*** El Kitzune dorado ***

(El zorro dorado)

Editao X vanne.

"Versión original": Traducido por: Dakota

Corregido por: Silvia, Beatriz y Mª Paz. (Mil gracias a las tres ^_^)

Revisado por: Sylvapen y Dakota (Gracias por tomarte el tiempo de revisarlo UnU una lo agradece)

Y cambiada por Blu y Yellow ^_^ (jeje… io cuando estoy aburrida), de vez en cuando por Black y Green

Los personajes de Naruto no me pertenecen (son de Kishimoto-sama) ni el contenido de esta historia (ya que es de Lien Dolly, nombre original de la historia dragon-witch), ambos fueron modificados para concordar según mi loca obsesión por la serie "Naruto" y mi agrado hacia esta historia, tratare de hacerla lo mas parecida posible, es decir que tengo el libro y solo cambio detalles jeje... ^_^

A si agradezco a mi amiga Fanny por facilitarme el libro.

(Black: listo si me acusan de pirata que la acusen a ella primero jejeje…HAHAHA…)

(Yell: cállate Black deja de meterte por un rato ya que quedamos que primero yo y Blu y luego tú y Green [dando a Black con un zapato] continúen. ^_^ y olviden lo ultimo u.u' jeje…)

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Ellas se miraban una frente a la otra ambas mal sentadas en sus respectivas sillas. Eran dos figuras exactamente iguales, pero una vestía de azul y otra de amarillo. Tienen el cabello corto algo despeinado y con algunos toques quebrados en las puntas, color castaño oscuro al igual que sus ojos, a y de piel bronceada.

Ambas estaban sentadas en unas sillas comunes frente a la pantalla de la computadora, pero ellas se miraban con sus cuerpos rotados para quedar frente a frente. Parecían inmóviles casi como estatuas, sus caras ocultas en las sombras de los gorros de su suéter mirando en una misma dirección.

La computadora frente a las sillas relucía con un suave resplandor dando vida a la habitación; La travesura aun no comenzaba, pero pronto lo haría.

— ¿Ya podemos comenzar? —La voz fue agitada y con una sonrisa en su rostro pero solo en un susurro por la emoción de una travesura apunto de comenzar.

— Claro, solo espera unos segundos mas a que se duerma para comenzar —susurro la persona vestida con suéter azul, miro hacia el espacio en donde una persona dormitaba el borde de una cama.

La persona recostada en la cama era Vanessa, la dueña de la existencia de esas otras personas; ellas son la creación de su mente para expresar cosas que no se atreve o simplemente para platicar cuando esta aburrida. Pero en ese momento ellas querían jugar un poco y, aunque las otras dos que comparten el espacio en la mente de nuestra escritora no quisieran participar por el momento (de forma obligada Black T.T), no impidió que ellas comenzaran con su divertida travesura de editar un libro y moldearlo a su gusto.

Lentamente la que yacía en la cama perdió la conciencia, estaba cansada y aparte eran vacaciones quería descansar un rato sus ojos. Ellas lentamente se acomodaron en las sillas, decidida una tomo el teclado de la computadora y comenzó a tocar las teclas en su impaciencia.

— Jeje… ¿ya comenzamos? —sonrió la joven del suéter amarillo con una sonrisa de gatito apunto de cometer una travesura sin ser descubierta mientras se quitaba su gorro.

— Si, ya puedes comenzar —le sonrió mientras inspeccionaba por última vez a Vanessa recostada en su cama e igualmente se removía el gorro de la cabeza— Esto será divertido y toda una sorpresa para ella jeje… —sonrió.

— Mientras no se entere —sonó la voz preocupada de alguien vestida de verde.

— Siempre arruinando la diversión ¡¿eh?! Green —Sonrió alguien en la oscuridad— No te preocupes la verdad dudo que despierte, ya la conoces siempre que duerme simplemente párese estar casi muerta y ni se da cuenta de nada —sonrió arrastrando una silla con ella.

— De acuerdo pero si despierta no me culpen a mi, ok —Green (viste de verde) igual traía una silla.

— ¿Y ustedes que? —pregunto Blu (la que viste de azul).

— Nada solo queremos ver como irán progresando y planeamos ir criticándolas en el camino —sonrió Back (de negro).

— De acuerdo solo no vengan a molestar que hoy estoy inspirada —sonrió Yell (de amarillo) — Ya empecé así que cállense para que los que lean puedan hacerlo —dijo con una sonrisa mirando el monitor en el que ya había comenzado a escribir.

Prólogo.

El Kitzune rondaba el castillo mientras el movía con superioridad sus nueve colas, la brillante luna llena doraba su pelaje, haciéndolo resplandecer de un intenso y bruñido color dorado que lo rodeaba completamente. Había sido atraído hasta allí por una cuestión de sensaciones que no comprendía. Rondando en círculos silenciosamente, escuchó los sonidos ascendiendo de la alta torre de granito, esperando impacientemente a que se sucedieran los hechos.

Los gritos rasgaron el aire, rebotando en las paredes, y recorriendo los pasillos de piedra del Castillo. Hieru-sama (significa frió o enfriarse, le puse así por su personalidad o eso creo jeje… ^_^ Yell) estaba a punto de dar a luz. Sus gritos de agonía, recorriendo el cielo, fueron seguidos de cerca por los bramidos de desafío del Kitzune negro, mientras accedía del oscuro bosque.

Las damas de compañía se sobrecogieron con la helada respuesta emitida por el Kitzune dorado. Algunas corrieron a las estrechas ventanas de la torre para mirar a las enormes bestias mientras se enfrentaban en el bosque cercano, iluminados por la luna. Varias de las mujeres se encogieron en las esquinas, cubriendo sus cabezas y sollozando de terror. Kurenai no dejó su lado junto a su señora, diciéndole palabras de aliento mientras secaba la frente de Hieru con un húmedo trozo de lino. El bebé podía venir pronto y sabía que no debía estar distraída. Ninguna batalla entre Kitzunes podría distraer su atención.

Hieru-sama maldijo el dolor, al bebé, a su marido y al mundo en general mientras empujaba. Pero el bebé no estaba todavía preparado para llegar al mundo.

El Kitzune negro se lanzó contra el dorado, con intención de destruirlo. El joven Kitzune era su mortal enemigo, su mayor desafío. El Kitzune negro sabía que él sería el ganador. Con la muerte de aquel último de la camada no habrían más machos dorados vivos y él, Sasuke Uchiha, ejercería el dominio supremo sobre Bijuudom como el Gran Bijuu (Nota: Bijuu es el nombre de un tipo de raza de Kitzunes, en esta historia según yo Blu U~U, por si lo querían saber), el mayor y más poderoso de todos los Kitzune. La venganza sería suya.

El odio fulguraba en sus ojos de rubí mientras se lanzaba hacia la enorme bestia, los colmillos brillando a la luz de la luna. Pero el Kitzune dorado pudo leer sus intenciones y eludió el cortante golpe. Había luchado con éste oscuro antes y conocía su estrategia. Lo rodeo en círculos a su alrededor exponiendo sus nueve enormes colas, que agitaba mientras tensaba sus enormes y curtidas patas cerca del suelo y se lanzó hacia el grueso cuello del oscuro, intentando romperlo, quebrarle la columna a su enemigo.

Chocaron como truenos. Chispas de luz volaron de sus sólidos cuerpos al colisionar, asemejándose a relámpagos de luz para los atemorizados observadores que se encontraban lejos. El final de los chillidos de parto de Hieru fue un débil eco de los Kitzunes batallando mientras bramaban a lo lejos del castillo.

La niña vino al mundo intentando respirar furiosamente, pero había una envoltura sobre su cara. Sacudía sus brazos frenéticamente, sus diminutas manos arañaban la membrana, su pecho se elevaba con furia. (Nota: en la versión original dice: caul en vez de una envoltura, que es un tipo de membrana o resto de placenta que solían indicar que el niño era especial o mágico U~U por si les interesaba, digo…)

Las garras del Kitzune negro rastrillaron el pecho del Kitzune dorado, dejando una enorme brecha. La sangre del Kitzune dorado se vertió libremente mientras, herido mortalmente la sangre comenzaba a tornar su pelaje dorado de un rojo carmesí, caía hacia la tierra perdiendo su conciencia, hacia su certera muerte.

La niña se quedó quieta y Kurenai alcanzó la membrana. Cuando la retiró de la diminuta cara de la niña, el bebé tomó una honda inspiración y gimió, para luego aullar en un refrescante ataque de temperamento.

Los lloros inundaron los sentidos del Kitzune dorado, instantáneamente, mágicamente, curando su cuerpo y hurgando en lo más hondo de su alma. La herida en su pecho ahora solo era una enorme mancha en su fino pelaje que no causaba dolor alguno.

En ese momento, niña y Kitzune fueron uno, unidos irrevocablemente, eternamente.

Abruptamente abrió sus ojos dejando ver su elegante azul convertirse en un dorado que rugía con su nueva fuerza adquirida, su dorado y enorme cuerpo comenzó a regenerarse, lleno de una recién adquirida fuerza se lanzo hacia el frente una vez más. Ahora sabía que podría finalizar aquella vieja batalla. Sabía que podría, finalmente, derrotar a su enemigo, él y aquella asombrosa pequeña. El embravecido Kitzune dorado se catapultó en la oscuridad, desgarrando el brillante pelaje de la vulnerable barriga de su oponente. El Kitzune negro chilló de dolor e intentó retroceder, pero el dorado ahora era implacable, persiguiendo a su adversario a través del suelo iluminado por la luna.

El herido Kitzune negro corrió hacia la seguridad del bosque, intentando desesperadamente escapar de su atacante. El dolor amplificaba sus sentidos en cientos de pliegues y pudo sentir también el regocijo del Kitzune y el bebé. Sabía que era eso lo que lo hacía tan poderoso al combatir. Al momento se dio cuenta de que debería haber destruido también al bebé o haber tomado su poder. Esa noche no podría derrotar al dorado. Esa noche debería retirarse si quería sobrevivir para convertirse en el Gran Bijuu. Esa noche no habría venganza. Sus gritos de desafío y frustración resonaron en el cielo de medianoche mientras huía.

El Kitzune dorado no persiguió al oscuro. Sabía que se encontrarían de nuevo. Por el momento, no podía permitirse dejar al bebé, ni siquiera por la aniquilación de su archienemigo podría abandonar a aquel increíble bebé. Corrió en círculos alrededor de la torre, gritando su triunfo al mundo entero. Y después de asegurarse de que el oscuro no volvería se retiro en silencio hacia el bosque.

Kurenai despegó el último trozo de membrana de la cara de la infanta y la observó atentamente. Unos sesgados y dorados ojos de gata la miraron fijamente, sin parpadear, debajo de una mata lisa y espesa de pelo azul metálico. ¡La diminuta recién nacida sonreía! Kurenai dio un involuntario paso atrás, su mano voló a su boca, y observó a la madre de la niña. Hieru palideció ante la visión de los ojos de su bebé, se santiguó y gimió en voz alta.

— La maldición —sollozó— Ésta es la maldición de mi madre que ha vuelto para atormentarme.

Los ojos del bebé cambiaron lentamente a un suave plateado brillante, pero no emitió ningún lloro de recién nacida. No emitía lágrimas, sino que simplemente miraba fijamente a su madre, observando, esperando.

— ¡Una bruja Kitzune! —susurró una de las parteras mientras cruzaba la habitación y huía.

— Una bruja Kitzune —las palabras resonaron por todo el castillo cuando el suceso del nacimiento de la niña fue repetido de unos a otros— ¡La bruja Kitzune! ¡La bruja Kitzune! —se escuchaba el eco por todo el castillo, resonando como una alarma de un intruso dentro de una fortaleza impenetrable.

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(Osease bruja-zorro si no leyeron el titulo del fic UnU "Blu")

(Aunque lo dudo jeje…^_^ "Yell" o que ¿no confías en nuestros lectores?) .

(No, no es eso solo quería que los que den con este fic, por error o curiosidad, sepan que onda U~U y noten los detalles desde el principio)

(Bueno, si es eso esta bien u.u' supongo ya pueden seguir leyendo)

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Neji, de cuatro años de edad, se aferraba fuertemente al cuello de Reisei (osease tranquila, misma razón que el nombre anterior u.u' y porque esa edad, simple es la del libro original ^_^). Los rugidos de la batalla entre los Kitzune's y los gritos de parto en la habitación de Hieru lo habían asustado enormemente.

— ¿Va a morir como la madre de Hikari (fue el primero que se me vino a la mente ^_^)?

— Calla ahora, niño. Nunca digas ese tipo de cosas, no fuera que pasase y alguien te eche la culpa —Reisei abrazó a su pequeño hijo cerca de su corazón— Además —susurró en su oído— Es demasiado mezquina para morir —Ambos rieron y Neji se acomodó profundamente en los brazos de su madre, su castaña cabeza dando cabezazos de agotamiento.

— ¿Okā -san? —La voz de Neji era apenas un susurro— Si ella muere, ¿Otō-san se casará contigo?

Reisei lo meció durante un largo momento, mirando tristemente la gran chimenea de la cocina.

— No, cariño. Hiashi-sama nunca me hará su mujer. Yo soy únicamente una cocinera, y él es el señor de la casa. No puede haber matrimonio entre nosotros, Neji.

— Pero él es mi padre y tú mi madre. Deberían estar casados, ¿no? —pregunto inocentemente.

— Eso no siempre es así, mi amor —le estrujó gentilmente la cabeza y tiernamente le besó una revoltosa cabellera— No siempre sucede así —lo meció lentamente y miró pensativamente el lugar.

— Pero, Oka-san…

— ¡Shh…! Neji, e intenta dormir. Mañana tenemos mucho trabajo que hacer —le dijo gentilmente para que durmiera.

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La niña, nacida en medio de la furiosa tormenta de Kitzune's, fue llamada Hinata, no por una madre cariñosa, sino por su devoto padre. Ya que Hieru quería un hijo y Hiashi no tenía hijos para heredar sus enormes bienes (si, Hieru descontaba a ese "bastardo" de Neji, según ella, parido por una mendiga cocinera de cuarta, -_-'que feo suena, pero así es T.T ni modo).

Se juró privadamente no preocuparse por el monstruo chillón que acababa de concebir. Era la señora del castillo y otras podrían hacerse cargo de esa tarea por ella. Su labor había sido relativamente fácil, aunque Hieru juró que no volvería a sufrir tal dolor.

La hija de tres años de Hiashi, Hanabi, podía heredar todo aquello por lo que siempre se había preocupado. Odiaba como su bonito cuerpo cambiaba con su embarazo. Y luego de dar a luz a esa... esa bruja. Nunca jamás podría poner sus manos en la niña-bruja. La maldición de su agonizante madre intentó hacerse con su mente, pero la desterró. No. No recordaría…

Hinata había nacido con una membrana rodeándola, y Kurenai, la curandera de Hieru, sabía que aquello significaba problemas. Hasta los criados susurraban.

— Está embrujada. Traerá el desastre sobre nosotros y sobre cualquier persona a su alrededor —susurró Yuki (igual nombre pensado en el momento jeje…) la camarera.

— ¡Mira ese pelo azul metálico! —murmuro una.

— ¡Pelo de bruja! —le aclaro al ver desde la esquina en la que estaban

— ¡Una membrana es el velo de una bruja! — agrego con miedo y asco en su voz.

— ¡Y nació durante una lucha de Kitzunes! — dijo otra de las sirvientas mientras fulminaba con la mirada a Kurenai.

Todas hicieron un movimiento de manos para protegerse del mal y observaron como Kurenai envolvía la membrana en un paño y se lo llevaba de la habitación. Las mujeres presentes suspiraron aliviadas.

Una dura tormenta de invierno se elevó mientras Kurenai transportaba la membrana lejos del sólido y viejo castillo al antiguo bosque que crecía casi hasta las paredes. Mientras caminaba dentro del profundo bosque, un viento cortante y cargado de lluvia comenzó a azotarla.

Kurenai permaneció de pie ante un antiguo cerezo. Un árbol sagrado, pensó. Y un buen lugar para enterrar aquella preciada carga. Recogió una pequeña rama caída recientemente del viejo cerezo y comenzó a excavar un hueco poco profundo en la dura tierra bajo el árbol. Mientras cavaba cantaba en voz baja. El viento curvaba las ramas del cerezo hacia ella como si estuviesen escuchando detenidamente la canción de la mujer.

Debajo del árbol moraba un espeluznante silencio, la cercana tormenta de invierno rugía por todas partes excepto alrededor de la delgada figura que cavaba en su base. El hueco finalmente fue lo bastante profundo, Kurenai recogió el bulto que contenía la membrana, y lo levantó como si se lo estuviese ofreciendo al árbol y dijo:

Al cerezo, al botón y a la flor, les pido sean los guardianes de este precioso regalo.

Que los dioses mantengan siempre a la niña de esta membrana a salvo de todo daño.

Que tú, Anciano árbol de los sagrados, seas siempre un refugio en tiempos de odio.

Que le ofrezcas tu amor y protección cuando surja la necesidad.

Que éste sea un lugar de paz y tranquilidad siempre.

Que compartas tu anciana sabiduría y conocimiento.

Y puedas traerle a su amor, verdadero y eterno.

Si esta es la voluntad de los dioses,

¡Qué así sea!

Se inclinó y colocó cuidadosamente el pequeño bulto en la tierra, y volvió a recoger la vara para cavar. De pronto los relámpagos rajaron el cielo. Los truenos retumbaron en su estela, luego pararon, en un dulce silencio. Cuando se volvió hacia el anciano cerezo, la torrencial lluvia cesó, las nubes se disiparon y, por encima del árbol, una suave y brillante luna llena, ilumino el cielo. La respiración se atascó en su garganta cuando vio un rayo de plata, luz blanca que emanaba de la luna, buscando su camino entre las ramas, iluminando el bulto de tela. Brilló intensamente por un momento. El suave perfume de las flores silvestres de primavera vagó hasta Kurenai en una gentil brisa. La suciedad desapareció lentamente del agujero. Un cálido viento dispersó las hojas caídas del cerezo alrededor del lugar hasta que no hubo signos del reciente disturbio.

El rayo de luna se retiró tímidamente y reinó el silencio. En éxtasis mudo, Kurenai miró fijamente la brillante luna. Gradualmente fue consciente del silencioso crujido del viento. Un inmenso Kitzune dorado se acerco lentamente con gran gracia al caminar y se posó bajo el gigantesco cerezo.

Era de rasgos muy notorios eventualmente era macho y ondeaba nueve colas a su alrededor; su elegancia al andar no se parecía al de ningún animal, el era majestuoso e increíble ante la vista de la curandera que yacía en el frió suelo. Paresia como si flotara delicadamente y ninguno de sus pasos al andar produjo ningún sonido.

Has hecho bien, Kurenai — retumbó la voz en su mente—. Mi hijo estará satisfecho.

— ¿Él es su compañero? —preguntó Kurenai asombrada.

Lo es —El Kitzune acerco despacio su hocico y soplo un delicado aliento rojo, mas parecido al fuego despedido de una fogata que reluce en el oscuro bosque— La profecía se cumplirá —dijo al separarse un poco y observar a la curandera.

Se deslizó tan silenciosamente como había llegado. Con los ojos llenos de lágrimas, Kurenai izo una reverencia colocando sus manos en el suelo en forma de respeto:

— Gracias a ti, Señor de Bijuu-kokuō (Kokuō=rey creo que eso dice literalmente, U-U Según yo "Yell", sino es así denme un zape jeje…ya que me lo merezco). Verdaderamente has bendecido a esta niña especial. ¡Bendito sea!

Kurenai volvió la cabeza hacia el castillo y se asustó al ver la tormenta azotando ferozmente más allá de los límites del cerezo. Había creído que la tormenta había amainado mientras ella estaba ocupada bajo el viejo cerezo. Se detuvo, sólo un segundo, observando el destello de los rayos, oyendo el estallido de los truenos y sintiendo el zumbido del aire mientras el furioso viento azotaba los árboles. Permaneciendo todo sereno bajo el anciano cerezo. Kurenai sonrió y susurró suavemente:

— Será a ciencia cierta una bruja del tiempo —se dijo a si misma mientras observaba el espectáculo.

Tirándose la capucha de su viejo manto rojo sobre la cabeza, comenzó el largo regreso a casa.

Cuando Kurenai estuvo de regreso en el castillo Hyuuga, todo era un auténtico caos.

Hieru-sama se negaba a ver a su recién nacida:

—Ya me ha causado el suficiente dolor —le decía a las sirvientas y damas de compañía— Yo quería un hijo. No tengo nada que hacer con una niña. Lleváosla.

Apartó la cara de su pequeña nueva hija y cayó en un exhausto sueño.

Hiashi Hyuuga oyó la última declaración de su mujer mientras entraba a la habitación. Meneó la cabeza con triste resignación mientras cogía a su hija de manos de las damas de compañía. La acunó amorosamente en sus brazos, mirando fijamente sus maravillosos ojos plateados. Ella lo miró como si dijese: "Todo está bien, Padre. Te tengo a ti. Eso es todo lo que necesito"

— Hinata — murmuró, las lágrimas llenando sus ojos.

Tocó su delicada y perfecta mano y sus diminutos dedos se cerraron a su alrededor.

— Eres la niña de mi corazón y siempre lo serás —murmuro cerca de la cabecita de la pequeña Hinata.

Ella escuchaba solemnemente, como si entendiese cada una de sus palabras. Entonces una dulce y diminuta sonrisa contorsionó las comisuras de su boca, el le sonrió al verla tan linda, pequeña, pura e indefensa…

Continuara…

(Yell: si dejan reviews jeje…^_^)

(Blu: si no ni se preocupen en visitarnos luego)

(Yell: no digas eso T.T luego por que nos ignoran y se olvidan de nosotras [dando sape a Blu]

(Blu: como sea U~U [sobandose la cabeza] dejen reviews, ya que son los que nos dan paciencia de continuar)

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¿Que les pareció? ¿Les gusto mi manera de cambiar las cosas?, de echo estoy aburrida y fue por eso que deje a mis otros yo cambiar esta historia para que fuera un fic especial y espero que lo disfruten como yo lo he hecho mientras ellas editan jeje... Sayō.

Si les gusto dejen reviews, no sean malos, ya que mis otros yo si se molestan y dejan de escribir si no las apoyan en sus travesuras.

Ahora si sayōnara.