Magi y sus personales le pertenecen a Ohtaka Shinobu.


Qué decir; tengo un exceso de imaginación —a pesar de mis pendientes— y estos pobres bebés han sido mi blanco para escribir porque la OTP exige atención. No diré que lo lamento, sólo que esto no va a dejar nada bueno en un futuro, ya lo puedo ver xD.

Advertencia; pueden haber dobles sentidos y algo de OoC en este fic. Pero pronto sabrán por qué Judar actúa eh... bueno, ya lo verán, no quiero matar la sorpresa.

También aviso que serán capítulos muy cortitos porque originalmente quería hacerlo un one-shot pero me gustan más escribir fics de varios capítulos (además de que aún nolo termino, pero si hago desidia se quedará abandonado, lol).


JUDAR-CHAN.

1.

—¡Piedra, papel o tijeras!

Kougyoku se petrificó en su lugar, viendo, temerosa, la mano empuñada de su amigo, seguido de su maldosa sonrisa, y con sólo mirarlo supo que ese día sería el peor de su vida. Aquel chico adicto a los duraznos que la había convencido de jugar aquel ridículo juego, apostando que el perdedor obedecería al ganador por el resto del día, era el ganador. El indiscutible y despreciable ganador.

La princesa jamás se imaginó que el mago de hielo ganaría todas las veces durante su enfrentamiento, como si predijera sus movimientos. Piedra, tijeras, tijeras, papel, piedra. Estaba jodida. No había forma de convencerlo de desistir a algo que ella había aceptado, confesando haberse cegado un instante por las múltiples posibilidades que Judar le ofrecía con el premio.

Oh, si tan sólo hubiera recordado que Judar era un magi, el magi del Imperio Kou, el Oráculo, y que ella no era más que una indiscreta chiquilla de quince años que no sabía fingir absolutamente nada. Ni siquiera estar enojada.

Pero no lo había hecho y era momento de pagar por su arrogancia. Lo que Judar quería como premio por su victoria mancharía para siempre su reputación.

No podría casarse.

Sería la deshonra —aún más que antes— de la familia.

Nadie volvería a verla como... bueno, en eso no perdía mucho, realmente.

Y ese bastardo estaba contentísimo con la idea.

Ugh, qué desagradable. ¿Cómo demonios había aceptado Kougyoku semejante locura?

—Que sea rápido —susurró, completamente derrotada.

La sonrisita traviesa de Judar se ensanchó aún más.

—Hacerlo rápido le restará emoción. Prepárate, vieja. ¡Esto durará todo el día!

—¿T-todo el...el día?

—Y la noche —canturreó el magi, mirando coqueta y cruelmente a Kougyoku.

—¡NOOOO!

Se rumoreó que el grito de Kougyoku se escuchó en todo el Imperio, pero nadie asistió para ayudarla. Ni siquiera Ka Kobun, noqueando y encerrado en su habitación, o Kouha, divertido con el sufrimiento de la Octava Princesa... que él veía como tímidez. Después de todo, Kougyoku estaba a un paso de volverse una mujer, y aunque no le gustaba la idea de que fuera con Judar, debía admitir que el magi era el único en quien podía depositar su confianza para cuidar de su hermanita cuando él no pudiera.

Pero a la primera que viera que Judar lastimaba a Kougyoku, la inocente y pura princesita que no sabía nada del amor, lo destrozaría, rompería cada uno de sus huesos y arrancaría su cabeza, así fuese el magi de Kou, porque nadie tenía el derecho de herirla más que él, aunque jamás lo haría. Preferible que la chica se quedara sola —y él la cuidara toda la vida si fuese necesario— a que sufriera injustamente.

Claro que en su amenaza no contaba el ego herido porque Kougyoku ya era un caso perdido con eso y Kouha ni tenía intenciones de recuperar algo que ya no existía.


No sé cómo demonios voy a actualizar tres fics a lo largo de la semana sin volverme loca (porque a parte estoy subiendo una historia original y debo dibujos y ando con mi tesis y... ugh), pero prometo que al menos habrá un capítulo por semana. Ojalá lo disfruten.