió internamente entre observar o ignorarle, pero él no era idiota, sabía que si le ignoraba daría más espacio a que le siguiera molestando con su dichosa comparación otoñal que él no creía poseer. Por lo que suspirando, y tratando de controlarse miro de reojo la hoja de color rojo que ella sostenía entre sus manos, abriendo un poco más impresionado los ojos.

–¿Pero… como supiste que…? – reprimió ahogadamente un grito, desviando su mirada de la hoja a su vestimenta, ahora aterrado de la chica. No, ella seguía siendo ciega, sus ojos aun poseían esa tonalidad perlada.

–Es solo por la textura – ríe ella de nuevo, sintiendo la infinidad de reacciones de incomodidad, asombro y vergüenza que le está haciendo pasar –. Te relaciono con el fuego, que es… ¿Rojo? Otra vez, algo característico de ti.

Él lo niega repetidas veces, no encontrando del todo coherencia en lo que dice la pequeña niña frente a sí, respirando profundamente, porque sabe que además de que Toph disfruta de causarle ese tipo de reacciones, ella es la única que puede causarlas, para su lastima.

–¿Oye, aun eres ciega o me estas mintiendo? – le pregunta, para aligerar la carga de tensión que para él se ha formado en el ambiente. Y como siempre funciona, puesto que Toph nunca se toma con seriedad su ceguera y prefiere golpearle el brazo con fuerza porque su baja estatura no le permite nada más.

Zuko abre los ojos, con una leve sonrisa ladeada que le ha producido recordar aquel peculiar día. Lo había estado pensando, y en efecto, él era la personificación perfecta del otoño. De no ser por Toph, nunca le hubiera pasado esa posibilidad por la cabeza.

–¿Esta el chico del otoño dispuesto para nuestro usual camino por el jardín? – fue la voz de la maestra tierra que no tardo en escucharse seguido del sonido de la puerta de su habitación abrirse.

Él rueda los ojos, por el sobrenombre nuevo más que todo, pero no negaría que le gustaba, su sonrisa se había ampliado de solo escucharlo. Asiente, y con un fuerte suspiro se aleja de la ventana pidiendo paciencia a quien sea que se la pueda dar.

–¿Preparándote para el invierno? – pregunta Toph, girando su cabeza hacia él, y alzando una ceja también divertida –. Creo que necesitare una explicación detallada de cómo es

Oh, Zuko sabía que la iba a necesitar no solo con esa, sino con las otras dos estaciones que aun vendrían. Tal vez, él también termine comparándola con alguna de ellas. ¿Quién sabe? A lo mejor como él tenga muchos, muchos parecidos con alguna de ellas.