El mejor conserje del mundo

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Migas

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Aspiraba en silencio los pasillos, un poco menos malhumorado que otros días, cuando no tenía que verle la cara a Deku, el quehacer no era tan malo. Exhaló y observó el suelo, pendiente de no dejar un solo espacio sin aspirar, entonces la aspiradora pareció encontrar una nueva fuente de suciedad.

—¿Eh?

Movió la aspiradora un poco más a la izquierda. El sonido de nuevo. Sus fosas nasales se expandieron un momento. Un poco más a la izquierda y de nuevo el sonido.

—¡¿Qué mierda?!

Se agachó al suelo y presionó la mano contra la alfombra. Entrecerró los ojos y observó, furioso, las migas que se habían pegado a sus palmas. Golpeó el suelo con su puño, se levantó, y sin dejar de gruñir, siguió el camino creado por las basurillas que no veían sus ojos, siempre a la izquierda. Giró sin prestarle atención a sus pasos y siguió aspirando, con movimientos cada vez más cortos y veloces; estaba tan concentrado y molesto que su mano libre emitió pequeñas explosiones cuando la aspiradora topó con una puerta. Levantó la mirada y miró furioso la madera.

Kirishima abrió la puerta entonces, sosteniendo una galleta en la mano, unas cuantas migas en las comisuras de sus labios.

—¿Qué quieres, Bakugo?

La mano del muchacho lo silenció y apenas reaccionó a tiempo para endurecer su rostro y que las pequeñas explosiones no le dañaran la piel. Se quitó la mano de encima

—¡¿Cuál es tu maldito problema?!

—¡Deja de comer en los putos pasillos, maldito pelo-pincho!


*Deja su escrito tímidamente sobre la mesa y se va*

Si ya lo habían leído, seh… lo borré. Lo siento. Lo vuelvo a publicar porque… pues, son los chacha problems de Bakugo… y estoy lo suficientemente orgullosa de esta ocurrencia.

Viernes, 12 de octubre de 2018