Hola, eh traído esta nueva historia que se me ocurrió, espero les guste a mi me gusta, pero no cuenta jajaja... resulta que vi una de la escenas del capitulo por la televisión y ahí se me ocurrió la historia, no es plagio ni nada, pero una escena me dio la idea, al final les cuento.


En medio de la noche iba corriendo con la larga capa negra, dejando apenas oculto el largo y delicado vestido azul (Que tapaban sus pies descalzos), al igual que su larga cabellera azabache, suelta con algunos rizos rebeldes. Sus metas todos los días eran las misma, esperar la noche y correr por los pasillos del palacio, adentrarse en la parte trasera del inmenso palacio, abrir una puerta de madera vieja: cuando al fin hacia todo ese recorrido agitada, se calmaba, caminaba nuevamente y ahí se encontraba con su fiel amigo, quien siempre hacia "Demasiado" por ella, a pesar de que su vida corría riesgo, pero lo poco que el podía hacer para ella era "Demasiado.

—Gracias Bankotsu—Dijo, luego de calmar su agitada respiración, destapar su rostro, mostrando aquellos ojos chocolates, además de poder observar a simple vista, su clara y suave piel, la que a pesar de haber corrido tanto, no tenía gotas de sudor en ella. Aquel joven de una larga trenza negra, le entrego un velero, con la vela ya encendida, y le abrió camino a la puerta continua, donde un gran pasillo húmedo y de piedras grises, esperaba que una delicada dama como ella, lo recorriera, todas las noches, desde hacía dos años.

—Suerte señorita Kagome y tenga cuidado con su mal humor—Le advirtió el sanamente y cerró la puerta, dejando más alumbrado aquel pasillo, donde ella camino hasta la puerta de hierro, saco de un pequeño saco un manojo de llaves, eligió la correspondiente y abrió la puerta, iluminando el calabozo frió que apenas tenía una pequeña ventana con barrotes, donde un joven algo sucio, con las ropas andrajosas, de larga cabellera azabache y ojos dorados, miraba hacia un lado. Ella se acercó a él, quien la miro con sorpresa, a pesar de saber que ella vendría, queriendo abrazarla, pero sus brazos estaba por arriba de su cabeza, atados con esas esposas, que en varios de sus castigos llegaban a desgarrar y hasta quemar su piel.

— ¡Inuyasha!—Soltó emocionada y lo abrazo, sintiendo su cuerpo apenas cubierto por el frió, luego ambos buscaron los labios del otro y se besaron.

—No debiste venir, eres una tonta, millones de veces te lo eh dicho—Le recrimino el cuándo el beso apasionado se cortó y la joven Kagome eligió otra llave del manojo y lo libero de esas cadenas, que lo mantenían prisionero.

—Acaso no te lo eh prometido hace dos años, recuerda.

—Ha, pero o quiero que te atrapen y te alejen de mi o algo peor—Le reprocho el, pero al sentir el calor que Kagome le brindaba con su reciente abrazo, se olvidó de todo y busco de nuevo sus suaves labios para besarle como hace unos momentos.

— ¿Inuyasha?

—Dime Kagome.

—Me ha contado un…

—Un pajarito llamado Bankotsu, que ando de mal humor ¿Adivine o me equivoque?

— ¿Por qué lo has estado, dime Inuyasha?

—Cosas de hombres, tú mantente al margen ¿De acuerdo?

—Pero quiero ayudarte, sabes que no tengo problema con eso. —Pero el no dijo nada y se aferró a ella con un abrazo, no le diría nada, de alguna manera la haría olvidarse de lo que comento Bankotsu.

Con Kagome era difícil y él lo sabía, tampoco podía abrazarla y besarle hasta que amanezca, pero si evitaría tocar el tema acerca de su mal humor, el cual era más claro que el agua, aunque Kagome no lo viera, él estaba mal humorado por ella, la amaba desde la primera vez que la vio, aun lo recordaba, su padre el rey del palacio, lo había comprado en un precio injusto aquel viejo demacrado que ya no estaba para tener esclavos.

Desde el principio lo maltrato castigándole sin razón, por ser joven e inexperto en los labores que le ordenaba, mas fue su castigo, la primera vez que observo detenidamente a Kagome, eso le había molestado, por lo que lo encerró sin agua y comida, apenas con la luz del sol entrando cada mañana, por la pequeña ventana de este mismo calabozo y desesperándose, al mismo tiempo acostumbrándose a los tres días, donde el sol desaparecía, ocultando luz alguna. Esas tres noches eran seguidas, desde hacía meses, pero hubo al final una distinta, aun lo recordaba, la luz que apareció de repente "Luz de esperanza" se dijo el, creyendo en ella aun, pero eso desapareció al ver a Kagome, que entraba con el velero, aun no sabía que era ella, ya que su cara la tapaba la capucha de la capa negra que llevaba, pero la sorpresa fue aún mayor al verla y saber que era ella. Lentamente se acercó a él, quien la miraba detenidamente.

—Tranquilo, no te haré daño—Dijo con inocencia Kagome y finalmente quedo cerca de Inuyasha, luego de entre sus ropas saco un pañuelo de color crema y con suma delicadeza seco el sudor de su frente, pero en ese mismo instante se quedaron mirando, como jamás se quedaron haciendo con otra persona en sus vidas.

—Una señorita como usted no debería de estar en este, frió, solitario y peligroso calabozo como este, además de estar cerca mío.

—Yo, eh venido a disculparme, por mi culpa se quedó observándome y mi padre lo castigo, si le hubiese hecho caso, quedándome en el palacio, usted jamás tendría que estar de esta manera—Le dijo ella, regalándole su más sincera mirada, logrando que esos ojos chocolates brillaran, al igual que los ámbar de él, gracias a la luz de la vela.

—No se disculpe, fue culpa mía, un esclavo no debe de mirar a una señorita.

— ¡Eso a mí no me interesa, usted está en todo su derecho de mirar a donde se le plazca!—Le dijo ella, queriendo darle confianza a Inuyasha con sus palabras, eso lo sorprendió, de verdad que empezaba a agradar Kagome, era distinta a todos los demás. Pero debería corregirla en un error, que ella tuvo.

—Permítame decirle que un esclavo no tiene derechos—Dijo el con pesar, lo cual era cierto.

— ¡Pero yo no apoyo esas medidas, mientras exista para mi si tendrán derechos!—Le trato de animar aún más ella, acercándose aún más a él.

Miro sus labios, jamás había deseado los labios de una mujer, a un esclavo le era imposible algo así, pero deseaba besar los de Kagome, le era tentador y prohibido, para despejarse subió su mirada, cruzándose con los ojos de ella, esos encantadores orbes chocolates.

Ella subió su mirada ya que de igual manera deseaba besar de los labios del esclavo, jamás había besado a un hombre, pero ese momento era tentador y para despejarse no tuvo mal idea, que mirarlo directo a los ojos y quedar encantada con aquellos ojos ámbar de Inuyasha.

Al mirarse aquella vez se enamoraron por arte de magia, era inevitable, el amor había nacido en ese mismo instante que ambos desearon probar los labios del otro y al decidir mirarse, para apartar ese mutuo deseo. Pero como si fuesen capaces de leer los pensamientos del otro, se besaron lentamente, pero al mismo tiempo, siendo inexperto, encontrando placentero ese contacto, para luego cortarlo y mirarse.

—Debo volver, esta noche no puedo quedarme hasta el amanecer, pero será solo esta noche, prometo que vendré todas desde mañana, sin falta—Dijo ella, besando su mejilla, dejándolo sin palabras y olvidándose de algo que recordó al instante. —Soy Kagome y usted ¿Cómo se llama? No eh tenido tiempo de saberlo.

—Inuyasha—Dijo el, conservando la sensación del beso reciente en sus labios, olvidándose del mundo por un momento y de que él, era un esclavo y Kagome, la hija del dueño de su libertad.

—Creo que no es conveniente que regrese—Dijo el, extrañándola sin que se marchara, solo por mirarla y besarle. A Kagome no le gusto lo que dijo, ella quería venir y ser amable con él, sentía la necesidad, su corazón lleno de bondad se lo ordenaba, además de querer un beso nuevamente. Sin dudarlo se acercó de nuevo a Inuyasha y lo beso.

—Prometo que mañana por la noche, volveré a tu lado… Inuyasha—Dijo ella con firmeza y así lo cumplió durante dos años hasta este momento. Pero pronto todos se lo llevaría el tiempo, dejándolo lejos de su amada, al ser vendido por el padre de esta.

Las cosquillas de los besos de Inuyasha eran mas terribles cada vez, pero pararon en aquel momento que los recuerdos abandonaron su mente y se dio cuenta de lo que hacía.

— ¿Qué sucede Inuyasha?

—Solo me perdí recordando, Kagome—Dijo y sonrió, besando ahora los labios de su amada, que permanecía abrazada a él.

— ¿Qué recordabas?—Curioso ella.

—Cuando me visitaste por primera vez acá en este mismo lugar, trayéndome luz. —Dijo el, mientras se sentaba en un rincón del calabozo, con Kagome sobre su regazo.

—Sí, yo también recuerdo aquella vez—Dijo y ambos se besaron. —Tantas veces te propuse huir luego de visitarte un tiempo largo, al mismo tiempo que forzábamos este amor—Dijo ella, con un leve sonrojo, recibiendo un abrazo de Inuyasha.

—Siempre me negué, era peligroso y aun eras una niña.

—Tú también lo eras—Dijo ella—Pero era preferible morir en el intento de escape, al esperar que sufras como en estos dos años.

—Tú eres más importante que mi vida, alguna vez serás la reina del palacio y ahí sí, me dejaras escapar con tigo—Dijo él y la beso.

—Por qué no ahora, no quería decirlo, pero se algo de la causa de tu mal humor.

—No hablemos de eso, mejor disfrutemos de estar juntos. —Intento desviarla del tema, pero Kagome no se lo permitió.

— ¡Si mi padre sigue con esa idea que invade su mente, por más que grites y patalees e intentes desviar el tema, huiremos juntos Inuyasha!—Lo dijo mientras se había levantado e Inuyasha la miraba serio.

—No escaparemos, ni creas tampoco que me ayudaras a hacerlo. —Se puso más serio y tomo las delicadas manos de Kagome.

—Pero… no quiero que te venda y te alejes de mí, para que sea la reina del palacio, aún faltan años y para ese entonces te abre perdido, tonto—Le dijo entre lágrimas y se refugió en el pecho de Inuyasha, hasta que sus lágrimas pararon. Inuyasha volvió a sentarse en el rincón de antes, con Kagome en su regazo y la beso lo más dulce que pudo.

—A lo mejor este esperando regresar.

—Sabes que si te escapas por tu cuenta, no lo lograras—Dijo ella.

—Veras que sí.

—No, no lo permitiré, quiero irme contigo o al menos ayudarte.

—Kagome escucha, a mi manera es mejor.

— ¡Me niego!—Le impuso Kagome, se cruzó de brazos y miro a un lado.

— ¡Por mi enójate lo que desees, pero me ayudare solo, te guste o no!

—Inuyasha… —Lo llamo, quedando frente de él, mirándose ambos nuevamente. Luego Kagome dirigió sus manos a la camisa maltratada de Inuyasha, desatando los nudos del comienzo del comienzo de esta, luego hizo que se la sacara, dejando al descubierto su pecho que además de tener apenas los músculos marcados, el poseía otro tipos de marcas y eras de los castigos que recibía, mientras trabajaba para su padre. Entonces bajo y fue dejando besos en aquel pecho castigado, Inuyasha quería detenerla, siempre ella hacia eso, pero le era tan exquisito que ella hiciera eso, que tardaba en detenerla, justo en momento que deseaba hacerle el amor.

—Ya no sigas, detente Kagome—Suplico, la cogió por los brazos, la beso con un beso encendido de pasión.

—¿Por qué…? Deseo que lo hagamos Inuyasha.

—Yo igual… pero este no es lugar—Le dijo, beso su frente, se colocó nuevamente la camisa y la abrazo contra él. Así se quedaron dormidos, apagando el deseo de hacer el amor, con aquel sueño, que al amanecer se cortó, cuando Bankotsu le aviso que debían separarse.

Inuyasha volvió a su lugar, encadenado con sus brazos arriba, Kagome no pudo mostrarle su mirada de dolor al verlo así nuevamente, así que solo miro a un lado, se recuperó y con una sonrisa se despido de su amado Inuyasha. Al estar fuera, lejos de Inuyasha nuevamente, le pidió un último favor a Bankotsu.

—Debo pedirte un favor, Bankotsu.

—Usted dirá señorita Kagome.

—Esta tarde, debes ayudarme a salir con Inuyasha, no será un escape, solo quiero enseñarle un claro del bosque, le hará bien.

—Está bien señorita, pero me temo que no podrá ser seguido—Le afirmo él.

—Lo sé, lo sé, tu solo despejarme el camino y prepara un caballo para ese momento, hasta la tarde. Así Kagome se fue a las corridas nuevamente, atravesando los pasillos del palacio, llegando a su habitación, colocándose rápidamente su camisón y metiéndose a la cama, antes de esconder su vestido que estaba un poco sucio, por el lugar donde estuvo. Otra vez se quedó dormida, pensando en Inuyasha y en lo que tenía planeado regalarle en ese claro del bosque, que era su escondite.


La sorpresa tendrá un ingrediente extra, si lo desean un Lemon, lo que seguirá luego puede suceder con o sin el lemon, pero ustedes eligen.

Como se me ocurrió la historia.

Resulta que vi una escena de una novela, solo un fragmento, donde una reina iba a visitar a su amado que era un esclavo al calabozo y ahí lo besaba, pero termino ahí, ya que era parte de lo que mostrarían una sola vez, no se trate de eso la novela, pero a mi me vino la idea, ademas de que ya tenia una parecida, pero no con el desenlace que tendrá esta luego.

Listo explique, espero su opiniones, sean buenas o malas, sean consejos o no, no obligo a nadie que lo haga, solo espero que les guste la historia.

Sayonara :D

un capitulo por semana, si es que esto tiene exito n.n

26/09/2013