Paris, 15 años en el futuro.
Observo con aburrimiento y molestia por décima vez la puerta del despacho del director, esperando que por ella salga la figura autoritaria de mi padre.
Observo con un suspiro resignado a la secretaria que me mira desde su escritorio, con decepción y precaución, le restó importancia y dirijo mi mirada a la pantalla de mi celular, mi padre lleva más de una hora dentro de ese lugar. Chasqueo la lengua. Seguro el viejo del director le está contando de la "A" a la" Z" todas mis hazañas nada admirables en la escuela, rio, de todas maneras que podía esperar del "querido director"... que me tiene bronca desde que le hice un par de bromas; como depilarle la barba y encerrarlo en su baño personal sin ropa en pleno invierno, por más de seis horas, ya saben cosas de inocentes; ladeo el rostro compungido, ya veo llegar un sermón de más de dos horas, dos meses sin mesada y un confinamiento en mi habitación hasta navidad, y sin regalos de papa Noel claro. Suspiro otra vez y me acomodo en los sillones del recibidor, mi brazos y piernas aún están resentidas por la pelea, y ni mencionar mi hermoso rostro donde hay un moretón con forma de media luna en mi mejilla. O si, fue una gran pelea, en la que yo gane por supuesto, el otro acabo peor.
Mi celular vibra y observo la pantalla, sonrió al ver el número que presta comunicarse conmigo, al instante le ordeno con un "recibir llamada" a mi teléfono y este contesta la llamada solo, sin necesidad de usar yo mi dedo. Me acomodo en mi asiento dando la espalda a la secretaria y respondo con una voz muy baja.
-¿Cómo has estado abuelo?- pregunto sonriente a la figura que aparece detrás de la línea.
-Alexandros, yo estoy muy bien, ¿Cómo has estado tú? Me ha contado un pajarito que te has vuelto a meter en líos- sonrió nervioso, las noticias y los cotilleos vuelan, ya no hay privacidad en esta esfera pienso indignado - ¿Esta vez con quien te has agarrado a golpes? ¿Necesitas que vaya a sacarte del lio?
-Aprecio tu ayuda abuelo, pero hubiera sido maravilloso que hubieras hecho esta llamada hace una hora. Papá está aquí, y entro muy molesto, no me imagino como saldrá- digo con molestia, mientras mi abuelo me mira apenado - seguro que sale hecho el increíble Hull, con ganas de aplastar cosas y encerrar a los que se portan mal. Ósea yo.
-Bueno eso no es problema, sabes que puedo defenderte de tu padre siempre que lo necesites - sonrió con emoción ante esto - tu solo escápate de la secretaria y yo tendré ah Daniel afuera esperando por ti, anda tienes exactamente 10 minutos antes que llegue el auto- me dice mientras me guiña un ojo y corta la llamada.
-GRACIAS ABUELO POR ESO TE AMO- grito con euforia mientras corto la llamada y miro hacia el escritorio de la secretaria, la cual me observa con una mirada escudriñadora, al escuchar el grito que solté.
La miro de reojo mientras me agacho a recoger mi mochila y mi casaca en el suelo.
Camino con porte galante hacia ella, mientras acomodo mi mochila en mi espalda y cierro el cierre de mi casaca. En ningún momento ella me quita la mirada, la observo mientras camino, su mano derecha se está dirigiendo discretamente a su teléfono celular, lista para acusarme si intento hacer algo para huir o hacer algo contra ella.
-¿Señorita puedo ir al baño?- llego hasta el filo del escritorio y coloco mis manos en las esquinas de este, mientras coloco mi mejor rostro de gato abandonado.
-No, usted está castigado, hágame el favor de sentarse a esperar a su padre joven Alexandros, que no tarda en salir - me dice tajante. Sonrió de medio lado, se hace la dura.
-Vamos, no va a dejar a este pobre niño desahuciado con la necesidad de querer ir al llamado humano. Mire que ya me han castigado lo suficiente -digo mártir - No me aria eso. Usted que es toda dulzura - digo coqueto. La observo mirar nerviosa a todos lados con un sonrojo en sus mejillas, para luego fruncir el ceño y recupera la compostura y hablar.
-Está bien, pero seré yo quien te acompañe - asiento mientras esta se pone de pie, asegurándose en llevar su celular con ella, al mismo tiempo que no me despega la mirada.
Nos dirigimos por el pasillo sin que la secretaria quite la atención en mí, valla mujer tonta, está a punto de caer en las redes de un niño de 9 años. Bueno si es que ya cayó.
Llegamos a la puerta del baño y presiono con mi dedo el botón táctil para abrir la puerta y entrar, me dispongo a pasar esta cuando me percato que la secretaria también tiene la intención de pasar conmigo.
-No es que me moleste, pero preferiría entrar solo, si me lo permites madame- digo en tono coqueto, haciendo que ella se sonroje y al instante se muestre molesta.
-¡No es eso!- dice indignada - pero te conozco, así que antes de que entres dame tu mochila- ordena.
- Ok- sonrió y bajo los hombros restando importancia, al tiempo que le entrego la mochila y me dispongo a pasar al baño.
-Pero no cierres la puerta, yo estaré de espaldas aquí sin mirar.
-No hay problema, nomás no dejes que te gane la curiosidad- le guiño un ojo ante de pasar y dejarla toda roja e indignada.
Una vez dentro suelto una risa y abro el cierre de mi casaca. Discretamente saco ese cubo guarda cosas que me regalo el tío Max en mi cumpleaños, el hombre es científico tecnológico y quiso darme algo útil, y valla que resulto ser muy útil, con esto eh guardado todo el contenido de mi mochila, la secretaria ni se imagina que solo tiene la mochila vacía.
Cierro el cierre y trepo ágilmente como gato hasta la ventanilla del baño, eh de agradecer que no sea tan pequeña, lo que no es pequeño es la distancia del piso donde estoy, tercero exactamente. Estudio la caída, mientras observo de reojo a la puerta, si no salgo en un minuto esa loca entrara. Pongo atención otra vez a la caída, si brinco hacia el balcón del segundo piso todo será sencillo, saltare de este y correré a la salida, donde me estará esperando el auto. Listo es hora de actuar.
-¿Joven Alexandros?
No respondo, solo me acomodo listo para brincar.
-¿Joven Alexandros?- la tercera es la vencida.
La escucho pasar la puerta y mirarme horrorizada -¡¿Que intentas hacer?! ¡Te vas a matar! ¡Baje de ahí en este momento!
-Bueno, una persona normal se mataría, yo no, soy divino- le guiño un ojo antes de brincar para que esta no me atrape, ya que intento hacerlo -¡Adiós Denise querida!
Aterrizo de pie en el balcón del segundo piso, por suerte este está cerrado, ya que mi padre está hablando con el director al otro lado. Sin pensar mucho brinco, justo en el momento en el que escucho la puerta deslizarse, señal de que fue abierta. Valla le gane al teléfono de Denise.
-¡Alexandros regresa aquí ahora! ¡Es una orden!
-¡Joven Agreste escuche a su padre!- miren quien lo dice, el culpable desde el principio -¡No empeore su situación!
Miro hacia arriba y observo los ojos verdes furiosos de mi padre, el cual parece tener la intención de cogerme y machacarme con los ojos.
-¡Lo siento padre sabes que no me gusta que me encierren!- le guiño un ojo mientras lo observo coger la barra del balcón, valla parece que si tiene intención de brincar - ¡Soy gato callejero! ¡Así que adiue!
Salgo disparado dejándolo con la palabra en la boca, mientras observo venir hacia mí a los tres guardaespaldas de papá. Unos hombres tres veces más grandes que yo.
Con agiles movimientos salto encima de uno, al tiempo que le doy una patada a otro en el aire, caigo sobre el tercer guardaespaldas, exactamente en sus hombros, con una llave en su cuello lo hago caer hacia atrás, al tiempo que brinco y me dispongo a correr hacia la salida donde observo la limosina de mi abuelo esperándome en la puerta.
Volteo hacia atrás, donde puedo ver al director Damocles con los ojos abiertos desmesuradamente, misma mirada que muestra la secretaria la cual llego a la escena y quedo muda, y por último y menos importante la furiosa de mi padre, el cual me promete con la mirada encontrarme pronto ya que sabe dónde estaré.
-Por cierto...- sonrió mirando directamente al balcón -¡Director Damocles es usted un cretino! ¡Antonio Bourgeois es un mariquita! ¡Y no me arrepiento de nada Padre!
Apenas termino de decir esto salgo disparado a la limosina, sin pararme a ver mi hazaña, el rostro estupefacto de viejo y el salto mortal que dio mi padre al patio.
Como si saltara para salvar mi vida me metí de barrida en la lemosina, al tiempo que el chofer acelero, por los pelos y mi padre me atrapa. Llegar con mi abuelo es necesario ahora. Le pediré unas vacaciones permanentes.
-Has vuelto a tentar su suerte joven Alex- me dice el chofer, pisando el acelerador.
-¿Que te puedo decir? Vivo al extremo Daniel- sonrió de medio lado -Tanto que somos un equipo, estamos sincronizados -le guiño un ojo, al chofer de ojos avellana y lentes.
-Un equipo que pronto acabara jodido, ya que usted terminara en un internado para niños problema en Rusia, y yo en una prisión por cómplice- dice resignado.
-Naaa, no te hagas el mártir.
Sube a su auto y acelera, mientras es seguido por los guardaespaldas en una camioneta aparte.
Tiene los nervios a mil y quiere desquitarse con el primero que vea.
El audífono inalámbrico en su oído suena, al tiempo que contesta para recibir la llamada.
- ¿Quién es?-contesta con brusquedad, sin detenerse en la vía.
-Adrien amor, recibí tus llamadas pero no las pude contestar porque estuve en un almuerzo con las chicas ¿Qué ocurre?- habla una voz femenina empalagosa al otro lado de la línea
Sonríe, gracias Dios, ya tiene su desquite.
-¡Ocurre que nuestro hijo volvió hacer de las suyas y no estabas ahí como de costumbre!
-Pero Adriancito...te eh dicho varias veces que no puedo con ese niño, es el demonio...Alexandros no me obedece...
-¡Es nuestro hijo!- responde- ¡Solo te pedí una cosa cuando nos casamos Lila, que seas una buena madre, y no lo estás haciendo! ¡Te preocupas más por ir de compras, arreglarte, viajar, que por nuestro hijo! ¡Estoy harto de esta situación!
-Está bien amor...tratare de hablar con Alex...
-¡Te quiero en la casa de mi padre en una media hora Lila, o ten por seguro que esta vez si te daré el divorcio!
-¡Pero Adri...
Corto, y acelero más el auto. Bien parte de su furia había sido liberada.
-Valla con ese genio que te traes pobre el que se tope en tu camino- comento la voz de un gato negro volador, que salió de su bolsillo y se posó al costado del volante - Aunque tu esposa ya fue la primera víctima.
-Estate callado si no quieres terminar dentro de una caja fuerte- amenazo el rubio de ojos verdes.
-¿Puedo atravesarlas recuerdas?- se mofo el kawami, haciendo acumular más furia al pobre rubio - Además relájate, no te vayas a estrellar.
-¡Tu no entiendes Plagg! ¡No tienes que lidiar con un niño problema todo el santo día! ¡Con quejas de todos lados!- exploto el rubio, mirando furioso a su compañero de batallas.
-¿Que le puedes hacer? Es tu hijo, así sea lo que sea, un demonio andante, un busca pleitos de primera y lo hayas hecho como Chat Noir y en Luna llena sigue siendo tu hijo... ¿Aunque eso también lo hace hijo mío no?- se dijo pensativo el gatito, cayendo en cuenta de eso.
-Grrr- Adrien gruño en dirección al gato negro el cual ni lo pelo.
-Moraleja, no hagas un bebe siendo súper héroe, salen igual al alter-ego y con poderes de yapita- dijo sabiamente el kawami, llevando un pedazo de queso a su boca -ese niño no se parece en nada a ti cuando eras adolescente, al contrario, es tan ágil como tu como Chat Noir, solo dale tu anillo y ya tienes un mini clon tuyo, hasta los ojos y el cabello te saco.
-¿Me crees loco para hacer eso?- cuestiono furioso e incrédulo -¡Seria como lanzar una bomba en Paris!
-Sí, pero sería problema de Paris no tuyo...- dijo restándole importancia -con gusto me presto para ser su kawami. Alexandros que también es hijo mío- afirmo- es interesante y me cae mejor que tú, además pasaríamos tiempo de padre eh hijo- a Plagg los ojos le brillaron de emoción.
Adrien saco un vaso de cristal de quien sabe dónde y lo coloco sobre el kawami, dejándolo encerrado en este con su trozo de queso y nada indignado por el encierro.
-Como si fuera tan fácil, valla padre irresponsable que resultaste ser...- murmuro con molestia, ante la despreocupación del kawami. Padre también del niño.
Alexandros cruzo las puertas de la mansión de su abuelo corriendo.
Lo vio al pie de las escaleras, sentado en su silla de ruedas, detrás de él, estaba Nathalie, la asistente incondicional de su abuelo, la cual se mostraba seria.
-¡Abuelo! ¡Nathalie!- se apresuró a subir los escalones y llegar a su abuelo, para abrazarlo.
-¡Alexandros, nieto querido! ¡Qué alegría tenerte aquí!- Gabriel Agreste abrazo al pequeño rubio con efusividad, mientras este se dejaba apapachar -Bueno pasemos, quiero saber quién fue el infame que le hizo ese moretón en el rostro a mi amado nieto.
-Por supuesto abuelo, te contare esta injusticia y este atentado a mi bello rostro- dijo mártir- Permíteme por favor Nathalie -Alexandros se colocó detrás de la silla de ruedas, desplazando a Nathalie, la cual solo asintió.
-Un momento- Gabriel paro a su nieto y llamo a Nathalie con la mirada, la cual se inclinó hasta tener su oído a la altura del señor Agreste -Encárgate de que Adrien llegue a nosotros lo más sosegado posible, no quiero que tenga que discutir con Alex delante de mí- ordeno con seriedad.
-Si señor -asintió la mujer.
Sin más abuelo y nieto Agreste se dispusieron a pasar las puertas de la mansión, ante la atenta mirada de Nathalie.
Una mujer de muy buena porte, cabello castaño corto y ojos verde oliva se apresuraba a pasar al interior de la limosina que la esperaba en la entrada, no sin antes entregar las bolsas de compras que llevaba en las manos a uno de sus guardaespaldas.
-Leonardo acelera, vamos a casa de mi suegro.
-Como usted ordene señora Agreste- obedeció el chofer, poniendo a andar el auto.
Se quitó los lentes y observo con furia la ventanilla del carro, visualizando en su mente la imagen de un niño de nueve años, de cabellos rubios, mirada esmeralda y porte traviesa.
-Maldición, ese mocoso es el demonio...siempre me está metiendo en líos, por su culpa Adrien me pedirá el divorcio... ese niño es mi peo castigo….- murmuro furiosa la mujer, apretando los puños.
Por el espejo retrovisor el chófer solo frunció el ceño y apretó con los puños el volante.
Gabriel y Alexandros tomaban té con galletas en el amplio salón de la mansión. El niño sonreía encantado, mientras el hombre lo observaba con cariño. Que podía esperarse, era su único nieto y su consentido.
-¿Y por qué fue la pelea esta vez, y con quién? -cuestiono el adulto, llamando la atención del pequeño.
El niño se apresuró a comer las galletas de chocolate y pasarlas, para responder a la pregunta de su abuelo.
-Discutí con Antonio Burgeoies, nos fuimos a las manos y le gane - dijo con simpleza ante la nada alterada mirada de su abuelo.
-Bien- asintió el hombre, recordando ese nombre y fama de ese niño, hijo de Chloe Burgeoies - ¿Y cómo se enteraron el Director y tu Padre antes que yo?- cuestiono el hombre, al recordar que siempre que su nieto tenía un problema lo llamaba para que lo solucione.
-Porque nos peleamos en su despacho - dijo inocente, haciendo que su abuelo frunza el ceño -el director nos pillo discutiendo, luego nos llevó al despacho para regañarnos, y ahí discutimos más fuerte, terminamos peleando a las manos delante de el -se apresuró a explicar.
-Para que te hayas ido a los puños con el delante del Director es porque realmente dijo algo que no te gusto -medito el patriarca Agreste, mirando con interés a su nieto, el cual solo chasqueo la lengua y miro a otro lado -¿Qué fue lo que dijo Alexandros?
Alexandros miro los ojos azules de su abuelo y luego al suelo, debatiéndose si decirle la razón o callar. Ya que esta podría ser absurda.
-Tú sabes que yo admiro mucho a Chat Noir...
Gabriel asintió, ¿Saberlo? Su pequeño nieto admiraba a Chat Noir tanto que apropósito se metía en el fuego cruzado para solo poder verlo de cerca, era el fan número uno del gato negro de Paris, el cual era el líder de la liga de héroes de Paris. Rio por dentro al recordar que Alexandros había pulido sus habilidades milagrosas en escalar y ser ágil con la esperanza de parecerse más a su héroe, y poder ser como él. Por Dios! si hasta el mismo peinado tenían.
-Si lo sé, y te he dicho que si quieres ser como el, no hay necesidad de pelear por gusto, ni imitarlo. Chat Noir y los demás héroes son profesionales, ellos pelean por la justicia de Paris- asevero.
-¡Pero Antonio dijo que Chat Noir no sería nada sin los demás héroes de Paris! ¡Ya que no fue nada cuando desapareció Ladybug!- grito poniéndose de pie y estallando en enojo -¡Eso no es verdad Chat Noir es espectacular, siempre nos salva y está ahí para nosotros! ¡A mi muchas veces me ha salvado de no salir lastimado! ¡Los demás héroes no sabrían que hacer si él no está!
Gabriel sonrió y movió su silla de ruedas en dirección a su nieto, el cual tenía la mirada hacia abajo, los brazos presionados a los costados y los puños cerrados, en clara señal de enojo.
-Chat Noir es afortunado al tener tan esplendido protector de su nombre- el Agreste coloco una de sus manos en su hombro y sonrió -No te preocupes, hablare con Adrien, estoy seguro que sabrá entenderte.
Alexandros rio sarcásticamente - Lo dudo, no lo entenderá -aseguro -papá siempre me está diciendo que tengo que estudiar y dejar de pensar en ser como ellos, que ellos son diferentes y que yo soy Alexandros Agreste, que tengo que crecer para ser alguien importante en el futuro y no sé qué más cosas absurdas...- chasqueo la lengua -para el solo valen las reglas y no le importa en lo absoluto mis argumentos en defensa o lo que pienso, o lo que quiero ser, dirá que la razón por mi pelea es una tontería y me castigara de todas formas ¡Para el solo valen sus reglas!- el rencor en sus ojos verdes era notable -es tan estricto, no soporto que quiera que haga todo lo que él quiera, siempre quiere controlarlo todo... Controlar todo lo que yo hago, ni a mamá la controla tanto- su rencor creció mas.
-Sabes que tu padre, con eso demuestra que te ama, él se preocupa mucho por ti Alexandros, solo quiere tu bienestar y un futuro beneficioso en tu vida- trato de abogar el señor Agreste en defensa de su único hijo.
-¿Amar?- el niño miro incrédulo a su abuelo - Casi siempre está ocupado, no tiene tiempo para absolutamente nada, ni para mi cumpleaños, Navidad o cualquier festividad- enfatizo moviendo las manos -ni siquiera se ha sentado a hablar conmigo para algo que no sea discutir! ¡A veces siento que soy algo que no quiso! ¡Que soy un error terrible en su vida! ¡Por favor ni siquiera con mi madre es amoroso! ¡Ella solo es un adorno para los medios, porque ni madre sabe ser!
Gabriel negó varias veces, tratando de calmar a su nieto el cual se mostraba claramente exaltado.
-Eso no es verdad, tu eres lo mejor que le paso a Adrien en su vida, eres su mayor tesoro, aunque no pueda decir lo mismo de tu madre-. Miro a otro lado, recordando a su uní-neuronal nuera-...pero tu padre te adora y siempre te protege, todo lo que ha hecho hasta ahora es por ti, y nadie más- aseguro tomando las manos del pequeño - tu eres su luz más preciada, eso no lo dudes nunca.
Alexandros miro a otro lado y rio de medio lado.
-Puede que sea cierto...pero sigo pensando lo mismo -dijo con fastidio -además... creo que sería mejor que me adoptes abuelo ¿No lo crees? con gusto viviría contigo, sería mucho más divertido que estar solo en casa con la aburrida de mamá o los gorilas siguiéndome a todos lados- animo -¡Anda abuelo, pídele mi custodia a papá, seguro que con gusto te lo da!- suplico con una sonrisa de ángel en el rostro -además necesito unas vacaciones permanentes.
-Sabes que Adrien jamás me daría tu custodia, eso sería imposible, primero me demanda.
Ambos rieron antes de seguir comiendo galletas.
Adrien bajo de su camioneta con rapidez, y se dirigió con aplomo hacia la entrada de la mansión de su padre, el lugar donde había vivido desde su niñez y parte de su juventud. Los guardaespaldas que ya habían llegado lo seguían de cerca.
-Oye, ¿No crees que deberías calmarte?- apaciguo Plagg saliendo del interior de su chalina celeste -no será bueno que Alexandros te vea así, creerá que pretendes golpearlo...- se preocupó el ser de color negro.
-Ganas no me faltan, créeme- enfatizo el rubio, llegando al pie de las escaleras, donde sabía que lo estaría esperando Nathalie, la asistente de su padre.
Al llegar frente a esta, se observaron unos segundos, al ser Adrien un adulto era mucho más grande que Nathalie, unas dos cabezas más grande.
-Es un honor que este aquí, joven Adrien- saludo fríamente la mujer de cabellos negros.
-Ni tanto honor- dijo con frialdad- Quiero que traigas a mi hijo, sé que esta aquí, dile a mi padre que me lo llevo- ordeno.
-Su padre ordeno que se calmara antes de poder hablar con el joven Alexandros- pronuncio.
-Pues mi padre no manda más en mí, ni mucho menos en la vida de mi hijo- ya arto paso de largo dirigiéndose al interior.
La mujer soltó un suspiro y presiono el audífono inalámbrico en su oído.
-Señor Agreste, Adrien está en camino.
-Señor Agreste, Adrien está en camino.
El hombre asintió apagando el auricular en su oído, al tiempo que veía pasar a su hijo por las puertas, seguido por sus guardaespaldas.
Alexandros al ver pasar a su padre por las puertas salto como un resorte, para luego correr hacia su abuelo, ocultándose detrás de este, a pesar de todo tenia cierto temor al castigo que su padre le daría. Después de todo fu el quien despertó la bestia de su tranquilo padre.
-¡Alexandros nos vamos ahora! ¡Así que ven aquí!- ordeno Adrien al pequeño rubio, el cual frunció el ceño escondiéndose más detrás de su abuelo.
-¿Cómo has estado Adrien?- saludo el señor Agreste con una sonrisa -Veo que olvidaste tus modales cuando saliste de esta casa a hacer tu nueva vida.
- Bueno padre, ¿Que te puedo decir? ¡Mi nueva vida es fenomenal!- dijo sarcástico - tanto que hoy me llamaron del colegio de Alexandros para decirme que se peleó con el hijo de Chloe en el despacho del director, mando al niño al Hospital, se burló de la secretaria e insulto al director en su presencia y en la mía -exploto el rubio, haciendo que el pequeño Agreste trague grueso detrás de su abuelo -¡Me eh tenido que disculpar más de cien veces con el director Damocles y darle una gran suma de dinero para que no lo expulsara definitivamente del colegio!
-¡Pero hubieras dejado que lo haga, detesto esa escuela!- se quejó el pequeño asomando la cabeza por el hombro de su abuelo, para al instante volver a esconderla ante la mirada furiosa de su padre. Valla, eso de las miradas que matan resulto ser cierto. Casi se muere.
-¡No voy a discutir contigo aquí Alexandros. Así que muévete antes que te saque de aquí a rastras!- ordeno iracundo el rubio, dando un paso hacia el hombre en la silla de ruedas, el cual solo lo observo sin inmutarse.
-Bien, sé que todo lo que dices es grave, pero deberías escuchar la defensa de Alexandros, el tenía una razón para hacer lo que hizo- abogo el hombre en silla de ruedas.
-No hay excusa que valga, lo que hizo es grave, y no puedes defender lo indefendible esta vez Padre- dijo con frialdad -ahora, vámonos de aquí Alexandros.
-¡No lo are! ¡Quiero quedarme con mi abuelo!- protesto el pequeño, abrazándose al cuello de Gabriel, el cual también lo abrazo -¡Nos iremos de vacaciones permanentes!
Ante esto Adrien camino hacia su padre y tomo de la mano al niño, jalándolo para desprenderlo de su abuelo, mientras este trataba de apaciguar lo que sucedía.
-¡No quiero ir contigo, déjame Papá!- forcejeo el rubio al ser alejado de su abuelo.
Gabriel trato de avanzar su silla a la figura de su nieto pero su hijo se lo impidió, halando más al niño a su lado.
-Adrien, esa no es la manera de corregir aun niño, no puedes arrastrarlo a tu lado y controlarlo ¡No eres razonable!- abogo compungido el patriarca Agreste al ver que el niño intentaba soltarse.
-Yo nunca me queje ante la manera que me criaste, no te metas ante la manera en la que yo crio a mi hijo- dijo con seriedad dejando al hombre con tristeza y culpa en el rostro, sin más el rubio joven avanzo hacia la salida, jalando al niño que aun forcejeaba - Una cosa más...-paro en la entrada, haciendo que su padre lo mire -una vez me dijiste que tu elegías lo que era mejor para mí, bueno, ahora yo elijo que tú no eres una buena influencia para Alexandros, así que desde ahora no te verás más- sentencio- ni dejare que tú lo veas- ante esto abuelo y nieto abrieron los ojos horrorizados -no me lo quitaras - volteo su mirada a su padre, el desprecio y rencor en sus palabras hizo que el diseñador bajara la cabeza con dolor en la mirada.
-¡No puedes hacer eso! ¡Te demandare por abuso infantil y le diré al juez que quiero vivir con mi abuelo! ¡Lo are! ¡No puedes prohibirme ver a mi abuelo!- protesto el pequeño con furia, mientras era arrastrado a la salida por su padre y resguardado por los guardaespaldas -¡No te preocupes abuelo este loco no nos separara!- grito a todo pulmón el niño.
Una vez su hijo y nieto pasaron por la puerta Gabriel se llevó una mano al rostro, impidiendo dejar caer por ellas las lágrimas. A su lado llego Nathalie corriendo, la cual lo observo con tristeza y pena, sabiendo el dolor de su jefe.
-No puedo quejarme ni hacer nada, yo cree esta situación... y arrastre inocentes en el trayecto- hablo sin levantar la mirada -yo provoque que Adrien me odiara...y ahora, su venganza será prohibirme ver a Alexandros.
Una vez pasaron la puerta de la mansión de Gabriel Agreste, Alexandros dejo de forcejear e intentar soltarse, solo se dejó jalar, bajando la mirada con rencor al suelo.
Adrien por otro lado sabía que lo que había hecho no estaba en su lista de acciones buenas, pero no podía dejarse ir hacia atrás, tenía razones fuertes para impedir que su padre influencie a su hijo, y razones fuertes para corregir a ese niño y alejarlo de su padre.
Ambos pararon al ver frenar un auto, al instante por ella bajo una mujer, la cual se apresuró a correr hacia ellos. Tanto Adrien como como Alexandros fruncieron el ceño mientras chasqueaban la lengua.
-¡Adrien querido ya estoy aquí! ¿Qué ha pasado? - Lila se acercó a su marido y lo observo con cara de fingida preocupación- ¿Qué hiciste ahora Alexandros?- cuestiono con una mirada dura al pequeño, el cual ni la miro, o no le tomo importancia.
-Tarde como siempre Lila, lo que paso aquí lo solucione yo, porque tu brillas por tu ausencia- anuncio el Agreste avanzando hacia su camioneta dejando a la mujer con la palabra en la boca.
Cuando llegaron al auto, Adrien se apresuró a subir al pequeño al asiento de copiloto, no sin antes ponerle el cinturón de seguridad, para luego pararse delante de Lila, la cual pretendía subir al asiento posterior -No, tu no vas, voy hablar con Alexandros de Padre a hijo, tu anda en el otro carro con Leonardo- ordeno ante la mirada indignada de la mujer de ojos verdes.
-¡Pero soy su madre!- se quejó, no iba a aceptar ser humillada de esa manera.
-Yo su padre, y digo que te vas en el otro auto- la miro con dureza, asiéndola callar y dirigirse a regaña dientes hacia el otro auto.
Una vez vio partir a Lila en el otro auto subió al suyo, donde observo a su hijo, el cual ni lo volteo a ver, solo veía su celular como la cosa más interesante del mundo.
Puso en marcha el auto mientras sentía a Plagg moverse en su cuello, el cual trataba de tener una mirada más clara del niño.
Al observar al pequeño rubio, Plagg no pudo evitar pensar en el Adrien de hace unos años, con la misma mirada en su rostro, llena de tristeza y soledad. Sin poder evitarlo miro a Adrien, el cual solo lo observo con un poco de culpa en los ojos.
-Sé que es tu hijo, pero no le hagas lo mismo que te hicieron a ti...- aconsejo en su oído, para esconderse de nuevo dentro de la chalina de Adrien.
Adrien cerró los ojos y respiro profundamente, sabía que lo que hacía era parecido a lo que le hicieron cuando era un muchacho, pero no podía permitir que Alexandros creciera de manera liberal y siendo influenciado por su padre, no cuando había villanos por ahí pretendiendo atacar Paris y buscando saber su identidad secreta, no podía permitirse poner en riesgo a Alexandros, no podía perderlo, ya había perdido seres queridos en su vida, no pretendía perder a otro, no mientras a este pueda cuidarlo.
-No lo perderé como perdí a My Lady...- fue el pensamiento del rubio, antes de prepararse a hablar con el pequeño -Cuéntame que es lo que ocurrió con exactitud- Adrien miro de reojo al niño el cual no quito la mirada del teléfono -Alexandros responde.
-¿Para qué?- objeto - sea lo que sea, igual me castigaras y no me dejaras ver al abuelo.- afirmo sin voltearlo a ver.
Adrien soltó un suspiro, meditándolo.
-Lo del castigo se puede arreglar depende de cuál fue la razón, lo de tu abuelo es definitivo, no lo veras más- sentencio el ex-modelo.
Ante esto el niño se agito y volvió la mirada furiosa a su padre.
-¡Eres injusto! ¡¿Porque quieres alejarme de la persona que realmente me quiere?!- reprocho el niño, ante la mirada seria de su padre -¡Mi madre no me quiere, tu tampoco! ¡¿Porque alejarme de mi abuelito?!¡El si me quiere!
-Sabes que eso no es verdad, yo y tu madre te queremos...
-¡Mamá prefiere ir de compras y al salón de belleza antes de pasar tiempo conmigo! ¡Tú ni siquiera estas! ¡Y si lo estas es solo para regañarme y prohibirme cosas!
-Sabes que la empresa requiere tiempo, además no tienes derecho a juzgarme...-se defendió el padre, parando el auto al notar que habían llegado.
-¡Tú y tu empresa! ¡Odio la empresa! ¡Odio el colegio! ¡Odio a mamá! ¡Y por sobre todo te odio a ti!- e apresuro a bajarse y correr a la entrada de la mansión, donde hizo a un lado a la ama de llaves.
-¡Alexandros, regresa aquí!- Adrien bajo del auto e intento parar al niño, pero este ya había pasado las puertas de la casa.
Se quedó en parado al lado de su auto, sin observar que recientemente había comenzado a llover.
-Debes admitir que esto tu solo lo provocaste- la voz de su kawami lo hizo cerrar los ojos con dolor -siempre le ocultas cosas, y los prohíbes hacer otras, desde un principio jamás debiste dejar que tu padre lo viera si no querías provocar esto, ahora te odia y tiene razón, de alguna manera Gabriel es el único que ha demostrado amarlo realmente, y aunque tú lo ames más que a ti mismo, casi siempre te niegas a pasar tiempo con el- dijo claramente el kawami.
-Sabes que lo que hago es para protegerlo, Paris está en constante peligro, y no puedo permitirme que salga lastimado, tengo que erradicar todo el mal con ayuda de los demás héroes, no puedo permitirme perder a nadie más...aunque eso signifique perder el poco cariño que me tuvo...
Plagg solo miro con tristeza a su portador, antes de bajar la cabeza y esconderse, al sentir alguien aproximarse.
-Adrien cariño, estoy aquí amor- Lila se apresuró a abrazarlo, causando la molestia de Adrien y de Plagg, el cual se sintió aplastado - Está muy bien que hayas castigado a Alexandros, ese niño merece mano dura amor- sentencio sin ninguna delicadeza.
Adrien la miro con ojos fríos, asiento que esta se despegue de él, intimidada.
-Cada día me arrepiento enormemente de que seas la madre de Alexandros, cada día me doy cuenta de que no sabes ser madre - sin más el hombre paso de largo, caminando hacia la casa, dejando a una Lila completamente muda.
Sin saberlo, ese día, padre e hijo habían abierto una herida que tardarían mucho en cerrar...
Un mes había pasado desde el incidente en el colegio. Un mes de miradas de reproche de sus compañeros, miradas despectivas del director y viajes de ida y vuelta a casa acompañado por los gorilas de su padre, pero sobretodo, un mes sin ver el rostro de su abuelo, un mes sin hablar con él, ya que su padre le quito el celular...¡ claro! hablando de su padre a este tampoco lo veía (para variar) a veces ni venía a dormir, su madre por otro lado se la pasaba de salón en salón, rio al recordar la primera semana de su castigo, su madre estuvo de lo más atento con él, inclusive intento cocinarle su comida favorita, pero como era de esperarse no lo logro, luego se dio cuenta que no lograría puntos con su padre y dejo de prestarle atención, para el eso fue mejor, ya que no la tendría a su al rededor haciendo caras falsas de dulzura.
Suspiro y encendió la televisión. Hace un mes, exactamente un día después de su castigo, un nuevo villano había atacado Paris, pero este a comparación de los otros no mandaba atacar o atacaba por su cuenta, sino todo lo contrario. Habían hecho desaparecer personas por la noche, pero no atacaba de peligrosidad, era un enemigo fuera de serie, ya que este no intentaba destruir, ni robar, sino buscar algo, se movía en las sombras, tanto que Chat Noir ni los demás héroes sabían como encontrarlo, ya que él no los buscaba. Ese enemigo se había hecho llamar a si mismo Apocalypse.
Sintió un escalofrió al ver la nota de prensa en la televisión, una mujer, miembro de un prestigioso Hospital había sido la nueva víctima, la mujer había desparecido como si la tierra se la hubiese tragado, todo apuntaba a que era obra de ese villano.
En total eran seis personas desaparecidas, esto le ponía la piel de gallina.
Apago la tele y se dispuso a salir de su lujosa habitación, a dar un paseo nocturno, puede que su padre no haya aparecido desde hace una semana y su madre se haya marchado de compras a Corea, pero el tenia libertad, solo podía andar por la casa sin salir, a menos que sea a la escuela claro.
Estuvo andando por la casa hasta que oyó un ruido venir del despacho de su padre, como gran curioso que era se apresuró a ir hacia haya, sin sentir ningún miedo a la oscuridad, ya que gran parte de su corta vida paso las noches solo; siendo lo más discreto posible se escabullo en los pasillos y llego al despacho de su padre.
Grande fue su sorpresa al encontrar ahí a su padre, con unas vendas en las manos, tratando de curar a su padrino Nino. El cual tenía una fuerte y grande herida en la cabeza.
Siendo lo más callado posible paro la oreja para oír lo que decían.
-Se llevaron a Alya hermano...- su padrino parecía delirar - se la llevaron...
Un nudo se hizo en su garganta al recordar a su madrina Alya, una mujer que era más madre para él, que la suya propia. ¿Qué le había pasado?
-Tranquilo Nino, te juro que encontraremos a Alya- trato de calmar el rubio, mientras curaba la herida de la cabeza de Nino -te juro que la traeré de vuelta, no te la quitaran. Confía en mí.
Alexandros sintió una corriente en su interior al oír a su padre hablar así, como si realmente le asegurara a su padrino que aria justicia.
-Si no la encuentro moriré de dolor- se lamentó el DJ, llevando una mano a sus ojos para evitar soltar sus lágrimas -que les diré a Marinette y Marcus, ¿Cómo les digo que su mamá no vendrá a casa hoy?...
Alexandros parpadeo con el rostro compungido, recordando a sus queridos primos, como consideraba a los hijos de sus padrinos. Marinette y Marcus, eran unos niños de apenas tres años, los cuales disfrutaban pasar tiempo con él, en especial su prima Marinette, la cual siempre sonreía al verlo. Sintió un nudo en la garganta, quería saber que le ocurrió a su tía Alya.
Un ruido al fondo del pasillo lo hizo apresurarse a ocultarse, lugar donde vio pasar corriendo a su tía Chloe, la cual tenía rostro de desesperación, raro en ella, ya que esta era igual de plástica que su madre, aunque no, amaba a Antonio y cuidaba a su esposo, así que si sabía ser madre. Se estaba apresurando para llegar a la puerta y mirar dentro de nuevo, cuando se percató que su padre ya no estaba dentro, parpadeo sorprendido, para luego sentir un jalón en su hombro y en apretón en sus clavículas.
Abrió los ojos para toparse con los ojos verdes de su padre.
-Alexandros. ¿Qué haces aquí? No debes espiar a los adultos, recuerda que estas castigado- le reprocho su padre.
-Pero no estoy castigado dentro de la casa- respondió mecánicamente, observando el rostro de su padre, tenía el cabello desordenado, un labio partido, la cara sucia y la ropa hecha jirones. ¿Qué había pasado? ¿Un accidente acaso?- ¿Porque tío Nino está herido en tu despacho? ¿Qué te ha pasado?- se apresuró a cuestionar.
-Algo que no es de tu incumbencia, ahora regresa a tu habitación, ya es hora que duermas jovencito- ordeno, jalándolo hacia los pasillos para llevarlo a su cuarto.
-¡Pero quiero saber que les ha pasado al tío Nino y a la tía Alya!- renegó el pequeño dejándose jalar -¡¿Porque dicen que ha desaparecido?!¡¿Y porque tía Chloe parece estar preocupada por otro que no sea ni Tío Kim o el tarado Antonio?!
-Demasiadas preguntas difíciles de responder- declaro el rubio mayor, entrando en la habitación y cogiendo al niño en brazos para meterlo en su cama - ahora duerme, mañana ahí escuela y tú siempre tienes problemas para levantarte -sonrió de medio lado tocando la nariz del pequeño el cual renegó ante la caricia.
-Nunca me cuentas nada...-dijo con rencor el pequeño girándose en su lugar para dar la espalda a Adrien -no confías en mí...
-Eso no es verdad, es porque confió en ti que no puedo decirte cosas que sé que podrán dañarte- hablo el Agreste.
-¿Dañarme a mí, o a tu reputación?- dijo enojado el pequeño rubio -que lo sepa. Tú no me quieres- afirmo el niño.
-Alexandros...eres mi hijo ¿Cómo dudas que te quiero?
-Pues no lo demuestras...siempre me dejas solo, nunca estás conmigo- dijo con rencor sin girarse -yo no te quiero...
Adrien se quedó callado ante esto, con un puñal en el corazón que amenazo con hacerlo llorar como un niño.
Pasaron unos largos minutos, cuando de repente sintió la frente de su padre apoyarse en su nuca, al tiempo que acariciaba sus cabellos.
-Pase lo que pase yo siempre voy a amarte, y siempre me encargare de que estés seguro Alexandros... Aunque eso provoque que me odies, yo te lo juro, no dejare que nadie te toque un cabello. Aunque mantenerte protegido me cueste tu cariño...
Abrió los ojos desmesuradamente ante las palabras llenas de tristeza y dolor de su padre. Sintió como este abandonaba la habitación sin voltear a verlo.
Se sentó en la cama al oír cerrarse la puerta, miro esta y mostro una mirada de dolor y culpa.
-Papi no era verdad...yo también te quiero...
Al día siguiente a las nanas les costó mucho despertarlo, pero al final pudieron con el perezoso rubio.
Como era de esperar, no encontró ni a su padre ni a su madre, aunque esta última seguro seguía de viaje, con apresuro se dispuso a tomar sus cosas e ir al colegio, puede que no le gustara en lo absoluto ir a ese lugar, pero servía para al menos salir de casa y distraerse, así seguía fastidiando la existencia del director de Antonio, total su padre ya lo había castigado.
Antes de salir se fijó en las ventanas, el día era gris y opaco, como si una tormenta se aproximara, raro, ya que apenas estaban a mitad del otoño, y los meteorólogos no dijeron nada sobre una tormenta.
Cuando se dispuso a salir choco con algo, un cubo. El cubo guarda cosas que le regalo su tío Max. Sin saber muy bien porque lo guardo en su mochila y se apresuró a salir, no sin antes tomar sin razón aparente la espada de esgrima de su padre y meterlo dentro del cubo.
Tomo su desayuno en el gran salón y se apresuró a partir por la puerta, despidiéndose de la cocinera y nana. Esas eran mujeres que lo querían y lo apapachaban, no como su hueca y tonta madre, que ni hervir agua sabia.
-Buenos días joven Alexandros- saludo Leonardo el mayordomo de la casa y a la vez su niñero. Un hombre de cabellos negros, ojos turquesa y cuerpo en buena forma.
-Buenos días Leonardo- saludo el niño, entrando en el auto, haciendo que este parta al instante -¿Ha dicho algo papá?
-Lo de costumbre, ordeno que sea llevado y traído de la escuela, y que su seguridad este siempre a la vista, además contrato unos cuantos gorilas más- informo si despegar el rostro de la carretera.
-¡Hasta cuando voy hacer un prisionero de guerra!- exclamo- Ese viejo siempre esta detrás de todo lo que hago- dijo con fastidio el rubio.
El hombresonrió, apresurando más la velocidad en el auto.
-Oye Leo, ¿Me arias un favor?- cuestiono el pequeño poniendo mirada inocente y ojos de gato bajo la lluvia, los cales hicieron mirar nervioso al conductor, el cual lo vio por el espejo retrovisor.
-Si quiere pedirme que lo lleve a casa de su abuelo, sabe que no puedo hacerlo, los matones le dirían a su padre y este enviara a la policía tras de mí, para encerrarme, recuerde que el ya estoy a prueba señor- se apresuró a decir el pelinegro, ante lo que sospechaba que diría el niño.
-No es eso, sé que no arias eso, además nunca te perjudicaría de ninguna manera- resto importancia el niño.
-¿Entonces Señor?- cuestiono, pensando en lo que el niño de ojos esmeralda le pediría.
-¿Me prestas tu teléfono? Es que quiero saber que tal esta mi abuelo, hace mucho no hablo con el- rogo con las manos juntas y en suplica.
-Mmmm- el chofer pareció meditarlo -podría ser peligroso...
-Papá no lo sabrá, jamás te delatare- prometió -anda, préstamelo- imploro.
Leonardo soltó un suspiro cansado antes de pasarle el teléfono -pero no más de tres minutos, sabe que ellos nos vigilan- precavió.
-¡Eres el mejor Leo!- el niño tomo con felicidad el teléfono y marco el número de su abuelo, siendo lo más discreto posible, para que los matones en el auto de atrás no lo vieran.
-Sí, ¿Con quién tengo el gusto de hablar?
-Soy yo abuelo, Alexandros ¿Cómo estás?- se apresuró a decir el pequeño al oír la voz de su abuelo.
-¡Alexandros mi petit enfant! ¡Estoy muy bien ahora que puedo oír tu voz después de tanto tiempo! ¡¿Cómo has estado?!
-Relativamente bien, al menos me dan de comer- bromeo ante la felicidad de su abuelo- solo llamaba para oír tu voz, sabrás que no puedo hablar demasiado.
-Lose, pero no te preocupes, te are llegar un celular satelital a escondidas con Daniel, para poder estar en contacto.
-Claro, no te preocupes- sonrió, su abuelo sí que era la bomba, sabía que de cualquier manera le aria llegar ese celular -Tengo que colgarte, te amo- se despidió.
-Yo también, cuídate mucho- expreso el hombre al otro lado de la línea, para finalmente cortar.
Una vez finalizada la llamada, le entrego a Leonardo el teléfono, el cual asintió en respuesta, para seguir con la atención en la vía.
Al cabo de un rato el niño asomo la cabeza y frunció el ceño -Parece a ver mucho tráfico hoy ¿no?- cuestiono el niño al chofer.
-Sí, esto no es costumbre- respondió extrañado el pelinegro.
El niño asintió, y se dispuso a acomodarse, se puso la mochila porque estaban cerca del colegio, una vez listo de propuso machucar el botón que encendía la televisión; ver noticias antes de llegar le caería bien, un holograma se abrió delante de sus ojos, justo en el momento que la reportera decía las noticias, una que en particular lo enmudeció.
"Ayer, a comienzos de la noche se reportó la batalla de nuestro héroes contra el autoproclamado enemigo: Apocalypse. Al parecer esta no ha sido una batalla fácil para nuestros héroes, ya que demostró ser un villano muy poderoso. Paris hoy sufre algo lamentable, ya que debemos reportar con mucho dolor...que Volpina, una de nuestras heroínas fue secuestra por el enemigo...Chat Noir y Carapace a duras penas pudieron salir del fuego cruzado con ayuda de Queen Bee...eso no evito que nuestro héroes salgan muy heridos...
Alexandros no oyó mas, solo observo la pantalla, sin realmente escuchar ¿Había oído bien? Volpina había sido secuestras por los enemigos, y Chat Noir junto con los otros héroes había tenido que huir...algo hizo un flash en su cabeza...la noche de ayer, su padre, tío Nino y Tía Chloe...otra cosa...
Su tío Nino dijo que tía Alya había sido secuestrada...
Volpina también había desaparecido...
Las dos al mismo tiempo... ¿coincidencia?
Eso era raro...
Un fuerte frenado lo hizo tambalearse violentamente, siento el auto ser impactado y salir disparado con rapidez.
Perdió el conocimiento un minuto...
Cuando abrió los ojos se quedó completamente mudo y confundido, el auto estaba de cabeza, las lunas estaban rotas, y se oía un fuerte ruido. Con esfuerzo forzó a su pequeño cuerpo a gatear y observar que pasaba; con la mirada busco a Leonardo, pero no lo encontró...solo podía ver la Luna del parabrisas desecha por el golpe. Tal vez Leonardo salió volando por el impacto.
Con apresuro y con un dolor en su frente y pierna se apresuró a tratar de salir y buscarlo para ayudarlo.
Cuando salió se quedó completamente congelado, la autopista tenía un gran cráter en medio, había autos incendiándose y muchas personas corriendo de lado a lado con desesperación...había heridos, fuego y mucho humo.
-¡LEO!- cojeando y tambaleándose un poco se dispuso a buscar al hombre de cabellos negros, el no solo era un personal, era un gran amigo, y no lo abandonaría -¡¿Leo dónde estás?!
Justo cuando iba a gritar otra vez llamando al hombre, un fuerte viento paso a su lado, haciendo que lo evite gracias a sus reflejos milagrosos. Este viento se llevó consigo parte de lo que quedaba de su auto y la de otras víctimas.
Asustado miro hacia arriba, chocando con una figura que lo asusto y lo hizo querer correr.
Delante de él estaba de pie, aun metro del suelo. Levitando, la figura de un hombre de piel azul y túnica dorada, el cual traía joyas en los brazos y pies, donde no llevaba zapatos. Lo que llamo su atención fue su cabeza, no tenía cabello, sino tatuajes, y el ojo que tenía a medio abrir en la frente...había otra cosa que lo hizo tragar duro... sus ojos eran cuencas negras...vacías...terroríficas...
"Te he encontrado por fin..."
El niño retrocedió notablemente asustado, mientras oía los gritos de las personas y observaba los ojos terroríficos de ese ser.
-¿Quién eres tú?-cuestiono con miedo en la voz Alexandros.
-Yo soy el que marca el final...y da un nuevo comienzo - El hombre hablo con un acento poseído, mientras se aproximaba lentamente al niño, el cual solo retrocedía - soy Apocalypse...
Alexandros sintió que pronto mojaría sus pantalones, un terror lo invadió, ese era el actual villano que había causado estragos y terror e Paris. Aquel que se había llevado a Volpina y había sido un rival sin vencer para los demás héroes.
-¿Qué quieres de mí?- a pesar de su temor, se apresuró a meter la mano detrás de su espalda, buscando su cubo, donde tenía la espada esgrima de su padre.
-"Eres tú...el ser humano puro nacido para ser el sacrificio para el comienzo de nuestro nuevo mundo..."
-A ver...- Alexandros puso sus manos al frente en señal de pare -...puro no soy nada. Es más! ni la mente la tengo pura...soy un dolor de cabeza y un pecador de primera- se defendió el pequeño aun retrocediendo -nunca eh ido a misa, ni soy creyente, no hecho algo bueno por hacer...así que te equivocas, porque estoy seguro que hasta Dios te afirmaría que no soy de su bando- trato de razonar el chiquillo.
El hombre en repuesta solo sonrió, para al instante, y sin que el rubio lo vea venir, pararse delante de él tomándole la barbilla y alzándolo a su altura.
-La pureza no se rige con eso, ser bueno no te caracteriza puro- el niño intento zafarse pero no pudo, estaba paralizado -a ti te rige la sangre que llevas portando en las venas...
-Pues mi sangre es peor, mi papá no es de la realeza ni nada, bueno tal vez príncipe solo de título, por su fama con las mujeres...que yo ni entiendo que le ven, ya que ni las pela- miro a otro lado con una gota de sudor en la frente -... Y mamá no es princesa ni aunque vuelva a nacer- termino de decir el niño.
El hombre rio antes de contestar.
-Eres un pequeño humano divertido- rio el hombre -pero la razón no necesito explicártelo ahora, solo necesitas venir conmigo...
El niño estaba a punto de responder cuando sintió que era soltado violentamente, su atacante había sido golpeado con un caparazón color verde jade, y el había sido atrapado en brazos por otra persona, que lo alejo de esa escena con velocidad. Los reconoció al instante, Carapace y Chat Noir.
-Chat Noir- dijo al aire, mientras el gato negro de Paris lo alejaba del peligro, saltando por los edificios.
-Estate un poco callado, ahora mismo te llevare a un lugar seguro- Chat Noir siguió corriendo, sosteniendo al niño con mucha protección.
-¡Pero dejaste a Carapace ahí, además ahí personas heridas, debes ayudarlas!- objeto el niño.
-Carapace puede con esto, además Queen Bee lo ayudara- respondió - por otro lado... el no mostro interés por las demás personas...sino por ti...
Alexandros miro a Chat Noir, él lo observa de reojo con una extraña mirada, veía seriedad, pero otra cosa, veía temor, preocupación...dolor.
-No sé por qué me perseguía, ni siquiera lo conozco... estaba tranquilo en el auto dirigiéndome a mi escuela cuando algo nos hizo chocar -explico -cuando desperté mi chofer no estaba y el auto estaba de cabeza...- aclaro rápido.
-Te creo, no lo viste venir- afirmo el gato.
-No creo que sea un secuestrador por dinero, ya sabes, esos que tratan de raptarme para pedir rescate ya que mi padre y abuelo son millonarios- se fastidio el niño -ahora papá seguro se enfadara conmigo...- se quejó.
-No lo creo, tu padre seguro estará feliz de que estés a salvo- el gato negro lo miro de reojo.
-Lo dudo, seguro si me muero estará contentísimo- hablo el pequeño rubio sin percatarse de la mirada indignada del rubio -tanto me odia que me encerró en mi casa con solo la posibilidad de ir al colegio- acuso con rencor.
-Seguro no te portaste bien- reprocho con molestia el héroe.
-En lo absoluto, yo solo hice justicia Chat Noir - se defendió el niño mirando directamente al gato - ¡Ellos te estaban insultando!
-¿A mí?- Adrien detrás de la máscara quedo choqueado, ahora que lo pensaba nunca le pregunto a su hijo la razón por la que golpeo a Antonio, tal vez ahora iba tener su respuesta -¿Porque dices que me insultaban?
-Lo hizo, y te defendí - el niño asintió con vehemencia - Antonio dijo que eras un inepto, que no sería nada sin los demás héroes...que no fuiste nada sin Ladybug.
Chat miro hacia el frente y frunció el ceño, pensando en algo que lo hizo fruncir el ceño con amargura.
-Pues tiene razón...no soy nada sin My Lady...
Alexandros miro su héroe favorito, su mirada era triste y resignada. Sintió indignación ante esto.
-¡Eso no es verdad!- objeto el niño, haciendo que Chat lo mire con asombro -¡Eres genial y nos salvas a todos! ¡Siempre estas pendiente de todo y eres fuerte y justo, eres una gran persona! ¡Tú eres increíble con o sin Ladybug!
Adrien detrás de la máscara sonrió, su hijo lo miraba con tanta admiración y cariño que sintió ganas de llorar de alegría, sin embargo sabía que eso era para Chat Noir, ya que a él, como su padre, lo detestaba y no lo admiraba en absoluto.
-Me siento alagado de tener tan buen admirador- el gato le guiño un ojo, haciendo que el pequeño se sonroje y mire hacia abajo con vergüenza.
El viaje al fin paro, con asombro Alexandros se dio cuenta que estaban en las puertas de la mansión de su abuelo. Miro hacia adelante y lo vio, sentado en su silla de ruedas siendo empujado por Nathalie. Sin dudarlo se soltó de Chat Noir y corrió hacia su abuelo, el cual lo recibió en sus brazos.
Adrien detrás de la máscara observo a Alexandros correr hacia su padre, no podía negar que tanto abuelo como nieto se amaban mutuamente, sintió envidia, su hijo desde que tenía cuatro años dejo de saludarlo así. Suspiro sabiendo que ahí sería el mejor lugar para que Alexandros este, aunque eso no le agradara.
-Señor Agreste, encargase de este niño, no deje que nadie lo toque, debo regresar a la batalla- Adrien miro directamente los ojos azules de su padre -le confió un gran tesoro...de nuevo.
-No te preocupes, esta vez no te fallare, Alexandros estará seguro aquí, nadie le ara nada- Gabriel miro al héroe directamente, sabía que detrás de esa mascara estaba su hijo, confiándole lo más maravilloso que le quedaba en la vida -Chat Noir...- el rubio lo gato negro lo miro sin pestañear -cuídate mucho.
El héroe asintió, disponiéndose a partir.
Antes de que saltara sintió un jalón en su mano, miro hacia abajo topándose con una mirada esmeralda. Alexandros.
-¿Puedo pedirte un favor?- el héroe asintió - ¿Puedes asegurarte que mi papi este a salvo?- Chat Noir e asombro-... sé que suena raro, pero aunque siempre estemos peleando... es mi papá...y lo quiero mucho aunque siempre le esté diciendo que lo odio...inclusive quiero un poco a mi madre, pero no tanto como a mi papá... ¿Lo cuidas por mí? Soy pequeño, y ese loco me quiere no sé porque, no puedo ir a buscar a papá y ponerlo a salvo...
Cuando termino de hablar y contra todo pronóstico Alexandros sintió el abrazo de Chat Noir, sentía los sentimientos del gato negro, felicidad, dolor, tristeza...ansiedad...
Al cabo de un rato, se separaron...
-No te preocupes, tu papá regresara contigo pronto, tenlo por seguro- prometió el gato negro, haciendo que el niño lo mire asombrado, al notar que lloraba -soy un gato sensible -se limpió las lágrimas con los dedos- me emociona mucho el afecto de padres e hijos- se excusó riendo nervioso.
Sin más se puso de pie y salto hacia el edificio, extendiendo su vara para saltar. Huyendo de la escena y de un niño con sentimientos encontrados.
Alexandros lo vio partir, con un sentimiento de tristeza y miedo creciendo en su pecho.
-Alexandros debemos entrar y ponernos a salvo, Paris está entrando en crisis- Gabriel miro el cielo, el cual estaba tiñéndose de nubes negras.
-Abuelo...quiero ver a papá...
El niño lo observo con dolor en el rostro, llorando, y no entendiendo porque lo hacía.
Dentro de la mansión Alexandros observaba las ventanas cerradas de la habitación, las nubes estaban llenas de rayos de tormentas, y podía ver fuego a lo lejos, como si se quemara el centro de la ciudad.
Asustando y ansioso miro su teléfono, había llamado muchas veces a su padre, pero este no le contestaba, inclusive llamo a su madre, pero esta no parecía estar enterada de nada, ya que seguía en Corea, agradeció ese lado, al menos la hueca estaba a salvo.
Suspiro y cogió su mochila, la abrió y saco de ella un libro, busco una página y cogió algo que había dentro, una fotografía.
En el estaban él y su padre, en ese tiempo tenía tres años y sonreía enigmáticamente mientras era cargado en hombros por su papá, esa era la foto que más le gustaba, porque en ella podía ver el cariño y preocupación que su padre le tuvo.
Sonrió tristemente y guardo la foto. Extrañaba a su padre, aunque sea para pelear.
Suspiro al recordar que su abuelo estaba en la parte baja, en el salón, conversando hace horas con alguien que no tenía idea de quien era.
Volvió a mirar ansioso su teléfono, su papá no aparecía, y quería verlo, ansiaba verlo.
Un ruido estruendoso en la parte inferior de la casa lo asusto, apresurado corrió hacia abajo, donde se notaba que alguien había llegado.
Cuando llego al salón se quedó paralizado ante el escenario, lo primero que vio fue a su abuelo de espaldas, mirando el sillón y gritando cosas que no entendía, luego a su tío Nino corriendo con desesperación al rededor, y finalmente a Queen Bee, al lado de su abuelo, tomando la mano de alguien entre las suyas. Alguien que estaba tendido en el sillón.
-¡Rápido, deben llamar a alguien señor Agreste, todavía tiene pulso!- vocifero el DJ mirando a Nathalie, la cual llamaba a alguien por su celular.
-Señor Agreste, no me diga que lo perdemos...
Cuando escucho eso sus músculos se movieron solos, corriendo hacia su abuelo, para observar algo que lo dejo frio.
Era su papá...
Tenía sangre en la cabeza y labios, junto con una terrible herida en el pecho...
En ese momento, entro en pánico...
-¡Papá!- Alexandros se abalanzo sobre Adrien empujando a su padre y a la heroína, dispuesto a mover a su padre con desesperación, implorando que le contestara, que despertara y le regañara por andar de gritón -¡Papá abre los ojos! ¡Soy yo, Alexandros no me puedes dejar!
-¡Alexandros cálmate!- Gabriel trato de alejar al niño de Adrien, pero esto lo evito de un manotazo.
Su padre no habría los ojos, su rostro se tornaba más blanco...se asustó aún más...
Miro a Queen Bee.
-¡¿Que le hicieron a mi papá?!- grito a la cara de la rubia -¡¿Porque dejaron que le hicieran esto a mi papá?!¡Se supone que son héroes! ¡Chat Noir me prometió que pondría a salvo a mi papá!
La rubia de antifaz no supo que decir ante tales reclamos, solo lo observo con pena.
-Tu padre...el...
-¡Ustedes permitieron esto, mi papá morirá por su culpa!- rugió, llamando la atención de todos en la sala -¡Los odio! ¡¿Porque dejaron que lastimaran a mi papá?!¡Ustedes protegen gente, porque no protegieron a mi papá! ¡Son unos ineptos!
Su berreo y reclamos fueron callados por un jalón en sus brazos.
-¡Alexandros!-la voz clara de su abuelo lo hizo callar-esto no es culpa de los héroes, es algo que no puedes entender aun...- su abuelo lo cogió del rostro haciéndolo reaccionar -tienes que calmarte y pensar bien las cosas...es momento de que analices y entiendas...mira bien las cosas a tu al rededor, y solo te darás cuenta...
El niño miro al rededor, su tío Nino tenía una herida enorme en el brazo y su muñeca estaba rota, su rostro tenia golpes y sangre y lo miraba con pena, luego miro al lugar donde supuestamente debería estar Queen Bee, dándose con la sorpresa que en su lugar estaba su tía Chloe, sosteniendo entre sus manos a un ser de color amarillo que estaba inconsciente entre sus manos...finalmente miro a su padre...viendo algo que lo dejo sorprendido...algo que no había visto...observo que un pequeño ser en forma de gato estaba acurrucado sobre su pecho mirándolo con pena, el que parecía ser un gato tenía un ojo cerrado y una raya en medio, y en su pecho una pequeña herida, en el mismo lugar donde su padre tenía su herida...fue ahí cuando lo entendió...
Su padre...
Era Chat Noir...su padre era el héroe numero uno de Paris...el héroe que tanto admiraba y el padre que tanto había criticado por no estar con el...
Se quedó mudo, sin saber que hacer o cómo reaccionar.
-¡Señor Agreste, Adrien quería que Alexandros jamás supiera que él era Chat Noir!- reprocho Nino.
-Es tarde, él debe saberlo si queremos salvarlo- dijo con seriedad y fuerza el hombre.
-Pero señor Agreste- Chloe corrió hacia él y lo miro con seriedad -es un niño, no puede ir...
-¿Entonces sugieres que se quede aquí donde el enemigo lo encontrara y pondrá fin a todo?- cuestiono con amargura mirando a la rubia -¡No lo permitiré! ¡Si hay una esperanza de salvación la tomare! ¡Se lo prometí a Adrien! ¡No le volveré a fallar! ¡No dejare que mi nieto muera aquí!
La rubia se quedó muda, mirando con ansiedad al niño.
El pequeño guio su mirada estupefacta a su abuelo, el cual lo tomo de los hombros y lo miro con seriedad.
-Alexandros, esto es duro, nos atacan, el fin de todo se está dando y el enemigo pronto vendrá hacia aquí por los kawamis que quedan y por ti- el niño tembló los ojos -pero ahí una esperanza de que todo esto se pueda solucionar...esa esperanza es Ladybug
-¿Ladybug?- susurro el pequeño.
-Ella desapareció hace diez años con el miracielos y el kawami de la suerte...cuando desapareció todo se llenó de tinieblas, se perdió el equilibrio entre Chat Noir y ella...y sin ese equilibrio se perdió la suerte que protegía Paris y el mundo...todo eso ha dado vida poco a poco a Apocalypse...
-¿Pero porque me quiere a mí?...- cuestiono el niño.
-No lo sé - Gabriel se mostró perdido – pero según el tú eres parte de ese sacrificio que él quiere ejecutar para que todo esto llegue a su fin...
-Pues que me mate, si así puedo ver a papá- dijo con pena.
-No, eso acabara con todo, la humanidad desaparecerá y nunca veras a tu padre ni en el más haya.
-Pero...entonces ¿Qué quieres que haga?...-cuestiono perdido el niño -dijiste que Ladybug desapareció...no puedo traerla de vuelta.
Justo cuando Gabriel estaba por responder entraron dos personas corriendo por la puerta, los reconoció al instante, su tío Max y su esposa Alix. Ambos estaban sudados y claramente alterados.
-La ciudad es un caos -dijo la mujer de cabellos rosas -ahí monstruos atracando por todos lados y personas heridas...-anuncio, dejando estupefactos a todos.
-Bien, eso solucionara- dijo el hombre en silla de ruedas mirando al moreno recién llegado -Debemos tomar acción en lo que te dije la última vez Max- ordeno.
-Claro, necesitamos ir a un lugar cerrado- pidió el hombre de anteojos.
-Bien, síganme - el hombre machuco un boto en su silla y esta se elevó - todos iremos arriba, Nathalie, tu encárgate que ellos no pasen aquí- ordeno a la mujer que estaba en la puerta con un computador pequeño en la mano.
-Le daré el suficiente tiempo señor Agreste- dijo la mujer con firmeza.
Todos comenzaron a moverse, menos Alexandros y el pequeño gato que estaba encima de un ya sin vida Adrien Agreste.
-Alexandros...
-Mi papá...dejo de respirar...- el niño miro el rostro pálido de su padre -ya no está...me dejo...
Todos cerraron los ojos con dolor, sabiendo que eso ocurriría, ya que el rubio había sido lastimado gravemente. Nino lloro amargamente en silencio, acción imitada por Chloe.
-Alexandros toma al kawami y sígueme, debemos ir hacia arriba- dijo con seriedad el hombre.
El niño lo voltio a ver con ira por primera vez.
-¡Te digo que tu hijo murió y tú solo me dices que lo deje!-Alexandros rugió -¡Mi padre está muerto y pareces estar calmado!- aseveró.
-¡Alexandros!- grito el mayor Agreste - si haces lo que te digo esto tendrá solución...solo debes hacer lo que te digo y todo cambiara...para bien...
El niño miro fijamente al hombre antes de sentir una caricia en su oído, con rapidez giro el rostro tapándose con el ojo verde esmeralda del kawami de su padre, el cual cargaba un anillo.
-Debemos confiar en él, Adrien siempre sabía que a pesar de todo su padre hacia lo correcto y lo necesario por el- Plagg lo observo y miro con cariño - debemos seguirlo, es lo que tu padre hubiera querido...
El niño asintió y miro por última vez atrás, se acercó a su padre y beso su frente, mirándolo fijamente por un momento.
-Te juro que arreglare todo esto...nos volveremos a ver...y entonces podre decirte que te quiero mucho...
Limpiando sus lágrimas se enderezo siguiendo a su abuelo y tomando al pequeño kawami entre sus manos, siguió a los demás hacia arriba, donde pasaron por un pasadizo debajo del cuadro de su abuela, hasta llegar a una especie de sótano con una ventana totalmente cerrada.
-Aquí es el mejor lugar - dijo el abuelo Agreste - Se demorara en encontrarnos aquí.
Todos asintieron, para dirigir finalmente la mirada al niño, el cual no entendía aun que sucedía o que pretendía pasar. Pronto vio a su tío Max tomar un reloj antiguo de las manos de su esposa Alix, era plateado y con un diseño maravilloso.
-Alexandros...- Max se acercó al niño y coloco el reloj en su cuello-con este reloj serás capaz de solucionarlo todo...y cambiar lo que está a punto de suceder...-dijo- lo construí a partir del reloj de Alix...
-¿Qué?...-el niño observo el reloj en su cuello, para luego mirar anonadado a todos ahí.
-Nieto querido -Gabriel se acercó a él y lo tomo de los hombros - con este reloj podrás regresar y cambiarlo todo...
-No me digan que...-el niño los miro impresionado al verlos asentir.
-Con esto volverás en el tiempo, y evitaras que Ladybug y su prodigio mueran, con esto evitaras el futuro que Apocalypse está apunto de realizar...-Gabriel hablo con seriedad.
-Pero me busca a mi...y si me encuentra me matara- dijo horrorizado.
-No, no te encontrara en el pasado- Max hablo con seguridad.
-El pasado...-el niño se asombró- ¿Qué debo hacer ahí? Ni siquiera sé quién es Ladybug o lo que tengo que hacer para evitar que muera...-se quejó mirándolos a todos - Al menos díganme quien es ella...
-No podemos hacer eso -negó Chloe por primera vez -no podemos intervenir en la historia...tú debes descubrirlo solo, descubrir verdades tu solo Alexin...-hablo de manera amorosa la rubia.
-¿Pero que pretenden que haga?- se confundió el niño.
-Tu ayudaras mucho haya, y solucionando cosas haya, lograras cambiarlo todo- Nino lo miro sonriente - Si vez a Alya, dile que jamás dejare de amarla y que cuidare hasta que me quede sin fuerzas a Marinette y Marcus- pidió el portador del miraculous de la tortuga -dile lo que no le pude decir hoy...
Alexandros sintió las lágrimas llenarse en sus ojos.
-Alexin...cuando vallas al pasado no te sorprendas de tu tía Chloe, recuerda que siempre eh sido así- le guiño un ojo - cuida a Kim, lo necesitara -afirmo- Me gustaría que te lleves a Pollen...pero ella no puede más- la hija del antiguo alcalde miro a su kawami que seguía inconsciente -no te podrá ayudar...ya no puede luchar más...ya no puedo pedirle ayuda para salvar a mi Antonio y mi Kim...
-Tía...- las lágrimas se escaparon de sus ojos, Chloe a pesar de todo era una buena persona, una buena madre y esposa...y la estimaba, además tenía un gran talento dando obsequios -lo cuidare...-juro.
-Alexandros- el niño miro al científico el cual lo miraba con firmeza - no permitas que está loca se acerque a mi laboratorio- señalo a Alix, dejando a todos incrédulos ¿No que eran esposos?- necesito ganar ese juego de computadora...
Un sopetón en la cabeza de parte de la mujer de cabellos rosas lo despabilo.
-No le hagas caso, tu solo concéntrate en lo que necesitas buscar, no le hagas caso a este científico fracasado - se mofo ante la cara rabiosa de moreno - te daré un consejo –le guiño un ojo, captando su atención-…la niña de coletas azules...
¿Niña de coletas azules? Estaba por cuestionar cuando su abuelo capto su atención.
-Señorita Alix- advirtió el Agreste, a lo cual la deportista rio - Alexandros ven aquí- el niño se acercó a su abuelo y lo miro fijamente -si logras hacer todo esto, el futuro cambiara para todos.
-Abuelo...- el niño sintió las lágrimas asomarse en sus ojos.
Sin pensarlo ambos se abrazaron con fuerza.
-No me odies cuando estés haya, cometí errores, pero no me odies...-pidió y rogo el Agreste ante la mirada interrogante del niño- mi peor castigo seria que tú me odies como Adrien lo hacía…
-Nunca lo aria- tranquilizo el pequeño –nunca te podría odiar, te amo mucho.
Todos se quedaron en silencio, mirando la escena cálida entre abuelo y nieto, pero pararon al escuchar una fuerte explosión venir del piso inferior, todos se desesperaron y prestaron atención al niño.
-Bien. Volverás diez años en el pasado- afirmo su tío Max retrocediendo el reloj - agárrate fuerte y sostén bien tus cosas - dijo señalando su mochila- ¿Tienes el cubo que te di ahí?- el niño asintió- bien, entonces date la vuelta para sacarlo, quiero darte una capsula con todo lo que necesitaras para estar allí -el niño afirmo, dándose la vuelta para que el hombre saque el cubo de su mochila -bien, este objeto te servirá- dijo mostrándosela y insertándola en el cubo- además...-el hombre saco un pequeño robot en forma de circulo con un hélice en la cabeza y una cola que parecía gancho - este es Marcov, está programado para ayudarte a identificar a las personas y la información que necesites, mas no tiene conocimientos sobre Ladybug o los demás portadores de miraculous - advirtió - te estoy confiando aun gran amigo, enciéndelo apenes llegues haya- metió el cubo y cerro la mochila -suerte- deseo al niño, el cual estaba nervioso.
En ese momento se percató de algo, el Kawami de su padre aún estaba en sus manos, él lo miraba con fijamente con su único hijo.
-¿Tu no deberías quedarte?- pronuncio el niño.
-No, yo iré contigo, es labor de los padres velar por sus hijos- dijo con simpleza el kawami - además se lo prometí a Adrien.
-Pero pareces estar herido- contradijo el pequeño.
-No te preocupes aún tengo pila, podre ayudarte- sonrió el kawami guiñándole un ojo- solo ponte el anillo.
El niño dudo y miro a su abuelo, el cual asintió, así que obedeció, colocándose el anillo, el cual al instante y mágicamente se acoplo a la medida de su dedo.
-Bien yo te diré lo que aremos después- finalizo el kawami colocándose en la cabeza del niño.
Otro ruido, esta vez muy cercano acelero a los presentes.
-Bien es hora de irse, ellos se están acercando aquí- dijo Max sostenido el reloj y preparándose para machucar el botón- Una cosa más... no dejes que nadie sepa que eres, ni de dónde vienes...solo hasta que llegue el momento lo podrás rebelar...- advirtió- ¿Alguna pregunta Alex?
-Si...-el niño miro a todos con ansiedad -¿Los veré de nuevo?- cuestiono el pequeño mirando a todos, y a su abuelo que sonreía desde su silla de ruedas.
-Desde luego, aquí esperaremos tu regreso, con tu padre y madre a nuestro lado- dijo el hombre.
El niño asintió y no puedo ocultar las lágrimas que brotaron de sus ojos. Volvería, estaba seguro, para ver a su padre, a su abuelo y la despreocupada y plástica de su madre.
-Cuídalo Plagg- dijo el abuelo, haciendo que el kawami asienta.
-Adiós a todos...- murmuro Alexandros mirando al suelo y cerrando fuertemente los ojos, al tiempo que sentía a su tío Max presionar el botón.
-Adiós Alexandros...-escucho decir a todos antes de escuchar un último estallido, un rugido...y todo quedar en silencio.
Pronto se sintió como flotando, sentía viento corriendo en diferentes direcciones chocar con su cuerpo. Golpeándolo.
-¡Niño abre los ojos!- la voz de Plagg lo hizo reaccionar y abrir los ojos, para darse con la sorpresa que estaba cayendo en lo que eran remolinos y vientos voraces. Miro hacia arriba, unas manos parecían querer alcanzarlo.
-¡Esas cosas nos están alcanzando!- vocifero Plagg, al sentir que esas manos los alcanzarían muy pronto.
Alexandros frunció el ceño y sin titubear giro le hizo cara a los rayos, mientras que en el proceso sacaba su espada esgrima, se lanzó hacia adelante y ataco, cortando en dos una mano, con lo que no conto fue que otra mano apareciera y lo cogiera del cuello, apretándolo, como si quisiera ahogarlo.
Al ver esto, Plagg se lanzó hacia la mano que sostenía el cuello del niño, y usando sus garras logro rasgarlo.
Alexandros se impulsó más, sintiéndose mareado, cogió su cuello y guio su mirada hacia el reloj, con horror se dio cuenta que este estaba fracturado y las flechas guiadoras giraban alocadas. Sintió terror...el reloj del tiempo se había dañado...
-¡Esto es malo! ¡El reloj está roto!- entro en pánico.
-¡Despabila mocoso!- el kawami le dio un golpe con su mano en la cabeza asiendo que este reaccione y lo mire furioso -¡Ahora no hay tiempo para eso! ¡Cuando te diga gritas "transformación"! -dijo el gato.
El niño asintió sosteniendo bien su mochila. Era hora de ligarse a la suerte.
-¡Estamos a punto de llegar!- rugió Plagg, mientras el niño miro el hacia abajo, comenzando a escuchar ruidos, como de voces, sin saber exactamente de quien eran -¡Ahora dilo!
El niño abrió los ojos al máximo antes de gritar y escuchar el último grito que se hizo más claro a media que se acercaban al final de la caída.
-"TRANSFORMACION"
Y a lo lejos el grito se hizo claro, pudo oírlo con claridad...una voz conocida...una voz que decía...
"¡Marinette cuidado!"
Hasta aquí el fin de este primer capitulo. Si te ha gustado deja un comentario que ayuda bastante, recuerda que de eso depende darle vida a la historia ;)
Saludos imaginarios
BE-15
