Crossover:
Inspirado en el concepto del pueblo maldito de Silent Hill, con los personajes de Boku No Hero Academia:

"El infierno tiene su lugar en la tierra, y todos los pecadores han sido llamados ahí para ser castigados. Enfrentar sus más grandes pecados y errores, sus deseos y sus recuerdos, será la lucha más dura de todas que los separara de recuperar su vida… o sucumbir a la locura y morir.

Bienvenidos a Silent Hill, tú lugar especial."


Aparco el auto.

Apago el motor, pero dejo encendidos los faros del vehículo. Salió del auto, caminando hacia la cajuela. Presiono un botón de las llaves y la misma se abrió, mostrando el cadáver de un hombre. El fuerte olor a sangre y putrefacción le golpeo el rostro, haciéndolo hacer una mueca de disgusto.

Saco el cuerpo del tipo, y lo dejo justo en la orilla de la carretera. Justo en ese pedazo descuidado de la misma, que no tenía ninguna barandilla para evitar que los autos cayeran al vació de la montaña por donde se transitaba.

Observo su cuerpo una vez más, ese cuerpo que dejaba solamente la cabeza libre de su envoltorio de bolsas plásticas negras. Los labios que corto y dejaban ver espeluznantemente los pocos dientes que no le arranco, las cuencas vacías de sus ojos y ese asqueroso hedor a carne podrida. Sintió que había sido muy benevolente con ese sujeto si lo comparaba a las otras víctimas que tenía.

Levanto su pierna derecha, y como si se tratara de un balón, pateo el cuerpo de ese hombre con todas sus fuerzas y todo su odio impreso en aquella patada. El cuerpo rodo por la fuerza y cayó hacia el vació, permitiendo que en su caída se escuchara como las ramas de los arbustos y las rocas que habían de paso, fueran arrasadas por el cadáver de ese hombre.

Lo observo tanto como su vista le permitió, hasta que creyó dejar de verlo en medio de toda la oscuridad de la noche que ocultaba su delito.

En medio de la soledad de la carretera, con los pocos sonidos de los animales nocturnos, se permitió suspirar.

Regreso al auto cuando algunas gotas de lluvia le advirtieron de la posible lluvia que se avecinaba. Una vez que abordo el auto, se quedó con las manos fuertemente sujetas al volante. Por fin había terminado…

Todo había terminado por fin.

Ya era libre del peso de su pasado, de su venganza y de todo lo que juro destruir. Por fin había terminado y era libre de hacer su vida. Aun así, con todo terminado y con su correcto final, se seguía sintiendo extrañamente incompleto por dentro. ¿Era ese el sabor amargo de la venganza cuando se realizaba? En definitiva lo era.

Esas palabras sobre que la venganza era dulce, en ese momento podía sentirse de cualquier forma menos dulce o tranquilo. Sentía incluso que su calvario era más pesado o que esa dichosa libertad que pensó, se sentía incompleta e insatisfecha.

Sacudió la cabeza con fuerza y se golpeó la frente con el volate. No era tiempo de ponerse a analizar esa clase de cosas extrañas o de ponerse a pensar si todo lo que hizo ha valido la pena. Lo que le importaba ahora, es que era libre y podía darse un nuevo inicio.

Pero… ¿Cómo hacer su vida de nuevo, después de todas las aberraciones que había hecho?

Inhalo con fuerza por la nariz, sintiendo el tierno aroma de la tierra mojada que venía de fuera. Quito el freno del auto, lo encendió y comenzó a conducir sin prestar mayor atención a nada más de su entorno.

Debía dejar su pasado atrás.


En otra parte, tal vez no tan lejos, un joven chico de cabellos verdes y rizados, corría con desesperación por las solitarias calles de ese pequeño poblado donde estaba. Se movía como podía por entre los callejones que conectaban con las calles principales y secundarias. Todo para escapar de algo.

Más sin embargo, la densa neblina que cubría gran parte de todo el lugar, limitaba su campo de visión. Con ayuda de su linterna, lograba orientarse para saber a dónde moverse y tener cuidado con los escombros, ladrillos y basura que había por su camino. Era como si ese poblado, antes de ser abandonado, hubiese entrado en un escenario pos-apocalíptico, dejando en todas sus calles residuos como ladrillos, tubos, rocas, pedazos de madera, entre otro motón más de cosas.

Desgraciadamente, tropezó con un ladrillo, llevándose tremendos golpes en rodillas y rostro. Gruño por el dolor, pero aun así se obligó a continuar con su camino. Se puso de pie de nuevo, casi de un salto, porque, ese dolor que se había ocasionado con la caída no era comparado al que esa cosa que le perseguía le hacía.

Escucho un jadeo lastimoso, que decía su nombre.

—Izuku… no huyas, sabes que no hay a donde huir cariño…—Hablaba esa cosa desde la oscuridad del callejón y la neblina que solamente dejaban ver una sombra completamente oscura y deforme, que continuaba jadeando de esa manera, buscando acercarse a él. —Conmigo… estarás a salvo—

Izuku, se quedó casi petrificado mirando aquella aberración. Su respiración se volvió irregular, y las lágrimas se juntaron en sus ojos.

— ¡Aléjate de mí!—Grito, antes de sacar un arma de su cinturón. Le apunto lo mejor que pudo y sin tentarse el corazón disparo, escuchando a esa cosa jadear y gemir de puro dolor.

Paso cerca de cinco minutos ahí, mirando hacia donde estaba esa cosa. Sostenía el arma con su mano derecha, mientras mordía su labio inferior con bastante insistencia.

No paso demasiado, cuando empezó a llover. Las gotas de la lluvia le alertaron que debía de buscar un refugio lo más rápido que pudiera.

—Izu… ku… —Se escuchó de nuevo, desde otra parte de aquel callejón, mismo al que le siguieron unas risas con la voz de esa cosa totalmente rasposa.

Izuku no perdió más tiempo, y salió corriendo de ese lugar.


Era casi la quinta vez que bostezaba en esos veinticinco minutos que llevaba después de una hora y media conduciendo entre las curvas de la montaña, la delicada capa de niebla que comenzaba a llenar la misma y la ligera lluvia que se cernía sobre su trayecto.

Debía descansar, lo sabía.

También sabía que debió comprar unas bebidas energizantes extras y una bolsa de papitas picante de esas que tanto le gustaban antes de iniciar con su trayecto en la carretera.

Observo el GPS del auto, que se mostraba en una pantalla táctil en el tablero. Ese bastardo al que había asesinado, tenía un auto muy lujoso que contaba con todas las comedidas que los ricos pueden costear y el resto imaginar.

El GPS mostraba su ubicación actual, y su constante movimiento por la carretera. Según el aparato, aún le quedaban casi cuatro a cinco horas y media de camino para llegar a la siguiente ciudad donde daría inicio a su nueva "vida".

Pero le resulto curioso un pequeño detalle que mostraba el mapa virtual. Había una desviación a medio camino a donde iba, sin embargo el mapa no mostraba nada relevante sobre esa desviación. No había nombre de cómo se llamaba esa ruta, si había algún pueblo o centro turístico. No existía ningún dato, más que su pequeño camino.

Esa ruta guiaba a la mismísima nada si lo pensaba.

Tal vez antes había algo por ese lado, pero debió ser removido. Realmente no le importaba, al menos ya no le importaba al ver que no había nada interesante para él en ese lugar.

El camino en carretera siguió una hora y media más, donde vio algunos anuncios sobre advertencias de derrumbes y la densa neblina que se formaba en esas zonas.

No había absolutamente ningún otro auto en la carretera. Supuso de inmediato que debía tratarse por las horas o porque esa carretera era una de las menos transitadas… Aunque la respuesta al porque no había más autos, se hizo presente ante sus ojos como un obstáculo.

Justamente se encontraba un desastroso desplome sobre la carretera, había unos sujetos con máquinas que estaban removiendo dichos pedazos de roca que abarcaban toda la carretera, evitando el paso por ambos lados.

Uno de los hombres que estaba moviendo linternas para indicar precaución, se acercó hasta el auto donde abordaba. El hombre llevaba un impermeable amarillo brillante y chillón, junto a esas linternas. Pidió que bajara el vidrio y lo hizo.

—Hubo un derrumbe, caballero—Dice lo obvio el sujeto. —Me temo que tendrá que esperar algunas horas hasta que logremos quitar todo—

— ¿No hay otro modo de cruzar? Tengo mucha prisa—Responde, con la voz algo raposa y hasta ronca si lo piensa mejor. La última vez que había hablado, había sido hace casi exactamente un día.

El hombre del impermeable pensó antes de responder.

—Puede tomar el camino que está detrás. Solo sígalo y lo llevara a por una vía alterna. —Indica esa desviación justa que él había visto en el GPS. —No le tomara más de… una hora y fracción o quizá menos rodear y llegar al otro lado. —Asegura ese sujeto con una sonrisa.

Observa de nuevo lo desastrosa que lucía la carretera. No quería irse por la ruta alterna, pero ahora no le quedaba otra opción.

—Gracias. —Suelta, mordiendo el interior de su mejilla, antes de subir el vidrio de nuevo y dar la vuelta para ingresar por esa desviación.

Volvió a bostezar, abriendo esta vez casi toda la boca en el proceso. Realmente necesitaba dormir un poco y conducir mientras se está cansado al grado que lo estaba él, era peligroso. Demasiado peligroso. Un movimiento, un descuido, un solo momento donde cerrara los ojos y tendría un accidente fatal. La lluvia no ayudaba y la neblina de ese momento tampoco.

Bostezo de nuevo.

Iba a rendirse ante el sueño, hasta que vio un letrero.

Un letrero alumbrado débilmente por una sola luz que provenía de la parte superior. La pintura, tanto de letras y el fondo, se notaba muy vieja y descuidada. Se le notaba el peso de los años y la naturaleza que no habían tenido piedad con el letrero.

Se había casi detenido completamente para ver el letrero de ese lugar.

—"Silent Hill"—Leyó las palabras del poblado. Observo el GPS de nuevo, queriendo saber si había alguna información o estimado de tiempo que le tomaría cruzar ese poblado, sin embargo, al verlo se llevó una grata sorpresa.

El mapa no marcaba ningún otro camino. El resto de caminos y los pequeños detalles habían desaparecido, solo para dejarle ver esa pantalla en blanco, con el icono de la flecha en rojo que era él. No había detalles de nada, y cuando trato de acceder a otras opciones de la pantalla, esta simplemente no reaccionaba a su toque.

Torció los labios. El sueño le estaba haciendo ver cosas.

Avanzo de nuevo, esta vez, para aparcar el auto detrás del letrero. Ya no resistía más el cansancio y si seguía conduciendo, podría tener un accidente, y morir no estaba dentro de sus planes por el momento.


Despertó de un sobresalto. La respiración acelerada y sudando bastante. Sentía el corazón acelerado, se sentía nervioso y observado. Como si algo estuviera fuera del auto mirándolo con mucha intensidad.

Pero, por más que comenzó a ver a su alrededor, no había absolutamente nada, solo neblina.

Decidió salir y estirar las piernas un poco. Comenzó a estirarse, haciendo que los huesos de su espalda, brazos y piernas tronasen. Dormir en el auto no era la cosa más cómoda del mundo, pero admitiría que era la primera vez que dormía cómodamente sin pesadillas. Fuera de eso, podría catalogarlo como un buen sueño hasta el momento en que despertó de ese sobre salto.

Saco el móvil de su bolsillo derecho comprobando la hora. El reloj marcaba la una y treinta de la tarde. No recuerda exactamente qué hora llego a esa parte, ni cuantas horas habrá dormido, pero sintió que bien pudo quedarse dormido un día entero.

Comenzó a caminar un poco para terminar de espabilarse el sueño y que sus piernas se estirasen mejor. Dio la vuelta para ver el letrero de nuevo.

—Silent Hill… Un nombre bastante ridículo. —Dice mientras camina de regreso hacia el auto de nuevo. Para ser tarde, el clima seguía bastante descompuesto y la neblina del lugar no parecía querer irse a ningún lado.

Antes de abordar el auto por completo, se escabullo entre unos arbustos para orinar. La sensación de ser vigilado comenzó a incrementarse conforme seguía ahí. El problema era, que sentía que lo observaban desde muchas partes, no podía distinguir como ocasionalmente pasa cuando alguien te observa que sientes de donde proviene la mirada, él sentía que la mirada venia de todas partes y al mismo tiempo.

Termino con su necesidad básica y regreso al interior del auto. Arranco el mismo y continuo su camino, adentrándose completamente por esa solitaria carretera.

Algunos minutos conduciendo después, en medio de la soledad de la carretera y las canciones que reproducía del estero, visualizo una pequeña estación de gasolina. No es que le hiciera falta llenar el tanque o algo así, pero tal vez podría comprarse algo para comer.

Pero al acercarse más, se llevó una grata sorpresa al ver la estación abandonada completamente. Había tablones de madera que bloqueaban la puerta y las ventanas del lugar; las bombas de gasolina estaban vacías y había mucha basura regada por todas partes.

Ni siquiera bajo completamente del auto, solo observo desde la distancia antes de continuar avanzando.

Casi cinco minutos más manejando, vio una extraña parada de nuevo. No iba a recabar en detalles en ella hasta que de pronto el vehículo se apagó de golpe.

— ¿Qué carajos…?—Comenzó a tratar de darle marcha, pero el vehículo parecía haber "muerto". No marcaba marcha, pero las luces seguían encendidas así como el GPS. O al menos continuaron encendidas unos minutos más y después se apagaron. —¡ENCIENDE PORQUERÍA!—Grito furioso, golpeando con fuerza el volante.

Pero por más que lo intento, el auto simplemente no respondía.

Tenía suerte de que ningún auto pasara, así no habría ocasionado algún accidente porque su auto se apagara así en medio de la carretera. Bajo del auto, y agradeció internamente que el camino estaba ligeramente inclinado, lo que le facilito mover el auto hasta esta estación.

Una vez ahí, se dispuso a revisar el auto. Según su víctima, el auto era nuevo, por lo tanto no debería de tener fallas por ningún lado. Pero el olor a combustible sin quemar le hizo saber él porque el auto se había apagado de esa manera.

Un maldito inyector obstruido.

Haber trabajado esos dos años con aquel asqueroso y embustero mecánico, le iban a traer ventajas en ese momento. Aunque no se explica cómo es que llego a fallar de esa manera, el auto estaba totalmente bien mientras conducía. No había dado tirones durante su marcha.

¿Cómo es que eso había pasado?

Decidió revisarlo para asegurarse de que si era el inyector, y en efecto, lo era.

Bufo y soltó distintas groserías mientras se pasaba las manos por el cabello. Era frustrante.

Sin más que hacer, observo el camino que le quedaba, aunque no parecía ser demasiado para que llegara por completo al pueblo. Quizá encontraría algo ahí que le pudiera ayudar. Tal vez un mecánico, o alguien a quien robarle el auto, lo que encontrara primero.

Cerro el auto, tomo su mochila negra y guardo las cosas que llevaba con él en ella. Y así emprendió su camino a pie.


Era difícil moverse por los pequeños caminos, sobre todo por la molesta niebla que en ningún momento se marchaba o se aligeraba, todo lo contrario, sentía que entre más avanzaba hacia el pueblo se volvía más densa.

Paso varios minutos más caminando entre esa neblina completamente densa, donde apenas si podía ver por donde caminaba, hasta que en cierto momento de pasar ese tramo, la neblina comenzó a ceder.

Otro detalle que le resultaba "inquietante", era que no había ninguna otra persona por esos caminos. Era una completa soledad.

Solo sus pasos hacían un pequeño sonido al pisar la tierra por donde pasaba. Era cierto que valoraba el silencio y su preciosa soledad, pero, incluso él tenía sus límites, mismo que estaba sintiendo rebasar al estar en esa situación.

No tenía miedo, cabe aclararlo.

Después de todo lo que había hecho, si se permitiese sentir miedo sería una ridiculez. Llevaba un arma de fuego con él, sabia moverse y defenderse a los golpes, y no tenía miedo a lo que pudiera salir de esa neblina.

En algún momento, mismo que desconoce, llego a un cementerio. Parecía ser que había entrado al Cementerio por alguna salida alterna, ya que había restos de una reja totalmente destrozada. Lograba visualizar poco las vallas de roca que delimitaban los terrenos del lugar.

Comenzó a ver varias tumbas, todas desgastadas y llenas de plantas que no habían sido cortadas. Algunas incluso ni siquiera se podía leer los nombres o epitafios que había.

Al momento de volver a enfocar su atención al frente, vio a un joven que estaba de perfil, mirando una de las tumbas. El chico quizá un poco más bajito que él, de cabellos rizados y hasta donde alcazaba a distinguir verdes. Llevaba una sudadera azul marino, unos jeans de mezclilla azul y unos tenis rojos que llamaban mucho la atención. Igual que la mochila amarilla que llevaba también.

No lo admitiría, pero le relajo ver a alguien además de él ahí.

—Hey. —Hablo una vez que estuvo lo suficientemente cerca de él. Su llamado hizo que el contrario diese un brinco en su lugar antes de verlo. Cuando giro a verlo, pudo detallar más de él. Tenía varias pecas sobre sus mejillas, sus ojos eran grandes y de color verde como su cabello. Poseía unas ligeras ojeras, y tenía un pequeño corte en la mejilla izquierda.

—Ah… ahm…—Izuku se quedó mirando a ese joven que le había saludado. Permaneció mirándolo por un largo rato, queriendo saber si ese chico era real… o un producto de su imaginación. Se acercó a él, viéndolo como si fuera un extraño. Dicho extraño que llevaba una chaqueta de mezclilla negra con chiporro blanco que resaltaba de ella; tenía una playera negra debajo igual, y unos pantalones militares en color negro, blanco y gris; y claramente no podían faltar las botas tácticas militares que hacían juego con el pantalón.

El contrario igual se le había quedado mirando, ¿tan mal lucia para que alguien lo viera de esa manera?

El joven de verdoso cabello no lo reconocía de sus memorias, ni de haberlo visto antes en su vida. No recuerda haber visto esos ojos rojos como la sangre, ese cabello rubio tan pálido como la piel de su dueño, ni recuerda esas facciones. Saber que no lo conocía de nada, le tranquilizo hasta cierta parte.

—Deja de mirarme así, maldito raro. —Gruñe el cenizo, frunciendo más el ceño, desprendiendo esa aura amenazante que tanto podría caracterizarle.

—L-Lo siento… es… ahm, debía asegurarme de que no te conocía de nada. —El contrario le sonríe, aunque más que sonrisa parece una mueca extraña. Como si forzara su sonrisa, además, ¿Qué era eso de asegurarse de no conocerle? — ¿Quién eres?—

— ¿Importa?

—S-Supongo que sí, digo… teniendo en cuenta que estamos hablando en medio de un cementerio.

El contrario rueda los ojos en señal de fastidio. Gruñe un poco y suelta entre dientes su nombre.

—Bakugō.

—Midoriya. — Responde rápido el pecoso ahora desconocido-conocido— ¿Qué haces aquí, Bakugō?—

—Yo debería estar de estar haciéndote esas preguntas, mocoso. —Bufa al verse sometido por las palabras de ese niño, aunque bien podrían tener la misma edad. Le incomodaban tantas preguntas, y más que tenían que ver con sus asuntos. —Mi auto se descompuso, así que estoy buscando una refeccionaria o un taller, lo que sea. —

—Suerte con eso. —Responde en automático el otro.

— ¿Qué significa eso idiota?

— ¡Ah! ¡L-Lo siento!—Responde Izuku de nuevo, levantando los brazos como señal de protección. El chico de ojos rojos se había acercado a él con esa aura hostil más fuerte. —L-Lo digo porque… el pueblo está abandonado. —Continua. —Muchas tiendas y lugares están cerrados o no es posible acceder a ellos…—

—No es ningún problema, con un hacha o una palanca, incluso una estúpida piedra podre abrir algún lugar. —Corta al pecoso antes de pasar de él, al parecer ese chico no le ha dicho más que lo que venía sospechando desde hace rato y no parece serle de mejor ayuda.

— ¡No te recomiendo que vayas!—Vuelve a hablar, levantando más el tono de su voz. —Ese lugar… el pueblo en si… Hace cosas extrañas—

— ¿A qué te refieres con cosas extrañas?—Responde Bakugō, encarándolo nuevamente.

Izuku se lleva una mano al cuello, tuerce los labios y desvía la vista de Katsuki. No encuentra palabras para describir "eso" sin que suene a una completa locura.

Ante su silencio, el cenizo resopla y le da la espalda nuevamente para alejarse.

—No creo en fantasmas niño. —Habla de nueva cuenta el rubio mientras sigue caminando. —Se cuidarme solo. —Finaliza, dejando que sus pasos sean lo único que vuelva a sonar en el ambiente.

Aunque le resulta un poco incómodo el hecho de alejarse nuevamente de otro ser humano en ese lugar, no piensa perder el tiempo con un mocoso que no sabe expresarse bien.

—Espero que tampoco crea en monstruos. —Dice Izuku para si una vez que la silueta de ese peli-cenizo se pierde de nuevo entre la neblina.


Ya tenía mucho que no venía a publicar algo por acá. Así que vengo a dejarles esta bonita *cofcof* historia en la que estoy trabajando. Espero les guste y que disfruten mucho de ella dfkjsljkfg

¡Nos leemos! ^^