Discalimer: Los personajes son de Rumiko~
Dedicatoria: A Mrs. Paranoia, porque me cae bien y es simplemente genial.
Excusas.
Capítulo único.
InuYasha siempre había tenido muy buenas excusas: que los fragmentos de la perla esto, que Naraku aquello, que el lobo rabioso y tal. Siempre le habían dado tiempo y casi siempre la razón. ¿Qué decir? Era un tipo con suerte.
Pero la suerte, tarde o temprano, se acaba.
Kagome estaba en su época haciendo una de las extrañas cosas que llamaba exámenes. Prometió que regresaría ese día, y él, como siempre, no tenía era paciente, queriendo lanzarse a buscarla. El problema era qué excusa usaría para ello. La perla ya estaba junta y en la aldea, se habían cargado a Naraku hacía unas semanas... ¿Qué le iba a decir? ¿"Vine a buscarte porque te extrañaba"? Sí, claro. Como si su orgullo se lo permitiese.
Caminó al pozo y se asomó. No había nada. No había nadie. Suspiró, ¿desde cuándo se había vuelto tan dependiente de Kagome?
Se sintió tentado de patear el pozo, pero no lo hizo por dos razones.
- La primera, si lo hacía no volvería a ver a Kagome.
- La segunda, esa cosa no tenía la culpa de su frustración.
Suspiró, otra vez y giró para irse a la aldea; no, no iría por ella, estaba decidido.
De la nada, su olor lo golpeó. Dio media vuelta y vio una pequeña mano blanca estirándose fuera del pozo. Jaló de ésta para hacerle más fácil el trabajo.
—Hola, InuYasha —saludó Kagome.
—Hola —respondió él mientras cargaba con su mochila. Se paralizó cuando se dio cuenta que había aplicado fuerza de más, pues estaba más ligera, mucho más ligera—. Kagome —le llamó.
—¿Qué ocurre? —preguntó volteándolo a ver.
—¿Por qué tu mochila está tan ligera? —inquirió. El rostro de Kagome se desarmó.
—Oh, pues, ya que todo ha terminado creo que, como no voy a hacer mucha falta aquí, ya sabes... —hizo una pausa y volteó a ver el piso—, como no voy a quedarme mucho tiempo más, no era necesario traer tantas cosas —terminó de decir.
Ella pronto ya no va a regresar más. Y él ya no tenía más excusas.
—¿Cuánto más vas a quedarte? —preguntó.
—Tres días.
Tenía tres días para encontrar una buena excusa.
.
Tres días que se le fueron pensando y al final de los cuales llegó sin haber solucionado absolutamente nada.
—Kagome, te vamos a extrañar —lloriqueó Shippô mientras la abrazaba.
—Kagome-chan. —Sango se unió al abrazo, tratando de no dejarse vencer por las lágrimas.
Miroku apoyó una mano en el hombro de Kagome, por primera vez, sin segundas intenciones. Luego de un infinito tiempo, ésta se despidió y todos —o casi todos— regresaron, resignados, a la aldea.
Giró en dirección al pozo, creyendo estar sola y dispuesta para irse.
—Kagome. —El suave susurro del hanyô la alertó.
—Inuyasha. —Volteó sorprendida que él aún estuviese ahí, aunque secretamente complacida.
—No te vayas —pidió, con la cabeza gacha.
Ella se sorprendió.
—¿Por qué?
InuYasha no supo que responder. No tenía excusa alguna que siguiera siendo válida.
Y sin embargo, estaba ahí, desvergonzadamente, pidiéndole que se quedara con él.
—¿Qué me retendría aquí? —inquirió a espaldas del muchacho.
Para él, su silencio era sinónimo de que sus neuronas trabajaban al mil; para ella, fue como una respuesta, fue una invitación a regresar a su época. Y lo hizo, sin hace el menor ruido, sin que él se diera cuenta.
Justo en ese momento, como un relámpago llegaron a él las palabras perfectas.
—¡Prometiste siempre quedarte a mi lado! —dijo girándose para verla, pero se congeló cuando el peso de la verdad le aplastó por completo.
Ella ya se había ido.
Reeditado el 20/01/2014.
El final es muy abierto, cosa que me gusta.
Me gusta porque he cumplido el objetivo (creo yo): es solo una escena en un momento indefinido, que muestra el conflicto de InuYasha. Chido, chido. ^^
Comentarios y demases varios, por review o PM.
