Hola, aquí os traigo un nuevo mini-fic Delena.

Sinopsis: Las relaciones entre entrenador-alumna nunca son fáciles, y menos aún cuando hay una tercera persona en discordia…

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Delena

AU (Todos humanos)

Los personajes que aquí aparecen son propiedad de L. y The CW.


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Elena estaba nadando en la piscina cubierta, haciendo una serie de diez largos de calentamiento, con un ritmo tranquilo. Al terminar, salió del agua para reunirse con su acompañante.

-¿Estás lista para darle caña? -le preguntó el chico de cabello oscuro y ojos azules.

-Siempre –respondió ella sonriente.

Él se quitó la camiseta, se descalzó y sacó de una bolsa unas gafas de natación.

-¿Vas a hacerlo conmigo? -preguntó ella emocionada.

-No, voy a hacerlo contra ti. Esto es una competición, Elena.

Ambos tomaron posiciones en las plataformas de dos calles contiguas y se prepararon para saltar al agua.

-Y voy a ganar yo -chuleó él mientras se ajustaba las gafas.

-Eso ya lo veremos.

A la cuenta de tres, se lanzaron al agua. Los dos bucearon para pasar por entre los aros que estaban en el fondo de la piscina a distintos niveles y distancias. Se trataba de una carrera de ida y vuelta.

El chico, victorioso, salió del agua y, al ver que Elena le seguía, le hizo señas para detenerla.

-Ya sabes lo que le toca al que pierde -le recortó él-. Dos vueltas más.

Elena refunfuñó, se posicionó en la plataforma de la primera calle y saltó para volver a sumergirse en el agua. Una vez dada las dos vueltas, salió para ir donde el chico.

-Casi te gano esta vez -dijo ella con una sonrisa triunfante.

-Se gana o se pierde, el "casi" no cuenta.

Elena agachó la cabeza derrotada y se abrazó a él, hundiendo la cabeza en el hueco del cuello de este.

-Estoy rendida -murmuró ella contra su piel.

-Lo sé -dijo él acariciándole la espalda de forma protectora.

La joven le dio un beso en la garganta y este la separó un poco de su cuerpo. El chico le recogió un mechón de pelo rebelde tras la oreja y dejó la mano ahí.

-El entrenamiento ha terminado por hoy -le informó él-. Puedes ir a darte una ducha si quieres.

Elena asintió y se fue hacia los probadores. Una vez allí, se desnudó, cogió su neceser y se metió en las duchas comunes. El agua le ayudaba a relajar sus músculos, por lo que se quedó un rato con los ojos cerrados y sin hacer nada, simplemente disfrutando de la tranquilidad del momento. El sonido de unas pisadas le hizo sonreír.

-¿No podías resistirte a la ducha? -dijo ella burlona.

Unos fuertes brazos rodearon su cuerpo desde atrás.

-Sabes que no -le susurró una voz masculina al oído.

Elena se giró para atrapar sus labios en un beso pasional y ambos acariciaron el cuerpo desnudo del otro con deseo.

-¿No decías que estabas agotada? -se burló él contra sus labios, a la vez que la acorralaba contra la pared de las duchas.

-De ti nunca -aseguró ella, rodeando la cintura del chico con las piernas cuando este la aupó.

Entre besos, Elena se frotó contra la dureza de él para provocarle y este descendió sus besos hasta los pechos de la joven.

-Entrenador... -ronroneó ella en tono burlón cuando este le mordisqueó un pezón.

-Shh... -chistó él alzando la cabeza y posando un dedo sobre sus labios-. Aquí soy solo Damon.

Ella le mordisqueó el dedo juguetonamente y Damon lo retiró para atrapar sus labios con fiereza, al mismo tiempo que la penetraba sin delicadeza alguna.

-¡Damon! -gritó ella de sorpresa y placer, agarrándose a él con fuerza para no perder el equilibrio.

El chico siguió moviéndose rápida y rudamente dentro de Elena hasta que esta alcanzó un explosivo clímax. Damon dejó caer su cabeza contra el hombro de la joven y gruñó fuertemente al seguirla poco después.

D&E

Damon llevó a la chica a casa Gilbert en su coche y se despidieron con un tímido gesto de manos antes de bajar esta del vehículo. Al llegar el porche, Elena sacó de su mochila unas llaves y abrió la puerta.

-¡Papá, ya estoy en casa!

-¡Estoy en la cocina, cielo! -le respondió este.

Elena fue hacia allí y vio que su padre estaba haciendo el almuerzo.

-¿Cómo ha ido el día?

-Intenso –contó ella, intentando tomar un tono neutral que no la delatase-. El entrenador Salvatore me ha llevado hoy a la piscina.

-Sigo sin comprender qué relación tiene nadar con montar una bmx... –gruñó su padre, quien siempre se quejaba de los métodos de Damon y no confiaba en sus capacidades como entrenador debido a su juventud.

-Papá, la natación es el deporte más completo –defendió Elena al chico-. Me ayuda a estar en forma.

-Si tú lo dices...

A pesar de que estaba muy cansada, la joven no dudó en ponerse a ayudarle en la cocina. Después, pusieron la mesa y comenzaron a almorzar juntos mientras charlaban.

-¿Te apetece hacer algo esta noche, ya sabes, en plan padre e hija? Hace mucho que no pasamos tiempo juntos.

La madre de Elena, Isobel, murió cuando enferma de cáncer cuando esta apenas tenía 8 años. Desde ese momento, John y su hija habían sido inseparables.

-Lo siento, papá –se disculpó la chica sintiéndolo de corazón-. Pero tengo planes. ¿Qué tal mañana?

-¿Mañana no ibas a ir a casa de Bonnie para estudiar?

-El examen es el miércoles y estamos a sábado, tengo tiempo.

D&E

Esa misma noche, John aparcó el coche donde su hija le indicó.

-Ten cuidado, cielo.

-Tengo casi 18 años, no tienes de qué preocuparte.

-Soy tu padre, siempre me preocuparé.

-Claro… Hasta más tarde, papá -se despidió ella dándole un beso en la mejilla.

-Adiós, cariño –respondió este mientras su hija abría la puerta del coche.

John se quedó esperando hasta que su hija llegó al rellano de la puerta y llamó al timbre. Desde el coche, el hombre saludó con la mano a la persona que abrió la puerta y volvió a poner en marcha el motor del vehículo para irse.

-Entrenador -saludó tímidamente la chica, recibiendo una espectacular sonrisa a cambio.

-¿¡Quién es, cariño!? -preguntó una voz femenina que provenía de la planta de arriba.

-¡Es Elena! -le informó él sin apartar la vista de la joven.

Damon invitó a la chica a pasar al salón y poco después una hermosa mujer de la edad del chico bajó de la planta de arriba para reunirse con ellos.

-Qué puntual eres siempre, Elena -sonrió maravillada ella, quien aún no había terminado de colocarse los pendientes.

-¿No será que tú tardas mucho en arreglarte, Kath? -se burló el chico, ganándose un divertido manotazo en el hombro por parte de esta.

-Estás muy elegante -le halagó Elena a la mujer, admirando el hermoso vestido de esta.

-Gracias, cielo -le agradeció ella-. Es una ocasión especial, no todos los días se cumplen ocho años de casados.

-Gracias a Dios que no -bromeó su marido con diversión.

-Elena -dijo la mujer ignorando el comentario de Damon-, te he dejado dinero en la mesita por si te apetece encargar algo de comida. Sino, la cocina es todo tuya, ya sabes. Y llama si hay algún problema.

-Tranquila, no lo habrá -le aseguró la joven-. Disfrutad de la noche.

-Lo haremos -sonrió felizmente Katherine, rodeando un brazo de su marido con sus manos-. ¿Nos vamos ya, amor?

-Por supuesto -le sonrió este, para luego dirigirse a la joven-. Adiós, Elena.

La chica les despidió con un ligero gesto de manos y una sonrisa algo forzada. Le gustaba ver a Damon sonriente, pero prefería que fuese por ella.

Sin intentar no pensar mucho en ello, la chica subió a la planta de arriba y se dirigió a una habitación, encendiendo la lamparita de noche para no molestar. Al asomarse a la cuna, Elena sonrió al ver que la pequeña de varios meses estaba despierta.

-Hola, Nadia -sonrió ella cogiéndola en brazos-. ¿Me estabas esperando?

El bebé la miró fijamente a los ojos y casi pareció devolverle la sonrisa.

-Tienes los ojos de tu papá, ¿lo sabías? Aunque el resto es todo de Katherine.

(N/A: me he tomado la licencia de cambiar el color de los ojos de Nadia, espero que no os importe)

Elena siguió hablando con la niña un rato más mientras la mecía entre sus brazos con mucho cariño hasta que Nadia se quedó dormida y volvió a meterla en la cuna con cuidado de no despertarla. Después cogió el walkie-talkie de la pequeña y se dirigió a la cocina para prepararse algo de cena. Como solía ser habitual, Nadia no se despertó más veces y la noche como niñera fue muy tranquila.

D&E

Eran ya casi las doce de la noche cuando el matrimonio regresó de su cena. Tras darle las gracias a Elena por cuidar de la niña y pagarle muy generosamente por hacer de canguro, Katherine se fue a tomar ducha, mientras que Damon se ofreció para acercar a su joven alumna a casa.

Una vez aparcó el coche frente al hogar de los Gilbert, Elena le dedicó un simple agradecimiento por llevarla e iba a abrir la puerta del coche cuando este se lo impidió.

-¿No me vas a dar un beso de buenas noches? -preguntó él haciendo pucheritos.

Como respuesta, Elena le dio un simple beso en la mejilla.

-¿En serio? -se quejó el chico, pues no era ese tipo de beso lo que quería.

Para hacerle callar, la joven le dio un rápido beso en los labios, beso que él le devolvió antes de que esta se separase bruscamente.

-¿Qué te ocurre, nena? -se preocupó el chico, acariciándole la mejilla con cariño.

Elena nunca antes había sido así de distante con él.

-Nada -murmuró ella retirándole la mano de su rostro-. Regresa con tu perfecta familia.

-Así que es eso... Elena, sabes que ya no siento nada romántico por Katherine. Yo te amo a ti.

-¿Y por qué no la dejas de una vez? -casi sollozó la joven.

-No quiero perder a Nadia. Si nos divorciamos ahora, la perdería. Solo te pido un poco más de tiempo.

-¿Tiempo? Llevo casi un año siendo "la otra". ¿Cuánto más quieres que dure esto? ¿Hasta que Nadia vaya a la universidad?

-Elena, por favor...

-¿Sabes qué es lo que más me duele de todo esto? Que ella puede dormir abrazada a ti cada noche.

-Pero durante las competiciones, eres tú la que duerme entre mis brazos -sonrió él acariciándole el cabello-. Eres tú la que pasa casi todo el tiempo conmigo, la única que me hace sentir vivo.

-Pero no soy la única con la que te acuestas.

-Eres la única a la que le hago el amor -matizó él el concepto-. Kathetine es solo... Algo que tengo que hacer en contadas ocasiones.

-¿Como esta noche?

-Posiblemente -reconoció el chico, puesto que habían prometido no guardarse secretos.

-Adiós, Damon -se despidió la joven de forma cortante.

Una vez más, el chico la agarró del brazo y tiró de ella hacia él. Esta iba a protestar pero los labios de Damon se lo impidieron. Mientras correspondían el beso con desesperación, la joven no pudo evitar soltar un par de lágrimas producto de la rabia que le daba estar de malas con él.

-Te amo, Elena –dijo el chico al separarse-. Recuerda siempre eso.

-Te amo -respondió esta sintiendo cómo aquellas palabras le abrasaban el pecho.

-Buenas noches, preciosa. Nos vemos mañana en el entrenamiento.

-Claro -murmuró ella con tristeza, aceptando un último beso del chico como despedida.