Esto está basado en un episodio de Glee, así que es bastante dramático e irrealista. Contiene la letra de la canción Do you wanna touch me? en inglés y la traducción al español se encuentra en las notas de abajo, para los que no entienden.


Emma Swan tomó asiento a un lado del salón de clases una vez que todos los estudiantes se ubicaron en sus lugares. Los encargados de la banda sonora estaban detrás de sus respectivos instrumentos. En frente de los chicos y en el medio del salón, ahí estaba la extraordinaria Regina Mills, su colega de aquel taller extraescolar y la encargada de explicar en esa ocasión especial la complicada materia que era la Educación Sexual.

A decir verdad, Emma no querría estar en su lugar. No sabría cómo contar la historia de la abeja y la flor frente a un montón de adolescentes hormonales. Lo esencial, claro, sería que ambas profesoras trabajen en equipo como lo hacían usualmente; pero Emma se avergonzaba de admitir que se acobardó y Regina no tenía problemas en ir directo al punto, sin titubeos.

Todos asumían que Emma sería mejor en esto — en hablar sobre sexualidad, dado a que era la liberal del dúo. Ella era la que iba a trabajar en jeans, se unía a un colega por un trago después del trabajo o era más obvia sobre su sexualidad. Así que sería evidente que Emma era la indicada para ese trabajo, ¿no? No, nunca. Regina era directa, franca en todo caso, no perdía tiempo inventando metáforas y fábulas, y, sobre todo, no se sonrojaba o entraba en pánico ante situaciones comprometidas. Además, Emma aún debía presenciar una ocasión en la que Regina no parezca el sexo personificado.

Sí, Regina era la indicada para dar Educación Sexual.

Claro que Emma no tuvo en cuenta un importante detalle: Regina era una profesora de Comedia Musical con un famoso estilo para lo dramático. La rubia debería haber sabido que la introducción no sería algo tan simple como deslizar un condón en una banana.

—¡Bien! Sexo. Es como abrazarse...pero mojado.

—¡Bien dicho!— exclamó Alan.

—De acuerdo, empecemos con lo básico. Sean,— dijo Regina dirigiéndose al estudiante—, ¿es cierto que creíste que embarazaste a tu novia vía jacuzzi?

—Siempre he sido muy crédulo— murmuró el jóven.

¡Guau! Era peor de lo que Emma había pensado. Debería haberle prestado a Regina más atención cuando les dijo que sus alumnos no tenían idea de lo que era el sexo.

—Y Anna,— continuó Regina caminando hacia la pelirroja—, ¿piensas que las cigüeñas traen bebés?

—Yo...obtengo mi información de los dibujitos de Paka Paka.

Emma sintió un apretón en su pecho mientras su codo caía accidentalmente sobre las teclas del piano. Sin embargo, podía notar a Regina un tanto entretenida cuando caminaba de regreso al centro del salón. Estaba vestida especialmente para esta clase, disfrazada como al tener que interpretar un papel. Los jeans negros que los usaba solo si debía bailar (Emma probablemente iba a morir), y esa chaqueta de cuero que le daban la sensación de no querer descubrir qué había debajo.

La rubia tragó saliva. Regina estaba interpretando un personaje. Algunos de los chicos estaban aterrorizados de decir algo equivocado y que la señorita Mills regrese, aunque claramente comprendían lo que iba a suceder.

—Bueno, eso va a terminar ahora mismo porque hoy nos vamos a meter bajo las sábanas todos juntos y poner el asunto en lo sucio— exclamó Regina con una sonrisa que le dijo a Emma exacta lo que estaba por suceder.

—Estoy tan caliente en este momento— musitó Killian.

Emma lo fusiló con la mirada. Afortunadamente, nadie estaba mirando a su dirección, demasiado enfocados en la profesora de Comedia Musical.

—Mhmm...— carraspeó Ashley para atraer la atención de la morena y apoyó una mano en el hombro de Ivy, que desvió la mirada. —¿Qué hay de los que deciden permanecer en el celibato?

—Los admiro— admitió Regina, causando una sonrisa en Ashley. —Aunque crea que son ingenuos y posiblemente frígidos, yo sí que admiro su elección. Entonces... Regla número 1: toda relación íntima que vayan a tener en sus vidas va empezar con... Un toque— dijo levantando su dedo índice y gritó a la banda—: ¡Dale!

La batería hizo su apertura y Emma desorbitó un poco los ojos al comprender qué canción había empezado a sonar. Mientras la guitarra eléctrica se presentó, Regina arrastró una silla al ritmo de la música, en un estilo rockero que Emma deseaba que guarde para otra ocasión. "Do you wanna touch me?" inusualmente calificaría como una canción apropiada para interpretar frente adolescentes hormonales. Maldita sea, Regina.

We've been here too long, tryin' to get along, pretendin' that you're oh so shy— cantó la morena, la silla en sus manos en frente de ella.

La guitarra sonó fuerte otra vez y ella llamó a dos chicas para que se unan al baile. Dos sillas más a sus lados, Ruby y Kathryn estaban con ella.

I'm a natural ma'am, doin' all I can, my temperature is runnin' high.

En la entrada a la siguiente estrofa, las tres se sentaron de un lado, bajando lentamente hasta que sus cabezas tocaban las rodillas de la otra. Emma enfocó sus ojos en Regina mientras subía otra vez, reflexivamente lamió sus labios.

Cry at night, no one in sight, an' we got so much to share— cantó Regina y ahora las tres sacudían el cabello. —Talking's fine, if you got the time, but I ain't got the time to spare. Yeah.

Ruby y Kathryn quedaron con una pierna a cada lado de la silla, mientras a la sexy profesora estaba sentada de frente con las piernas cruzadas. Las tres sacudieron el cabello otra vez, justo antes de que empiece el estribillo. Emma iba a matarla.

Do you wanna touch? Yeah— manos fueron al pecho. —Do you wanna touch? Yeah— la chaqueta se abrió, revelando una camiseta negra de tirantes. —Do you wanna touch me there? Where?

A la vez que las tres mujeres bajaron las mangas de sus abrigos al ritmo de la canción, Emma sintió un rubor apoderarse de sus mejillas cuando los hombros de Regina se revelaron, al igual que la mitad de sus bíceps de aspecto fuerte. Repentinamente, su boca estaba muy seca.

Do you wanna touch? Yeah. Do you wanna touch? Yeah. Do you wanna touch me there? Where? There? Yeah— cantó con un pie sobre la silla, su puño levantándose en el aire.

Yeah, oh yeah, oh yeah— los estudiantes aclamaron el coro. —Yeah, oh yeah, oh yeah.

Emma observó a Regina acercarse a su dirección con una sonrisa pícara en sus labios y pasó por su lado volviendo a revelar sus hombros. Cuando la rubia miró a otro lado, tragando saliva, la sonrisa de Regina solo creció. Anna abrió su chaqueta junto con el canto de los chicos. Ashley y Ivy observaban en espectáculo boquiabiertas.

Every girl an' boy— empezó Regina nuevamente moviendo la silla de Alan. Con Alan en ella. —Needs a little joy. All you do is sit an' stare.

Los ojos de Emma se abrieron en confusión cuando se arrodilló frente al chico, un ceño fruncido en su lugar.

Beggin' on my knees, baby, won't you please, run your fingers through my hair— Regina siguió sacudiendo sus manos en su propio cabello. —My, my, my, whiskey and rye. Don't it make you feel so fine.

Ahora que la morena estaba bailando más tranquila, limitándose a cantar de pie, Emma había empezado a marcar el tiempo con un pie, admirando al talento frente a ella. Inconscientemente, sus ojos cayeron debajo de la cintura de Regina, en su... espalda.

Right or wrong, don't it turn you on— continuó la profesora, sin embargo, volviendo a moverse. Los alumnos empezaron a levantarse de sus asientos para unirse a ella. —Can't you see we're wastin' time, yeah.

Dos líneas de estudiantes se formaron frente a la profesora de Teatro, dejando una pasarela libre entre ella y Regina, quién estaba en la otra esquina. Emma remojó sus labios y bajó la vista al papel en su mano. Escribió algo en rojo.

Do you wanna touch? Yeah. Do you wanna touch? Yeah— cantó Regina mientras hacía su camino a Emma, candente como siempre, sacudiendo sus hombros. —Do you wanna touch me there? Where?

La rubia levantó el cartel que acababa de escribir sobre su mandíbula, que decía "¿demasiado?". Regina se limitó a sonreír en medio de su interpretación y acercándose más a Emma. O, a decir mejor, su escote y su ardiente sacudida de cabello se acercaron más a Emma. Al menos, así es como lo sintió la rubia. Largó un resoplido de alivio, sacudiendo la cabeza con exageración cuando Regina se volvió a alejar.

Do you wanna touch? Yeah. Do you wanna touch? Yeah. Do you wanna touch me there? Where? There? Yeah.

Yeah, oh yeah, oh yeah.

Los estudiantes cantaron el coro mientras Regina se dirigía a las únicas que quedaron sentadas: Ashley e Ivy, que formaban parte del club del Celibato. Las chicas sonrieron la una a la otra y se levantaron para ir con los demás. La mujer volvió a Emma, esta vez seguida de los alumnos. La rubia levantó las manos en forma defensiva, largando aire para señalar que hacía calor allí. Regina le guiñó un ojo y siguió con su canción.

Yeah— exclamó al final e inmediatamente habló a sus estudiantes. —Solo recuerden, cuando se acuesten con alguien, se están acostando con todos los que esa persona se haya acostado. Y todos estuvieron con un extraño.

Emma no puso reprimir la risa que roncó cuando Regina le dió una mirada acentuada con esas últimas palabras. Nunca le iba dejar olvidar aquel extraño en el bar. Como respuesta, Emma le envió los ojos de cachorro.


El timbre sonó y los chicos se apuraron para salir como de costumbre. Las profesoras se sentaron, relajadas por haberse quitado ese peso de encima. Emma ojeó a la morena y sus jeans, recordando los pantalones de vestir que iban en su lugar usualmente y soltó una risa.

—¿Qué?— preguntó Regina.

—¿Alguien te vio usando eso?

—Claro que no, ¿te crees que soy estúpida?— Regina arqueó una ceja. —Me cambié antes de entrar algo salón.

Emma rió un poco más. Así estaba mejor. Prefería a la verdadera Regina antes que al personaje de Comedia Musical, a diferencia de los demás que la temían por su fría actitud.

—De verdad, ¿qué estabas pensando?

Los labios rojos se curvaron en una sonrisa traviesa que provocó que su corazón diera un salto.

—Soy profesora de Comedia Musical. ¿Qué mejor forma de enseñar que con una canción?

Emma frunció los labios, divertida.

—Solo querías molestarme, ¿verdad?

—¿Por qué preguntas?— dijo Regina, dándole una mirada pícara. —¿Acaso te dejé toda caliente e incómoda?

La jóven dejó caer su mandíbula en un gesto de indignación y frustración. La morena se levantó y agarró su bolsa, saliendo rápidamente del salón con una risa malvada y dejando a Emma boquiabierta.

—¡Esto no es justo!

—¡La vida no es justa, querida!— llamó Regina a lo lejos.

Regina sonrió para sí mientras se dirigía al baño para cambiarse, su chaqueta colgada sobre su hombro y sostenida por sus dedos. Agradeció que el timbre ya había sonado otra vez y no tenía otra clase, dado a que dejaba su camino libre. Amaba provocar a Emma, siempre era divertido verla sonrojarse, evitar fijar su mirada en ella en público o invadir su espacio personal en una discusión.

Debía admitir que sí, se había pasado de la raya en la clase de Educación Sexual, pero ahora los chicos se habían ido con verdaderos conocimientos sobre el sexo y no con la ridícula noción de que los bebés llegaban volando en globos aerostáticos.

La clase siempre había pertenecido más a Emma. Ella era la buena, la amable, su heroína, mientras que Regina podía admitir que ella no era muy agradable y bastante exigente, así que entendía su favoritismo. La morena no era más que una profesora con muy buenos dotes de actuación y canto. Por eso ella tenía una excusa a por qué no sabía lo ignorantes que esos chicos Regina notó lo poco informados que estaban, fue directamente a Emma y le dijo que debían enseñarles. Era su deber como profesora.

Emma había estado escéptica pero Regina fue excepcional con su persuasión. Ella estaría horrorizada si Henry llegara a los quince años sin una idea de lo que es el sexo; no podía dejar a esos chicos sin educar. Claro que quizás la canción sí había sido demasiado, aunque nunca lo admitiría en voz alta.

—¡Mills!

Regina se detuvo en seco al oír la voz y cerró los ojos. Había estado tan cerca, sólo a unos pasos del baño. Abrió los ojos otra vez y se dio la vuelta con una sonrisa plástica para presentarse a Robin, el profesor de educación física.

—Hola, Robin. ¿No tienes clase?

—No en este momento, acabo de terminar mi última hora del día— explicó el hombre, sus ojos rondando por el cuerpo de Regina. —Te ves bien, Regina.

—Es parte del disfraz— excusó la morena de inmediato.

—Quizás debería pasar a ver tus clases más seguido— dijo él con una sonrisa que debía ser encantadora.

—¡No!— exclamó Regina desorbitando los ojos. —No, no permitimos espectadores durante los ensayos.

—Ya veo. ¿No podrías hacer una excepción?

—No hay excepciones, Robin.

—¿Y qué tal un trago? Para relajarte.

—Gracias, pero no estoy de humor para un trago— lo rechazó Regina, ya sin una sonrisa. —De verdad tengo que ir a...

—¿Entonces puede ser solo una cena? Nada de alcohol— insistió Robin.

—Estoy ocupada.

—Mañana, entonces.

—Estaré ocupada también.

—¿Por qué me evitas?— dijo de repente. —¿Es por lo que dije la otra vez? ¿Que te amo?

—Robin... Yo...

Regina tragó saliva, sin saber qué hacer. Lo más adecuado sería mandarlo al diablo, pero el profesor sí que había confesado estar enamorado de ella y Regina, a pesar de su reputación de despiadada, no era capaz de herir sus sentimientos así como así, sin importar lo pesado que él fuera. Repentinamente, conocido cabello rubio apareció y ella pudo respirar tranquila otra vez.

—Ella no está interesada— gruñó Emma.

—Tranquila, Swan— dijo Robin. —Solo la estaba invitando a comer algo.

—Invitación que rechazó, así que puedes irte.

—Pero...

—¡Vete!— siseó Emma con una mirada asesina.

El hombre salió prácticamente corriendo al ver la cara de la rubia enrojeciendo en ira. La mujer bufó, rodando los ojos a los intentos de Robin y Regina sonrió a Emma.

—Mi héroe.

Eso logró que Emma pase de la furia a casi saltar de alegría.

—Vamos— dijo la rubia apoyando una mano en su hombro. —Tienes que cambiarte. Dios no permita que todos te vean vestida como la diosa del pecado.

Regina sacudió la cabeza poniendo los ojos en blanco y le dio un golpe en la cabeza.

—Idiota— dijo la morena. —Esa ni siquiera es una verdadera diosa.

—Ahora lo es— remarcó Emma con una sonrisa descarada.

Regina puso los ojos en blanco una vez más, pero esta vez la rubia logró divisar una pequeña sonrisa escapando por la comisura de sus labios. Se sorprendió cuando la mujer entrelazó sus brazos y la llevó con ella del camino al baño. A decir verdad, Emma no sabía por qué; Regina era conocida por superar todas sus expectativas. Como el roce de la piel olivácea generando más sensaciones de las que debería: del tipo que causaba escalofríos y hervía en sus poros, bajo su piel y en su alma. El pequeño espectáculo que Regina hizo hacía poco aún estaba fresco en la mente de Emma y sus mejillas se volvieron a teñir de un color rosado. La rubia se forzó a controlarse. Una mirada a su acompañante y, por la sonrisa de suficiencia que decoraba su rostro, ella notó su incapacidad de permanecer calma ante su presencia.

Justo acababan de entrar al baño y por su actitud presumida, Emma le dió un pinchazo en la cintura, recibiendo por ello un gañido de parte de la morena. No pudo reprimir una suave risa.

—¡Emma!

—¿Qué?— dijo Emma, haciéndose la tonta.

Cuando Regina le dirigió una mirada asesina, su risa no hizo más que aumentar. La profesora se volvió silenciosa cuando una chaqueta de cuero cayó sobre su cabeza. ¿En serio? ¿Iba a cambiarse ahí, en frente de ella? Bueno, no era como si Emma se fuera a quejar pero... Regina no podía hacerle algo así, no era tan cruel, ¿verdad? Emma no estaba tan segura.

Ella removió la chaqueta de su cara para encontrarse con la audaz mujer en un sujetador y vaqueros mientras abandonaba las zapatillas para meterse en los altos tacones otra vez. Regina ni siquiera un vistazo le ofreció al tiempo que se cubría con la camisa blanca que debía haber vestido anteriormente.

—Eres muy cruel, ¿sabes?

—¿Estás hablando de ahora o de mi pequeña mise-en-scène?

Emma vaciló, abriendo y cerrando la boca en un adorable puchero, casi provocando que Regina se olvide de que estaba esperando una respuesta solo para besar sus tiernos labios. Sacudió la cabeza, alejando esos pensamientos para el momento en que Emma respondió.

—No lo sé...— dijo ella, dando lugar a un ceño fruncido en su frente. —A este punto, ambos.

Una risita de diversión emergió desde lo profundo de la garganta de Regina. Para los oídos de Emma, el sonido del cierre de los jeans negros abriéndose retumbaron por las cuatro paredes del baño como una sentencia de muerte, al mismo tiempo que se revelaba una pizca de encaje negro. Emma tragó saliva.

—Retiro lo dicho— declaró Emma. —No eres cruel, eres el diablo personificado.

Regina rió deliberadamente, ajustando el gran cinturón de sus pantalones formales en su cintura.


Letra en español:

Hemos estado aquí demasiado,
Tratando de llevarnos bien,
Pretendiendo que eres tan tímido,
Soy una señora natural,
Haciendo todo lo que pueda,
Mi temperatura es alta.

Llorando por la noche,
Nadie a la vista,
Y tenemos mucho que compartir.
Hablar está bien,
Si tienes el tiempo,
Pero no tengo tiempo de sobra.

Quieres tocar,
Quieres tocar,
¿Quieres tocarme allí? ¿Donde?
Quieres tocar,
Quieres tocar,
¿Quieres tocarme allí? ¿Donde?
Ahí.

Cada niña y niño,
Necesita un poco de alegría,
Todo lo que haces es sentarte y mirar.
Rogando de rodillas,
Bebé no te gustaría,
Pasar tus dedos por mi cabello.

Mi, mi, mi,
Whisky y centeno,
¿No te hace sentir tan bien?
Bien o mal,
No te calienta,
¿No ves que estamos perdiendo el tiempo, sí?

Quieres tocar,
Quieres tocar,
¿Quieres tocarme allí, donde?
Quieres tocar,
Quieres tocar,
¿Quieres tocarme allí, donde?
Ahí.