Esta historia probablemente carezca de sentido o sea difícil de entender para quienes no hayan leído mi fic Becoming Free.
El nombre de la historia es por la canción que me inspiró a escribir esto, Pitch Black, del dorama Flower Boy Next Door.
Dissclaimer: Ni Harry Potter ni los Vengadores me pertenecen, son de JKRowling y Marvel respectivamente. Yo sólo los uso para divertirme un poco.
"Cuántos trabajos más… cuánto tiempo tomará…? No sé si puedo hacerlo… Incluso si pudiera perdonarme a mí misma… Esto es lo que soy ahora. Y nunca sabrás quién fui antes." La Viuda Negra.
Capítulo 1. Lo que nadie sabe.
Natasha había estado evitándolo desde la batalla contra Thanos, pero justamente en esos días él, que había sido hasta entonces el maestro en esconderse, parecía estar en todos lados.
Ella simplemente no quería hablar con él. Si, estaba feliz de que no estuviera muerto, pero seguía enfadada, y si comenzaban a hablar y discutían entonces ella tal vez intentara matarlo. E intentar matar a Bruce Banner no era recomendable.
Tampoco podía evitarlo por siempre. No mientras él siguiera siendo amigo de Tony – Tony, a quien si no fuera porque Ethan era demasiado pequeño y necesitaba a su padre, ya hubiera matado – y además trabajando para Fury, ambos estaban destinados a cruzarse en cualquier esquina de las oficinas de S.H.I.E.L.D.
Estoy ansiosa, todavía asustada de enfrentarte
Los gestos de tus manos, tu manera de hablar – quiero olvidarlos
- Sólo quiero hablar contigo, Nat.
- Tiene que ser rápido. – dijo ella con frialdad, mirando a su reloj – Debo salir para Francia en cinco minutos.
- Sé que estás enfadada, tienes todo el derecho a estarlo, sólo quería pedirte perdón.
¿Perdón? ¿Luego de haberla abandonado, haciéndola creer que estaba muerto? ¿Luego de simplemente haber echado todo por la borda?
Ella cerró los ojos, respirando profundo.
- Olvidémoslo, Banner. – hizo énfasis en llamarlo por su apellido.
- Nat… - él la miró suplicante.
- ¿Qué es lo que quieres? ¿Qué te diga que todo está bien? No lo está. – y reconocer aquello era lo más difícil que ella había hecho hasta entonces. Reconocer sus propios sentimientos, sus esperanzas que habían sido rotas por él. – Yo me había atrevido… - se había atrevido a soñar con él.
- Tú simplemente no me escuchabas cuando te dije que lo nuestro era demasiado peligroso para ti, y no quería que algo te sucediera… quería protegerte.
- Gracias por tu consideración, pero siempre me he sabido cuidar muy bien yo sola – le recordó. - ¿Y cómo diablos se te ocurrió que podías protegerme haciéndome creer que estabas muerto? ¿Tienes idea de lo que fue para mi?
Silencio. Ella no necesitaba de eso, una persona más que no confiara en ella y en quien no podía confiar… tenía suficiente de aquello en su vida.
Quiero creer que nuestro incómodo encuentro fue sólo un sueño en la mitad de la noche
Eso es lo que pensaré
Natasha dio unos pasos para seguir su camino, pero luego se detuvo.
- Pero es un alivio. Ya que estás vivo, puedo decirte esto – dijo, girándose hacia él. – Vete a la mierda, Banner.
Natasha acabó la misión y luego de reportarse con una llamada a Fury, fue camino al bar del cual Charlie Weasley le había hablado la última vez, mientras pensaba en lo extraño que sería en un par de meses, cuando el directo dejara S.H.I.E.L.D. definitivamente – o al menos eso era lo que él decía. Después de todo, había sido Fury quien la aceptó y le dio un lugar dentro de la organización.
Ser la Viuda Negra desde siempre significó renunciar a otro tipo de cosas: el amor, la familia, amigos… Pero entonces conoció a Clint, y él fue el primero en ayudarla a salir de aquel abismo negro en el que ella se hallaba sumida, sin propósitos propios en su vida.
Dejó de ser una máquina, en cierta forma, para volver a ser una persona. Clint fue su primer amigo, pero después vinieron los demás, los Vengadores. Tony, Steve, Ginny… recuperó la posibilidad de tener amigos. Bruce… por una vez, se había permitido volver a creer en el amor. Así que quizá no pudiera tener muchas cosas que haber sido parte del programa Viuda le había arrebatado, pero había muchas otras que iban llenando, poco a poco, los espacios vacíos.
Y todavía se sentía como si faltara algo.
Tal vez fuera precisamente por el hecho de ver a Steve y a Ginny, y la manera en que ellos habían logrado formar su familia, a pesar de todas las dificultades de quienes eran.
Con el tiempo, ella se estaba volviendo ambiciosa, y empezaba a soñar con cosas que nunca había querido – o no se había atrevido a querer – antes.
El hombre pelirrojo le sonrió cuando ella cruzó la calle hasta donde él estaba.
- Un penique por tus pensamientos – dijo Charlie, que la esperaba en la esquina del bar.
- Podrías pagar un billón de dólares y seguirías sin descubrirlos.
- Bueno, entonces siempre podría recurrir a otros métodos – dijo él con una sonrisa torcida.
- ¿Entonces estarás descansando de tus dragones por toda una semana? – preguntó ella, cambiando el tema.
Charlie le agradaba, como amigo, y no quería que lo arruinara con patéticos intentos de seducción que nunca funcionarían en ella.
- Es una manera de decirlo. He estado toda la mañana reunido con Gabrielle y Buck, pensando en el nuevo método que utilizaremos para reclutar agentes en Europa. – los tres estaban muy involucrados, junto con la ministra de magia de Gran Bretaña, en la apertura de la nueva rama de S.H.I.E.L.D. en Europa -Todo ese papeleo… prefiero, ya sabes, algo más de movimiento, estar al aire libre con mis pequeños.
- ¿Tus pequeños? – Natasha arqueó una ceja – Vaya manera de ponerlo.
Ella sólo había visto una vez a Charlie con un dragón, pero vaya escena fue esa, cuando él apareció junto con Ginny y Gabrielle para ayudarlos a derrotar a Ultrón.
Al principio, estaba segura de que una persona que voluntariamente se exponía a pasar la mayor parte de sus días con esas bestias, no podía estar cuerda. Pero Charlie era del tipo de personas que simplemente amaba la adrenalina, y eso combinado con su amor por esos animales, resultaba en que la crianza de dragones fuera el trabajo perfecto para él. Había algo fascinante en la manera en que él podía hablar de esas enormes bestias mágicas que podrían aniquilar a cualquier persona en una fracción de segundo, como si no se trataran de nada más que mascotas exóticas, cachorros que él cuidaba. Natasha jamás había tenido mascotas, eran demasiado problemáticas.
Al entrar al bar, – el cual tenía un acceso secreto que Natasha jamás hubiera encontrado por su cuenta, pues requería de una varita – ambos se sentaron en la barra y Charlie ordenó Whiskey de Fuego para los dos. Natasha sentía una cierta, pequeñísima, inclinación por ese trago.
- Así que, ¿cómo te están tratando los americanos? – preguntó Charlie.
- Como siempre, arriesgando el pellejo y la paga sigue sin ser buena.
- No suena como un gran plan. Sabes, Rumania es un gran país para vivir. Tranquilo, sin grandes invasiones alienígenas…
Natasha rió.
Él siempre bromeaba con eso, luego de la primera vez que había tratado de abordarla, y ella le había puesto un alto. Pero en cierta forma, ambos eran parecidos, nunca habían aprendido a estar atados a nadie más que a ellos mismos. Tal vez por eso se llevaron tan bien desde el principio.
- Creí que ya lo dejé en claro – dijo, mirando a los brillantes ojos azules de Charlie – no va a suceder, entre tú y yo. No funcionaría. Además, no dejaré a los Vengadores ahora mismo, todavía tengo deudas que saldar. – bajó la mirada, mientras tomaba otro trago de su copa - Mis números todavía están en rojo.
Charlie frunció el ceño.
- Has salvado el mundo tres veces, como mínimo. – dijo él. – Dejaste de estar en números rojos hace tiempo, Nat. Date más crédito.
Él puso una de sus grandes manos sobre la de ella, y Natasha lo miró nuevamente a los ojos y sonrió.
- Hay tanto que no sabes de mí, cariño. Te horrorizaría saber las cosas que he hecho, y entonces tal vez no serías tan rápido en absolverme de mis culpas.
Porque, después de todo, Charlie podía ser un mago y ni siquiera un mago corriente, ella lo sabía. Pero todavía estaba a millones de millas cerca a ser una persona normal, en comparación a ella.
- No soy la persona normal que tú necesitas que sea.
- No necesito que seas una persona normal. Sólo que seas tú.
- Es fácil decir eso cuando las historias de miedo aún no han empezado.
- Ponme a prueba, Nat.
Su teléfono sonó y ella no se sorprendió al encontrarse con un mensaje de Fury. Natasha suspiró y se puso de pie. Salvada por la campana.
- Tendrá que ser otro día. El trabajo me llama.
- Te acompaño a…
- Lo siento, no.
Charlie se quedó observándola mientras se dirigía a la puerta, ni siquiera le había dejado ir con ella. Sacudió la cabeza y sonrió. Oh, Natasha…
Dos noches después, descansando al fin en la espaciosa cama de su vacío departamento, Natasha no lograba dormir.
Cuando la noche negra llega, me pongo triste por lo que puedo borrarte por completo
Pensaba en las otras niñas muriendo, en cómo ella las había dejado morir de hambre. Ella sólo quería vivir, en ese entonces.
Siempre, todas las veces que había tomado otras vidas, las veces en que había apagado para siempre los ojos extraños sin titubear un segundo, ella había hecho lo que hizo porque deseaba vivir. La pregunta era, ¿para qué?
Su vida había sido una constante rutina de poner en peligro su vida para una causa que no era la suya. No había tenido propósitos propios, hasta que llegó a formar parte de los Vengadores.
Hizo de su propósito ayudar a mantener a salvo ese mundo y tantas otras vidas, con la esperanza de que algún día el bien que pudiera hacer por otros compensara en la balanza todo el mal que había hecho antes.
Luego vio a Steve y a Ginny, y pensaba en que ser Vengadores era sólo una parte de sus vidas, y ella comenzó a desear algo más. ¡Pero vamos, era el Capitán América! Él estaba a un nivel de moralidad superior con el que ella no podía compararse, ¿cómo podía aspirar a tener un poco de esa simple felicidad que ellos disfrutaban? Y entonces Tony, sorprendiendo a todos, se casó con Pepper. Si Tony Stark, cuya ética y métodos ella siempre había cuestionado, era capaz de conseguirlo, ¿por qué no podía ella?
¿Es esto amor? ¿Es esta mi codicia? No es tan fácil
¿Por qué?
Pensó en Bruce, en aquel día en que le había propuesto escapar juntos, y cómo luego él simplemente había desaparecido, sin dejar ninguna señal.
Estúpido Bruce.
Si mi oscurecido y quemado corazón es el mismo que yo, no puedo evitarlo
Me estoy asustando, no lo sé
Negro como el carbón
Se acurrucó en su cama, aplastando con más fuerza la cabeza contra la almohada.
De todas formas, ella no era una mujer convencional.
Y el amor no estaba hecho para ella.
