Amnesia

Resumen.

"No quiero enterrar en mi memoria las cosas que no te dije ayer. No podre borrarlas sin reconocer que tras la duda no lograre avanzar y porque sé que ya no habrá otra oportunidad para mis anhelos alcanzar. "

Capitulo 1. Ansiedad.

Shion miro la probeta con recelo. A últimas fechas no lograba concretar sus ideas, era como si le faltara algo, pero no cualquier algo, sino con un alto grado de prioridad que ahora todo su ser se negaba a dar un paso sin aquello. Sin embargo, por más que lo intentara no lograba rememorar que era eso tan importante.

Dejo de mirar el experimento en que trabajaba y dejo caer su cuerpo sobre la silla giratoria con desgano, era inútil empecinarse en continuar cuando a todas luces su cerebro se negaba a cooperar. Dio un suspiro hondo antes de mirar por la ventana, los colores del crepúsculo ya pintaban el cielo de dorado y carmín.

Con extraña nostalgia encendió el aparato de sonido escuchando la tenue melodía de un piano, cerró los ojos y por anormal que parezca, con gracia se puso en pie para comenzar a danzar.

Levanto el brazo izquierdo rodeando el cuello de su pareja imaginaria, quien según la posición debía ser más alto que él, su mano derecha se colocó cómodamente sobre otra que no existía más que en su mente y su ritmo se acoplo al de ese alguien que tiraba de su cintura con elegante delicadeza.

Dio unos cuantos giros por la habitación mirando hacia la nada, ahí en donde seguramente deberían estar los ojos de su acompañante.

—Grises—. Susurro sin darse cuenta. —De un gris brillante y frio como el acero—. Continuó diciendo cada vez mas perdido en sus pensamientos. Una imagen llego de pronto, cabellos azules mecidos por el viento, rasgos hermosos acentuados por una sonrisa cínica, una voz seductora que lo llamaba a la distancia y…

Varios golpes apremiantes en la puerta borraron cualquier cosa que estuviera en su cabeza para regresarlo a la realidad, meneo la cabeza saliendo por completo de ese estado de letargo en que se sumió y sin poder recordar lo que había estado haciendo. Dos llamados más se escucharon y Shion por fin reacciono, se sentía pesado, como cuando te despiertas bruscamente de un sueño profundo y por un instante pierdes la noción de todo, al punto de casi tambalearse porque su cuerpo no llega a coordinarse.

—Shion. Shion, ¿estás ahí? — La voz del otro lado se escuchaba preocupada.

—Sí, sí, aquí estoy Lear—. Contesto lo más fuerte que su garganta se lo permitió.

La puerta se abrió bruscamente revelando a un joven de piel blanca y cabellos negros, que con semblante preocupado lo envolvía entre sus brazos.

Hacía más de un año que mantenía una relación con Lear y aun no se acostumbraba a su toque, ni que decir de sus besos, los cuales sentía algo obligatorios y sin chiste. Aunque en realidad jamás había besado a nadie además de él por lo que no podía comparar.

Su madre parecía estar hasta cierto punto cómoda con el joven pelinegro pero de vez en cuando la notaba mirándolo con cierto aire de recelo. Quizá debido a que era un hombre y ella esperaba que terminara enamorado de Safu. Pero su amiga de la infancia se había casado hacia cuatro meses con uno de sus tutores en No. 5 así que por ese lado podía sentirse tranquilo y aunque solo fue por vía correo agradecía que ella se hubiera molestado en ponerlo al tanto de su matrimonio.

Ahora bien, su vida trascurría tranquila y aquel incidente de hacía cinco años atrás cuando fue acusado de un atentado terrorista y su posterior huida al bloque Oeste ya casi estaban en el olvido, los detalles se desvanecían de su memoria y no se forzaría por retenerlos; aunque tal vez la razón principal era que tenía demasiadas lagunas mentales con respecto a ese periodo de tiempo, por ejemplo… ¿Cómo había escapado de No.6? ¿En donde vivió? ¿Cómo fue que encontró información del centro penitenciario?

Recordaba a la perfección su trabajo lavando perros, pero no quien le pagaba, a los recolectores y sus constantes acosos sexuales. Al señor Rikiga y sus ofertas recurrentes para enlistarlo como uno más de sus trabajadores. Nunca aceptaría prostituirse, prefería mil veces morir de hambre.

—Shion ¿en qué piensas? Cuando te quedas mirando a la nada siento como si me abandonaras—. Susurro sensualmente contra su olido Lear.

—No es nada importante. Lear, ¿no importa lo que haga tú me amaras siempre?

—Siempre mi bella flor—. Contesto galante depositando un tierno beso en el dorso de su mano.

—Lear ya no quiero pensar en el pasado. Hoy estoy aquí a tu lado y no quiero perder nada importante, por eso yo… acepto.

Lear inspiro profundo conteniendo la respiración, debía ser un sueño. —Quiero comprobar que no me estoy equivocando. ¿Acabas de aceptar?

—Si Lear, me casare contigo.

Lear soltó el aire que hasta ese momento contenía, deseaba lanzar fuegos artificiales, tanto tiempo esperando y al fin hoy su deseo más anhelado se hacía realidad.

—No habrá día que no te venere, Shion voy a dedicar mi vida a hacerte feliz. —Dijo levantando al chico peliblanco entre sus brazos. —Seremos muy felices.

Shion asintió pero… no estaba feliz. Una lágrima recorrió su mejilla y su corazón se estremeció con tal dolor que incluso tuvo que apretar su pecho. ¿A qué se debía ese sentimiento? ¿Por qué dolía tanto?

&&&[…]&&&

Nezumi arribo al aeropuerto de No. 6 a eso de las seis de la mañana, el sol aun no salía y había relativamente pocas personas. Hacía cinco años que se había marchado dejando detrás de si únicamente un beso que no era una despedida, porque él mismo le hizo prometer a Shion no habría más de esos, era una promesa de que volvería cuando fuera tiempo.

Shion ahora debía tener veintiún años, sería todo un hombre y ahora si podría creer en esas palabras que en antaño tanto repitió y confiaría en que sería lo suficientemente maduro para poder controlar aquellas emociones negativas que le daba miedo ver reflejadas en sus ojos carmesí y aún más presenciar el punto al que llegaría, el amor era un arma de doble filo que no cualquiera podía blandir.

Shion era puro, inocente y enteramente sincero, por eso sus emociones lo toman por asalto sin permitirle ver sus actos y medir consecuencias, se odiaría si por su culpa el peliblanco hacia alguna imprudencia de la que luego se arrepentiría.

Por eso su lejanía, pero ya no más, ahora a cinco años de su separación creía firmemente que podían volver a comenzar, quería una vida nueva llena de cariño y sonrisas como las que solo Shion lograba entregarle y que le llenaban. Había estado en un sinfín de lugares y conocido a miles de personas, pero ninguna ni remotamente logro producirle ni la milésima parte de felicidad que sentía cuando la pequeña majestad le daba la bienvenida.

Ansiaba tanto verlo, tenerlo entre sus brazos y volver a probar esos labios cuyo sabor asemejaba al más dulce néctar.

—Disculpe puede mostrarme su identificación.

Nezumi miro sobre su hombro, un uniformado le extendía la mano en espera de lo solicitado.

—No tengo. Hasta donde se ya no es necesario un carnet para entrar a No. 6.

—No para los residentes oficiales de otras ciudades, pero si para los expatriados.

Nezumi frunció el ceño, ¿Qué era eso de expatriados?

—Señor, si no tiene identificación me veré en la penosa necesidad de arrestarlo.

Nezumi retrocedió un paso colocándose en guardia, si intentaba ponerle una mano encima lo mataría a golpes.

Continura…