Nuntius ex anima: ¿Cómo quieres que te recuerden?
La aurora franqueando entre las ramas del árbol frente a la ventana y mi rostro fatigado con aquella secuencia de imágenes que me desvelaron esa noche completa, apenas las puedo ocultar entre el maquillaje. Rozo con mis tibias manos mis labios bermellón, evocando de esa manera el primer beso. Busco su bálsamo fresco de notas florales de bergamotas y lavanda en los pliegos de sus cartas que ya se han tornado amarillentas con el pasar implacable del tiempo, que no tiene piedad, del amor que estaban esculpidas en ellas. En el indefinible misterio de estos ojos cafés tras las gafas, desentrañando la congoja y melancolía que surgen repentinas en mis lágrimas, fieles compañeras de estos dos largos años. De alguna manera he aplacado la aflicción con mis estudios, los quehaceres como maestra de primaria y el cariño que siempre me renueva de todos los alumnos. Hoy es distinto, me doy el permiso de sucumbir en la tolvanera de esta nostalgia que me despoja de la paz; y es que sigo sintiendo que nunca más volveré a amar a nadie, avasallada a renunciar, a volver a sentir y a creer en el amor.
Me espera la visita de mis amigos: Candy, que sigue trabajando como enfermera; Albert, que continua a la cabeza de la familia Andley; Annie que tras terminar con Archie, volvió a recuperar la fe en el amor de la mano de un joven millonario y ahora está pronta a casarse; y por supuesto, Archie, que ya tiene una nueva relación que se proyecta muy bien a futuro. ¿Por qué vienen hoy? ¿Por qué acepté ir con ellos a esa exposición? Es el cumpleaños de Stear, hoy se cumple un año más sin sus divertidos inventos, alegrías y sonrisas. El ángel de la muerte me ha despojado de su compañía, se fue llevando los retazos de mi alma y corazón con él.
Decido dar una vuelta por las calles de Florida. La primavera de ese día me invita a sacudir esta angustia que me asfixia. Camino cabizbaja, con la brisa elevando el aroma de las rosas, magnolias y petunias que adornan ese concurrido parque. Preguntándome en el mutismo de mis labios y a solas con mis pensamientos: ¿Cómo querría Stear, que le recordase hoy? Mis lágrimas empañan mis ojos y frente a mí se cruza un joven que entrega en mis manos una hoja de papel que recibo por inercia.
—Es una poesía. La comparto con las personas del parque. ¡Qué tenga buen día! —dice y se desvanece entre el tumulto de las personas.
La leo y poco a poco se convierte en la respuesta que minutos atrás me formulé.
—¡Hola, Patty!
La voz de Archie me sobresalta y recuerdo la cita que teníamos pendiente con él y las chicas, desde que murió Stear se las ingenian para acompañarme en estas fechas.
—¡Hola, Archie! —respondo con una tímida sonrisa.
—El portero de tu edificio me dijo que estarías dando un paseo por el parque —dijo sentándose a mi lado en el escaño.
—Sí, yo… lo necesitaba… es el día ¿no? —digo con pesar.
—Entiendo, pero no quiero que estés triste.
—Lo sé.
—Habíamos quedado en juntarnos a ver esa exposición de pintura con Candy, Annie y Albert. ¿Lo recuerdas? —pregunta y yo asiento —. ¿Te gusta la pintura? Porque hay cosas que yo no entiendo mucho y deberás explicarme… —se levanta y me ofrece su brazo amigo, no tengo opción de rechazarlo, sé que esa invitación es un acto de esperanza. Caminamos.
—Sí, entiendo algo. Pero…¿Qué pasó con tu novia? —pregunto al verlo llegar solo, mientras guardo en mi bolsillo el pliego de mis oraciones esbozadas en ese poema anónimo.
Jacqueline, es la joven adorable que conquistó el corazón de Archie y que ya era parte de nuestro grupo.
—¡Ah! Jackie está bien. Te envía saludos, no vino porque tenía que cuidar de una tía —me responde con una sonrisa y subimos al auto que tenía estacionado cerca.
Cuando llegamos a la exposición, mis dos amigas: Candy y Annie me saludan con efusividad que comparto. Las cartas que nos escribimos no son suficientes para tanto que tenemos por contarnos, sobre todo las últimas noticias de la relación entre: Terry y Candy, el amor de ellos venció los obstáculos y están intentando rehacer el camino truncado. Yo puedo vaticinar en los ojos verdes de mi amiga, que lo lograran. No pudimos continuar con la conversación y confesarnos tantos secretos porque el dueño de la galería comenzó con un discurso:
"Estimados amigos, público, prensa en general, les agradezco que estén esta tarde aquí. Quiero explicarles cómo será el funcionamiento de la presentación de las obras que ustedes verán: En cada cuadro hay un sobre celeste que contiene el nombre del autor, quien quiera conocer al pintor deberá dirigirse con ese sobre al salón que está a su derecha, donde tengo reunidos a los creadores. Allí le darán el sobre al encargado que lo abrirá y lo llamará; cuando el artista se acerque deberán detallarle lo que han visto para que pueda reconocer de cual obra le están hablando, ya que ellos no tienen la noción de cuál ha sido seleccionada y exhibida por esta galería… es un misterio absoluto.
¿Cuál es mi intención? Atraer al público que carece de conocimientos específicos de arte; que aprendan que detrás de un lienzo se han plasmado sentimientos, emociones y un sin fin de sensaciones, que puedan conocer al pintor e indagar qué lo motivó a pintar, alaben o critiquen su talento y le den sus comentarios al respecto. Finalmente quiero que cuando vayan a alguna otra galería, no adquieran una pintura solamente porque está de moda, sino porque despierta algo en ustedes. Ahora les doy la bienvenida al público, a la prensa…a todos, a que disfruten, sientan, vivan y se emocionen con la maravilla que es la pintura. Adelante, por favor".
El hombre bajó del podio siendo ovacionado y fotografiado por la prensa, quitó el cordel que impedía el paso y la gente comenzó a ver las obras en ese sendero que estaba delimitado por una amplia alfombra roja.
—Qué manera más extraña de mostrar las obras. ¿No creen? —comentó Candy divertida por la idea y guiándome del brazo.
—Sí…en realidad, es primera vez que escucho algo así —acotó, Albert.
Ambos admiramos el mismo cuadro: un hermoso paisaje, el contraste de sus colores, la textura cálida y el ocaso reflejado en medio de un lago.
—¿Les gusto?... —nos pregunta Candy con su sonrisa de siempre.
—Sí. Qué bella armonía de colores —intento alcanzar el sobre, pero otro hombre lo hizo antes y se fue con eso a conocer el pintor.
—No pudiste alcanzar el sobre. Veamos si hay otro que nos guste —invita Annie a seguir por esa larga fila de arte.
—La forma de dar a conocer a un pintor, es casi como una cita a ciegas —comentó Archie.
Se detuvo frente a una llamativa pintura. En medio de unas dunas, el dibujo en trazos ágiles de una mujer sentada en un oasis.
—Es cierto, pero igual es interesante tener la oportunidad de conocer al pintor. Mucha gente compra los cuadros nada más porque sí o los adquieren porque son caros sin comprender en base a qué fue pintado, cuál fue la fuente de inspiración…A mí me parece buena idea. Estos cuadros tiene una historia…así lo dijo el señor del discurso —opino.
Voy recorriendo con mi mirada esos cuadros, esbozos intangibles a la mente humana, otros son paisajes con un realismo increíble: unos caballos en medio de unas praderas, una mujer mendigando en las calles de Nueva York. Todos los cuadros iluminados por una tenue luz blanca, proporcionándoles un toque mágico al descubrir el talento esculpido en esos oleos.
Mi bolso cae al suelo y lo levanto, apoyo mi mano en aquella mesita que contenía el sobre celeste, otra mujer le había gustado el cuadro, pero al verme desistió. Quise aclarar que estaba en un error, pero al levantarme y clavar mi vista, mis ojos descubren algo increíble y las lágrimas se convierten en un piélago de emoción. Siento el latir acelerado de mi corazón, la pena me enmudece y estoy completamente estupefacta ante la imagen que se develaba frente a mí casi como un espejismo del dolor.
Allí en ese lienzo…un joven sentado en una cafetería con un traje de aviación, en sus manos sostenía una carta, sonreía con sus cabellos al viento y de fondo unas calles de Francia, se veía perfecto su rostro era: Stear…mi Stear. No solo yo estoy muda de la impresión, sé que también lo está: Candy, Annie, Albert y hasta Archie. Mis gafas reflejan la sonrisa del amor de mi vida, como siempre hubiese querido recordarle en mi mente. El amigo, primo y hermano, estaba frente a nosotros… el único recuerdo de los días que vivió antes de morir. Sentimos la cercanía del alma de Stear en ese pedazo de tela a centímetros del toque de nuestros dedos.
—¿Qué? ¿Q - Quién… quién… hizo esto?… ¿Quién? —titubeo sin poder contener mi llanto.
—Patty, tranquila…averigüémoslo —me sugiere, Albert, buscando a su alrededor.
—Vamos a conocer al pintor —Archie tomó de mi mano, soy yo quién lleva el sobre, no nos importa ir en caravana hasta la puerta donde estaban los pintores.
—Aquí está el sobre... Señor —le digo con urgencia que me consume.
—Bien. Déjeme ver….aquí dice: Kenneth Dutton…. ¡Kenneth Dutton! —la voz del hombre llamando al pintor se hace eterna.
Llevo en mi cabeza tantas preguntas. ¿Era posible que él las escuchara? ¿Que supiera cuánto sufría por su pérdida? ¿Qué continúo extrañándole? ¿Qué me hubiese gustado tanto saber si pensó en mí?
Yo me empinó para verle, estaba lleno de personas, entre esa gente se abrió paso: un joven alto, ojos azules, cabello oscuro, con una sonrisa amable y muy bien vestido.
—Buenas tardes… Yo soy Kenneth Dutton.
—…Buenas tardes —respondió Candy.
—Creo que ahora ustedes deben decirme cuál de mis obras vieron…Yo no lo sé, así que deben describirla… —explicó sin entender nuestros semblantes.
Todos guardaron silencio, es un claro permiso para que yo intervenga.
—Tú… has pintado…a la persona… a la persona que mas amé en mi vida…—es lo que balbucea mi alma y sé que debo describir lo que vi. Pienso —. Él estaba sentado en un café leyendo una carta…con unas hojas, tal vez con la intención de escribir algo…estaba…. ¿feliz? —mi última frase se convirtió en una pregunta, quería que él me la respondiera.
—Ya sé cuál pintura se refieren… es: Stear, el chico norteamericano… Sí —me sonrió, pero al verme llorar, de forma gentil me extendió un pañuelo que yo recibí avergonzada.
—¿Lo conociste?... ¡¿Dónde?!¡¿Cuándo?!...por favor… dinos cómo —preguntamos todos a la vez.
—Tranquilos. Sí, lo conocí…Yo…¿Podríamos sentarnos aquí? —sugirió señalando una mesa cercana a la ventana y al sol que se despedía de esa linda tarde.
—Necesito que nos cuentes… por favor te lo pido —le ruego sintiendo la mano de mis dos amigas que me acompañan y se los agradezco con una sonrisa.
—De acuerdo.
El pintor me observó estaba descolocado, tal vez no esperaba que ese cuadro emocionara tanto. De inmediato comenzó a relatarnos la historia:
"Yo nunca había estado en Melún, pese a estar cerca de París. Tenía todo listo para irme esa misma semana; sin embargo con otro de mis amigos nos quedamos por un tiempo más. En una de mis clases debía retratar lo que llamara mi atención; en ese momento, estaba cansado de buscar una fuente de inspiración que fue el porqué llegué ahí, me senté en un café y vi a ese joven leyendo unas cartas. Una al parecer estaba perfumada porque él la olía con una gran sonrisa y hablaba solo, para luego intentar escribir en esas hojas. Le oí hablar así que presumí que no era necesario hablarle en francés, me decidí a pedirle su autorización para pintarlo.
—Hola, me llamo Kenneth —saludé extendiéndole mi mano.
—Hola, yo soy Stear —me respondió muy amable.
—Yo soy pintor, estoy en una de mis clases y me gustaría pintarte así como estás… —le pedí algo incómodo.
—¿Si? Vaya, nunca han hecho un cuadro de mí… Está bien… ¿Tengo que quedarme tieso? —me dijo sonriendo y le respondí que no era necesario.
Así fue que comencé a hacer la pintura con él mientras continuaba escribiendo esa carta. Su sonrisa…la que tenía en ese minuto, era porque le escribía a su novia, hermano y amiga.
—¿Sabes?… ellos deben extrañarme mucho, yo también los extraño…Sé que no pueden comprender por qué razón me vine aquí a pelear en una guerra que no nos pertenece ya que yo soy norteamericano —contó mientras yo le pintaba.
—¿Si? No lo entenderán porque son tu familia y te quieren…es peligroso estar aquí —le respondí continuando con lo que hacía.
—Es cierto…Ahora le escribo una carta a mi novia, se llama: Patty, es la chica más dulce y linda que he podido conocer, es un poco tímida pero me gusta que sea así…es la primera mujer a la que quiero tanto…creo que debería colocar eso en la carta. A las chicas les gusta que uno exprese abiertamente sus sentimientos. ¿No es así? —preguntó y yo asentí.
—Patty… lindo nombre ¿Y qué hace? —pregunté con la intención de que sus ojos se iluminaran de la misma forma como cuando la nombró.
—Estudia para ser profesora, es muy inteligente, no me cabe la menor duda que será una gran maestra…Usa lentes como yo, pero eso no me importa porque para mí es la chica más bella del universo…sus mejillas se sonrojan cuando ríe… —contó y a la vez terminó de escribir la carta sellándola con un beso, para continuar con otra.
—¿Y ahora a quién le escribes? —le pregunté curioso.
—A mi hermano: Archie, ese tonto… He tenido que cuidarle toda la vida, siempre tan peleador y metiéndose en cada problema. ¿Sabes? es un buen hermano a pesar de todo, lo quiero mucho. Yo no sé por qué razón uno no dice lo que siente cuando debería hacerlo todo el tiempo…Eso le colocaré en esta carta, que le quiero mucho y extraño para confidenciarle mis cosas —lo apuntó en aquellas hojas con gran orgullo.
—¿Es tu hermano menor? —le pregunté interesado en su relato.
—Sí, yo soy el mayor por año, estudiamos juntos y en verdad poco nos hemos separado. Mi hermano es también mi mejor amigo, debo sentirme bendecido por eso. ¿Quién tiene un hermano y a la vez un amigo? —sonrió nuevamente y agregó algo más a esa carta que luego cerró con suaves toques de sus manos.
—¿Seguirás escribiendo? Sí que eres bueno para redactar tantas cartas —le dije viendo que sacaba otra hoja.
—Y sí, ahora esta carta es para mi mejor amiga, una chica pecosa…es enfermera y espero que sea muy feliz en su vida, no ha tenido suerte. ¿Qué puedo escribirle?...Le preguntaré si le ha funcionado "la cajita de la felicidad", es un invento mío, afortunadamente funciona. Tiene una melodía única, ya que un chico que conocí en Chicago que tocaba el piano, me dio la partitura; creo que era una composición propia y la tituló: "Felicidad"…por eso el nombre de la cajita. Le estaré muy agradecido por eso. Recuerdo que él me dijo: "Las personas se recuerdan por su aroma, por la música que les rodea, por sus ojos… las ventanas del alma y la sonrisa el reflejo de su esencia" ¡Tiene razón! Porque cuando estoy triste, solo, en medio de este campo de batalla y quiero recordarlos se vienen a mi mente el perfume de Patty, la melodía que le gustaba bailar a Candy y la sonrisa de mi hermano… —continuó escribiendo en silencio por largo rato.
Le pinté lo más que pude, fueron alrededor de 3 horas que pasaron sin percatarnos de nada, ni siquiera del frío de ese invierno. Ya tenía lo principal esbozado en ese lienzo: su mirada, sonrisa, sus manos con aquella carta y de fondo las calles de aquel café, lo demás era retoque. Mientras él tararea la melodía de esa cajita, fuimos interrumpidos por un grupo de amigos de él, que le llamaron, debía irse, así que se despidió de mí. Nos deseamos buena suerte y antes de dar el último vistazo al cuadro me dijo:
—¡Vaya!, ahí en ese cuadro está esbozada mi alma…así quiero que me recuerden. Eres un excelente pintor, adiós —se despidió y corrió con todas sus cartas echándolas a un bolso.
Yo me fui a los días después y nunca más supe de él, aunque intenté buscarle me acordé que nunca supe su apellido. Sólo me enteré que debía volar en su avión de combate al día siguiente".
Kenneth, nos relató cómo le conoció y las fechas concordaban, fue la última persona que vio y conversó con él antes de que su avión fuese derribado en la guerra por los alemanes, en ese triste episodio que marcó el comienzo de la guerra de las trincheras y el final de mi alegría. Ya no tenía sólo unas marionetas, sus cartas y recuerdos, muchos de ellos compartidos. Cada uno talló en las memorias de sus oídos las palabras de Stear que nos estaba regalando, la respuesta a ese poema, que fue mi plegaria por tanto tiempo…
—¿Qué fue de Stear?... ¿Ya volvió de la guerra? —preguntó Kenneth sin imaginarse nada.
—S- s- sí…él…él… murió hace meses…su avión fue derribado… —balbuceo Archie con mucho dolor.
—¿Qué?
—Yo soy su hermano, Archie…Ella es su novia, Patty y ellos son sus amigos: Candy, Annie y Albert… —respondió, Archie.
Hace una presentación con los ojos cristalinos, me conmueve su pena, sé que no se comparan con la mía…Yo perdí un novio y él a su hermano.
—Yo… lo siento… de verdad…Yo no lo sabía —dijo, Kenneth. Se descolocó ante la noticia.
—No, nadie podía adivinar esto… —Candy estaba emocionada tanto como lo estábamos todos.
—Pero… yo… quiero que esto sea de ustedes… —nos dice el joven con una sonrisa se desprende de su obra con una generosidad que me estremece.
—¿Cómo?... este… ¿Cuánto quieres?... No puedes regalarlo así… —preguntó Albert dispuesto a pagar la suma que fuera por ese cuadro.
—¿Podrían esperar un poco por favor?… —todos esperamos en silencio
Sentados en esa mesa, el salón se desocupa en esa espera de no más de media hora y al levantar la vista aparecen dos jóvenes: uno es un pianista que se instala a tocar la melodía de la cajita que estaba malograda. Es un improvisado homenaje, donde el pintor con el cuadro en sus manos se acerca a mí, una cinta roja lo adorna y es el mejor regalo que pueden darme.
—No quiero nada por la pintura…es tuya —me dice.
La recibo con mis manos temblorosas y el nudo en mi garganta ahogando mis palabras.
—Gracias… muchas gracias —es todo lo que puedo decir. Si miro a mí alrededor los demás están tan impresionados como yo.
—¿El cuadro tiene nombre? —le pregunto sin saber como más agradecer a su generosidad.
—Sí… se llama: "Nuntius ex anima"… —me dice con una sonrisa.
—Es latín… —comenta Candy y el joven asiente.
—¿Qué significa?... —pregunta Albert y Archie.
—No necesita traducirlo… —interrumpo —. Ésta mañana llegó a mis manos un poema en el momento en que pensaba como recordarlo… intentando lograr que ese dolor dejara de una vez mi alma…si me permiten lo leeré —me levanto y lo leo.
Ya no quedan melodías alegres
que avengan nuestros cuerpos en un suave vaivén.
Ya no quedan las fotos inéditas
que mis ojos ya no hayan memorizado.
Ya no quedan fieles ilusiones
que alimente mis días y calme mis desvelos.
Ya no quedan primaveras
donde vuelvan a renacer mis votos de amor eterno.
Ya no me queda el aroma de tu perfume,
se ha desvanecido entre mis dedos.
Ya no queda el rutilar de las estrellas,
testigos de tu partida
en ese cielo que se ha llevado tu vida.
* . * . * . * .
¿Dime cómo quieres que te recuerden?
Dame la señal para saber cómo recomenzar
en esa vorágine que sucumbe mi alma,
saturándolo de incertidumbres.
En la vertiginosa condena de necesitarte
sin poder sentirte aquí a mi lado.
Con la agonía que me mata día a día.
Dime, tu amor…
¿Cómo quieres que te recuerden?
Noto a medida que avanzo en esas palabras, en el semblante de mis amigos que ellos ya tienen la interpretación. Al mirar ese cuadro con la efigie de nuestro amigo, novio y hermano que estaba en medio de esa sala. ¿Cómo quería ser recordado Stear?...la respuesta estaba ahí.
No hubo problema para saber quien se quedaba con el cuadro porque el pintor hizo tres copias idénticas al alma de Stear. No sé que mas podía pedir de la vida que en un revés me enseñó que hubiera cometido el peor error si hubiera atentado contra mi vida, porque me deparaba mas bendiciones y que tan sólo debía dejar que pasara un poco más de tiempo. Kenneth, fue quien me lo enseñó con la paciencia de su amor, él fue parte del regalo de Stear, en esa cadena de milagros que comenzó con un poema y terminó con la nueva oportunidad de amar. De la mano del destino se convirtió en mi esposo….
"Dios existe, de sus manos emana el manantial de la vida, la resignación y el perdón. No creía en los ángeles; sin embargo en la penumbra de mi infinito dolor comprendo que personas extrañas son sus servidores, que entregan su mensaje para que puedas interpretarlo. Nadie está solo, nada es eterno en esta tierra y todo es perdurable si se recuerda con amor. Los seres queridos que se marchan buscan la forma de apaciguar tu aflicción, sólo tienes que abrir tu mente y corazón para escucharles decir…que nunca te abandonaran".
Fin
Notas de autor: Ahora este minific, fue el que se convirtió en un capítulo de "Tiempo de respuestas". El poema es de mi creación y se llama: ¿Cómo quieres que te recuerde? La frase del final es parte de otro poema mío. El título del cuadro "Nuntius ex anima" significa: Mensaje del alma y una vez más es latín. El hermoso fanart que tengo el honor de exhibir aquí, es de Gisela Gil. Muchas gracias por tan lindo regalo, no sabes cuán importante fue para mí esto.
Con el tiempo (años después de haberlo escrito) di con la música ideal para este minific es: "The aviators"(extended version) – Helen Jane Long. Escúchenlo es un tema precioso.
Que mas puedo agregar…Stear era uno de mis personajes favoritos y me dio una pena enorme que muriera en la guerra. Me tomé la libertad de darles un final feliz a Patty, su novia, a su hermano Archie y a sus amigos.
Permítanme que les dedique este humilde poema transmutado en un minific, a todos quienes han sufrido una lamentable pérdida…Gracias por leer.
Ladyzafiro
