Claim: Kaburagi T. Kotetsu/Barnaby Brooks Jr.
Notas: Post-series.
Rating: T.
Género: Romance.
Tabla de retos: Drabblethon.
Tema: Primer amor.
Se le ocurre la pregunta mientras lo observa andar de un lado para otro, acomodando cosas sin importancia en las repisas de la habitación. Potente música de ópera amenaza con romper sus tímpanos y la noche es larga, estrellada y aburrida sin un tema de conversación. Se le ocurre la pregunta porque conoce de Barnaby sólo temas oscuros y desgarradores, porque ambos han afrontado la adversidad y apenas están nadando en aguas tranquilas, donde islas de recuerdos agradables se extienden hacia donde no alcanza la vista. Pero debió de haber buenos recuerdos para él, así como Kotetsu los tuvo también y quiere conocerlos, por eso la pregunta, por eso se convence y se da valor para afrontar la mirada penetrante de Bunny cuando la formule, sus ojos inquisitivos tratando de buscar alguna extraña segunda intención en todo ello.
—¿Quién fue tu primer amor, Bunny? —inquiere Kotetsu, cómodamente repantigado en el sillón de su sala, rodeado de envolturas de frituras que Barnaby nunca ve con buenos ojos.
El joven se gira para mirarlo, como ya lo había predicho, con cierta intriga en los ojos, cosa a la cual él responde con una sonrisa temblorosa, que trata de darle confianza a su interlocutor, que trata de transmitirle que se trata de una duda inofensiva, propuesta para conocer un poco más de él y de su pasado, allí donde no se abatían las sombras.
—Iba conmigo en la escuela de héroes, un curso avanzado —responde tras sopesar y admitir que la pregunta no tiene nada de malo—. No sé qué le paso —agrega cuando lee en el rostro de su acompañante una nueva pregunta y sin duda una burla, la intención de preguntarle si no es uno de los héroes vigentes en ese momento—. Me gustaba. Era serio y se tomaba las cosas con calma, pero yo no estaba para novios y esas tonterías, me importaba más vengar a mis padres y por eso nunca sucedió. Así que quizás no cuenta —se acomodó los lentes y le dirigió una mirada rápida, antes de volver a lo suyo, dándole la espalda—. En ese sentido entonces serías tú.
Kotetsu sonríe con lentitud, asimilando las palabras y dispuesto a decir algo alegre y medio en broma sobre ello, cuando la voz de Barnaby vuelve a alzarse por la habitación, preguntándole por su primer amor. Ah, Tomoe y la efímera primavera de su adolescencia, tan llena de sueños y responsabilidades. Se dispone a desgranar la historia para él, con más detalle de lo que había pensado, el pequeño pueblo donde vivían, las andanzas con Antonio, cómo la habían salvado y luego se habían enamorado y casado... Cuando menos se da cuenta, Barnaby está sentado a su lado en el sofá, atento a la historia, a la vida pasada de un hombre con el que nunca soñó congeniar, ni mucho menos enamorarse.
Barnaby sonríe ante lo extraño de la vida, ante lo extraño del momento que dista mucho de ser nostálgico, pues les ha pintado sendas sonrisas en los labios a ambos, recuerdos bañados de luz que logran cimentar un poco más su relación. Porque sí importa quiénes fueron antes y a quiénes amaron antes, sombras y luces en un pasado diluido, importa porque los ha llevado hasta ese momento, con la música de opera resonando por el lugar y la promesa de otro día que termina, envuelto en la noche y en el tiempo que sólo a ellos les pertenece, de ahora en adelante y hasta siempre.
