Disclaimer: Naruto y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de Masashi Kishimoto.


Prologo

Situaciones desesperadas requieren…

Era domingo, tan temprano que el sol ni siquiera había salido. Caminaba apresurada por las callejuelas torcidas de aquel barrio, no tan prestigioso, ubicado en una zona perdida de la gran metrópoli de Hi no Kuni*, Konohagakure no Sato. Sus pasos eran rápidos, su respiración era agitada y el vaho salía torcido de sus labios temblorosos; estaba muerta de frío y lamentó haber accedido a tener ese encuentro a tales horas de la mañana, cuando parecía hacer más frio que en cualquier otra hora del día.

Se pasó una mano por el cabello, limpiando de paso unas cuantas gotas de sudor frio. Titubeó un poco al llegar a la entrada de su destino, se miró las puntas de los dedos, temblorosa, dándose cuenta de que había llegado muy lejos como para arrepentirse en ese momento. Entró a la taberna destartalada con decisión fingida, una mala actuación que quedaba al descubierto si notabas el temblor de sus piernas. Se acercó dudosa al joven que atendía el puesto, lo conocía, y le daba pena que él la viera ahí, uno solo entraba a Momochi's por una razón: desesperación. Y ella estaba muy desesperada.

-¿Qué haces tú aquí?

Espabiló al escuchar esa voz conocida, dulce voz, que la ponía nerviosa.

-Haku, hola.

La voz en un hilo, la mirada llena de vergüenza y la sonrisa nerviosa. Se acercó temerosa al joven frente a ella, un joven muy hermoso. Le miró un momento y volvió a pasarse la mano por el cabello. Abría y cerraba la boca sin saber bien como comenzar, pero no tuvo que hacerlo ella.

-Olvídalo, tampoco quiero saberlo. Sé que no puede ser nada bueno, no quiero empezar a pensar mal de ti.

-Gracias.

-No, no bajes la mirada, linda ¿Te ayudo a encontrar a alguien?

-Zabuza dijo que…

-Ah, ya sé por dónde va la cosa. Mesa 5. No me mires con sorpresa, él y yo somos como uno solo, no es necesario ir a buscarle para rectificar nada.

-Sí, es cierto. Gracias.

Aquel cruce de palabras la dejó con la garganta seca y unos temblores que la sacudían por completo. Confiaba en esa pareja de viejos conocidos, no solo ella lo hacía, eran unos profesionales y todo lo que pasaba en su taberna se quedaba ahí, sería como si ella jamás hubiera puesto un pie dentro.

Tardó un poco en descubrir cómo estaban acomodadas las mesas, pero pudo encontrar su objetivo en el lugar más obscuro y sucio del establecimiento. Respiró profundamente, arrepintiéndose en el acto cuando un desagradable olor llegó hasta su nariz, haciéndole sentir nauseas; trastabilló un poco antes de acercarse más a la mesa 5, estaba tan desorientada, turbada, aun, por la mezcla de olores desagradables que emergían por todos lados.

-Pensé que no vendría.

Giró suavemente la cabeza, para no marearse más, hacia la mesa 5. Había un hombre ahí, sentado y esperando por ella desde sabrá Dios que hora.

-No estaba muy segura de esto.

-Tome asiento, por favor.

Asintió recelosa e hizo lo que se le indicaba. Se sobó la nariz con desagrado, aunque comenzaba a acostumbrarse al olor, le miró un tanto desafiante. Era guapo, joven, de maneras refinadas y rico, muy rico. Aquel hombre representaba la salida a todos sus problemas.

-No confía mucho en mí ¿O me equivoco, señorita?

-No lo hace.

-Hablemos de negocios, que es para lo que estamos aquí.

Una punzada le recorrió el pecho, negocios, así lo veía él. Sus manos comenzaron a estrangular la tela de su vieja falda de algodón, se sentía rabiosa por lo despectivo que aquel hombre se comportaba. Pero no objeto, siguió callada para permitirle continuar.

-¿Tiene los análisis?

-Sí.

-Bien, bien. Parece que todo está en orden.

Él dejó de lado las hojas que ella le había proporcionado. Sonrió, aunque tan rápido que lo más probable es que no hubiera pasado. Ella se sentía cada vez más nerviosa por su prolongado silencio, era como si el hombre enfrente estuviera calculando todas las posibilidades, todas, en ese momento. Por lo que el repentino sonido de su voz la sorprendió.

-¿Cuánto tiempo lleva?

-2 meses y una semana.

-No es mucho, me sirve. Es usted bonita, señorita.

-¿Eso ayuda en algo?

-Más de lo que usted cree. Pero su cabello me representa un inconveniente.

Se mordió un poco los labios, apenada. No había pensado en eso, en realidad si resultaba un inconveniente y uno muy grande. Ahora que la oportunidad parecía a punto de írsele de las manos se sentía asustada, miró fijamente al hombre frente a ella.

-El cabello del padre es de un color más normal, negro ¿Sirve?

-Esperemos que así sea o ambos nos veremos en dificultades. Solo una última cosa para terminar con todo, firme aquí.

Tragó saliva, nerviosa, cuando él le acercó una serie de documentos y una pluma muy fina. La tomó con vergüenza, sentía lástima de que algo tan bonito se ensuciara con sus manos, y se concentró un poco en los papeles, firmando donde le era indicado. Lo pensó dos veces antes de dar la última firma y miró por un instante los fríos ojos color plata de su acompañante.

-Es algo tarde para rechazar la oferta.

-Lo sé, siento dudar tanto.

Volvió la vista hacia la línea vacía, sintiendo el apremio del hombre elegante; llenó aquel espacio con su nombre para darle cierre a la situación que estaba viviendo.

-A usted tomado la mejor decisión. Mañana alguien se comunicara con usted y comenzaremos los preparativos.

El hombre no dijo nada más y se paró para irse como llegó, sin dejar rastro alguno, mientras ella, sola en aquella sucia mesa, rompía a llorar. Recargó su cabeza en sus manos temblorosas y dejo salir todo el dolor retenido en su pecho.

Tras la barra Haku la miraba con pena, sin atreverse a acercarse para consolarla, sin tener idea de en qué clase de cosas se había metido la joven; algo grave debía ser ¿Qué clase de cosa horrenda debería estar pasándole a la familia Hyūga para mandar a uno de sus más importantes miembros a su taberna? Aun más intrigante ¿Qué tenía que ver la pequeña Sakura con ellos?


*Hago referencia al término japonés con el que se conoce al país del fuego, al igual que lo hice con Konoha poniendo su nombre completo.

Si llegaste hasta aquí, pues gracias. Es corto, porque es solo la introducción, aunque no aclare mucho las cosas creo que si di suficiente material como para que te des una idea.

Siendo honesta no se cuanto tardare en actualizar, puedo tardar un día como dos o tres, pero no años, ni meses; Ni siquiera semanas. Todo depende del tiempo.

Gracias por leer.

- Callejuela.