Sonic Life
¡Saludos! ¿Saben? Hace un tiempo, escribí un fic de Sonic con lo que me entretuve por casi tres años, pero el cruel destino decidió dañar mi vieja computadora para que lo perdiera. Pues, con el ánimo de un amigo, me incliné a rehacerlo desde cero, con una mente mucho más abierta en cuanto a la escritura, y espero que pueda superar lo que antes creé.
Sé que a muchos no les interesa estas "versiones alternas" de la saga de Sonic, pero aun así, espero que tengan la paciencia para leer.
Que lo disfruten.
Temporada 1:
Renacer Azul
Chapter 1: Un inicio veloz.
Green Hill…
Una paradisiaca hilera de colinas verdes con un particular patrón cuadricular entre dos tonos de marrón, con hermosas cascadas de un cristalino azul. El enorme lugar se extendía a lo largo de la costa de South Island, siendo la Zona más grande de toda la isla.
La paz reinaba ahora en Green Hill, con todos sus habitantes, ya fueran humanos o antropomorfos, disfrutando de la tranquilidad de su amado hogar…
Que fue abruptamente interrumpida.
Un destello azul avanzó por las colinas, aldeas y bosques de Green Hill, sin distinguirse exactamente quién era. Muchos lo conocían bien, como el protector de las Blue Islands: South Island, North Island, Westside Island y Eastside Island.
Los pocos que alcanzaban a vislumbrar la estela de aquel carismático personaje lo saludaban con euforia, reconociéndolo como La Ráfaga Azul, el héroe que los protegía de las garras del humano más nefasto del planeta…
El Dr. Ivo Robotnik, mejor conocido como Eggman.
Con una inteligencia que supera a la de cualquier ser vivo de Mobius, el maligno humano usó su don para crear un ejército de feroces máquinas, que obedecerían sin rechistar las órdenes de su creador.
No obstante, él siempre estaba allí para detenerlo, y siempre estaría allí.
Él resguardaría al planeta que tanto amaba con su vida, y se interpondría en el camino de Eggman tantas veces como fuera necesario.
Y esas serían muchas.
Desde los doce años, él ha estado detrás de Eggman, viajando alrededor del globo para derrotarlo vez tras vez, sin siquiera dudar en arriesgar su vida para proteger a los que lo necesiten.
Ese era su destino, y la única razón que le daba sentido a su vida.
La razón por la que existía.
El ser viviente más rápido del planeta se desplazó a la velocidad del sonido por su amado hogar, Green Hill, con una mirada relajada y sin preocupación, aunque mirada constantemente un objeto en su mano, que se iluminaba en una mística luz verde.
Sonic the Hedgehog frenó, deteniéndose en el borde de una colina que desembocaba al mar. El erizo azul de ojos verdes observó el lugar con seriedad, sin encontrar lo que tanto buscaba.
–¿Por qué me trajiste aquí? –Preguntó Sonic, mirando de reojo
–Es muy simple, erizo. –Aquella voz lo paralizó.
De inmediato, se puso en guardia y encaró a su tan odiado enemigo.
El infame Dr. Eggman apareció descendiendo del cielo en un curioso vehículo en forma de huevo, mientras sonreía siniestramente.
–La trajiste hasta mí.
–Oh, pero si es un huevo gigante que habla. –Se burló Sonic, riendo con diversión.
–¡Mejor deja de molestar y devuélveme esa Esmeralda del Caos! Sabes muy bien que no te pertenece.
–Prefiero conservarla a entregársela a un viejo lunático como tú. –Respondió el erizo, cruzándose de brazos con una mueca burlona. –Además, ¿piensas que te la devolveré después de todo el caos que causaste la última vez?
–Veo que no lo has olvidado… –Sonrió Eggman, causándole un escalofrío a su archirrival. –Solo espera para descubrir lo que pienso hacer ahora con ellas…
–¡Pues no te lo permitiré! –Rugió el erizo, abalanzándose contra Eggman de un salto.
–¡No tan rápido, plaga azul! –Eggman no titubeó, pulsando un botón de los controles de su transporte.
Sonic se detuvo en seco cuando una enorme sombra oscureció el entorno. Retrocedió de golpe, mirando cómo, encima de él, una enorme nave que para él ya era conocida apareció en la nada. La Wing Fortress.
El erizo frunció el ceño, apretando los puños. Mostró levemente los colmillos, y se preparó para una posible confrontación.
–Ahora, ¿piensas entregarme esa Esmeralda del Caos por las buenas, o tendré que obligarte?
–Prefiero luchar que dártela sin más. –Respondió Sonic, inclinándose un poco hacia delante.
–Entonces, ¡sufre la ira de Eggman! –Rugió el doctor, presionando uno de los botones de sus controles.
De pronto, una compuerta se abrió debajo de la Wing Fortress, liberando una legión robótica que caía pesadamente alrededor del erizo. La mayoría resultaban ser Egg Pawn, armados con lanzas, escudos o láseres, pero otros eran Buzz Bomber, abejas armadas con láseres y mortales aguijones metálicos. Sonic observó sin mucho interés a los robots de Eggman. Suspiró y puso manos a la obra.
El erizo se lanzó a gran velocidad hacia sus enemigos. Con veloces movimientos, destrozó a múltiples objetivos en cuestión de segundos. Propinó poderosas patadas que hacían crujir el metal y lo hacía pedazos como si fuera papel. Giró sobre sí mismo a gran velocidad de manera estática, y de un poderoso impulso, se lanzó hacia un batallón de Egg Pawn, haciéndolos pedazos. El erizo aterrizó con una sonrisa, aunque tuvo que acelerar para evadir múltiples bombas de energía de unos Buzz Bomber. Se movió con gran rapidez a través de la zona, esquivando los proyectiles luminosos que las abejas mecánicas, y con divertidos movimientos de Break Dance, evitó varios disparos, mientras sus piernas se iluminaban con un viento azul. De un salto, se impulsó en el aire con sus piernas extendidas, y dando giros suspendido en el cielo, el aire de sus pies se manifestaba como poderosos proyectiles, que salían disparados con sorprendente precisión contra los Buzz Bomber.
Un escuadrón de Egg Pawn disparó a discreción contra el erizo, intentando eliminarlo, pero Sonic, como era obvio, no fue tocado por ni un solo disparo, y con unos fugaces embates, volvió chatarra al grupo de robots.
Miró de reojo hacia Eggman, quien, observando todo con una inusual paciencia, le ordenó a otro grupo de robots atacar. En este, los Egg Pawn y Buzz Bomber venían acompañados por unos extraños cangrejos rojos, que, desde sus pinzas, disparaban poderosos cañonazos de energía. Sonic los evadió a gran velocidad, corriendo en zigzag entre los robots, que estallaban al solo hacer contacto con la luz que rodeaba a Sonic cuando corría a la velocidad del sonido.
Una vez se detuvo, se limpió las manos, mientras miraba de soslayo el cementerio robótico que había creado en cuestión de segundos.
–Los mismos robots, igualmente fáciles de derrotar. –Aseguró Sonic, sonriendo con arrogancia. –¿Algo más que quieras mostrarme?
–En realidad, ¡así es! –Rugió Eggman de pronto, mientras pulsaba un botón de sus controles.
Sin que el erizo azul pudiera predecirlo, el transporte del doctor proyectó un misterioso rayo verde, que rodeó a Sonic unos segundos, antes de desaparecer.
–¿Eso es todo, doc? –Se burló Sonic, sin alcanzar a sentir algún daño en su cuerpo.
–Así es, erizo. –Respondió el doctor, mientras sonreía siniestramente. –Ahora, ¿serías tan amable de entregarme esa Esmeralda del Caos?
–Quítamela si puedes, Eggy. –Fue la respuesta del erizo azul, pero, cuando intentó moverse, supo lo que Eggman le había hecho.
Estaba paralizado.
–¿Qué sucede, mi pequeño hámster azul? ¿No esperabas que mi rayo fuera inofensivo, verdad?
–Me… paralizaste. –Entendió Sonic, frunciendo el ceño. –¿Inmovilizarme es tu manera de acabar conmigo? Que bajo haz caído, doc.
–Sí, nunca pensé que tuviera que recurrir a esto… –Cedió Eggman, conduciendo su vehículo flotante alrededor de su prisionero con un tono burlón, mientras se reía divertido. –Pero bueno, hice lo que había que hacer. Y ahora…
El doctor se acercó peligrosamente a Sonic, quien le fulminó con la mirada. El humano acercó su mano hacia el erizo, acariciándole cómicamente su cabeza, para después arrebatarle la Esmeralda del Caos.
–¡Devuélveme eso, anciano! –Protestó Sonic, retorciéndose para intentar liberarse.
–Por fin… –Susurró Eggman, ignorando por completo a su rival. –Lo que tanto me costó obtener… la primera Esmeralda del Caos.
–¿Primera…? –Murmuró Sonic, dejando de luchar.
–No existe solamente una Esmeralda del Caos. –Explicó el doctor, perdiendo sus ojos en la gema, cuyo brillo se reflejaba en las gafas del doctor. –Son un total de siete, y cada una de ellas posee un poder ilimitado. Fuiste testigo que lo que sucedió cuando usé esta esmeralda para potenciar a mi ejército de robots. Imagina lo que las siete juntas podrían hacer… ¡Seré invencible!
–Sabía que esa gema era peligrosa. Debí deshacerme de ella. –Bufó Sonic, haciendo un puchero. –¿Y ese brillo qué significa?
–Que hay otra Esmeralda del Caos justo aquí. –Respondió el científico, perdiendo sus ojos nuevamente en la joya, que brillaba con fuerza.
Sonic quedó petrificado. Si Eggman consiguió provocar tanto daño con una sola Esmeralda del Caos, no quería ni siquiera averiguar lo que podría hacer con dos de ellas.
¿Y qué ocurriría si obtenía las siete?
Un escalofrío recorrió su cuerpo de solo imaginarlo. Imaginar como todo lo que tanto se había esforzado por proteger sea destruido frente sus ojos, y no podría hacer nada para evitarlo.
–Mi pequeño erizo, temo decirte que ya no te necesito con vida. –Continuó Eggman, llamando la atención de Sonic. –Sin embargo, aún me intriga por qué eres tan especial. ¿Qué es lo que te hace tan veloz? ¿Qué es esa energía que te rodea cuando corres? ¿Cómo un ser ordinario puede poseer una rapidez que rivaliza con la del sonido?
–Si pudieras contestar esas preguntas por ti mismo en vez de preguntármelas a mí usarías mejor tú tiempo. –Respondió el azul, frunciendo el ceño. –No lo sé, y en realidad, no me interesa. Soy así de veloz porque así nací, y no me importa saber de dónde viene mi velocidad. Es lo que me identifica, después de todo.
–Exacto, Sonic. –Repuso Eggman, acercándose de nuevo a su archienemigo. –Eres tan veloz, tienes un poder que muchos solo soñarían alcanzar, y eliges usarlo por el motivo incorrecto. –El doctor se alejó un poco, presionando determinados botones de su Egg Mobile. –Y por eso eres solo un inepto, que fue bendecido con un don que malgasta sin responsabilidad alguna. ¿Crees que detener mis planes es lo mejor para el mundo? Pues déjame decirte que es todo lo contrario.
–¿Qué balbuceas, vejestorio? ¡Tú estás en contra del mundo y solo sigues tus deseos egoístas! Dices que quieres que Mobius sea un lugar mejor, ¡pero ni siquiera es verdad! Y mira quién habla sobre desperdiciar talento. ¿Acaso no has visto todo lo que puedes hacer? ¡Tú solo creaste una legión robótica, y quién sabe que otros inventos que podrías utilizar para ayudar a Mobius! Pero usas tu inteligencia para dañar a los demás, con tus ansias de dominar el mundo. Mejor déjate de hipocresía y escúpelo de una vez: ¿por qué haces todo esto?
–Tienes un punto. –Replicó el científico, ahora serio. –Mis dotes en robótica son más altos que de cualquier otro ser viviente. Mi inteligencia rebasa a las mentes inferiores, como la tuya, y eso me ha hecho entenderlo todo… Este mundo se está llevando poco a poco a su propia destrucción. O mejor dicho: las personas están acabando con su propio hogar con sus estupideces y libertinaje. Ellos son los villanos aquí, no yo. Pero aun así te afirmas a creer lo contrario… Tú eres uno de ellos, Sonic. Tú defiendes la causa equivocada, y sé que nunca lo verás. Pero ten algo en mente: no me he rendido desde hace tres años, y no voy a rendirme ahora. Aún si tengo que luchar contra ti durante años, no pararé hasta que Mobius sea mío, y el Imperio Eggman se alce sobre las cenizas de esta civilización imperfecta. Ya no tengo nada más que decir. Sé que nunca entenderás mi punto de vista, porque tu reducido cerebro te impide ver las cosas con claridad. Es una lástima que no quieras unirte a mi causa… Pero no pienso desaprovechar tu potencial. Tal vez sea lo mejor, así podré extraer la energía que te hace ser quién eres e introducirla en mis robots, sin molestarme en intentar mantenerte con vida durante los experimentos. Nos vemos pronto, Sonic. Ahora, me disculpas, tengo una Esmeralda del Caos que encontrar.
Una vez el doctor soltó estas últimas palabras, presionó varios botones de sus controles. Lo siguiente que sucedió fue que, de la enorme nave encima del campo de batalla, se precipitara una especie de vehículo negro con un taladro enfrente. El Eggman Drill aterrizó ruidosamente cerca del doctor, produciendo un gran estallido de tierra cuando chocó contra el suelo.
Sonic observó la nueva máquina de Eggman con una ceja arqueada, mientras el Egg Mobile se propulsaba hacia el Eggman Drill, ensamblándose con el vehículo-taladro.
–¡No me extrañes mucho, mi odiado rival! No tardaré mucho. –Aseguró el doctor con una siniestra mirada, mientras encendía su transporte y lo ponía en marcha, taladrando el suelo.
Rápidamente, la máquina creó un túnel en el suelo, y tanto el Eggman Drill como el Dr. Ivo Robotnik ingresaron en él, mientras la risa maniática del científico hacía eco en las pareces del hoyo.
Sonic observó la escena con el ceño fruncido, hasta notar como unos brazos metálicos emergían de la Wing Fortress encima suyo, atrapándolo, para llevárselo dentro del enorme buque aéreo.
Sonic bufó con aburrimiento, consciente de que aquello no iba exactamente bien.
Nuevamente, Eggman había aparecido, y ahora parecía tener todas las cartas a su favor.
Tendría que volver a enfrentarlo a él y a su loco séquito de robots asesinos, como siempre.
Otro día normal para este erizo azul.
Por suerte, sabía perfectamente que todo terminaría como inició…
De una manera rápida e súbita.
Bueno, ¿qué les pareció? A todo aquel que lea este fic, le pido que comente para saber si les resultó al menos aceptable o fue solo una basura que hasta un niño de doce años podría escribir (tenía esa edad cuando inicié esta historia). Pues, sin más, me despido, y espero que les haya gustado.
Cuídense y nos leemos.
